Disclaimers: Los nombres de los personajes pertenecen a Rowling, no a mí.

N/A: Éste fic es una adaptación del fic del mismo nombre, al ser adaptación, muchas cosas no se apegarán a la realidad de los personajes creados por Rowling, ni personalidades, ni edades. Aún así, espero que puedan darle una oportunidad.


Midnight.

Respira…
Profundo y lentamente…
Como si nada malo pasara…
Como si todo estuviese en calma…
Media noche, ven y cúbrelo todo a mí alrededor…
Que no importe nada más que el sonido de mi voz…
Destruye todo rastro de que un día existió….
El sonido de nuestro pecado.

Complétame, no importa donde, complementa el sonido del silencio, construye el camino que nos llevará a la destrucción.

Siénteme, con todo tus sentidos, tócame, como si jamás me hubieses tocado, sostenme, como si de ello dependiera todo.

Mírame, como si fuera un cielo poblado de estrellas, sonríeme, como si la felicidad existiera, deséame, como si no poseyeras.

Cúbreme, del viento solitario, piénsame, como si no estuviera, suplícame, como si tu necesidad de mí fuera cierta.

Escúchame, que siempre estoy ahí, murmúrame, como si fuera el único que de ti entendiera, susurra mi nombre, porque por mí estás muerta.

Capítulo 01: Malos Recuerdos.

Disfrutaba la soledad, jamás se había puesto a pensar qué clase de soledad era la que le agradaba, no había diferencia entre la soledad, al menos eso pensaba, pero desde hacía cinco años, Ginevra Weasley había encontrado aquella pequeña línea que dividía la soledad que disfrutaba, y la soledad que dolía. Era completamente invisible, que fácilmente la cruzas sin fijarte, y ahora eso pasaba, le dolía estar sola, le dolía mirar atrás y ver que no había nadie para ella, la soledad no era tan cómoda.

Había pensado que el único hecho de que disfrutaba su soledad, era porque su madre siempre la acompañó en ella, era absurdo, la soledad no es así, y ahora lo sabía, odiaba la soledad, la odiaba tanto.

Miró a través del ventanal que daba hacia el río Anker, admiró un momento en silencio, hacía tanto tiempo que no venía a Staffordshire, que no podía sentirse como en casa, le era imposible sentirse así.

Cruzó la estancia y subió a su habitación, se recostó sobre la cama con ropa de cama rosa, hacía diez años que se había ido con su madre a Londres y se había olvidado de Staffordshire, había dejado atrás todo el daño que su padre le había hecho, a ella y a su madre. Y ahora estaba ahí, viviendo con ese hombre que tanto daño causó.

No tenía nada que ofrecerle esa ciudad, la detestaba, deseaba con todas sus fuerzas marcharse lejos, quería ir con su madre, pero eso era imposible, ella estaba muerta, no pudo superar el cáncer, y hacía un par de días había muerto, una batalla que duró cinco años, los suficientes para hacerla reflexionar sobre la vida. Su madre le había pedido en su último día que perdonara a su padre, que intentara ser feliz, que el daño hecho no puede cambiarse, tampoco olvidarse, sin embargo, puede perdonarse, las grandes personas perdonan, pero ella no era una gran persona, ella era egoísta y rencorosa, y no quería cambiar eso.

Hay cosas que te protegen de salir lastimados, hacía diez años había perdido a su padre, tal vez no de la forma en la que ahora perdió a su madre, y le había dolido, y ahora, todo en ella estaba roto y deshecho, le dolía pensar, recordar, no había ningún pensamiento libre de esos malos recuerdos, ver a tus seres queridos morir lentamente, es algo que va apagando tu espíritu, que va secando tu esperanza, sólo quieres arrancarles el dolor, pero aun así, eres lo suficiente egoísta como para quererlos ahí, junto a ti, y que nunca se fueran de tu lado. Al menos. Eso era lo que Ginevra sentía todo el tiempo, cuando su madre enfermó, una parte de ella quería que su madre no sintiera dolor, pero la mayor parte de ella, deseaba que su madre viviera, se quedara con ella.

Nunca deseamos alejarnos de nuestros seres queridos, si por nosotros fuera, todos ellos vivirían por siempre, viven, en nuestros corazones y nuestras mentes entonces, ¿Por qué eso no le era suficiente a ella? Claro. Porque ella quería sentir el calor de los brazos de su madre alrededor de ella, deseaba poder tocarla, besarla y sobretodo, saberla cerca, no sólo espiritual, sino físicamente. Que feo era perder a alguien. Pero era peor verlo caer de la plenitud a la nada.

—Ginny –le habló su padre –es hora de que bajes a desayunar.
—No tengo hambre –musitó –y no digas que lo necesito, porque lo sé, pero no tengo hambre –concluyó.
—Sé que todo esto es diferente y nuevo para ti Ginny –expresó su padre.
— ¿Qué es nuevo para mí? –Levantó la vista para verlo – ¿ver morir a alguien que amo? ¿Eso es nuevo para mí papá? –interrogó molesta.
—El cambio –le explicó el hombre –y perder a alguien que amamos siempre es nuevo, aunque lo pasemos millones de veces –la observó –jamás estamos listos para perder a alguien cercano cariño –le otorgó una sonrisa resignada –y no es necesario que te lo diga porque lo sabes, y no insistiré en el desayuno –ella lo observó –sé que comerás cuando estés lista y lo creas prudente.

Caminó a lo largo de su nueva escuela, o tal vez no tan nueva, tenía un par de días en ella, sin embargo, le faltaba interés para integrarse al mundo ajetreado y prometedor de consuelo, al menos consuelo barato e hipócrita de chicas de su edad, dudaba encontrar a alguien digno para llamar amigo.

—Qué tan extraño se siente ser nuevo –le dijo alguien sentándose junto a ella.
—Es como un primer día de clases –contestó –no conoces a nadie, salvo que todos se conocen y te miran como el juguete nuevo.
—Tiene que ser bastante jodido eso ¿no? –sonrió.
—Depende a que le llames bastante jodido –comentó sin ánimo.
—Soy Neville –se presentó formalmente, o bueno, lo intentó.
—Ginevra –contestó.
—Creo que lo que realmente tienes no es nada que ver con ser visto como el juguete nuevo ¿no es así? –sonrió.
—Eres bastante observador –se burló.
—Bueno, te diré que voy muy rápido y que no me importa, antes de que tú me lo digas –ella le sonrió y volteo a verlo.

Neville era un chico alto, de cabello rubio y con ojos amables, blanco y se veía simpático; más no lo aseguraba.

—No soy tan grosera –contestó.
—Eso es bueno, es difícil conseguir a alguien decente aquí –bromeó.
—La gente es un poco injusta –le dijo.
—Bueno, así es la vida a los 18 años –se encogió de hombros.
— ¿Por qué te acercaste? –preguntó sin ocultar ese tono serio y un tanto agresivo.
—Te vi sola, desde que llegaste estás sola, y bueno, desde que mi mejor amigo me dejó… estoy solo –se encogió de hombros.
— ¿Qué clase de amigo? –preguntó, Neville se encogió de hombros ante su sarcasmo.
—Se suicidó hace una semana –musitó él.
—Lo siento tanto –se disculpó de inmediato.

Así que comprendió, ella se sentía triste, sola y abandonada por su madre, y tal vez… era como Neville se sentía así, ella no sabía que era perder a un amigo, pero se imaginaba que era lo más espantoso que pudiese pasar, perder a alguien cercano siempre dolía, no importaba si no los unía la sangre.

—No te preocupes –indicó Neville –yo también me preguntó lo mismo, que clase de amigo fue él al dejarme, pero sobretodo, me pregunto qué clase de amigo era yo al no ayudarlo a superar su problema.
—A veces… no puedes ayudarles, aunque lo desees con toda el alma Neville.
—Lo sé, pero esa culpabilidad no deja de estar presente.
—Te comprendo más de lo que crees Neville, nunca he perdido a un amigo, pero perdí a mi madre y eso… bueno, duele y mucho.
—Ahora no me siento tan solo –le sonrió.
—Me alegra que no te sientas solo Neville.

Neville resultó ser una buena compañía, se sintió relajada por primera vez y pudo comer un poco de lo que estaba en su charola, después del descanso, se toparon en una clase, se sentaron juntos.

—Me alegra que podamos ser amigos –volvió a sonreír.
—A mí también me alegra encontrar a un amigo Neville –le admitió –no pensé que lo encontraría tan rápido, para ser honesta –se encogió de hombros.
—Bueno, creo que eres la persona que yo había estado esperando por todo este tiempo, realmente estar junto a ti es diferente, se siente diferente –lo observó sorprendida –no, no me malentiendas –le aclaró –no en ese aspecto, sin embargo creo que eres la única que comprendería mi escandalosa vida.
—No creo que pueda ser tan escandalosa –sonrió divertida.
—Es verdad –la observó –sólo bromeaba.

Su perspectiva había cambiado un poco, ahora creía fervientemente que no la pasaría tan mal estando ahí, al menos no en lo que podía marcharse, sólo tres años, tenía que soportar tres años y podría irse de Staffordshire, de la casa de su padre, alejar a ese hombre de ella y todo lo que tuviese que ver con su vida, pero en lo que esos tres años pasaban, tenía alguien con quien compartir un poco de su tiempo.

Se retorció en la cama, se sentía extrañamente incómoda, abrió los ojos, era la media noche, no comprendía a que se debía todo esto, pero se sentía extrañamente incómoda y vulnerable, extrañamente vulnerable.

Encendió la lámpara sobre la mesa de noche, tomó la jarra con agua y sirvió un poco en el vaso, observó a su alrededor, todo estaba en silencio, quieto, era su imaginación y nada más, tal vez el hecho de que se sintiera más relajada y aun no fuera ni una semana, la hizo sentirse culpable.

—No te estoy olvidando pronto mamá –susurró –eso puedo jurarlo, sigues haciéndome la misma falta, no lo dudes.