Comenzamos la segunda parte¡ , para entenderlo se tiene que leer primero el fic "princesa", espero les guste :D
La noche era oscura, no había ruido en la ciudad, las casas tenían las ventanas abiertas a causa del calor. Para cualquier otro lugar el buen clima significaría un alivio, pero Arendelle no era cualquier lugar. Los pueblerinos asustados volteaban a las nubes esperando un copo de nieve, una brisa helada, cualquier cosa que les demostrara que su joven reina aún seguía con vida.
En el castillo una figura se escabullía en medio de las sombras, bajaba los escalones con cuidado, procurando no emitir ningún sonido. Casi amanecía, la comitiva se iría pronto y no podía dejar que los guardias la descubrieran. La reina sujetó el pergamino en su mano, salió al patio y observó a los caballos preparándose para salir, Eleonor suspiró aliviada y llamó al muchacho que dirigía a los demás, los otros dos voltearon hacia la mujer con curiosidad.
-Toma- susurró Eleonor entregándole la carta.
- Mi reina- respondió el muchacho, pero ella lo calló mientras se tapaba la corona con la capa.
-No la leas, no se la entregues a nadie que no sea Mérida… - ordenó nerviosa
-Qué pasa si la princesa no llega, no tiene ninguna manera de saber…- reclamó el muchacho
-No me contradigas- lo corrigió- si mi hija no llega a tiempo estará capturada o muerta – un escalofrío recorrió su espalda apenas las palabras salieron de su boca– ahora no pierdan el tiempo, ¡váyanse!-
Los tres se miraron con angustia al mismo tiempo en que guiaban sus caballos fuera del castillo de Arendelle.
La mujer suspiro mientras los veía alejarse, subió de nuevo las escaleras esquivando a la guardia. El sitio de la ciudad había durado algunas semanas, no tenían noticias de las princesas que habían escapado, con todas sus fuerzas deseaba aferrarse a las esperanzas de la gente. De una sola cosa estaba segura: si Elsa seguía con vida su hija estaría con ella.
Empezó por ser consciente de su cuerpo, los parpados le pesaban demasiado, estiro las piernas entumidas, hacía demasiado calor, ¿cuántas cobijas tenia encima? Movió los brazos para incorporase, abrió los ojos lentamente, a su alrededor encontró una habitación medio iluminada, la escasa luz de la ventana mostraba el amanecer, olía a pino, debía estar en algún punto de la montaña, las paredes eran de madera igual que el piso y el techo. Estaba tendida en una pequeña cama rellena de paja, paso los dedos sobre su cabello suelto, la platinada melena caía sobre sus hombros, por mera inercia se lo acomodo en una trenza.
Dos chicas dormían en la habitación además de ella. Su hermana estaba hecha un ovillo a sus pies, cubierta con una sábana y temblando de frío, mientras que recostada en una banca pegada en la pared la princesa de Dumbrogh roncaba lentamente.
Con una sonrisa en sus labios se acercó a su hermana.
-Anna – la llamó dulcemente mientras la movía un poco – Anna –
La joven se sacudió levemente pero se sobresaltó cuando noto quien la llamaba.
-¡Elsa¡- gritó emocionada mientras la abrazaba -¡Elsa! ¡despertaste! - empezó a saltar sobre la cama y se aventó hacia ella.
- Ouch… Anna… cuidado- se quejó la mayor mientras instintivamente llevaba su mano hacia un costado, las marcas de una cicatriz la sorprendieron - ¿pero qué?-
-El príncipe Michael te disparó- susurró Anna – llevas inconsciente un par de días, bueno… algunas semanas-
El cuarto pareció perder un poco de su calor.
-¿Qué?- Elsa intentaba recordar un poco más, la imagen del príncipe disparándole, el castillo en llamas – Arendelle – susurró y vio la cara afligida de su hermana.
-Escapamos – dijo avergonzada – no… no había otra cosa que hacer… Las Islas del Sur han tomado el castillo –
Un viento frío se arremolino sobre la reina.
-Voy a congelarlos y a desbaratar sus…- hizo un intento por levantarse de la cama pero el dolor se lo impidió
-Tranquila- dijo Anna sosteniendo a su hermana – lo primero es que te recuperes, Rapunzel dice que no eres tan fácil de curar como la demás gente, el abuelo Pabi nos explicó porque, pero la verdad no entendí nada- dijo con su usual sonrisa
Elsa la miro confundida, observó detenidamente a su alrededor, una pequeña cabaña solitaria a la mitad de la nada, algunos viejos y grandes abrigos colgados en la pared, las botas al lado del fuego, algunas zanahorias sobre la mesa.
-Estamos en casa de Kristoff- dijo con cautela, pero se sorprendió de la mueca en el rostro de su hermanita
-Sí, no tardaron mucho en derribar el barco en el que tratamos de escapar, me pareció que lo más lógico era huir a las montañas, ningún extranjero se atrevería a perderse aquí- explicó Anna, un dejo de tristeza nublaba el rostro de la chica.
-Debemos regresar al castillo, debemos recuperar nuestro hogar- respondió Elsa con angustia, no era difícil saber lo que sentía, el hielo comenzaba a cubrir las paredes.
-Puede que haya algunas complicaciones con eso- respondió otra voz desde la pared.
Mérida había despertado, las miraba sentada sobre la banca, con la capucha puesta sobre la cabeza y el aspecto de haber tenido una mala noche, lo oscuro de la capa hacia que sus ojos se vieran incluso más azules.
El hielo que cubría las paredes se evaporo con rapidez.
Elsa sintió como su corazón se aceleraba y le faltaba el aire, pero el dolor a su costado la trajo a una realidad que no quería recordar.
-Anna – hablo sin quitar la mirada de Mérida - ¿puedes salir un momento por favor?-
-Pero- se quejó.
-La princesa de Dumbrogh y yo tenemos que resolver algunos asuntos pendiente – Anna pudo sentir un frío helado recorriendo su espalda y se levantó rápidamente de la cama – en privado- resalto la reina.
Se planteó por un momento negarse a salir de la habitación, pero su hermana se le adelanto
- Estoy muy molesta Anna, no quiero lastimarte- la más pequeña asintió y salió lentamente, dedicándole una mirada de compasión a Mérida.
-¿Lo sabías? – habló Elsa apenas la puerta se cerró - ¿sabías que intentarían matarme? –
Mérida frunció los labios, se podía ver la frustración en sus ojos.
-Se suponía que…-
-¡Deja de jugar conmigo¡- exigió Elsa -¡¿sabías o no del ataque?!- las paredes retumbaron, la voz de la reina parecía tener eco.
-Si – a pesar de todo Mérida no titubeo – lo supe todo el tiempo-
Elsa se inclinó sobre si misma frotándose los costados de los brazos, desvío la mirada y negó con la cabeza.
-¿Por qué no me lo dijiste?- siguió hablando sin mirarla.
- Para serte honesta lo olvide-
-¿Lo olvidaste? – Se sorprendió Elsa sin dar crédito a sus palabras - ¡lo olvidaste!- se puso de pie frente a ella, ignorando por completo el dolor de su herida.
-¡Fue estúpido lo sé! - gritó Mérida -¿Qué quieres que te diga? ¡Se supone que evitaríamos el incendio! ¡pero soy una tonta y lo olvide por completo¡ ¿Cómo crees que me siento? Prácticamente te matan y… - por primera vez Elsa vio miedo en los ojos de la chica – tuve que dispararle a mi madre – la voz sollozante logro conmover un poco a la reina– nunca quise matarte, es la verdad-
-¿Y todo lo demás?- Mérida entendía perfectamente a que se refería Elsa.
La princesa rodo los ojos por el techo
- Obviamente te seduje en un plan para ganarme tu confianza – bromeó con una sonrisa mientras intentaba tomar su mano.
- No es algo con lo que debas jugar- contesto Elsa con brusquedad mientras se apartaba de ella- hablo en serio-
Como un viejo habito la reina comenzó a dar vueltas por el cuarto, la princesa opto por sentarse en el borde de la cama viéndola pasar de un lado para otro.
- Podrías haberme matado- acusó Elsa con voz firme.
-¡Pero no lo hice!- replicó Mérida – ya te lo dije… Las Islas querían matarte y empezaron a reclutar otros reinos para que les ayudaran, por alguna razón supusieron que mi mamá y yo los apoyaríamos, pero solo les seguimos la corriente para poder evitar el ataque-
- Pero no hicieron nada para evitarlo- se quejó la reina mientras se cruzaba de brazos.
-¡Soy una inútil y una estúpida! ¿estás feliz ahora?- se exaspero Mérida.
-Tengo el estómago perforado y mi reino está invadido ¿Cómo crees que me siento?-
La princesa desvió la mirada, no estaba molesta, más bien avergonzada, frustrada, terriblemente agobiada. A pesar de todo no podía evitar sentirse llena de dicha de que Elsa volviera estar de pie, así le estuviera gritando.
-Lo siento- se disculpó sinceramente.
-Aun no entiendo cómo pudiste pasar por alto un intento de asesinato- refunfuño Elsa.
-¿Cómo? tu… tu... me distrajiste - la acusó sin mucho éxito- estabas tan, tan, tan ¡no los sé! nunca quise que nada de esto pasara… solo, solo… ¡aaah¡ - gritó con ira y se tiró a la cama sobre su espalda- Todo se fue al demonio - se levantó con desgano, causando que la capucha que la cubría cayera sobre sus hombros.
Los ojos de Elsa se abrieron con asombro y una sonrisa se formó en sus labios.
-¿Qué?- se sorprendió Mérida.
-Tu cabello…- susurró la reina.
La usual melena pelirroja ahora le caía suavemente sobre la espalda, no era exactamente lacia pero estaba muy lejos de sus característicos rizos, era tanta la diferencia que ahora le llegaba casi hasta la cintura.
La princesa se sonrojo por completo.
-Hemos tenido que salir a cazar y según todos llamaba demasiado la atención, no sé qué diablos hizo Rapunzel, uso unos metales calientes y…- se detuvo al notar lo mucho que se había acercado Elsa.
-Te ves muy hermosa- murmuró ávidamente.
-Gracias- contesto ella con apenas un hilo de voz, no estaba acostumbrada a los cumplidos, intento abrazarla pero Elsa se alejó repentinamente. Mérida maldijo para sí misma, por supuesto que la reina ya no quería su compañía.
-¿Cómo sigue tu brazo?- dijo con aprehensión
No, no era su enojo lo que la impulsaba a alejarse, poco a poco las paredes se fueron cubriendo de escarcha.
-Horrible- contesto y pudo notar el pánico en los ojos de Elsa- no tienes idea de lo mucho que me has hecho sufrir – consternada la reina comenzó a retroceder pero Mérida se apresuró y corrió hasta ella, la tomo de la cintura y susurro a su oído – no sabes lo mucho que necesitaba abrazarte-.
La nerviosa mirada se encontró con una cálida sonrisa, con mucho cuidado Elsa toco el brazo de la chica comprobando que no seguía congelado.
-Eres cruel- se quejó ante su mirada burlona – vas a matarme de un susto o peor hacer que…- un sorpresivo beso hizo que se callara.
Como nunca el calor dejo de molestarle, le rodeo el cuello con los brazos y alcanzo a acariciar su cabello. Debía alejarse pero no pudo, debió soltarla pero no lo hizo.
- Aún estoy molesta- exclamo una vez que le falto el aire.
- Lo sé- sonrió Mérida.
- No voy a perdonarte tan fácilmente- continuó Elsa.
- No te he pedido que lo hagas- contesto con la misma ferviente expresión mientras la abraza con más fuerza.
- ¡Eres insopor… !-
La puerta se abrió sin previo aviso, casi por instinto Elsa la empujo y miro disimuladamente hacia la ventana.
Mérida le dedico una genuina mirada de odio al recién llegado.
Kristoff entro dando tumbos con lo que parecía leña para el fuego, se sorprendió incómodo, le era obvio que había interrumpido algo pero no estaba ni cerca de imaginar qué.
-Despertaste – dijo una vez que le fue posible hablar.
-Si- contestó Elsa- ya me siento mejor, muchas gracias por prestarnos tu casa-
-No importa, es pequeña pero no creo que nadie las busque aquí-
-Igual gracias- repitió ella- hace rato vi a Anna, parece que se encuentra muy afectada y…- pero no fue capaz de terminar, extrañamente Mérida le hacía señas para que no continuara.
-Estoy seguro de que la princesa Anna tiene mucho en que pensar- contesto el chico toscamente mientras dejaba la leña en el suelo.
-¿princesa?- repitió Elsa con extrañeza ¿desde cuándo era tan formal con su hermana? Antes de que pudiera decir cualquier otra cosa la puerta volvió a abrirse.
-¡Nos dijeron que despertaste!- exclamó Rapunzel jalando del brazo a Eugene, detrás de ellos Anna volvía a la habitación. Le devastó el alma ver a su hermana tan decaída, debía hacer algo por recuperar el castillo.
Después de un rato de corroborar su buen estado de salud comenzó el verdadero problema. Debían decidir qué hacer, ¿debían escapar? ¿Atacar? ¿Esconderse?
- Aun si quisiéramos alejarnos no podríamos, todas las rutas están vigiladas dijo Eugene consternado mirando repetidas veces el mapa que colgaba de la pared – Rapunzel y yo hemos observado los caminos-
- ¿Qué hay de esté?- Kristoff señalaba un angosto camino hacia el sur, entre las montañas.
- Es demasiado escarpado y no lleva a algún sitio seguro- replicó Eugene.
- Pero no tiene vigilancia- insistió el rubio.
- No lo sé - respondió pensativo- es la ruta que utilizó el príncipe Alí en madrugada, probablemente conduce a algún tipo de trampa -
- ¿Ali dejo el palacio? – pregunto Anna en voz alta.
- Si, debe sentirse la gran cosa, se marchó solo acompañado de tres guardias, varios algunos de los soldados más horrendos que he visto, por cierto-
- ¡Eugene!- lo regaño Rapunzel.
- ¿Qué? ¡Es verdad¡ tú los viste amor, uno era bajito como trol con unos dientes enormes - Kristoff lo miro de mala forma -¿Qué? tenía el pelo parado y unas orejotas que no…-
- Uno de ellos era bastante apuesto- se burló Rapunzel.
- ¿Apuesto? O por favor- la princesa rio ante la predecible reacción de su prometido – era un loco tatuado y su nariz era del tamaño de un barco-
Mérida soltó un grito de entusiasmo y les arrebato el mapa de la pared.
-¿Qué demonios te… ?- pero Eugene no pudo terminar.
-¿El otro muchacho era robusto de pelo rubio casi casi como paja? – Eugene y Rapunzel asintieron y Mérida volvió a gritar complacida – ojos pequeños y azules –
-No alcanzamos a ver sus ojos – balbuceó la princesa de Corona -¿Qué pasa?
-Mamá nos muestra el camino – canturreo Mérida - ¿A dónde va esta ruta? – dijo apuntando el mapa.
-Seguramente a Agrava – respondió Rapunzel.
-Estaría más que contenta de hacerles una visita- rechino Elsa- ese príncipe Alí me la debe-
-No… - respondió Mérida pensativa - no creo que eso sea lo que trata de decirme-
-¿Disculpa? - se molestó Elsa – ¿Quién trata de decirte qué? – le resultaba curiosa la deliberada forma en que la princesa de Dumbrogh la ignoraba en público.
-Mamá – respondió como si fuera lo más natural del mundo- si envió a los herederos de los demás clanes con Alí seguramente quiere que vaya para allá, pero no creo que el plan sea atacar Agrava-
-¿Cómo estas tan segura de que la reina Eleonor tiene un plan?- pregunto Anna con timidez apenas acercándose a la mesa.
Mérida río escandalosamente.
-Mamá siempre tiene un plan- después giro y volvió a optar una postura pensativa- al príncipe no le interesa el control de Arendelle, quizás podríamos convencerlo de que traicionara a Las Islas, un infiltrado que nos ayude a que los rehenes no corran peligro-
-Si no le interesa el control de la ciudad, ¿entonces porque participó en el atentado?- Eugene como de costumbre se mostró escéptico.
-Está enamorado de Elsa- continúo Mérida como si no fuera la gran cosa, como si no sintiera un odio corrosivo en sus entrañas solo de pensarlo.
Las miradas se posaron en la reina de Arendelle
-¿Y que con eso?- se sorprendió Elsa.
-Pues que entonces es sencillo que nos ayude, podríamos… podrías convencerlo fácilmente – corrigió Eugene – ya sabes…-
-No – espetó Elsa rápidamente intuyendo lo que trataba de decir. Solo ella fue capaz de ver la sonrisa en los labios de Mérida.
-¿Por qué no? –pregunto Eugene en voz alta.
-En primer lugar porque es deshonesto, en segundo porque el príncipe Alí es repulsivo y a final de cuentas ni siquiera está interesado realmente en mi- dijo volteando hacia su hermana.
-Oooooooooouuuu – exclamó Anna – no puedes culparme enteramente por ello-
-Me reemplazas un día, ¡un día Anna! y el tipo me quiere pedir matrimonio- la regaño Elsa -¡claro que es tu culpa¡-
-¡Creí que te daría gusto! ¿Cómo se suponía que supiera que quería matarte?- se defendió la princesa.
Kristoff se levantó con fuerza, atravesó la habitación y salió azotando la puerta.
-¡No! - exclamó Anna apenas lo vio levantarse – Kristoff, espera no…- pero la puerta se cerró en su rostro. La princesa tardo un momento en volver a respirar, le temblaron los labios con ira - ¡Muchas gracias!- se quejó volteando hacia su hermana y con lágrimas en los ojos corrió fuera de la cabaña.
-¿Qué está pasando con ellos? – se sorprendió Elsa haciendo un esfuerzo enorme por no salir y congelar los pies del chico.
Todos se miraron circunspectos, casi sin atreverse a hablar.
-Están teniendo… problemas – intento suavizar Rapunzel.
- ¡Pero no tiene que tratarla así!- se indignó Elsa mientras una fina capa de hielo se formaba a sus pies.
Los tres restantes se miraron incómodos, alguno tendría que decírselo a Elsa.
-Tal vez tendrías que saber una cosa o dos sobre tu hermanita- empezó Mérida dudosa sobre como continuar. Elsa la miro expectante – no es que me ponga del lado de Kristoff pero tiene sus razones para estar molesto –
-¡Anna no tiene la culpa!- reclamó Rapunzel rápidamente.
-¡oh por favor! - exclamó Eugene pero se contuvo de seguir hablando.
-¿Qué paso?- habló Elsa – pero si él y Anna se llevaban de maravilla, los vi en el baile parecían estarse divirtiendo-
- Digamos que Kristoff no fue el único con el que Anna se estaba divirtiendo- contestó el chico con cierta amargura.
-¡Eugene!- el regaño de la princesa fue completamente eclipsado por la reacción de Elsa.
-¿Qué? ¿QUÉ? – El viento helado exploto en la habitación.
-le-le- lees dije que habría q-q-que decírselo c-c-con un poco más de t-tacto – se quejó Mérida temblando por el frío.
-¿Cómo? ¿Quién? – Elsa se movía ansiosa por la cabaña, parecía no estar consciente de la ventisca que la rodeaba – no, no pareció estar en contacto con nadie sólo…- se paró en seco, se tomó la cabeza con las manos, la tormenta pareció detenerse- el único otro chico con el que hablaba era… era…- el hielo en el piso comenzó a crujir – o Anna… - se lamentó la chica y volteo hacia Rapunzel esperando que no corroborara sus sospechas, pero por la mirada de la princesa asumió que sus dudas eran reales - ¿Hans? – preguntó en voz alta pero no necesito que nadie le respondiera, furiosa los picos de hielo terminaron de romper el piso de la cabaña, la madera que cubría las paredes no soporto el impacto y comenzó a desmoronarse.
Mérida, Rapunzel y Eugene salieron corriendo. Afuera Anna y Kristoff observaban sorprendidos como la pequeña cabaña se estrujaba.
Habían pasado unas horas y los seis seguían parados junto a las ruinas de la cabaña… Elsa ya se sentía bastante mal, se odiaba cuando actuaba sin pensar, no se atrevía siquiera a ver a Kristoff a la cara.
-Bueno- hablo Mérida levantándose de la nieve- hay que preparar a los caballos para partir- el resto se le quedo mirando con disgusto.
-No iremos a ningún lado- contestó Elsa poniéndose de pie, ambas se miraron por unos segundos – en todo caso regresaremos al castillo y lo recuperaremos-
-Mi madre está en ese castillo, si lo atacas podrían matarla- la impaciencia se notaba en el tono de la princesa –sé que quieres regresar a Arendelle pero debemos ser cuidadosas-
-¿Y tú propones que huyamos?- Elsa no estaba aceptando razones.
-Propongo que hagamos un plan, estás herida, ni siquiera podrías atacar el castillo tú sola-
-¡Acabo de destruir una casa sin pensarlo por supuesto que puedo atacar un castillo!-
Mérida intentó calmarse, el viento helado azotaba su cabello.
- Lo único que conseguirás será destruir Arendelle, mi madre no es la única allí, también está tu gente, tus sirvientes, tus súbditos… no creo que quieras que los lastimen-
-Elsa- murmuro Anna tomando el brazo de su hermana- creo que esperar es lo mejor, al menos hasta que tus heridas sanen-
-¿en que nos ayudara viajar a Agrava?- pregunto Elsa de mala gana cruzándose de brazos
-No lo sé – sonrió Mérida y continuo rápidamente ante la mirada furiosa de Elsa- pero, si mi madre cree que debemos ir allá seguramente tiene razón-
-Así que… vamos a seguir un plan que tú crees que tu madre tal vez tiene- Rapunzel dudaba un poco pero se mostraba solidaria.
-No- contestó Eugene con rapidez – tal vez ellas lo hagan- dijo señalando a las demás princesas – tu y yo volveremos a Corona –
-¿Qué? ¡no¡- gritaron Mérida, Anna y Rapunzel al mismo tiempo, las tres se miraron ligeramente sorprendidas pero terminaron sonriéndose las unas a las otras.
-No podemos dejarlos solos, no… no podemos regresar a casa ahora…- la princesa hablaba vagamente, como si fueran palabras que hubiera repetido muchas veces
- Les agradeceríamos mucho que nos acompañaran- suplico Mérida.
-¿Por qué? – contesto Eugene desafiante y Mérida entendió rápidamente la pregunta. El muchacho sabía que la única razón por la que suplicaba que se quedaran era la magia de Rapunzel, se odio a si misma unos instantes, pero no podía dejar que una ventaja como esa se les escapara de las manos.
-Porqué la necesitamos- dijo con la cabeza en alto – no me juzgues mal por eso, no voy a decir mentiras pero tampoco voy a jugar a las inocentadas –
Ambos se miraron un momento.
-Y a fin de cuentas ella es la que decide que hacer- y volteo hacia Rapunzel que los observaba con cierta angustia, midió sus palabras y respiro pausadamente – si quieres volver vuelve, si quieres ayudar adelante, entiendo si quieres que tu novio te encierre en un castillo pero…-
-¡Eso no es lo que dije!- interrumpió Eugene.
-¡Pues es lo que yo escuche!- gritó Mérida.
-Estas torciendo mis palabras ¿Cómo sabemos siquiera que podemos confiar en ti? –
Ambos siguieron gritándose el uno al otro sin mucho éxito.
Anna se acercó a Rapunzel y tomo su mano.
-¿Nos acompañas? – dijo con dulzura – me encantaría tenerte cerca y no sé qué hacer con las heridas de Elsa, me da miedo que empeore si tu no estas-
-Claro que si – respondió Rapunzel encogiéndose de hombros - ¡hey¡ - grito sobre el hombro de su prometido - ¡iremos¡ -
-¿he?- volteo a verla.
-Iremos- repitió muy segura de sí misma, el muchacho refunfuño un poco pero no le quedó otro remedio que aceptar.
Elsa seguía con los brazos cruzados pensativa, pero su hermana se acercó a ella.
-Estaremos bien- dijo poniendo su mano sobre su hombro- tiene razón, no podemos arriesgar la seguridad de la gente- dios,si Anna le daba la razón a Mérida ya no tenía ningún argumento que dar.
La reina sonrío de mala gana, pero asintió con la cabeza, volteo a ver a Mérida quien le devolvió la sonrisa, tuvo que contenerse para no caminar hasta ella y abrazarla, el sonrojo en sus mejillas la delato un poco pero nadie pareció darse cuenta de ello.
Kristoff comenzó repentinamente a rebuscar entre los restos de madera que quedaban de la cabaña, con un brazo llamo a Sben para que se acercara y entre los dos siguieron moviendo las tablas rotas. Elsa se acercó con cuidado.
-Lo, lo lamento mucho, no debí haber perdido el control – dijo con timidez.
-No, no se preocupe – contesto Kristoff sin mirarla, aun rebuscando entre los escombros- a final de cuentas no era ni siquiera mía, la rentaba a un viejo del pueblo ¡aja¡ - dijo sujetando un puñado de zanahorias y tirándolas con fuerza – están un poco congeladas pero a sí duraran más para el camino – explicó evitando que su reno las mordiera.
-¿No quieres que saquemos algo más? – le preguntó la reina.
-No, no – respondió – las botas que tenía adentro ya estaban muy viejas, la caída debe haberlas terminado de destruir, lo mismo para el abrigo, lo que tengo de valor lo guardo en el trineo- dijo apuntando a un pequeño cobertizo, se encogió de brazos y guardo las zanahorias.
Elsa se quedó un rato en silencio ¿Qué tanto conocía a Kristoff realmente? ¿todo lo que poseía estaba guardado en un trineo? ¿no tenía más que la ropa que traía puesta? ¿Cómo podía una persona estar tan tranquila cuando la casa que habitaba se acababa de caer a pedazos?
-¿Vendrás?- la vocecita de Anna pareció perderse entre los murmullos del bosque, él la miro y así de pronto pareció que no había nadie más a su alrededor.
-¿A dónde más iría?- se preguntó en voz alta.
-Supuse que…- murmuró la chica.
Kristoff volteo hacia la casa en ruinas.
-Si no quieres puedo hacerme espacio en algún lado, no es como si nunca…–
-¡No!- exclamó – por favor – y le dedico una sonrisa, un fino gesto que en cualquier otro momento habría podido derretirlo sin ningún esfuerzo, pero el semblante del chico no cambio, aun con ese rostro imperturbable comenzó a preparar las cosas para el duro viaje que les esperaba.
:D Me gusto mucho como quedo, tarde demasiado porque tenia que parecer creible, por razones de mero argumento los caballo y Sben lograron escapar con ellos a pesar de estar en los establos cuando ocurrio el incendio, tratare de actualizar mas o menos cada semana pero no prometo nada, cualquier duda o comentario lo agradezco mucho¡
