Este fic participa en el reto "Drabbles, drabbles y más drabbles" del foro Multifandom is the new Black

Disclaimer: Los personajes de Pokémon no son míos, son de Satoshi Tajiri.


Ash por fin ha despertado del largo sueño en el que ha estado sumido los últimos dos años, pero se ha despertado a un mundo que es mucho peor que cualquiera de sus pesadillas, porque es un mundo del que simplemente no recuerda nada.

Los doctores dicen que eso se debe a que el golpe que recibió en la cabeza durante el accidente fue muy fuerte, mucho más fuerte de lo que habían imaginado y lo peor de todo es que no saben cuándo recobrará la memoria o si incluso la recuperará algún día. Y aunque Ash no sabe ni de que accidente hablan ni recuerda nada de lo que pasó, lo que sí sabe es que no quiere quedarse así para siempre, sin poder saber quién es ni cuál era su vida antes de despertar.

Todas las personas que han ido a visitarlo; en especial una señora de cabello y ojos castaños, mirada amable y voz muy dulce que dice ser su madre, le han dicho que su nombre es Ash Ketchum, que es un entrenador pokémon y que sufrió un terrible accidente cuando el avión en el que iba se estrelló matando a más de la mitad de los 150 pasajeros que iban a bordo.

Le han dicho tantas cosas pero por más que Ash se esfuerza, no es capaz de recordar nada de lo que todas esas personas dicen sobre su vida. Lo único que recuerda es un rostro, si un rostro, el rostro de una chica que cada noche sin falta aparece en sus sueños. Esa chica de piel clara, ojos azules y cabello color miel que lo visita siempre que cierra los ojos. No sabe quién es ni de dónde la conoce, no sabe absolutamente nada de ella y sin embargo siente que la conoce hace mucho tiempo, demasiado para su gusto.

Ha preguntado a todos si conocen a esa chica, sobre todo a la señora Delia, su madre y nadie le ha sabido dar razón alguna sobre ella. Le han dicho que quizá esa chica solo sea el producto de un sueño o una ilusión porque nunca habían escuchado nada sobre ella.

Pero Ash no les cree porque en su corazón sabe que ella existe, sabe que es real y no descansará hasta encontrarla, porque lo hará, no importa lo que los demás digan, él la encontrará. Pero desearía tener una pista, algo que le indique por dónde debe empezar a buscar; y como si fuera el producto de un milagro, su deseo se cumple cuando una noche al hacerse presente, ella le susurra al oído: «Serena, mi nombre es Serena».


¿Reviews?