Ya digo desde un principio porque después me olvido, InuYasha no me pertenece (por desgracia), lo que si es mío es esta historia que espero sea de vuestro agrado.
Para aclarar usare:
la cursiva para los pensamientos
"las comillas" y supongo que para lo obvio, no se como explicar, uhm ¿inca pie? Así se dice, ¿no?
() cuando yo intervenga
- para los diálogos en los pensamientos, después verán a que trato de referirme.
-.-.-.- cambio de escenario.
Esta es mi versión de lo que hubiera pasado en InuYasha Kanketsu- Hen a partir de la "muerte" de Kikyo.
Sin más, os dejo leer
La batalla final había llegado finalmente, el cuerpo de Naraku se había convertido en una araña gigantesca que volaba sobre los paisajes del Sengoku-Jidai, todos reunidos se encontraban frente a su gran y muy odiado enemigo, hace unos pocos minutos atrás, Kohaku, Jaken y Rin montados en A-un acaban de salir del cuerpo del aquel macabro individuo, todos miraban con profundo odio al que en algún momento hace 50 años fue el ladrón Onigumo, y cuándo digo todos me refiero a Inuyasha, Sango, Miroku, Sesshomaru, Shippou y...Kikyo.
Mirad..se an reunido, vuestros queridos amigos.- dijo el hombre sobresaliendo de algo que parecía ser unas telarañas extrañas.
¡Y no perderemos a nadie!- respondió el hanyou al estar parado sobre un globo gigante color rosado, el cuál obviamente era Shippou.
¿Están seguros de eso?- pregunto con burla el, por ahora, dueño de una shikon oscura.
Claro que lo estamos.- respondió seria la exterminadora.
Y entonces, ¿Dónde esta Kagome?- pregunto él, viendo como la castaña quedaba sin habla, al igual que casi todos los demás.- No lo saben, no me eh de extrañar, pero no se preocupen que yo mismo me encargado de cuidar bien de vuestra querida amiga.- dijo el con una sonrisa malévola en el rostro, y para cuándo termino de decir esto, de entre las sombra se podía distinguir a una chica vestida con la ropa de una sacerdotisa, que en su mano izquierda tenía un arco, mientras que en la otra una flecha, ya que solo había caminado un par de pasos, la luz que en ese lugar había le alumbraba asta un poco más arriba de sus muñecas.
Como si fue ramos a creer eso Naraku.-dijo la miko no muerta.
Deberían de hacerlo, después de todo no ahí miko más poderosa y temida por la esfera de las cuatro almas que Kagome, esa chica estúpida era muy valiente, tanto que tuvo el valor de enfrentarme después que mate a unos chiquillos molestos, pobre idiota no soporto, aunque e de admitir que era de alma fuerte, me costo mucho corromper su alma, pero al final lo logre y todo gracias a ustedes, ¿verdad, Kagome?- escupió todas esa palabras con un veneno desapercibido.
Claro Naraku.- se escucho decir a la chica que finalmente salía de entre la sombras, dejando su rostro al descubierto para que así todos los presentes vieran que sus ojos, antes tan expresivos, ahora estaban completamente vacíos, acompañados de una sonrisa macabra.- Oh, hola muchachos cuanto tiempo.- expreso con una alegría notablemente hipócrita.
Ka...Kagome.-murmuro el chico de orejas de perro, esto debía de ser mentira.
¿Por qué no mejor empezamos desde el principio? Es más fácil de entender, supongo n.n
Una tarde en la época feudal, un grupo conformado por una kitsune, una exterminadora, un monje, una gatita que podía cambiar de estatura, un hanyou y una viajera del tiempo, se encontraban caminando tranquilamente, el animo del grupo no estaba muy bien que se diga, menos el de el peliplata ya que no hacia muchos días Kikyo finalmente había muerto, y tendríamos que decir que el hanyou alcanzó a darle el ultimo beso a su primer amor, pero aun así esa noche todos habían llorado asta Koga que recién al volver con su manada dejo que un par de lagrimas se escurrieran por sus mejillas. Ahora pasaban por una aldea, la cuál hacia que las conocidas quejas de cierta persona aumentaran, pero esta vez no era el único ya que Shippou y Kirara no estaban mejor, pero para los tres humanos del grupo esa aldea era adorable ya que sus campos estaban llenos de flores.
¡Vamos apúrense!, el aroma de esta aldea me da dolor de cabeza.- se volvió a quejar el chico.
Achu, achu ¡por lo menos a ti te duele la cabeza, Kirara y yo no dejamos de estornudar! ¡Achu!- critico molesto el cachorro de zorro.
Feh!- fue lo único que dijo el ambarino.
Que aroma tan rico.- expuso alegre la azabache.
No se de que se quejan tanto chicos.- reprocho la exterminadora.
Este aroma es como si tranquilizara el alma.- confirmo el monje.
Humanos ¬¬.- pensaron ambos demonios.
- Kagome, estos se quejan mucho ¿Cómo los aguantas?- pregunto una voz en la cabeza de la chica.
- Seika- sama no sea así, son mis amigos.- señalo la azabache a su "maestro".
- Que me digas Seika, SE-I-KA, sin el "bendito" sama que me molesta.- volvió a explicar él.
-Dices que ellos son unos quejosos y tu eres igual o peor que ellos.- dijo ella con molestia.
- Ya, mejor deja tu seño fruncido, sonríe y as como si le hubieras puesto atención a lo que dijeron los aldeanos.- ordeno esa voz con burla.
-Diablos.- fue lo ultimo que pensó antes de obedecer a su "maestro".
El hanyou solo bufo y se fue tras los humanos, teniendo todavía a Shippou sobre su hombro, y unos cuantos pasos después llegaron a la pequeña cabaña de la cual el par de aldeanos le habían hablado a los viajeros, lo que si, la viajera del tiempo no tenía la menor idea de que hablaban sus amigos con esas personas, y si no fuera por que todos estaban distraídos hubieran notado la cara de sorpresa que había puesto al llegar asta ese mismo lugar.
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Ya al ser de noche, el grupo de Inuyasha estaba durmiendo casi plácidamente de no ser por los constantes estornudos de Kirara y Shippou, y la verdad el chico de ojos ámbar no estaba durmiendo, al igual que hace días no lo hacia, con el solo echo de no querer soñar por que sabia que si soñaba soñaría con ella, con Kikyo. Ella dormía casi sin problema, en ese preciso momento estaba soñando nuevamente con Seika, soñaba que estaba en un claro, vestida con la ropa de sacerdotisa, teniendo entre sus manos un arco parecido al que su encarnación le había dado el día que murió, solo que este arco era un tanto más grande y en la parte de madera tenía tallado a mano una escritura, la cuál ella no entendía, pero eso no importaba ahora, ahora lo importante era darle un flechazo a ese maldito ángel molesto, para cualquiera esta más que claro que la miko no tenía ninguna flecha a su disposición, solo tenía el arco, poniendo el arco como si fuera a disparar, empezó con un cantico extraño el cuál hacia que la menor cantidad de su energía espiritual se viera como una flecha de color rosa, ya con arco y flecha empezó a dispararle a su blanco, y por mucho que lo intentaba no podía darle, justo en el momento en que al fin lo iba a lograr un ruido hizo que se despertara.
Inuyasha, ¿por qué no duermes?- pregunto la azabache al posar su mirada en su amigo.
No tengo sueño, mejor duerme tu.- contesto el tranquilamente.
Pero...- estaba por decir algo cuando un ruido que provenía de afuera de la cabaña hizo que se callara.
Lo sabia, esta aldea no es normal.- afirmo el chico, al abrir un poco la puerta hacia un costado, viendo como los aldeanos caminaba hacia algún lugar llorando ¿sangre?
¿Qué esperamos? Vamos.- dijo el monje, estando parado atrás de sus amigos, teniendo a su lado a la castaña que ya tenia su hiraikotsu en su espalda.
Vale, Kirara cuida de Shippo.- pidió la azabache a la gatita.
Cuando los cuatro jóvenes se acercaron a donde los aldeanos, hace unos segundos atrás, estaban vieron asombrados que la tierra había tomado forma humana, las flores habían eran de color rojo sangre, otros aldeanos, a los cuales llegaron a salvar solo lloraban por no haber cumplido su sueño, y justamente en esos momentos apareció un hombre vestido con ropa, que solo los príncipes o reyes o personas de cargas parecido usaban, un pequeño "sombrero" azul marino, pelo rizado y azul, y con un abanico en mano.
¡Cao- sama no pudimos convertirnos en tierra!- se lamentaron los aldeanos al estar frente al "príncipe de las flores".
Tranquilos mis aldeanos, no pasa nada ya abra otra oportunidad para que sean parte de la tierra.- calmo el hombre.
Con que tu le metes esas ideas estúpidas a las personas de esta aldea.- dijo molesto el peliplata.
Yo solo les doy la opción para que sus almas estén en paz, no ahí platillo más rico que un alma lastimada.- dijo el tipo, recibiendo como premio un golpe del hibrido.
¿Kohaku?- pregunto la castaña antes de caer inconsciente en el suelo, siendo agarrada por el tobillo por una raíz.
Pobre, esa chica sufre por la perdida de su hermano muerto.-comento con pena, el hombre de pelo rizado.
¡Sango!- exclamo el moje al acercarse a donde la exterminadora estaba desmayada y con su arma (que no tengo la menor idea de como se llama), purifico la raíz que tenia atrapada a la chica.
¿Cómo sabes eso?- pregunto la miko algo desorientada
-Por el dolor que cada alma tiene, más te vale cuidarte de este tipo.- respondió Seika.
Y ese monje, que cada vez es peor su maldición.-volvió a decir, sonriendo levemente.
¡Ya me tienes arto!¡Viento cortante!- exclamo al desenfundar su espada, y cuando el ataque termino el hombre del abanico desapareció pero en el lugar donde había estado se podía ver una gran mancha de sangre, dejando a sus amigos a cargo de los aldeanos, eso si, el monje le había dado una pulsera de perlas verdes a la chica, era para cuidarse de las raíces, y sin más el ambarino y la azabache partieron para donde provenía el aroma de Cao, y en ese momento llegaron a un castillo, al entrar en este vieron que estaba colmado de flores.
-¡Ten cuidado esto es muy peligroso, mejor vete!- advirtió el chico a su pupila.
-Si es peligroso por eso mismo debo de pelear.- dijo seria la chica.
¿Les sorprende que no este con herida alguna? Esa sangre a sido una invitación a mi casa.- dijo el hombre al aparecer en frente de sus "invitados".
Para cuando el individuo dejo de hablar, Kagome se encontraba en un transe, nuevamente tenía esas extrañas visiones, las cuales habían empezado la primera vez que Seika le hablo por telequinesis, ahora podía ver a su querido hanyou, siendo atrapado por la raíces de las flores, las cuales lo tiraban para abajo haciendo que desapareciera bajo la tierra, y Cao también desaparecía, de repente el escenario cambiaba, estaba dentro del castillo, junto con esos dos sujetos, Inuyasha estaba rodeado de raíces y lloraba sangre, estaba inconsciente, Cao sin embargo solo observaba y decía "Su alma es una ruina, al fin podrá descasar en paz junto a la mujer que ama", rápidamente despertó de su transe, dándose cuenta que unas raíces trataban de acercarse a el peliplata, ella lo tomo de la mano y le coloco en una de ellas, el brazalete sagrado para luego empujarlo, siendo ella la que era atrapada y arrastrada por las raíces, desapareciendo inmediatamente.
¡Kagome!- grito desesperado el chico.
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Dentro del castillo, Cao se encontraba observando a la chica, la cuál se encontraba entre las raíces, llorando un liquido rojo, estaba casi inconsciente, realmente tenia una gran perseverancia, pero daba lo mismo solo era cuestión de tiempo para que perdiera resistencia y fuera cayendo en la tranquilidad del descanso eterno, sonrío de forma terrorífica al ver que el alma de esa mujer estaba peor que la del hanyou, el sabia que el alama de aquel hibrido era un total y completa ruina pero justamente la de esa miko estaba mucho peor, el tipo estaba tan perdido entre sus contemplaciones hacia su persona que no se percato en que momento la adolescente había agarrado el arco, con el que había sido capturada, ni tampoco cuando alcanzo una flecha y con mucho esfuerzo le apuntaba.
-No te precipites como siempre, espera el momento indicado para disparar, recuerda de esa forma tu poder será mayor.- recordó el chico a la azabache.
-Esta bien, Seika.- acepto resignada la chica, la cual aguardo paciente a la orden.
-Espera, espera y...¡Ahora!- exclamo con seriedad.
Lo que se escucho a continuación fue el ruido del aire al cortase, Cao unos instantes antes se había dado cuenta del movimiento de la chica y por poco esquivo el ataque de la sacerdotisa, gracias a la paciencia que la azabache logro tener, su poder espiritual había aumentado tanto que purifico las raíces que oprimían su delicado cuerpo, sonrío con alegría al escuchar varios estruendos contra el campo de energía que estaba sobre el castillo, Inuyasha estaba tratando de entrar, salió de entre sus pensamientos cuándo Cao cambiaba de forma, convirtiéndose en una gran planta que como cara tenia una mascara de madera, volvió a dispararle una flecha dándole en, lo que supuso, era su estomago, enviándolo varios metros lejos de ella, y aprovecho para salir fuera de ese castillo, quedando a lado de su amigo.
¡¿Por qué lo hiciste?! Tu alma es una ruina, peor que la de ese hibrido, al fin ibas a estar tranquila y en paz.- dijo confundido el demonio desde adentro del castillo.
¡Todo mi dolor, tu lo consumiste!¡Disfrutas hacer sufrir a los demás, pues ahora veremos si a ti te gusta sufrir!- dijo con molestia, disparando otra flecha, y otra, y otra.
Tu lo as decidido así.- dijo al salir frente a su atacante, ella solo volvió a disparar, con cada flechazo el pequeño rastro de esas lagrimas de sangre iba desapareciendo, asta quedar en la nada.
¡Maldita!- grito furioso el monstruo al salir de atrás de Kagome con la idea de matarla, pero Inuyasha fue más rápido y con Tessaiga rebano la mascara haciendo que el cuerpo al igual que cada flor de la aldea se volvieran polvo, se esfumaran.
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Ya varios días habían pasado desde el enfrentamiento con Cao, luego de asegurarse de que en esa aldea todo estaba normal, el grupo se marcho nuevamente en busca de los fragmentos de la perla shikon, y digamos que en estos días varias cosas habían pasado como que la castaña había envenenado a su hiraikotsu en un acto desesperado para salvar a Miroku, y que por esto tuvieron que ir con el ermitaño de las pociones, el cual según el chico-perro solo era un viejo borracho, al final del día el hiraikotsu se había restaurado, el monje había tomado una poción/veneno para no sentir el dolor que el miasma que tenía en su cuerpo le provocaba, también se habían enfrentado a Kanna, la cual había muerto minutos después de revelarle un secreto a Kagome, y varias cosas más, ahora ya era casi de noche y todos los integrantes del grupo de Inuyasha se encontraban peleando con un demonio que era aparentemente fácil de vencer pero la aparición de un fragmento dificulto las cosas, en eso se escucho un flechazo que paso por alado de la azabache, haciendo que todos los demás se voltearan a verla, pero no se imaginaban lo que iban a ver.
Kikyo...- fue lo que dijeron todos al ver a la sacerdotisa de mira fría que a su alrededor tenía las serpientes caza almas, era evidente que ella había lanzado la flecha que había matado al demonio.
La azabache fue la única que se dio cuenta que el fragmento había caído al suelo y muy rápidamente fue a por el, no quería que el odioso Naraku se adueñara de el, sonrío triste, la historia iba a comenzar nuevamente con Inuyasha tras Kikyo, y ella aguantando las ganas de llorar a mares.
-¿Qué acaso no habías dicho que ella ya no estaba mas en este mundo?.-pensó con el seño fruncido.
- Y no lo estaba, abra sido Maya, esa chica es un desastre.- dijo apenado.
-¿Por qué? ¿por que me odian tanto?- señalo con tristeza.
-Kagome.- no sabia que decir, como consolarla.
Al guardar el pequeño pedazo de esfera, se volvió hacia donde sus amigos y su encarnación estaban pero grande fue su sorpresa al ver que se habían ido a excepción de el pequeño kintsune (no me acuerdo como se escribe), le sonrío tiernamente al niño, se notaba que un día sería un gran demonio.
-Así como tu serás una gran guardiana.-escucho decir.
Kagome, los demás se fueron a la aldea por la que pasamos esta mañana.- comento el pelinaranja.
Oh, que bueno, bien vámonos a con ellos.-dijo la azabache no muy animada.
¿Vamos a pie? Así me cuentan de que tanto hablan, ¿Qué te parece Seika?-pregunto feliz el zorrito.
-Me parece muy buena idea.- lo escucharon decir, y de repente frente a ellos apareció un chico peli-verde, de ojos negros, morocho, vestido como soldado, era joven, tendría como 21 o 22 años, y en su espalada tenia dos grandes alas.
-Y ¿Cómo va Kagome con su entrenamiento especial?-pregunto/pensó animadamente el niño al espíritu.
- Bastante bien, pero sigue siendo muy piadosa y con el futuro que tiene no puede serlo.-dijo con seriedad.
-Ya para con eso, yo soy así y punto, no voy a cambiar, no quiero cambiar.- reprocho molesta, al empezar a caminar e dirección a l aldea donde los demás estarían.
-¿Que le pasa? ¿Es por Kikyo?- pregunto preocupado al soldado.
-No le a caído muy bien que digamos el regreso de esa mujer, y no la culpo ¿Quién en sus cabales estaría contento de qué su rival amoroso volviera?- respondió encogiéndose de hombros para luego desaparecer.
¡Kagome espérame!- grito el niño al correr tras su "madre sustituta".
Caminaba a paso rápido y furioso, le molestaba lo insoportable que ese ángel de guerra podía ser, aunque eso no era lo único que la molestaba, lo que más furiosa la ponía era saber que lo que él decía era cierto, ella no podía seguir siendo tan piadosa, era más que obvio que eso era su debilidad, lo que la dejaba vulnerable y la volvía una carga para los demás, por que eso pensaba ella que para los demás era una molestia a la cual solo soportaban por se una "detector de fragmentos" y siendo sincera al morir Kikyo su poca autoestima había subido un poco, pero al saber que seguía en este mundo la había dejado con su animo por los suelos. Al llegar a la singular aldea junto con el pequeño Shippou, vio asombrada que todos sus amigos estaban con la miko seria, nunca vio a Sango sonreir ni cuando Kikyo era nombrada y ahora le sonreía como si lo hubiera echo toda la vida, Miroku se comportaba sin que la exterminadora le pegara a cada rato, Inuyasha...Bueno no necesitaba verlo para saber como estaría con solo imaginárselo le bastaba, sonrío al sentir a Kirara ronronear contra su pierna, por lo menos alguien se había dado cuenta de que habían llegado, teniendo a Shippou sobre uno de sus hombros y a la gatita entre sus brazos, camino a paso firme asta donde esas personas estaban.
-No se porque te preocupas tanto por ellos, si es obvio que ellos no lo hacen por ti.-dijo decepcionado.
-Cállate, son mis amigos.- contesto ella con enfado.
Estando frente a ellos, estiro su brazo, teniendo con fuerza el arco del monte Azuna, lo iba a devolver a su verdadera y original dueña, no le gustaba traerlo todo el tiempo con ella y era más que obvio que ella lo necesitaría nuevamente.
-Con que tus amigos, eh.- dijo levantando una ceja.
Camino unos pasos quedando frente a ella, a su encarnación, a su rival, levanto el arco dejándolo de forma vertical, movió un poco el arma haciendo ademan para que ella lo agarrara, solo recibió una mirada fría por parte de ella y sentía sobre si las miradas de los demás, esto era demasiado incomodo.
-Dime ¿ellos se preocuparan por ti cuando tu te vallas?.- inquirió con burla.
Era tan fácil, tan solo tenia que coger el maldito arco, que le pasaba a esa mujer que no lo hacia, claro quería que ella pasara ese momento para nada lindo, la mirada que recibía por parte del hanyou era la que mas la asustaba, era como si en cualquier momento le saltaría encima y la mataría.
-¿Aunque sea se darían cuenta? Lo dudo al igual que tu.- señalo con soberbia.
Al fin lo había agarrado, interiormente soltó un suspiro de alivio, esa situación ya le estaba molestando y mucho, pero un así esas miradas penetrantes seguían sobre su ser, ella hizo como si nada para darse a vuelta e ir a conocer un poco aquella aldea, intento fallido.
¿Por que demonios tardaste tanto Kagome?- pregunto molesto el chico de ojos dorados.
Kagome, por lo menos y avisa que Shippou se queda contigo.- reclamo molesta la castaña.
-Ya tengo mi respuesta, a ellos no les interesas.- hirió el espíritu con cierto tono que era molesto.
Quedo quieta en su lugar, de espaldas a esas personas, una sonrisa llena de triste y con seriedad y sarcasmo dijo.-Porque de tan buenos amigos que son ustedes me dijeron a donde irían, asta tuvieron la vehemencia de esperarme pero como tuvieron que venir a esta aldea, me dejaron a Shippou para que me avisara, no saben cuanto se los agradezco chicos.- y sin más siguió su camino, sabia que lo que hizo no estaba bien pero el coraje le había ganado.
-Así debes de ser con ellos, después de todo si ellos no te dan explicaciones ¿por que tu se las debes de dar, mas aun cuando te hablan de esa forma tan vacía? Para muchas cosas debes de tener coraje, mas ahora que las cosas va a cambiar para siempre, guardiana.- dijo el con orgullo, la próxima guardiana del tiempo y el espacio era sin dudas una gran alumna.
Minna! Asta aquí eh llegad por hoy, lamentablemente debo de estudiar ¬¬. Los profesores me odian TT^TT
Bien espero les allá gustado n.n.
Comenten ¿si? *-* Bueno asta la próxima, creo que publicare los capítulos los viernes (?) Jeje ¡Adiós!
