¡Hola, fickers y readers!

Hacía siglos que no escribía. Ésto surgió mientras me refescaba alegremente en la piscina, no sé, como que me vino la inspiración y acabé escribiendo esto.

El fic quizá contiene un spoiler muy, pero que muy leve de Revelations 2. No cuento nada del juego en sí. Aunque podría funcionar como precuela... hum.

La imagen que he usado como portada no es de mi propiedad. Es de la maravillosa iRahaf ( gallery/).

DISCLAIMER: Ni Álex, ni Albert Wesker me pertenecen (ojalá Q.Q), y mucho menos Resident Evil. Éstos son de Capcom, y lo único que hago es tomarlos prestados sin ánimo de lucro alguno, por mera diversión y entretenimiento.


Álex depositó las anémonas al abrigo del pétreo recuerdo de un hombre que rozó la omnipotencia. Allí estaba, la lápida rememorando a Albert Wesker, tirano a ojos de muchos, un hermano para ella. Lazos más fuertes que la sangre los unían: unos ideales, un pasado y un futuro prematuramente interrumpido. Rendía culto a un nombre, a un pensamiento: no hallaron cuerpo que enterrar. Bajo la tierra solo había una caja de ébano, con las que ella pensaba eran preciadas pertenencias del fallecido: unas gafas de sol, una muestra del Uroboros, su gabardina negra y la Samurai Edge.

Bien sabía que aquel banal ritual solo tenía importancia para ella. Un gesto vacío. Él le restó siempre importancia a los objetos y los recuerdos que éstos podían tener ligados.

"Son… cosas, Álex. Éstas se rompen, estropean o se pierden. ¿Por qué iba a tomarle cariño a algo perecedero, fácilmente reemplazable?", le decía.

Una amarga y sarcástica sonrisa curvando la comisura de sus labios carmesí hacia la tumba, como preliminar de las que serían las últimas palabras de la mujer hacia él. Si Wesker le viese, señalaría, con sorna, lo irreverente de ello.

—Ah, la ironía. Tú, tanto decías sobre la caducidad de todo cuanto te rodeaba, tan seguro de alcanzar el propósito de ser una deidad. Y, ¿dónde estás, Albert?

Álex suspiró, como si así fuese a marcharse la parte de ella aun entristecida, y adoptó una postura altiva.

—No te preocupes. Yo me haré cargo de cumplir tu sueño. Seré la diosa de un nuevo y mejor mundo. Sin el aparatoso obstáculo de la mortalidad. Porque seamos realistas, tenemos cierta edad (aunque tu envejecimiento de ahora en adelante consistirá en convertirte en un esqueleto), y poco disfrutaríamos del tiempo como deidades. Aun siendo seres superiores, íbamos a morir tarde o temprano. Pero, todos estos años, no han sido en vano. He hallado la clave de la inmortalidad. Sí, omití ésa información en nuestra última charla… Quería probarla antes de compartirla. He de renacer en un cuerpo más joven y fuerte, cuando primero me deshaga de mi actual cascarón. Será un proceso largo y complicado. Mas, merecerá la pena. Haré realidad el otrora objetivo del decrépito Spencer, que a ti te costó la vida…

Se inclinó sobre la lápida y la acarició apenas unos segundos. Alisó cualquier arruga que su traje de chaqueta pudiese tener, giró sobre sus tacones con una gracia y agilidad digna de un Wesker y se encaminó a su próximo destino.

—Adiós, hermano—dijo, hablándole a todo y a la nada.

Y desde el más profundo de los infiernos, entre los muertos, Albert Wesker le respondió un "Hasta pronto".


¿Qué? ¿Os ha gustado? He tratado de mantener a Álex lo más IC posible. De todas maneras, es lo primero que escribo de ella, probablemente no lo último.

Si queréis comentar, sugerir o preguntar algo, ya sabéis qué hacer ^^