Título: Frío.
Personajes: Emi Fukukado/Miss Joke, Aizawa Shota/Eraser Head y Hizashi Yamada/Present Mic.
Shipp: PresentJoke.
Advertencias: Drama y un poco de angst.
Cantidad de palabras:
En un segundo que logró congelar más que sus mejillas, sus ojos se petrificaron y permanecieron estocados en aquellos rostros tan familiares. Sintió sus oídos cubiertos de escarcha, al perder la percepción del sonido, y miró confundido al par de sonrisas nerviosas, que lentamente se deformaron en su mente, nublando todo a su alrededor, hasta que terminó parado enmedio de la oscuridad de sus pensamientos.
Entonces, comenzó a ver los diminutos fragmentos de hielo que desendían a su alrededor. Exhaló un débil y tenue rastro de vapor, antes de que su nombre alcanzara a llegar a sus oídos, traspasando aquella coraza y desquebrajándola, como un espejo, para volver a aquel escenario. Paseó la mirada primero por el rostro de ella, luego en el de él, y deseó poder verse a sí mismo. Tuvo la ligera impresión de que Hizashi había vuelto a llamarle, aunque no distingió lo que dijo. Pasó saliva y apretó los puños. Parpadeó nuevamente antes de verles por tercera ocasión, esta vez con la mente en su sitio, y no pudo evitar notar, que había empezado a nevar.
Por alguna razón, Aizawa pudo ver en cada copo de nieve, el recuerdo de sus propias acciones, las cuales lo habían llevado hasta ese lugar.
Iniciando, por la que nunca imaginó que sería tan significativa, puesto que no difería en lo más mínimo de las demás. Todo se remontaba meses atrás.
El timbre de la escuela ornamentó aquél vívido recuerdo. Los alumnos salían en manada de los salones y decidió aprovechar la ocasión, para disimuladamente escapar de su ruidoso amigo, perdiéndose en la multitud de menores que trataban de abordarle con dudas respecto a la materia que impartía. Aizawa evadía las preguntas, postergando sus respuestas para la clase más próxima y continuaba su camino por los atestados pasillos de UA.
Precisamente había elegido adelantar su hora de salida, para ahorrarse las energías de rechazar las incistentes invitaciones de Mic al karaoke. Energías que planeaba emplear para ir a fundirse en su acogedor saco de dormir e invernar hasta que el siguiente año comenzara.
Sus intenciones fueron cruelmente interrumpidas, cuando justo al salir de la escuela, se encontró con posiblemente la segunda persona más molesta del mundo.
—¡Eraser! Qué suerte que te he hallado tan pronto, ¿no es así?
—Joke —murmuró su nombre, haciendo aquello más por costumbre que por saludo—, ¿para qué veniste?
—¿De qué hablas?, sólo estaba aquí por casualidad cuando el destino decidió juntar nuestros caminos —fantaseó entrelazando sus manos y pegándolas a sus mejillas—. ¿No es romántico? supongo que ahora debemos tener una cita.
Automáticamente, Aizawa decidió que Emi Fukukado, había ascendido de ser la segunda, a la primera persona más molesta del mundo entero. Entornó los ojos antes de continuar con su camino, ocultando las manos en sus bolsillos.
—Mentirosa —declaró sin voltear a verle. Sólo escuchó un quejido de parte de ella y el ruido de sus zapatos viajando por el camino de cemento para alcanzarle.
—Está bien —dijo tratando de seguirle el paso—. Estaba haciendo unas compras cerca de aquí y decidí desviarme un poco para venir a verte.
—¿Un poco? —cuestionó sin girarse a verle.
—Bueno, quizás mucho. Pero lo importante es que no esperaba que salieras tan temprano —añadió, acelerando el paso para meterse en su camino, interrumpiendo su andar—. Hagamos algo juntos.
—No quiero —soltó sin más. Tal y como lo esperaba, la maestra de las bromas rió ante su respuesta.
—Se mi novio —demandó de repente.
—No.
—Entonces cásate conmigo.
—Joke, si no quise al payaso, ¿qué te hace pensar que querría al circo completo?
Nuevamente ella fue la única en reír, ignorando el rostro de fastidio del contrario y finalizó frotando sus brazos con sus manos.
—Oh, Eraser, eres tan gracioso —hizo una pausa cuando tembló un poco—. Debería empezar a usar suéter, pronto el invierno comenzará.
—Yo no tengo frío.
—¿A no?, debes de estar loco. Tan loco, que debes acompañarme al karaoke.
Aizawa sentía que la copa de su paciencia, comenzaba a agotarse de un sólo trago. Miró una última vez los molestos ojos de Emi, que no dejaban de brillar, y antes de decir algo, la estridente, pero oportuna voz de un tercero le interrumpió. Hizo que su amago simplemente se quedara incompleto, con la boca abierta, y ambos se giraron a ver cómo la delgada figura de Hizashi, se apresuraba a llegar a la esquina, donde habían llegado ellos.
«Justo a tiempo» pensó Shota para sus adentros.
—¿Por qué te fuiste sin avisarme, Eraser? —se quejó el ruidoso rubio apenas lo alcanzó—. Hola, Joke —saludó a la chica, quien se limitó a responder con sencillez.
—No tengo obligación alguna de decirte.
—Oh, no seas gruñón. Quería hacerte la genial invitación de...
—No tengo tiempo para invitaciones —le interrumpió de inmediato.
—Claro que lo tienes, todo lo que haces en todo el día es dormir.
Emi soltó una pequeña risa al oír aquello, mientras que Aizawa gruñía por la actitud tan absurda de sus compañías. Cerró los ojos e inhaló profundo, como si así pudiera reabastecer su cuerpo de la paciencia que mermaba velozmente, y volvió a ver al rubio.
—Escucha, Mic, tengo una tarea para tí —el aludido abrió la boca con sorpresa, quizás porque Shota nunca le pedía favores, o siquiera le confiaba algo—. Necesito que lleves a Joke, al Karaoke.
—¡¿Ah?! —exclamaron ambos volteando a verse por un instante.
—Casualmente ella también quiere ir —continuó—. Estoy en una colaboración con la policía, así que tú serás su acompañante.
Lo sabía, sabía que Hizashi no iba a negarse, así como intuyó que ella no tendría voz para objetar por la sorpresa de su repentina decisión.
Había matado dos pájaros de un tiro.
En ese momento se sintió como un verdadero genio, y muy felizmente partió hacia su casa para dormir plácidamente, dejando al par de payasos solos. No tenía idea de lo que acababa de hacer, ni de que ese sueño en el que tan cómodamente se sumió, en cuestión de meses estaría tan lejano de el.
El siguiente copo le enseñó otro recuerdo, quizás insignificante en aquel entonces, pero crucial tiempo después. Comenzó con un estornudo que hizo zumbar sus oídos. Rodó los ojos por milésima vez, y miró a su acompañante con cierta molestia.
—Salud —le dijo otra vez.
—Gracias, Eraser —respondio Mic con la voz ronca mientras sorbía su nariz. Luego de eso, devolvió su ansiosa vista a su teléfono.
Por un instante, Aizawa pasó por alto su falta de atención hacia él, incluso la agradeció internamente, pues la sala de maestros se encontraba en un silencio agradable, un silencio que asombrosamente de perduró hasta que sonó el timbre de la siguiente clase.
Ambos se pusieron de pie, en silencio, y se encaminaron a la puerta justo cuando Hizashi volvió a estornudar, aturdiendo levemente otra vez a Aizawa, a causa de su Quirk.
—Salud —le dijo girándose a verle, haciendo que su tono sonara más como una reprimenda.
—Sorry, sorry —se disculpó con una sonrisa penosa.
—¿Por qué te enfermaste esta vez?
Simplemente se encogió de hombros. Luego de eso, su celular volvió a sonar, anunciando un nuevo mensaje.
—¿Con quién hablas? —preguntó Shota por inconsiencia.
—Con Emi.
—¿Emi?
—Sí —afirmó con la cabeza de manera infantil—, es una chica muy simpática. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Porque no lo es —respondió antes de abrir la puerta, en un acto que terminó incompleto cuando ambos voltearon a ver la ventana, donde se exhibían pequeños fragmentos de hielo que empezaban a descender desde el cielo.
—Está nevando —dijo Mic, mirando con alegría a través del cristal. Aizawa se dedicó a mirar con él unos cuantos segundos antes de disponerse a retirarse—. ¿A dónde vas?
—Tengo clase —respondió girándose a verle—, hoy habrá entrenamiento físico.
—¿Acaso quieres que tus alumnos mueran congelados? —espetó perplejo notando el silencio de su acompañante.
—¿De qué hablas?, yo no tengo frío.
Tras una breve pausa, el rubio añadió:
—¿Sabes?, Emi, y yo hablamos de que tu sentido del humor es como un copo de nieve: pequeño, sutil, y muy, muy frío.
—Están locos—sentenció en el momento en que Hizashi reía otra vez. Su teléfono volvió a sonar, anunciando otro mensaje por parte de ella—. ¿Desde cuándo ustedes dos son tan unidos?
—Desde que fuimos al Karaoke. Gracias a tí, nos hemos vuelto muy buenos amigos.
Pero claro, en ese instante, se percató de que Emi no le había enviado ni un sólo mensaje de buenos días tiempo después de haber salido con Hizashi. Tampoco tuvo que soportar las periódicas insistencias de Mic, ni tampoco la constante molestia que le causaba el (prácticamente) acoso de ambos. Sin embargo, sentía algo peculiar al ya no ser frecuentado por ellos. Como si se hubiera percatado de lo solitarias que eran las cosas sin su presencia. El silencio era agradable, pero el resto de las cosas se sentían anormalmente incómodas, gélidas, eran transparentes y frívolas como el hielo, pero sutiles y pequeñas como un copo de nieve.
Dibujó una curvatura descendente en sus labios, al pensar en que tal vez, Hizashi no estaba tan loco al compararlo con algo así, siendo tan preciso al explicar sus fundamentos. Decidió dejar las cosas de esa forma y no cavilar demasiado en el asunto, puesto que intuyó que pronto todo volvería a la normalidad.
Ahora entendía que en aquel entonces no era la intuición lo que le decía ese mensaje, sino el deseo de que así fuera. Él deseaba que todo retomara el curso cotidiano, que ese par siguiera a su lado, que su atención se mantuviera sobre él pues la ausencia era incómoda. Sin embargo, apenas el destino comenzaba a hacer, que su vida diera un giro de ciento ochenta grados que le tomaría por sorpresa. El siguiente copo le demostró la prueba de ello, al exhibir el recuerdo de él mismo saliendo de la escuela tras concluir su jornada laboral.
Recordaba con exactitud el sonido de sus zapatos moverse por el camino de cemento, antes de frenar al alcanzar a ver a Emi apoyada junto a un árbol con su móvil en manos. Llevaba un abrigo marrón y unas orejeras que hicieron que se le dificultara reconocerla.
Permaneció quedo, a la espera de que la heroína sintiera sus ojos posados sobre ella y le saludara. Debía de admitir que ese capricho le sorprendió mínimamente en su momento. Entonces, tras pasar un rato ella pareció percatarse de su mirada, y sonrió mientras se acercaba a él.
—¡Hola, Eraser! —le dijo—. ¿Y tu abrigo? —preguntó al estar cerca.
—No tengo frío.
—Qué envidia. A estas alturas siento que me convertiré en un cubito de hielo.
—Eso es imposible —ella rió por lo bajo, y frotó sus manos para generar algo de calor—. ¿Para qué veniste a verme?
—¿Ah?, te equivocas —dijo negando con la cabeza—, no he venido por tí...
—¡Emi! —la voz de Mic interrumpió la escena, y Aizawa sintió que le acababan de propiciar un golpe en el abdomen. No pudo evitar abrir un poco más los ojos cuando presenció que Hizashi se acercaba y saludaba con un beso en la mejilla a la fémina, como si fueran amigos de toda la vida.
—Hola, Shota —le saludó después—. Pensé que te habías marchado ya, parece que te mueres de sueño.
—Estoy perfectamente bien —respondió casi al instante, con un bulto peculiar en su garganta, por lo que pareció una réplica su tono de voz.
—Está bien, perdón —dijo el rubio elevando las manos en ademán de paz—. De todos modos ya nos íbamos, no te molestaremos.
—¿Saldrán?
—Irémos a un restaurante donde hay música —explicó Joke—, tocará una banda interna esta noche, es algo de rock, así que no creemos que sea de tu agrado.
No, claro que no lo era. Pese a esto, sintió una incomensurable necesidad de acompañarlos.
—No sabía que escuchabas rock.
—Hay muchas cosas que no sabes de ella —respondió Mic—. Ya te dije que es una chica genial.
—Oh, no exageres —le dijo codeando suavemente su brazo con las mejillas levemente rosas—. Tú también eres genial. Realmente congeniamos al instante.
Ese encuentro finalizó con una despedida, y un horrible malestar, sin ninguna invitación de Hizashi, ni una declaración de amor de Emi. Shota miró la nieve a su alrededor, acumulada mientras formaba bultos blancos por todo su entorno, y entonces sintió que estaba cayendo, con la misma velocidad que los fragmentos de hielo que venían del cielo con formas geométricas. Era una caída lenta, tortuosa, que le obligaba a ver a detalle cada segundo que transcurría, antes de regresar al suelo y perderse en la infinidad de la temporada. Una caída que de a poco le ensartada un pincho helado en el cuerpo.
El siguiente copo, le mostró el último recuerdo, el que había transcurrido hace apenas unos cuantos minutos.
A un día antes de las vacaciones invernales, Hizashi le había invitado a pasar el rato en un sitio que prefirió reservar como una sorpresa. Sin muchos ánimos aceptó ser guiado por su amigo, hasta que llegaron a un parque ordinario, donde los niños jugaban haciendo hombres de nieve, y se tiraban al suelo para dibujar con su cuerpo la silueta de un ángel. Un par de actividades que nunca estuvo interesado en hacer a esa edad. Sin embargo, miró con algo de conmoción un árbol frondoso y alto en específico, y pensó en aquella vez en la preparatoria, donde Mic había sido lo suficientemente persuasivo para hacer que se tirara en la nieve.
—¿Para qué me trajiste aquí? —inquirió mirándole de reojo.
—Me gusta este lugar —le dijo—, es agradable ver a las familias tan unidas. Además, me trae buenos recuerdos.
—No te creo —aseveró volteando a verle.
—¿Ah?, pero si aquí fue donde...
—Sé los recuerdos que hay aquí —interrumpió para explicarse—, pero no creo que sólo por ellos me trajeras. ¿De qué quieres hablar?
—Hey, chicos —exclamó una voz femenina llamando su atención.
—¡Oh, mira! es Emi —comentó Hizashi fingiendo asombro—. Deberíamos saludarla.
Aizawa no pudo evitar sentirse un poco ofendido por aquella situación tan, innecesariamente planeada. Tuvo que soportar ser arrastrado por Hizashi hasta encontrarse con la chica de coloridos cabellos turquesa. No escuchó ni la mitad de aquella conversación ensayada. Ese par era tan malo actuando, que no comprendía la razón por la que se empeñaban en hacer pasar esa situación por casual. ¿Qué sería aquello que querían decirle, que les causaba tanto pudor para llegar a aquellos extremos?
—¿De qué quieren hablar? —preguntó de repente, optando por acabar con esa farsa, recibiendo una mirada inquisitiva de sus contrarios.
—¿D-de qué hablas? —preguntó Hizashi, tratando de disimular sus nervios.
—No se hagan los desentendidos. ¿De qué quieren hablar conmigo?
Emi miró extrañada la sinceridad de Shota, fue directo al grano. Hizashi suspiró resignado y sonrió.
—Pero claro, no podía esperar menos de tí —le dijo tras soltar una breve risa.
—¿Y bien?
—Escucha, Shota, yo... Nosotros —se corrigió volteando a ver a Emi, quien se acercó a él y le tomó del brazo—, hemos estado saliendo a menudo desde que tú nos hiciste ir al karaoke. En todo este tiempo nos hemos conocido bastante y... bueno...
—Hemos optado por no asfixiante tanto —continuó la mujer notando que el rubio se ponía nervioso—, es por ello que decidimos darte tu propio espacio y... Ya sabes, una cosa lleva a otra y... —dejó de hablar bajando la cabeza con las mejillas rosas, aferrándose más al brazo de Hizashi.
—Bueno —continuó el rubio—, queríamos saber si tú te... Te enojarías si nosotros... Quisiéramos salir en una relación amorosa.
Aizawa, en un segundo que logró congelar más que sus mejillas, sus ojos se petrificaron y permanecieron estocados en aquellos rostros tan familiares. Sintió sus oídos cubiertos de escarcha, al perder la percepción del sonido, y miró confundido al par de sonrisas nerviosas, que lentamente se deformaron en su mente, nublando todo a su alrededor, hasta que terminó parado enmedio de la oscuridad de sus pensamientos.
Entonces, comenzó a ver los diminutos fragmentos de hielo que desendían a su alrededor. Exhaló un débil y tenue rastro de vapor, antes de que su nombre alcanzara a llegar a sus oídos, traspasando aquella coraza y desquebrajándola, como un espejo, para volver a aquel escenario. Paseó la mirada primero por el rostro de ella, luego en el de él, y deseó poder verse a sí mismo. Tuvo la ligera impresión de que Hizashi había vuelto a llamarle, aunque no distingió lo que dijo. Pasó saliva y apretó los puños. Parpadeó nuevamente antes de verles por tercera ocasión, esta vez con la mente en su sitio, y no pudo evitar notar, que había empezado a nevar.
—¿Por qué me enojaría? —preguntó, disimulando perfectamente su sorpresa—. Ustedes son libres de salir con la persona que gusten.
—¿Pero eso no te haría sentir... Incómodo? —preguntó Emi, aún con desconfianza.
—En absoluto. No se preocupen por mí, sólo hagan lo que quieran —declaró, antes de dar media vuelta y ocultar las manos en los bolsillos. Su cuerpo comenzó a temblar.
—¿A dónde vas? —preguntó Hizashi, cuando su amigo avanzó a avanzar dos pasos.
—Me voy a casa —aclaró sin voltear a verles, y casi rió por lo que estaba por añadir—:
Tengo frío.
