Hola, llevo tiempo que tenía traducido este fic (al menos el primer capítulo xD) y creo que era tiempo de compartirlo con ustedes.

'Just Hikaru', (su título original) ha sido uno de los fics que me mas ha conmovido...y sacado la lágrimas en incontables ocasiones...

Me siento muy feliz de que oOoIZZYoOo, la autora original, me haya permitido traducirles esto.

Últimamente he estado enferma y no sé cuando vaya a poder traducir el próximo capitulo de mis historias en proceso, incluyendo esta, así que por favor sean pacientes conmigo.

sin nada más que decir: disfruten su lectura.


Disclaimer: ya saben, nada es mío, los derechos corresponden a sus autores originales, —personajes y trama—sino, ¿por qué creen que este sitio se llama FANFICTION?

Advertencia: esta historia es extremadamente...dramática, por la falta de una mejor palabra. Así que si son muy sensibles y propensos a llorar en historias de este tipo, les recomiendo que busquen un pañuelo...y si se puede, la caja completa.


Capítulo 1

La lluvia caía con gran fuerza ese día. El sacerdote era casi inaudible por las fuertes gotas de lluvia que caían sobre el techo de metal que protegían al grupo de hombres y mujeres. El grupo hacía perfecta armonía con la deprimente escena: sus gruesos vestidos negros y trajes. Nadie se atrevía a hacer un solo sonido a excepción de las constantes palabras del hombre de Dios que recitaba oraciones en latín. Si hubiera sido en otra ocasión, el lenguaje sonaría suave y largo con la gran voz del orador, pero ahora todo en el mundo parecía insulso.

Ninguna emoción se mostró en ellos durante la ceremonia; frías y duras expresiones de hombres de negocios observaban sin depresión o remordimiento; compañeros habían sido alejados del lugar sagrado y amigos escondían sus rostros en sus sombreros y largos velos. No es que importara; la lluvia que caía tan fuertemente se mezclaba con cualquier lágrima que estuviera en sus rostros, y por eso estaban agradecidos.

Incluso Hunni, que usualmente sollozaría por la mínima causa, se mantenía frío y sin emociones, sus pequeños músculos tan tensos que podrían haberlo confundido con una estatua. Mori se encontraba a su lado, su enorme mano en la cabeza de Hunni; probablemente era la única forma de consuelo que podía darle por el momento.

Kyoya se mantenía de pie al lado de ellos. Debido al frío, sus anteojos estaban empañados, escondiendo sus ojos del mundo mientras miraba con fijeza el sarcófago de piedra. El sacerdote ahora decía algunas palabras sobre el difunto. Tamaki se removía incómodo por cada palabra que el hombre decía, encontrándolo todo de forma casi ofensiva para su querido amigo; ¡este hombre no lo conocía! ¡¿Cómo se atrevía a hablar de él como si fueran grandes camaradas? Sus ojos, que en alguna otra ocasión estarían llenos de vida, se dirigieron con lentitud hacia Hikaru y Haruhi, quien no había dicho ni una sola palabra desde que todos habían llegado.

Tamaki quitó su vista de los dos; no podía verlos en ese estado tan triste. Si, de todos ellos, Hikaru y Haruhi tenían el derecho de llorar. Hikaru no se atrevió a subir la mirada cuando escuchó que empezaban a bajar el ataúd en la fría tierra. En ese momento, no deseaba nada más que correr hacia ellos y evitar que hicieran para lo que fueron contratados.

"Bendita sea esta alma que viaja al cielo: nuestras plegarías están contigo" el sacerdote terminó. Dio un suave "Amén" mientras se alejaba del gran hoyo hecho en la tierra, permitiendo a los escavadores de meter sus palas en la tierra y llenar el vacío. Las manos de Hikaru temblaron con más violencia al escuchar el metal chocar con el sólido. Quería detener esto; no había forma de que esto pudiera ser real. Antes de que Hikaru lo supiera, casi todos sus amigos se habían retirado. Ellos habían susurrado sus condolencias e ido antes de que ellos, también, rompieran a llorar. Algunos todavía se encontraban ahí, Hikaru no sabía quienes—estaba demasiado absorto en sus pensamientos como para importarle los demás. Ellos no eran su Kaoru.

Él y Kaoru siempre habían estado juntos; esa era la fundación básica que él había resuelto toda su vida. Ellos vinieron al mundo, juntos. Usaban los mismos tipos de ropa y hablaban de la misma forma. Ellos perfeccionaron su forma al caminar y todas sus bases para ser exactamente simétricos. Si Hikaru sentía felicidad, entonces Kaoru sentía la misma felicidad. Si Kaoru sentía dolor, entonces Hikaru sentía el mismo dolor. Entonces, ¿por qué este mundo decidió que Kaoru debía morir solo?, ¿por qué este mundo, que había decidido traerlos juntos, no los mató a ambos?

"¿...Por qué él...?" Hikaru susurró. Su voz no era más que un intento de sonido. La lluvia escondía su voz demasiado bien, e incluso aunque estuviera en un silencioso pasillo, no habría podido hablar más fuerte que un susurro. Hikaru sintió lágrimas calientes rodar por sus mejillas mientras que las gotas caían con fuerza en la tumba de su hermano. Por dentro, Hikaru maldijo a la lluvia por irrumpir el lugar sagrado donde descansaba su hermano.

Pero por otro lado, era bueno que lloviera hoy. Si el cielo se atrevía a mostrar su brillante sol en el día del entierro de su hermano, talvez hubiera perdido el control. Hikaru se sobresaltó al mirar su mano temblar violentamente ante él. La llevó hasta sus labios para morder su piel y calmar sus nervios. Eso no parecía ayudar, de igual forma, las lágrimas bajaban por ella.

Ellos eran 'los gemelos' y siempre habían sido 'los gemelos' durante toda existencia de Hikaru. ¿Cómo iban a llamarle la gente ahora? Él no quería ser 'solo Hikaru'. No había forma que el pudiera vivir siendo 'solo Hikaru'.

"Maldita mano" Hikaru murmuró mientras seguía temblando. Sus afilados dientes se hundieron mas fuerte en su suave piel, causando que sangre rodara en su boca al romper la piel. Cuando sus manos comenzaron a calmarse, sus hombros temblaron con sollozos silenciosos. Su mano, ahora herida, fue descendiendo hasta quedar a su costado, conteniendo las lágrimas. Ya no había más vida para él.

No podía ir a casa y mirar a sus padres a la cara, no por sí mismo. No podía ir al instituto y enfrentar las miradas de todos los estudiantes. Probablemente no podría ni ver a sus amigos de frente. Para él, el único lugar al que pertenecía era al lado de Kaoru, en este fango y lápida que significaba el fin de la vida de su hermano.

Una ráfaga de calor trajo a Hikaru de sus oscuros pensamientos. Miró hacia su mano herida, notando que había otra entrelazada con la suya. Hikaru parpadeó, no estaba consciente de que había alguien más con él en ese momento. Se atrevió a subir su mirada para comprobar quién era, y se sorprendió cuando miró los ojos llenos de lágrimas de nada más y nada menos que de Haruhi.

Haruhi, viendo que él la había percibido, dio un paso mas cerca. La larga manga de su oscuro vestido cayó sobre sus manos, ocultándolas de la vista de Hikaru mientras Haruhi subía su mirada a la altura de la suya. Hikaru mordió su labio inferior al ver los grandes y tristes ojos color chocolate, y a pesar de que guardaban una gran depresión en ellos, también sostenían miedo. ¿Miedo de la lluvia, tal vez?, o tal vez ¿miedo de perder a otro de sus amigos?

Hikaru giró su cabeza lejos de ella, en parte porque no podía soportar verla casi tan miserable como él estaba, y en parte porque el estaba avergonzado de que nunca le dejó ver sus intenciones en la vida. Claro que no estaba disfrutando la vida en ese momento, pero eso no significaba que iba a quitarse su propia vida. Después de todo, él era muy cobarde para hacer algo como eso.

Hikaru miró el suelo fijamente y se maldecía dentro de su mente. Era débil y patético, ni siquiera pudo mantener su promesa con su hermano. Cuando se habían dicho que siempre estarían juntos, ahí estaba él, de pie, al lado del frío cuerpo de su hermano mientras Kaoru lo miraba desde el cielo: La última separación.

Si él se hubiera interpuesto unos momentos antes, talvez su hermano estaría al lado de él, molestando a Tamaki, riendo con Haruhi, disfrutando los buenos momentos que siempre se las arreglaron para vivir. Talvez, si se hubiera interpuesto un minuto antes, estaría enterrado junto con su hermano, o mejor aún, a cambio de él. Si, hubiera sido mejor si él hubiera sido asesinado en vez de Kaoru. Kaoru no hizo nada mal. Su voz era mucho mas dulce, su tono mas feliz. Su rostro era más gentil, y sus acciones más amables. Él no merecía morir.

Sus manos comenzaron a temblar de nuevo; parecía que les gustaba hacer eso últimamente. Comenzó justo cuando la sangre de Kaoru cayó sobre él; no han parado de convulsionarse desde entonces. Hikaru dejó salir un pequeño sollozo y sus rodillas comenzaron a fallarle. ¿Por qué no estuvo él enfrente de esa arma? ¡Estúpido Kaoru! ¡¿Por qué diablos tuvo que actuar de esa forma?

"...Hikaru...estás empapado. Tus padres quieren que vayas a casa...nosotros...necesitamos decir adiós..." Haruhi susurró con gentileza. No quería molestarlo más de lo que ya estaba, pero el clima empezaba a empeorar, y estaba segura de que sus padres ya estaban en un estado paranoico a causa del accidente. Aunque Hikaru no explotó con ella. Él sintió que debía, pero cuando abrió la boca para gritar palabras hirientes, descubrió que no podía hacerlo. Así que solo asintió con lentitud y levantó la cabeza para mirar la lápida por primera vez desde que la ceremonia dio inicio.

"Kaoru..." Hikaru tartamudeó. Su corazón se desgarraba por él, como si hubiera sentenciado un pecado imperdonable con solo decir su nombre tan casualmente. Hikaru trató de no ver nada más que los grabados en la piedra. Haruhi tenía razón después de todo: si él no se iba ahora jamás lo haría. Haruhi presionó gentilmente sus dedos contra su mano ya que él todavía no se sostenía de ella tan fuerte. Él supuso que esto era un mensaje de ella de que todo iba a estar bien.

"Puedes apretarme la mano...si quieres." Haruhi dijo con su suave tono habitual. Hikaru la miró con curiosidad. El chico se hubiera reído ante su declaración si la situación no hubiera sido tan grave. ¿Ella en verdad pensaba que él, un hombre, iba a apretujar su mano por consuelo? ¿No debería ser de otra forma?

A pesar de eso, al mirar de nuevo la tumba, su cuerpo reaccionó por sí solo. Su mano estrechó la de ella con fuerza y nuevas lágrimas se formaron en sus ojos. Él no estaba avergonzado de ellas en ese momento; si ella pensaba que él era infantil por llorar entonces ella no era realmente su amiga. Sorbiendo la nariz ligeramente, Hikaru usó su mano libre para limpiarse las lágrimas que salían de sus ojos.

"...Adiós...Kaoru..." Hikaru sollozó en cuanto las palabras salieron de su boca; nunca pensó que las palabras dolieran tanto. ¿Cual era ese antiguo dicho que su madre solía decirles?, ¿Piedras y palos podrán romper mis huesos pero las palabras jamás me lastimarán?

Se equivocaba...

Esas palabras le quemaban como si fuera acido en su piel.

Hikaru estaba sorprendido de que Haruhi no haya gritado por el dolor hasta ahora, él se estaba sosteniendo tan fuerte de su mano que se había tornado roja como un tomate. Él inmediatamente soltó su mano y las hundió en sus bolsillos. Haruhi le dio una sonrisa casi invisible y tomó su brazo para guiarlo lejos del lugar.

"¿Haruhi...?" Hikaru susurró mientras veía la lapida una vez más. Ella se detuvo y giró hacia él con curiosidad. La joven mujer dio unos pasos hacia él y miró sus ojos con rasgos felinos.

"¿si, Hikaru?" Haruhi intercedió suavemente. Hikaru se frotó los ojos de nuevo mientras tomaba grandes respiraciones para detener sus sollozos. Aunque fuera perfectamente entendible para él llorar, ya no sentía que pudiera seguir haciéndolo.

"...Haruhi...me siento enfermo, y no me puedo mover... ¿eso...está bien?" el joven le susurró. Haruhi le dio una sonrisa triste. Sus frágiles manos lo buscaron con cautela, pero se retractaron justo cuando alcanzaron su brazo. Él no necesitaba contacto físico ahora, necesitaba llegar a casa.

"Sí, eso está bien Hikaru" Haruhi respondió mientras desabotonaba el largo saco que usaba para protegerse de la lluvia. La chica lo puso alrededor de los hombros de él y cogió su brazo forzando un poco. No iba a permitir perder otro amigo esta semana.

"Vamos, Hikaru...vamos a casa, ¿de acuerdo?" ella preguntó. Hikaru asintió levemente y le permitió guiarle su cuerpo-en-estado-fantasma hacia la limusina que lo alejaría de ese lugar deprimente. Esperaba, que un cambio de escenario le animaría un poco.

El conductor de la limusina despertó inmediatamente de su tranquila siesta ahora que los dos se dirigían al auto. Colocándose su sombrero, salió para abrirles la puerta a los dos adolescentes deprimidos.

"¿A casa, señor?" el hombre preguntó. Hikaru no respondió, pero Haruhi miró al chofer y asintió. Ella hablaría por Hikaru ahora. El conductor apenas asintió y dejó que Haruhi y Hikaru entraran al auto. Cerró la puerta con un suave 'click' y se dirigió a su lugar correspondiente. Dando unas cuantas exhalaciones encendió la maquina; qué atmósfera tan fría también se había expuesto —y no era solo la lluvia—.

Miró en los asientos traseros para asegurarse de que Hikaru aun no se matara, quedó sorprendido el encontrar que el joven maestro no estaba sosteniendo un cuchillo en su garganta, si no que mantenía su cabeza en el hombro de Haruhi.

Con una sonrisa, el chofer se encaminó calle abajo hacia la mansión. De igual forma, antes de que él pudiera dar vuelta en la esquina, la suave voz de Hikaru resonó en la parte trasera de la limosina. Su voz era rasposa y tan suave como un pequeño niño asustado, pero las palabras que dijo rompieron claramente a Haruhi y el conductor.

"... ¿Puedes...llevarme a casa de Haruhi...por favor?" preguntó. Los ojos de Haruhi se agrandaron mientras miraba al chico. Hikaru chocó con su mirada e inmediatamente intentó buscar una razón para su improvisada sugerencia.

"Es solo...que no puedo—no puedo dormir en esa habitación aún. No quiero dormir solo...puedo ir a casa de Tono cuando la tormenta pase pero, ¿puedo...puedo quedarme contigo hasta entonces?" Hikaru preguntó.

Haruhi miró al chico fijamente, pero después de un ligero suspiro, asintió y se inclinó hacia enfrente para darle la dirección de su casa al chofer. Inmediatamente, Hikaru tomó el brazo de la chica, ojos brillando con terror. Ella se giró hacia él y su agarre fue perdiendo fuerza lentamente; ¿Qué acababa de pasar?

"...Sabes...mejor escribiré la dirección." Haruhi susurró mientras tomaba una pluma y papel del vehículo. Rápidamente escribió y se lo pasó al chofer antes de sentarse con Hikaru una vez más. En cuanto lo hizo, Hikaru enterró de nuevo su cabeza en el hombro de la chica, ambas manos enterradas fuertemente en su brazo.

"... ¿Hikaru?" cuestionó la castaña.

Sin levantar su cabeza de su hombro, Hikaru se encogió ante su voz. En verdad, él tampoco no tenía ni idea de que estaba haciendo, pero quería sostenerse de ella en este momento; comprobar que ella estuviera sentada a su lado; sentir su piel sobre la suya; pruebas de que su imaginación no estaba jugando con él.

"...No me dejes, Haruhi...por favor." Hikaru susurró, sujetándose con más fuerza. Por dentro, estaba enojado consigo mismo por actuar de forma tan infantil y aferrándose a ella de esta forma. La muerte de Kaoru no era una molestia que ella tenía que cargar. Era suya, y solo suya. Pero sus manos no la dejaban y su cabeza no quería levantarse de su hombro.

"Hikaru, no estarás solo. ¿Eso era lo que te estaba molestando?" Haruhi cuestionó. Hikaru, por otro lado, no logró registrar lo que ella dijo, sus ojos comenzaban a divagar de la realidad hacia su propia mente. El calor de ella lo rodeaba como una manta y su piel como una almohada, el pelirrojo fue cerrando sus ojos lentamente. Si por un momento llegara a dejar esta Tierra, dejar esta ciudad, este auto, este lugar que pronto sería 'solo Hikaru'. Por ahora, solo viajaría en el mundo de los sueños y lidiar este día como hubiera tenido que ser; con su hermano a su lado, y una sonrisa en su rostro.

Los grandes orbes de Haruhi miraban al pelirrojo, ahora dormido. Sus facciones se entristecieron dejando escapar un ligero suspiro y mirar por la ventana; aún llovía. Las calles y casas apenas eran visibles debido a la fuerte capa de agua que cubría las negras ventanas, así que Haruhi no estaba segura de estar en casa o no.

Un suave alto la sacó de sus pensamientos. Miró de nuevo al chico dormido, volvió a suspirar mientras masajeaba una de sus sienes. Tratando de ser lo más gentil posible, la castaña levantó la cabeza de Hikaru de su hombro. Él parpadeó por unos minutos antes de reconocer en dónde se encontraba, y su apenas contenta expresión fue remplazada por una triste y perdida.

"...Hikaru...estamos en mi casa, ¿necesitas ayuda para salir?" ella pregunto amablemente. Hikaru dio un gesto negativo con la cabeza, sabía que sus piernas trabajaban perfectamente. Nada les había pasado en absoluto, no estaba herido ni un poco. Hikaru se maldijo una vez más en su cabeza por salir de la batalla de Kaoru sin un rasguño. Sentía asco de sí mismo...

"¿Hikaru?" Haruhi preguntó mientras aguardaba con su, ahora mojada por la lluvia, cabeza afuera. Hikaru rompió de su trance y salió de la limo. Sus pies encontraron un charco, mojando parte de su pantalón mientras corría hacia Haruhi, ahora cansada y mojada. Sonrió con inseguridad para con él, quien casi se ahoga en sus propias palabras.

"Debemos entrar y calentarnos. Haré un poco de té, ¿de acuerdo, Hikaru?" Haruhi tomó su mano gentilmente y comenzaron a caminar a los departamentos.

Aunque Hikaru sabía que ese gesto no significaba nada para la chica, para él era un símbolo. Aun cuando tenía tanto miedo de moverse después de que le dispararon a Kaoru, de alguna forma Haruhi se las arregló para mover su mano al teléfono. Cuando estaba demasiado asustado de decirle adiós a Kaoru, ella tomó su mano y lo guió hasta la tumba. Ahora que se encontraba en la lluvia, sus sentidos incapaces de sentir otra cosa que solo entumecimiento, ella tomó su mano guiándolo a las sabanas calidas y té caliente.

Ella también iba ser la persona que lo guiara en la oscuridad en la que estaba metido, hasta la luz. De nuevo...eso sería pedir demasiado para su pequeña Haruhi...la única heredera para el pequeño mundo de Hikaru.

"De acuerdo, Hikaru la puerta está abierta," Haruhi le llamó desde adentro de su departamento. Hikaru asintió y la siguió como el patito recién nacido lo haría con su madre. No tenía ni idea de que hacer ahora; estaba completamente perdido en este mundo. Haruhi suspiró y lo guió hasta el sofá antes de sentarlo.

"Vamos, Hikaru, dame tu camisa." Haruhi le ordenó mientras estiraba su mano. Hikaru parpadeó un par de veces antes de registrar las palabras exactas que salieron de su boca. Lentamente, miró su ropa empapada e hizo lo que le pidieron.

Los botones de su camisa eran más tramposos de lo que anticipaba. Sus, aún mojados, dedos resbalaban sobre los negros botones, fallando cada vez que trataba de desabotonarlos. Haruhi le dio una risa gentil, causando que su cabeza subiera repentinamente. Suspiró con humor y se arrodilló para desabotonar su saco y camisa por él.

Hikaru se sonrojó ligeramente y trató de quitarse su camisa por sí mismo. Tristemente, el sentido común había abandonado su mente y en vez de desabotonar los últimos botones de su camisa, intentó sacarla por su cabeza dando solo resultados nada placenteros. Con sus caídos cabellos pelirrojos enredados en los botones y partes de su blanca prenda, Hikaru gruñó en medio del artilugio. Al tratar de deshacer el desastre, notó que uno de los problemas principales era que los botones de sus mangas seguían atrapando partes de su cabello. En serio, ¿Cuál posible propósito podrían hacer botones en las mangas?

La risa gentil risa de Haruhi rompió el incómodo silencio, y ella se inclinó para empezar a quitar los nudos que él provocó. Hikaru suspiró ante su incapacidad; se había convertido más inútil para todos por el día. Ahora ya ni siquiera podía quitarse su camisa sin la ayuda de Haruhi.

Aunque, a Haruhi no le parecía importar; con sus manos deslizándose con profesionalismo sobre su cabello, Hikaru no pudo evitar el solo mirarla mientras trabajaba. Había una muy pequeña, pero notable sonrisa en su rostro mientras arreglaba el desastre de Hikaru. Por eso él estaba feliz; por lo menos podía sonreír un poco.

"Ahí tienes, Hikaru," Haruhi dijo con otra suave risa, y le quitó la camisa de su cabeza. Hikaru murmuró un pequeño 'gracias' bajo su aliento en tanto ella hablaba de algo u otro – una pequeña conversación sobre llamar a su madre, ¿talvez? ¿O acaso dijo algo sobre su padre? No estaba seguro en estos momentos; todos los sonidos alrededor de él eran confusos.

Lentamente, Hikaru fue acomodándose en el pequeño sofá. Los colchones desprendían un olor como a rosas del jardín de su madre, sin embargo, ¿no era aromatizante que los plebeyos usaban? No, el aroma era demasiado dulce. Era como una perfecta combinación de flores, vainilla, y una pizca de canela. Olía a perfume más que nada. El chico hundió lentamente su cabeza en el sofá para poder enfocarse en ese suave aroma en vez de los horribles pensamientos que invadían su cabeza.

Podía escuchar los pequeños pies de Haruhi tocando la alfombra de su departamento. Escuchó deslizarse la cortina de baño mientras ella tiraba sus ropas mojadas en el tubo para que se secasen. El suave goteo contra el tubo de plástico comenzó a igualarse con su respiración.

"Bien, parece que mi padre aún está en el trabajo, ¿así que ya has decidido en cuál casa te quedarás esta noche, Hikaru?" preguntó la castaña, cuando salió de la habitación de su padre. La chica había ido en su busca al no verlo inmediatamente después de que entraron. Miró a Hikaru, quién no se había rehusado a mover su cabeza de los profundos cojines cuales había usado para examinar los perfumes que le gustaban. ¿Estaba disfrutando el aroma o sofocándose a sí mismo? A estas alturas, era un poco difícil de decir.

Se encaminó para con él y voltear su cabeza y encontrar sus ojos cerrados en un profundo sueño. Su pecho se elevaba y bajaba con un ritmo lento y constante e intercambiando el ceño que estuvo marcado en su rostro todo el día por una expresión calmada. Haruhi rodó sus ojos y acarició su cabello ligeramente antes de levantarse.

"Bueno, supongo que te quedarás aquí." Haruhi susurró, antes de salir de la habitación. Talvez a descansar un poco—después de todo, había sido un día muy largo...


Haruhi despertó con un extraño cosquilleo en su cuello. Con un gruñido, abrió sus ojos con suavidad. Por dios santo, ¿Qué es lo que la despierta a estas horas? Haruhi miró el reloj: 2:43 A.M. Allá van el resto de sus horas de descanso. Miró su cuerpo para notar que se había quedado dormida con sus ropas mojadas puestas, y no se metió debajo de las cobijas como una persona en su sano juicio haría.

Entonces, ¿por qué se sentía tan cálida?

Dando una mejor inspección, un par de manos envueltas firmemente en su cintura contestaron rápidamente su pregunta. Ladeando su cabeza un poco, miró a Hikaru durmiendo al lado de ella, su rostro cubierto de lágrimas estaba enterrado en el hueco ubicado entre su hombro y cabeza. Haruhi suspiró y sacudió el hombro de Hikaru con gentileza para despertarlo. No había forma en que le dejaría dormir con ella.

Hikaru despertó bastante enojado, gruñó y abrió los ojos. Haruhi encarnó una ceja, él miró a su alrededor con rapidez, como si no quisiera creer en dónde se encontraba. Haruhi esperó una explicación, cuál tardó un poco, dándole la mirada de toda una vida todo el tiempo.

"...Estabas llorando...podía escucharlo desde la sala. Solo actué por instinto...lo siento. Aún es demasiado nuevo para mí, sabes..." Hikaru susurró, mirando el suelo. Salió de la cama y se mantuvo al lado. Aunque fuera una persona temperamental, pervertida, celosa, y muy sobre protectora, aún faltaba su compañero y cómplice, y sin él, era prácticamente nada.

Haruhi produjo un pequeño suspiro y se dejó recargar en el cómodo colchón. Hikaru miró como la chica se levantaba y se quitaba su mojado suéter. Probablemente estaba muy fría ahora que la había dejado. La chica giró su cabeza en su dirección y asintió un poco con la cabeza entendiendo su razonamiento. Se giró de vuelta una vez más para que él no pudiera ver limpiándose las lágrimas. Hikaru se sentó en la cama mientras la observaba.

"...Oye, ¿Haruhi?" Hikaru preguntó con gentileza. Ella se sentó al lado de él, sus piernas ahora adentrándose en la larga y cálida manta. Hikaru escondió su mirada y mordió sus ya rosados labios.

"... ¿Puedo dormir contigo...? solo será esta noche, lo prometo." Hikaru susurró. El joven estaba avergonzado de sí mismo por pedir esto, pero como estaba en una nueva casa y cama, no podía quitarse el sentimiento de completa soledad. Con solo ver a Haruhi, ser capaz de abrazarse de su brazo o sentir el calor que irradiaba su cuerpo, oler el dulce perfume que usó para el funeral, y asegurarse todas esas veces de que ella estaba ahí—

Esa era la única cosa que le brindaba consuelo.

"De acuerdo, entra, cualquier toque 'tipo demoniaco' e irás directo al sofá," Haruhi respondió en un tono semi-molesto y se volteó de lado. Hikaru sonrió ligeramente dando un feliz gesto afirmativo antes de meterse con lentitud en las cálidas mantas.

Mantuvo su distancia, ya que él aun era un chico y ella una chica, pero poder ver su rostro desde su hombro era suficiente para su naturaleza sobre protectora. Cuando se aseguró de que ella estuviera dormida, tomó su mano; esa suave mano que lo había guiado muchas veces antes. Sonrió ligeramente y se inclinó, besando la punta de sus dedos con mucho cuidado— no quería que despertara y lo pateara después de todo.

"Gracias...Haruhi." Hikaru susurró dejando salir un suspiro, y regresó a dormir.


Ahora les ordeno: ¡dejen reviews!