Los personajes relacionados con Glee no son de mi invención, le pertenecen a Ryan Murphy y la cadena Fox. La historia es basada en la serie durante la temporada 3. Thad y Santana son una ship que me ha dado muchos feels gracias a mi amiga Tati, y ello me inspiró a escribir el fic. Trataré de actualizar relativamente seguido y atender sus consejos y sugerencias. Eddie.
Capítulo I
La Competencia Regional de Coros se llevaba a cabo ese año en la ciudad de Lancaster, Ohio. Grupos de diferentes ciudades se habían congregado para el evento, entre ellos New Directions, quienes en las Locales resultaron empatados con sus rivales The Warblers, y éste había sido el momento de la revancha. Ambos equipos se prepararon durante meses para salir victoriosos, pero fue New Directions del McKinley High School los que se llevaron el primer lugar. En un lado se respiraba aire de júbilo, ya que tenían un cupo asegurado para las Nacionales, y los chicos se encontraban emocionados, por supuesto. Por el otro lado, existía un ambiente tenso ante la derrota; los jóvenes culpaban a su líder Sebastian por las decisiones tomadas en el trascurso de las últimas semanas, pues según ellos, el odio por el francés hacia el coro de Lima, le había distraído de su principal objetivo.
Santana revisó la hora su celular una vez más, y suspiró algo impaciente. Había quedado de celebrar con Brittany en un café en el centro de la ciudad antes de viajar y la rubia llevaba 20 minutos de retraso ¿Por qué le había citado una hora antes de que partieran a Lima? ¿Y por qué no respondía los mensajes que le enviaba? No quería ser regañada por Mr. Schue si el autobús se retrasaba por culpa de ellas, aunque le echaría el agua sucia a su amiga, de ser el caso. Una ojeada más al reloj, había trascurrido sólo cinco minutos, y sus dedos tambolirearon sobre la superficie de la mesa en la que se encontraba. Con el mentón apoyado en la palma de su mano, miraba hacia el exterior del café en busca de alguna señal de su amiga, quizá se había extraviado; no sería la primera vez. Fue entonces, cuando miró a un Warbler correr por la calle y se detenía –aparentemente cansado- justo frente al ventanal. Era imposible no reconocer ese blazer, y al muchacho también, aunque no sabía su nombre o por lo menos no lo recordó cuando hizo el intento.
Con curiosidad, miró cómo el joven tenía las manos en las rodillas mientras tomaba aire y se recuperaba de su carrera. Éste se irguió y pareció molesto o desesperado, y como si supiera dónde se encontraba Santana, giró su rostro hacia el café y sus miradas se encontraron. Evidentemente apenado, el Warbler desvió la vista y empezó a caminar, retomando de nuevo su rumbo. Con su tercer ojo psíquico mexicano, Santana intuyó que esa conducta no podía ser normal, algo estaba ocurriendo y dejándose llevar por sus instintos se levantó de la mesa para salir del lugar y seguir al muchacho.
Caminó tras él a una distancia prudente, puesto que no quería ser atrapada espiando y maldijo el llevar su uniforme de cheerio, sería más fácil si no. Se olvidó por completo de su cita con Brittany y del viaje, mientras iba calle abajo sorteando los transeúntes, y miró cómo el joven emprendió un trote leve, antes de echar un vistazo hacia atrás; en ese momento la latina se ocultó rápidamente tras un automóvil estacionado en el borde de la acera. Pero alcanzó a tropezar con el carro, activando la alarma de éste, lo que llamó la atención de las personas que caminaban a su alrededor, y maldijo por lo bajo. Se levantó con precaución y miró cómo el chico de la Academia Dalton dio vuelta a la esquina, y acto seguido se echó a correr tras él, temiendo perderlo de vista.
En cuanto giró al final de la calle, se encontró con la espalda del Warbler a tan sólo cinco metros, había doblado la esquina tan rápido sin preocuparse por la presencia del chico que por poco choca con él, y en un acto de reflejo retrocedió estrellándose con una mujer que llevaba una bolsa de víveres, los cuales cayeron al suelo.
–Oh, lo siento, lo siento… –Dijo a la vez que se giraba para tratar de ayudar a la señora, quien se agachaba para recoger sus cosas; pero desistió al recordar su misión, así que de inmediato se dio vuelta nuevo hacia su objetivo, temiendo que el pequeño accidente la hubiese puesto al descubierto. Y así fue. Thad, la observaba con expresión desconcertada.
– ¿Qué tú haces aquí? –Inquirió mirándola con los ojos entrecerrados. – ¿Me estas siguiendo? –Su actitud era de prevención y sus ojos iban y venían de la chica a la mujer. Santana, dejó que la señora se las arreglara sola, en vista de que no había sido gran cosa y ésta ya se olvidaba del tema al continuar su camino.
–Presiento que ustedes están tramando algo. –Respondió luego de mover su cabeza levemente para elevar con sutileza el mentón y cruzarse de brazos. Era su pose de ataque, no temía en hacerle frente a nadie. –Es sospechoso que mi amiga Brittany no aparezca y uno de ustedes ronde por el lugar. –Acusó y el chico reprimió una risa desviando la mirada de ella.
– ¿Crees que nosotros le hicimos algo? –Repuso en algo que sonó más a una pregunta retórica, después de titubear un poco; Harwood no era malo para mentir. Ella lo estudió sin responder, conservando su posición. –Escucha, te juro que nosotros no le hicimos nada, ¿de acuerdo? Deberías regresar con tu grupo y… –Agregó. Quería decir algo más pero fue interrumpido por su celular, y leyó el mensaje recibido "Mal momento para fraternizar con el enemigo, Thad. Pero si ella te gusta tanto, disfruta del viaje juntos." Aquello le recordó el motivo de su prisa y se giró buscando el autobús de su colegio por la calle, pero no lo halló. – ¡Oh, genial! ¡Gracias! –Espetó con amargura y sarcasmo hacia la chica. –Maldito Sebastian, me las vas a pagar… –Murmuró empezando a caminar mientras redactaba un mensaje de texto.
Santana lo observó, tratando de comprender la escena frente a ella, y caminó tras Thad, no iba a permitir que éste se le escapara sin dar explicaciones a su enfado con ella. No podía ignorar la extraña actitud del joven. –Alto ahí hobbit ¿Qué rayos fue todo eso? –Preguntó alcanzando al Warbler, al que tomó por el brazo, obligándolo a darse vuelta.
–Que ahora tengo que regresar a casa solo... –Respondió realmente molesto y al ver que la morena no tenía la culpa, agregó en un tono más suave. –Y deberías regresar a tu hotel antes de que te dejen a ti también. –Dijo intentando avanzar por la acera, creyendo que López le haría caso, pero esa mujer no se rendía con facilidad.
–A diferencia de tu "amigos", los míos podrán esperarme unos minutos. –Replicó haciendo las comillas con sus manos, caminando detrás del chico; estaba confiada de la solidaridad de New Directions e incluso sentía que en cualquier momento recibiría una llamada de Mr. Schue. Sin embargo, un bufido de Thad le hizo pensar en ello.
–No si ellos creen que ya te fuiste. –Comentó sin detenerse o siquiera girarse para verle. Ya le habían dejado atrás, así que no tenía caso tratar de cubrirle la espalda a sus compañeros, sólo esperó la señal para continuar hablando.
–Deja de hacerte el interesante y habla de una buena vez. –Exigió plantándose frente a él con los brazos cruzados. Thad sonrió, algo divertido por la actitud de la mujer y humedeció sus labios antes de responder.
–Ellos creen que ya te fuiste a Lima, se supone que debías quedarte en ese café el tiempo suficiente para que perdieras el autobús. La cita era una trampa, lo planeó Sebastian. –Explicó el plan del francés, quizá se metería en problemas con él cuando regresara a Westerville o incrementaría la rivalidad entre los equipos pero, su capitán también había sido injusto al dejarlo solo. El enfado de la latina fue evidente en su expresión, y el Warbler se sintió mal por ella. –Oye, lo lamento mucho, yo no estuve de acuerdo con esto ni muchos de nosotros, fue… sólo una broma.
–Sabía que algo olía a podrido cuando te vi, y disculpas no harán que tenga compasión de ti y tus estúpidos amigos silbadores. Ahora, llévame con ellos. –Declaró con ese tono ácido y autoritario que tanto la caracteriza, y Thad no dio crédito a su petición, por lo que le miró confundido.
– ¿Qué dices? –
–Que me lleves a donde está el 'Cara de Suricato' ¿acaso te estoy hablando en chino, que no me entiendes? –
–No puedo hacer eso, Sebastian ya se fue a Westerville. Te digo que me dejaron. –
–Claro, y yo soy la Reina de Inglaterra. No te creo. –
–Ése, es tu problema. –Dicho esto, Thad se movió para pasar por un lado de Santana, y ella le siguió. No estaba segura de que el chico decía la verdad, pero había una forma de averiguarlo.
–Bien, entonces tú me llevarás a casa. –Resolvió caminando tras el Warbler, con actitud confiada. No podía tener al líder del coro, pero sí a uno de sus integrantes, así que no pensaba en dejarlo 'vivo' por muy inocente que dijera ser.
– ¿Yo? ¿Hablas en serio? –No entendía muy bien las intenciones de Santana, aquello sería extraño. Siempre le había gustado la morena, pero nunca había tenido la oportunidad de decírselo o demostrarlo, incluso la veía como un amor platónico, pues creía ser de mundos diferentes; sus grupos eran rivales y aunque eso no intervino en la relación de Blaine con Kurt, dudaba que él tuviera tanta suerte, además esa pareja se había dado en otras circunstancias.
–Claro que sí. Por culpa de ustedes el autobús escolar se fue sin mí, así que asume tu responsabilidad o atente a las consecuencias. –Thad no comprendió muy bien la amenaza, pero le pareció algo justo, se sentía culpable en parte por la 'broma' y tampoco desaprovecharía la oportunidad de viajar con Santana.
–Okay… ¿Qué tal si vamos a buscar un auto para alquilar? –Propuso sin problemas, y Santana se vio algo sorprendida. Aquello había sido fácil, quizá el chico no era tan malo como creía.
– ¿Traes dinero? El mío está en una maleta rumbo a Lima. –Comentó dedicándole una sonrisa falsa. Llevaba unos cuantos dólares, pero no gastaría un centavo con él; dejaría que el Warbler hiciera todo el gasto como parte de su penitencia, además esos chicos eran de familia rica ¿no?
–Sí, descuida. No traigo mucho efectivo, pero puedo usar la tarjeta de crédito… Mi maleta también va rumbo a casa. –Agregó con algo de buen humor, sonriéndole con amabilidad, pero sólo obtuvo un frío "Ajá" como respuesta por parte de Santana. Avanzaron unos metros más en silencio, la chica miraba al frente sin saber hacia dónde se dirigían pero no lo demostraba. –Tú eres Santana, ¿Verdad? Yo soy Thad, Thad Harwood. –Dijo en un intento de eliminar aquel silencio que le empezaba a incomodar y entablar una conversación con la latina. Acompañó sus presentación estirando la mano para hacerla más formal. Ella lo miró con una ceja enarcada, sopesando la idea de estrechar su mano, en su estudio dedujo que era muy bien parecido, y debía admitir que por lo menos era educado.
–Sí, Santana López. El gusto es tuyo. –Dijo con un suave apretón de manos y movió su cabeza sutilmente en un ademán de vanidad. Harwood rió entre dientes ante la egocéntrica respuesta de la morena, convenciéndose de que era cierto. El gusto era todo suyo.
Sin muchos comentarios continuaron su camino hacia un concesionario de segunda con la ayuda del móvil de Thad, ninguno de los dos conocía muy bien la ciudad, así que se apoyaban de la tecnología para lograr su objetivo. Durante el joven Warbler le llegaron más mensajes de sus amigos a quienes ignoró por estar molesto con ellos, aunque en el fondo agradecía la broma, ya que estaba conociendo más a Santana, y a pesar de su actitud fría, se divertía. Por su parte, López pensaba en desistir del plan y llamar a sus amigas para que le rescataran, pero sus ansias de vengarse le hacían soportar la compañía del chico que en momentos le exasperaba, no le gustaba tener cerca a alguno de esos Warblers, pero no habiendo más…
Lo que ninguno se imaginaba era las cosas que sucederían en ese viaje.
