LOS PERSONAJES DE SOUL EATER NO ME PERTENECEN, SON CREACIÓN ÚNICA DEL MAESTRO ATSUSHI OHKUBO.

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Una gota de sudor resbaló desde su frente hasta perderse en el cuello, justo detrás de la tela que lo cubría. Nadie lo notaría excepto ella, quién podía sentir claramente la frialdad con el contraste de su piel, producto de los nervios y una buena parte del cansancio.

«Vamos… ¡A esto has venido!» Exclamó interiormente, buscando el ánimo que creía no tener. Su mirada seguía fija en el pomo de la puerta, sin que su brazo se moviera centímetros más para tomar el pomo y girarlo. «No puedes acobardarte ahora» Continuó su monólogo mental, sintiendo en una extraña paranoia, que el logo enmarcado en el letrero que indicaba el lugar correcto, le miraba.

«Si lo haces… ellos habrán ganado. No lo puedes permitir, eso no es lo que quieres. No es la vida que desea llevar. En cambio ¡Ésta es tu oportunidad de empezar de nuevo en algo que..! ¿Qué?» El tono interno fue disminuyendo de tono hasta quedar en silencio.

Ahí estaba de nuevo, la duda de si estaba haciendo lo mejor. Quería convencerse de que no era sólo una excusa sino algo que realmente tenía que hacer, después de todo ¿Acaso no es obligación para las armas ir a Shibusen? No es como si habría alguna otra opción, o eso quería creer.

Sacudió la cabeza. No tenía caso pensar en eso, ya había hecho el viaje y estaba a sólo un abrir de puertas para descubrir y convencerse de que esto era lo que tenía que hacer. No podía dar marcha atrás. Suspiró, pero fue un suspiro inestable. Cerró unos segundos sus ojos para terminar de aclarar su mente. Aún sentía el rastro del sudor en la frente y parte del cuello; pero sus paños de seda fina hacían mucho que dejaron de servirle.

«Al diablo con esto, voy a hacerlo» declaró segura, decidiéndose al fin a abrir la puerta que la separaba de una nueva vida. No sabía que iba a encontrar y a quienes iba a conocer, pero nada podía ser tan malo como lo que fingía vivir.

Abrió la puerta lentamente, sintiendo como el corazón volvía a acelerarse. Apenas dio un par de pasos dentro cuando una repentina voz la sobresaltó.

—¿También eres nueva?

Ella parpadeó perpleja, volteando el rostro para observar a quien le había llamado. Se trataba de un hombre junto a la puerta, de porte imponente, moreno y hasta con tatuajes. Sino fuera porque estaban en un aula en Shibusen, fácilmente habría llamado a la policía.

—Arma —contestó recelosa.

Él asintió y tomó una de las tarjetas acomodadas en la caja que sostenía. Le entregó una de color rojo.

—Póntela en el torso y ve con el resto —indicó con voz seca—. Ya vamos a empezar.

Algo en el tono le decía que estaba molesto y podía apostar a que era por la tardanza de haber llegado. No le culpaba, por el resto de tarjetas que alcanzó a ver en la caja podía decir que era de las últimas en llegar sino es que nadie más venía.

Aunque claro, con gusto le echaría la culpa a ésas absurdas escaleras en la entrada. Vamos, ella no necesitaba las dichosas piernas fuertes y torneadas que indicaba el folleto, era un arma y la mayor parte del tiempo la pasaría transformada –eso si lograba encontrar compañero pronto–. El director o quien sea que estuviese al mando debería pensar seriamente en un elevador para los estudiantes como ella.

Se puso la tarjeta en el torso y se movió unos pasos hacia delante para entrar en la multitud de chicos que se encontraban en ése salón. Aunque con decir multitud era darle demasiado reconocimiento a los que ella calculaba como veinte personas aparte suyo. Chicos y chicas, la gran mayoría parecían rondar su misma edad. Algunos le lanzaban miradas curiosas y otros parecían estar en cualquier lugar menos ahí. Nadie se acercó para saludarla y ella tampoco lo hizo aunque la idea era precisamente hacer amigos. Fijándose en las curiosas tarjetas y por lo poco que sabía, un número justo de Técnicos estaban congregados.

«Y ahí estará tu Técnico» Pensó, sin que ninguno le pareciera resaltable.

Un carraspeo ronco llamó su atención, el supuesto profesor ahora se encontraba al frente de la clase revisando unos papeles que tenía en la mano.

—Bien, soy Sid Barret, uno de los tantos maestros que tendrán durante su estancia en Shibusen —Comenzó a presentarse, recorriendo con la mirada el salón como si comprobara algo—. Como sabrán, la escuela está dividida en dos clases: NOT y EAT. El 90% de quienes entran permanecen en la primera, en dónde aprenderán a usar sus habilidades sin ir a combate. El restante está en la clase que ejecuta misiones. Su prioridad ahora es encontrar un compañero con el cual trabajar—Su ceño se frunció ligeramente creando una mirada severa—. No se equivoquen, tómense su tiempo para hacerlo ya que sin importar que tan buenos sean mental o físicamente, si no logran acoplar sus almas en la sincronización, podría ser muy peligroso —Su rostro regresó al tono natural, ignorando el sobresalto de sus alumnos ante sus palabras—. Pero si no logran encontrar a alguien, dentro de poco habrá una actividad para que lo hagan…

Dicho eso, sonrió, tirando por la ventana todo el temor que en algún momento le había infundido, aunque sus últimas palabras seguían repitiéndose en su mente sin cesar, cómo si hubiera sido grabada permanentemente.

Le pareció que iba a seguir hablando cuando alguien hizo una estrepitosa entrada sobresaltándolos de nuevo. Se trataba de un joven tal vez de mayor grado que con premura se dirigió a Sid.

—Tenemos un problema…— comentó agitado, tratando de recuperar el aire. A leguas se notaba que había pegado tremenda carrera lo que le hizo preguntarse qué podía ser tan urgente para interrumpir la primera clase—. ¡Hay una chica gritando arriba en los picos de la escuela! Creo que… ¡Quiere suicidarse!

Matarse en la escuela a la vista de todos ¿A quién rayos se le ocurría tal estupidez?

Los murmullos no se hicieron esperar, la conmoción era tal que hasta los que no habían hablado nada comenzaban a susurrar entre ellos, a excepción de ella obviamente.

—¿Una chica…? —El profesor Sid también lucía sorprendido pero tras unos segundos con la pregunta al aire, su gesto cambió en lo que le pareció algo de comprensión— De casualidad ¿Tiene el cabello azul y viste como un ninja?

El chico que había interrumpido parpadeó confuso.

—¿La conoce?

Sid se dio una palmada en la frente con una expresión de frustración extrema.

—Ésa idiota… —Le escuchó murmurar antes de poner los papeles y la caja en el escritorio. Se volteó hacia ellos— Es todo por hoy, pueden retirarse y descansar. Mañana comenzaremos con un poco de práctica —Se apresuró en salir de la estancia no sin antes dirigirles unas últimas palabras—Ah, y ¡Bienvenidos a Shibusen!

Cabe resaltar que el incómodo silencio que reinó por escasos cinco segundos fueron los suficientes para preguntarse en dónde se había ido a meter. En el segundo seis, agradecía a sus escasos buenos reflejos para hacerse a un lado del camino, evitando que la horda curiosa –y metiche– de alumnos saliera tras el Profesor para ver el espectáculo que seguro estaba montado afuera.

Rodó los ojos, no era precisamente lo que esperaba del primer día de clases en la escuela que cambiaría su vida. Aun así, los pocos comentarios del instructor fueron suficientes para provocarle una pequeña jaqueca. Tenía que encontrar a alguien con quién hacer equipo para no quedarse en NOT y, no darles a ellos una razón para obligarla a volver. Eso jamás.

El silencio en el salón le resultó de lo más exagerado dado que minutos antes estaba casi lleno. Ya que no había nada más que hacer, lo mejor era ir por su maleta y buscar la dirección de la residencia Femenina en dónde se quedaría. A diferencia del resto, no le importaba lo que sea que estuviese pasando afuera.

Acomodó unos mechones sueltos de su larga cabellera blanca tras la oreja, después se dirigió a la salida para cumplir la indicación que yacía en su mente, sin embargo, curioso o no; la puerta se abrió por sí sola sin que ella haya tocado el pomo.

—¡Perdón por el retraso! —prorrumpió una voz que estaba muy lejos de ser completamente masculina. Cosa que a sus orbes rojizos se comprobó cuando la persona entró al salón y sus grandes orbes jade se abrieron por la sorpresa de encontrarlo vacío— ¿Pero qué…?

Ella se quedó a un lado, casi al frente del chico confundido. Tenía su misma estatura y era de una complexión menos resaltable del promedio de chicos que había conocido. Sino fuera por el uniforme masculino y el cabello corto –de singular cenizo–, sería una chica. Él ladeó la cabeza con la quijada literalmente desencajada, no demoró mucho en conectar su mirada con la suya.

—Eh… pues, es que todos se han ido a la entrada —explicó, sintiéndose en la necesidad de informarle al muchacho de lo que se había perdido. Además, él le obstruía el paso, no podía hacer menos que decirle, a ver si así le dejaba el camino libre— Parece que a alguien se le fue la cabeza ahí.

—Oh —Un gesto de decepción se posó en su rostro, cosa que duró bien poco cuando emitió un pequeño gruñido—. Demonios, esto ha sido culpa de ella ¡Pero me las cobraré!

Su reacción le sorprendió un poco.

«¿Ella?»

El chico suspiró negando con la cabeza, la miró de nuevo y esbozó una pequeña sonrisa que a ella se le antojó de lo más sincera.

—Gracias por decirme. Yo de verdad quería estar puntual… era el comienzo de mi perfecta asistencia… ¡Diablos! —exclamó enojado, arrugando la frente y torciendo sus labios en una inusual mueca.

Ella arqueó una ceja después de escucharlo, era claro que se veía como un nerd completo ¿Quién piensa en las asistencias después de ésas escaleras?

—¡Ahora si se pasó! La odi... ¿Eh? —El chico volvió a hablar, acercándose un poco a ella mientras le miraba confuso— Tú ¿Estás..?

Ella no había comprendido ésa acción hasta que escuchó su propia risa. Estaba riendo, por primera vez en varios meses.

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—Oye…

La imagen danzante de ése rostro enojado que más bien parecía un adorable puchero, seguía en su mente haciendo que dejar de reír fuera una tarea muy difícil.

—¿No… te estás pasando?

Quería responderle, de verdad. Pero algo en ésa expresión con sus enormes ojos, le impedían hacerlo.

—Ya. Tú ¡Sólo te estás burlando de mí! —Finalmente y después de varios minutos el chico explotó, señalándola acusadoramente con el dedo índice y propinando un fuerte golpe con su zapato en el suelo.

El pequeño sobresalto hizo que poco a poco la risa se le fuera apagando hasta soltar sólo quejidos de cansancio y dolor de estómago. Ahora sí que lamentaba no llevar más de ésos pañuelos, seguro tenía una imagen muy deplorable que ocasionaría un gran infarto a su madre si la viera… aunque ésa idea no sonaba tan mal.

—Vaya, al fin paras. ¿Se puede saber por qué tanta risa? —exigió enfadado.

—¿Risa? —preguntó fingiendo inocencia, le restó importancia con la mano— Ah, es que me acordé de un chiste muy bueno.

Él volvió a fruncir el ceño.

—Ésa es una excusa demasiado cliché. Además, cuando entré ni siquiera sonreías ¿Y luego te acordaste de una broma? No soy tan tonto —gruñó sin dejar de mirarla. Tal vez no era la forma correcta de hablar con alguien que apenas conocía, pero ya tenía la paciencia al límite desde que su día inició.

—Oh… seguro no lo eres, no te vez nada así —admitió con gracia. Conservaba una pequeña sonrisa aún.

—Gracias —farfulló con irritación contenida— Así que ¿Por qué te reías de mí? —Volvió a insistir el chico, no dispuesto a permitir que su dignidad cayera más.

La albina se lo pensó unos momentos –o eso le hizo creer–

—Una basura en el ojo.

Un tic apareció en el ojo izquierdo del chico.

—¡Eso es para el llanto!

Una nueva risa –menor que las anteriores– escapó de sus labios.

—¡Lo vuelves a hacer! —El chico se llevó las manos al cabello, visiblemente frustrado— Agh, qué molestia

Tardó un poco en volver a calmarse, justo el tiempo en que se preguntó como algo tan sencillo le había ocasionado tanta gracia. Hacía mucho que no reía desde que descubrió aquello de su habilidad, y la discusión sobre su futuro en su mal llamada casa comenzó.

—Lo siento —Se disculpó, secándose una pequeña lágrima que se había escapado, soltando pequeñas risitas sin poner evitarlo—. En mi defensa, tu cara fue bastante graciosa con ése puchero. Te veías como una chica haciendo berrinche.

Los labios del joven temblaron, una pequeña vena se marcó en su frente al tiempo que sus manos se volvían puños.

—¿C-cómo me dijiste? ¿Q-qué parezco qué..? —Le inquirió forzando una sonrisa mientras un aura oscura comenzaba a rodearle.

Instintivamente retrocedió dos pasos.

—U-una chica, eso fue lo que dije ¿No oíste bien? —replicó medio divertida y medio alarmada. Lo sabía, que se estaba metiendo en terreno peligroso pero vamos, era demasiado tiempo el que transcurrió sin que pudiera divertirse y aunque le costara admitirlo, también se trataba de un poco de curiosidad por la persona que tenía enfrente.

—Oh… ya… —Extrañamente él no se lo tomó tan mal. O eso fue hasta dos segundos después en que exclamó:— ¡NO PAREZCO CHICA! Soy todo un hombre ¡Un hombre!

Parpadeó confusa. Sólo estaba bromeando obviamente, entonces ¿De dónde vino ésa reacción? La idea fugaz llegó a su mente para volverse comprensión. Esbozó una sonrisa malvada.

—Tranquilo, tranquilo —Le instó, viendo con deleite como él seguía con ésa tonalidad rojiza de ira. Cuando le vio respirar más calmado, prosiguió con burla:— No me digas que… ¿Ya te han dicho eso antes? —Observó cómo su rostro perdió un poco del color y sus extraños ojos esmeralda se abrieron un poco más. Le dio en el clavo, no hay duda— Oh vaya, no me sorprende entonces.

Y volvió a reír. Él tenía ése gesto de nuevo, las mejillas infladas, el ceño fruncido y una mirada de reproche con esos ¿Sería correcto decir adorables? Orbes verdes. Si su imaginación seguía volando, el parecido femenino era muy notorio.

Por otro lado, él ya había tenido demasiado para un día tan corto. Empezando por su escandalosa madre que le apagó el despertador con el pretexto de que su bebé merecía descansar apropiadamente. Seguido por el estúpido desayuno rico en proteínas que lo único de provechoso que tenía era el hierro de lo quemado que estaba y si a eso le sumaba la batalla campal por ponerse un traje de gala… ¡Si no era ni baile ni funeral!

Y cuando al fin venía a tener la mísera esperanza de llegar puntual y comenzar su carrera como técnico con la meta de ser mejor que su padre -el mismo que inició el proceso de divorcio-, pasaba esto. Su primera falta.

Sólo de pensar que no importara cuánto se esforzara para llegar temprano porque ya había una falta manchando el primer día, le hacía hervir la sangre. Como si fuera poco, ésa chica desconocida no paraba de burlarse descaradamente de él, incluso le insultó de la peor forma posible echando literalmente por la ventana su masculinidad. Si hasta parecía que la risa que oía no era la suya sino la de su amiga ególatra con exceso de glucosa en su sangre.

Y de todas formas ¿Quién se creía ella? Viéndola mejor, sólo parecía una… sin duda se delataba a sí misma con ésa apariencia. Nadie iría a la escuela sin uniforme o con un vestuario tan extravagante. Su mente se iluminó, definitivamente no dejaría que ésa albina de profundos y extraños ojos rojos siguiera destruyendo su orgullo.

—Suficiente —musitó con los dientes apretados— He dicho que fue demasiado —continuó en vano, la chica ya hasta se estaba yendo de rodillas por la risa. Ni siquiera entendía como alguien podía estar así tanto tiempo. Al ver que sólo era ignorado, su cordura no lo soportó más. Presa de un arranque de molestia, acortó la distancia en tres pasos y la tomó rápidamente de los hombros para obligarla a callarse— ¡PARA DE UNA VEZ, PRINCESA!

Golpe bajo. Ella sintió que el aire se le fue de golpe.

No, no era debido a que su espacio personal fue invadido, ni por el grito que recibió. Era peor, la razón fue el sobrenombre.

—¿Q-qué fue lo que dijiste? —Como respuesta, el chico la soltó.

—¿Eh? —Ahora fue él quien se hizo el inocente— ¿Acaso no oíste bien? Dije que pararas.

—¡No me refiero a eso! —replicó señalándole.

—Oh… por ésa reacción, significa que si eres una. Mil disculpas, señorita —contestó con sarcasmo, haciendo una pequeña reverencia.

—¡No soy una princesa!

—¿Ah no? Pues… —Siguió su mirada, la cual la recorría de pies a cabeza. Se sintió un poco incómoda pero hizo lo posible por no demostrarlo. Esperó con molestia que continuara, a pesar de que ya se imaginaba lo que diría, no sería la primera vez después de todo— Tu ropa parece de diseñador. Casi como de la realeza.

Abrió ligeramente los labios al tiempo que pestañeó confusa. Él… ¿Habló sobre su ropa? No estando muy segura, continuó la espera para ver si agregaba algo más sobre su figura, cabello, incluso sobre sus… pechos. Pero eso no pasó. El silencio siguió reinando por un buen rato.

¿Quién era ése chico?

—Uh… ¿Le pasa algo… princesa?

El rubio cenizo volvió a insistir con el sobrenombre ocasionando que recordara su enojo y sin mayor preámbulo, reaccionó.

—¡Afeminado!

—¿¡Qué!?

—¡Lo que oíste! Yo no soy una Princesa pero tú, si distas mucho de ser un chico.

—¡Pero qué dices! ¡Claro que soy un chico! En cambio tú, no eres más que una princesa consentida.

Los colores se le subieron al rostro del coraje.

—No soy ninguna caprichosa. Y aunque lo fuera, por lo menos es mejor que ser un nerd afeminado —bufó— ¿Quién diablos se preocupa por llegar temprano? Hasta feliz deberías estar ¡Es muy estúpido!

—Oh… ya veo. Eres una cabeza hueca ¿No? ¡Claro! Con ése atuendo y esos movimientos tan refinados —Hizo una parodia de cómo supuestamente ella se comportaba—, debes estar acostumbrada a tener todo a tu alcance con un chasquido de dedos. Pero sabes, esto es Shibusen, no la Academia de Princesas —Se cruzó se brazos, desviando la mirada hacia un lado como si ella no fuera nada—. Vas a romperte las uñas y eso no le va a gustar a tu mamá.

Quería golpearlo y borrar ésa sonrisa de suficiencia del rostro. Peor aún, deseaba sacarlo de la ventana y arrojarlo por ésas malditas escaleras interminables; y lo haría por supuesto, sino fuera porque eso le traería una amonestación o hasta la expulsión y prefería quedarse ahí que regresar al encierro con música suicida.

Imitó su pose, con la excepción de que no le quitó el ojo de encima, lanzó un fuerte suspiro para llamar su atención dispuesta a dar pelea.

—Pues para que te lo sepas, soy un arma muy única —notó una pequeña conmoción en el cuerpo masculino, aunque lo ignoró—, tanto que ya puedo transformarme por completo y hasta tengo un peligroso filo que seguro rebanará muchas almas. Cosa que según he oído, es casi imposible para los nuevos alumnos —sonrió de lado—, Acaso… ¿Tú puedes hacerlo?

—¡Por supuesto que no! —Él se volteó de nuevo, con las manos apretadas y mirándola inquisitivamente— Primero, las almas no se rebanan, son los demonios —explicó provocando un leve sonrojo en ella de la vergüenza—, y en segundo soy un TÉCNICO y dentro de poco… ¡Seré el mejor de Shibusen!

Eso le sorprendió. Su rostro tenía algo diferente, un brillo en sus ojos que le hacían resaltar mucho más

¿Qué significaba? No tardó en reconocer la determinación que irradiaba, un aura impotente que la acongojaba. Nunca, en sus cortos años de vida había conocido a alguien que brillara con tanta seguridad y confianza. Ni siquiera con sus padres o hermana que proclaman lo felices que les hacía su música.

Estaba abrumada por ésa fuerza. Aunque se negó a mostrarlo. Tragó duro y nuevamente le enfrentó con un tono de burla.

—¿¡Tú!? ¿El mejor de Shibusen? —Se llevó ambas manos a la boca para cubrirse y forzar una risa aunque la verdad es que seguía sorprendida.

—¿Es que hay algún problema con eso? —Ahí estaba ésa expresión de irritación que comenzaba a apreciar.

Se mordió el labio.

—Pues eso —respondió, mientras se acercaba a él para darle una vuelta a su figura, señalándole—. Estás demasiado flaco y debilucho aparte de claro está, lo afeminado ¿Siquiera puedes sostener una escoba?

Le oyó mascullar demasiado bajo como para entenderle.

—Podrás… ser un arma muy cool y todo lo que quieras…

—¿C-cool?

—Pero lamentablemente no eres más que una princesa presumida —Negó despacio, se dio la vuelta y se alejó de ella en dirección a la puerta— Suerte si encuentras a quien te aguante.

Sintió un escozor en el pecho. Cómo si le hubieran clavado algo muy profundo en su interior. Era igual a oír a sus padres, sólo que por más raro que sonara, ésta vez el picor era más intenso.

—Lo mismo te digo —consiguió decir— ¿Quién querría ser tu arma? Te ves muy débil, y tu exceso de confianza es desesperante.

Él no dijo nada ante la clara ofensa. Se miraron por unos segundos que a ella le parecieron eternos, el brillo que antes logró ver se había esfumado. Vio como suspiraba y desviaba la mirada hacia la salida, avanzó hasta que la puerta se cerró tras él; dejándola sola de nuevo en el silencio que ahora la asfixiaba.

¿Qué acababa de pasar? ¿Quién era ése sujeto? ¿Por qué discutieron tanto apenas de conocerse? ¿No se supone que las amistades comenzaban con timidez y luego alegría?

Sobre todo ¿Qué había hecho ella?

Sólo podía pensar en una cosa, había perdido la oportunidad de…

¿De qué? ¿Qué él fuera su tan buscado técnico?

Suspiró pesadamente, llevándose las manos al cabello al tiempo que seguía observando la puerta cerrada.

Cómo si eso fuera posible. Era evidente que no podrían sincronizar. Apenas bastó escasamente media hora para darse cuenta de lo mucho que se detestaban.

Era estúpido seguir pensando en eso, aún había varios alumnos en la escuela como ésa chica suicida por la que todos se fueron –si es que era técnico y seguía viva–, o la chica de lentes raros o hasta el joven alegre que llamó la atención de varios con su singular cabello rosa…

Si, tenía de dónde buscar.

Aunque seguro no encontraría a nadie como el chico del que no supo su nombre.

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—Maldición, maldición ¡Maldición! —Reprimió el impulso de golpear la pared, ya lo había hecho antes y lo único que consiguió fue dejarse los dedos morados. Sabía que hacerlo era un caso perdido, la salida no iba a aparecer ante ella por arte de magia— ¡¿Por qué diablos no hay mapa aquí?! —Gritó a la nada, recibiendo como respuesta su propia voz en forma de eco. Suspiró exhausta, llevaba lo que suponía horas caminando en esos estrechos pasillos que no parecían acabar nunca— Tengo que salir de aquí.

Era su culpa, lo sabía. No debió demorarse más en ésa aula silenciosa después de que el chico raro se fuera; perdiéndose entre sus pensamientos sobre lo que pudo o no pudo ser, pero lo había hecho y ahora esto sólo formaba parte de las consecuencias, si es que podía llamarse así.

Seguía en la escuela, arrastrando su maleta con rueditas siendo lo único que se lograba escuchar aparte de sus pisadas. No es que no supiera dónde estaba la salida de Shibusen, sólo que necesitaba ir al baño antes y en ése ir y venir, un extraño tumulto de gente prácticamente la había arrollado hacia un lugar que no ubicaba. Aún tenía en los oídos el pitido de la sirena y la voz chillona que anunciaba los puntos para que, los que suponían fueran técnicos y armas de la clase E.A.T, se reunieran para una misión de urgencia.

Nadie le tomó importancia aun cuando llevaba su maleta a rastras que por suerte no soltó ni con los empujones. Cuando al fin se habían ido, dejándola de nuevo sin compañía, estaba desorientada.

Y en su poca coordinación geográfica dentro del absurdo edificio, había terminado ahí, perdida caminando a través de pasillos de piedra que sólo parecían ir en una sola dirección.

¿Cómo salir?

Ésa era la pregunta que rondaba su mente.

Tan sumida dentro de sus pensamientos estaba, que no tenía ni idea del peligro que poco a poco la envolvía.

No sabía que en realidad, desde hace un par de horas ya estaba afuera de la escuela. Y que mientras más caminaba, más se adentraba en lo anormal del mundo de Death City, el cual aún le era desconocido.

Inspiró hondo, cambio de planes.

—¡Hey! ¡Estoy perdida y necesito orientación! —gritó otra vez, esperando que alguien pudiese ayudarla. Aún tenía que llegar a la Residencia de chicas, necesitaba un baño urgente para aclarar su mente de todo lo que sucedió y de paso llamar a sus padres para avisarles que estaba bien. Aunque sólo era para cumplir el requisito, estaba segura de que quien respondería sería uno de los mayordomos o sirvientas. Tampoco es como si le interesara escuchar la voz de alguno de ellos.

—¡¿Qué no hay ningún profesor o arqueólogo que me ayude a salir de éste lugar?! —De nuevo el eco le respondió—. Creo que moriré aquí antes de que pueda encontrar un compañero… —Una imagen fugaz de aquellos orbes esmeralda se presentaron como un proyector en su cabeza, sacudió la cabeza de inmediato para quitársela— ¿En qué estoy pensando? Ése chico es un…

«Apetecible»

Se detuvo. Parpadeó confusa. No fue ella quien dijo eso.

«Linda»

Tragó en seco. Era un susurro.

«Vino»

No hablaba precisamente de una bebida, estaba segura.

«Aperitivo»

Su corazón se agitó. El ambiente había cambiado, provocando una repentina brisa fría que sopló sobre su sensible piel, erizándola. Algo estaba muy mal con ése lugar, y aunque usualmente solía tener curiosidad, en éste caso prefería irse cuanto antes si apreciaba su vida. Apretó el agarre del mango de su maleta y sin darle más vueltas al asunto, se echó a correr.

Ahora parecía mala idea volver a gritar.

«No hay salida… sólo…»

La frase sin terminar aceleró su corazón, obligó a sus piernas a ir más rápido en la única dirección que tenía: el frente. Regresar no era una opción.

Imaginación o paranoia, la sensación de que algo venía tras ella aumentaba a cada segundo. El eco de sus pasos y las ruedas de su maleta alteraban sus nervios y ni siquiera podía detenerse un segundo para limpiar el sudor que corría por su frente.

De pronto, algo captó su atención. Alzando la vista hacia delante, vio lo que pensó era su salvación. Una luz, y no cualquiera, era grande; rectangular y estaba abierta ¡Era la salida a ésos infernales pasillos! Apuró la carrera, ya tendría tiempo para recuperar aire.

Cuando al fin logró cruzarla, respiró con alivio. Estaba a salvo, en el caso claro de que estuviera en peligro.

—¿Qué fue eso..? —Se giró para ver el lugar de sus temores, sintiéndose palidecer de inmediato.

El viento sopló y las hojas traviesas de los árboles en una danza misteriosa y anormal bailaron a su alrededor. Apartó la mirada, dirigiéndola al paisaje oscuro, las copas de los árboles se mecían y el descenso de la temperatura que amenazaba una tormenta le hicieron temblar. Soltó su maleta.

¿Dónde estaban las escaleras? ¿En qué momento el edificio gigante se había ido? Y ¿Cómo fue a dar a ése bosque tétrico? Casi juraba escuchar la risa de la Luna que babeaba con sangre en el cielo. En algún pasado le hubiera resultado fascinante pero ahora, sólo le inducía miedo.

—Claro, sólo a mí podía pasarme esto. ¿Es que no tengo tanta suerte como para perderme en la ciudad? Eres genial L… —Un repentino temblor la interrumpió, haciendo que casi cayera por la falta de equilibrio— ¡¿Y ahora qué..?! —gritó a la nada, yendo a sujetarse de un árbol cercano mientras la tierra continuaba moviéndose.

La sensación de temor se incrementó junto a sus latidos, no era sólo un presentimiento ¡Estaba en peligro! El problema es que no sabía qué era lo que venía, en dónde estaba o cómo podría combatirlo. Ah, y a eso le sumaba que estaba sola. Ahora si podía catalogar su día como un asco.

«Sólo tengo que alejarme de aquí sin hacer contacto visual»

En realidad no había nada a la vista que llamara su atención. Además, el temblor se detuvo. Si quería tener un segundo día, lo mejor era irse de ahí cuanto antes. Se alejó lentamente del tronco, con sus sentidos alerta; tomó su maleta que seguía en el suelo y sin perder ni un segundo más, se echó a correr.

El suelo desigual entorpecía su camino, las ruedas del equipaje se atoraban a cada tanto y las ramas salidas de los árboles se atascaban en la tela de su vestido. ¿Por qué precisamente tenía que ponérselo? Oh si, se iba a comprar ropa más tarde para tirar ésa.

Sintió la humedad caer en su rostro, seguida por un relámpago que iluminó el escenario, haciendo que todo pareciera más tétrico de lo que ya estaba. La siguiente gota fue más visible, cayendo en su frente y deslizándose por su rostro. Tuvo el instinto de parar a tomar aire y de paso recogerse la falda antes de que la lluvia comenzara de verdad, pero se olvidó de eso al sentir el tirón de su cuerpo que la envió a impactarse contra el tronco de un árbol frondoso.

El dolor en su costado se hizo presente en un gemido mientras intentaba recuperar el aire que el golpe le sacó. No sabía de dónde había venido pero la fuerza con que fue mandada a volar le decía que no era para nada débil.

Trató de levantarse, sus costillas estaban resentidas aunque no creía tener alguna rota. Se quedó observando sus cosas a varios metros de ella cuando sintió el vértigo de nuevo al ser suspendida en el aire y chocar contra un nuevo árbol. Ésta vez se quedó aturdida más tiempo, sin hacer nada cuando la tierra volvió a moverse debajo de ella mucho más potente que la primera vez.

Alzó la vista, abriendo los ojos de sorpresa al ver como el suelo se alzaba ante ella, cubriendo la luz lunar que le llegaba. Las piedras y el lodo resbalaron como el agua del cuerpo prominente que tenían cubierto, develando una piel pálida con múltiples costras de sangre y carne viva, manos largas con garras afiladas casi como cuchillas, cuencas vacías, apenas tenía cabello que parecía haber sido arrancado de tajo y una boca que emanaba cantidades asquerosas de saliva con la lengua fuera. Su altura y grosor sobrepasaban a cualquier humano y el aura que transmitía rayaba en lo insano.

Un demonio.

«Mi… c-comida» Gruñó con esfuerzo, arrastrando las palabras debido a la extremidad colgante.

Era la misma voz que escuchó en los pasillos, no estaba loca ¡La estaban siguiendo de verdad!

—No… puedo estar mejor —susurró temblando. Sentía su cuerpo paralizado, nunca había visto semejante criatura ni aun cuando investigó sobre las cosas que hacía Shibusen.

Ella sabía que en algún momento se enfrentaría a alguno, pero confiaba en tener un buen compañero para ése entonces. Esto en cambio, sobrepasaba toda imaginación.

El siguiente golpe la estrelló en el suelo. Sintió el escozor en el pecho y parte del brazo y la sensación de humedad creciendo en su torso debido a alguna roca o rama probablemente. No se iba a poner a averiguarlo, la cosa ésa intentaba matarla de tanto estrellar cosa que agradecía y maldecía al mismo tiempo. Su mente estaba en un caos de miedo, dolor y aturdimiento que su cuerpo no reaccionaba para hacer emerger las cuchillas de las que se sentía tan orgullosa.

Las enormes garras se alzaron sobre ella.

Un trueno surcó el cielo, alumbrando el lugar. Las gotas pesadas de lluvia comenzaron su caída estrepitosa, haciendo que el agua cristalina de sus ojos se perdiera con las de la tormenta. El siguiente relámpago fue acompañado de su chillido de dolor al ser apresada por ésas monstruosas manos y alzada por encima de él. Con su poco control intentó patear el brazo musculoso para que la soltara, pero la diferencia de fuerzas era demasiada y no lograba ni siquiera sacarle una mueca.

—¡Suéltame nauseabundo intento de zombie! —le gritó jadeante, removiéndose lo mejor que su cuerpo le permitía. No podía concentrarse con el dolor de sus extremidades siendo apretadas como si fuera un pan de relleno— D-déja…m-me —El aire comenzaba a faltarle, todo era en vano.

«C-comida… r-rica»

Con horror, vio como el ente la elevaba más sin hacer caso a la lluvia que caía a torrentes sobre ellos, la puso justo sobre su horrorosa boca que emanaba un fétido olor de la saliva que resbalaba de ella. Sus ojos vacíos ni siquiera la miraban.

Era todo. Nada podía hacer ante la inminente muerte, toda su vida había sido un tremendo asco del que ni en el último minuto lograba encontrar algo bueno que valiera irse de éste mundo sin remordimientos. Su conciencia volvió a jugarle una mala pasada, mostrando el color verde de aquellos ojos mirándola con desprecio. Su interior se agitó.

—M-maldi… —Cerró los ojos por instinto, la presión desapareció y comenzó a caer.

—¡LAS PRINCESAS NO DICEN MALAS PALABRAS!

Un nuevo agarre apareció en su torso, siendo empujada hacia el suelo. Esperó el impacto en alguna rama o roca pero en vez de eso, cayó sobre algo blando que emitió un gemido. Aspiró con fuerza demasiado apresurada que le hacía retorcer los pulmones. Parpadeó varias veces acostumbrándose a la poca visibilidad de la lluvia.

El grito furioso de la criatura retumbó en el aire, zumbando a través de sus oídos. Iba a hablar cuando lo que la tenía tomada de la cintura se levantó y sin mucho cuidado la jaló para obligarla a levantarse, tambaleante. Sintió la presión ésta vez en su mano, no era fría ni desagradable, todo lo contrario, le transmitía una extraña calidez.

—¡CORRE! —Le gritó una voz que le sonaba familiar, jalándola para hacerle mover sus piernas. Todo lo que estaba pasando era demasiado confuso pero no podía darse el lujo de pensar demasiado cuando tenía una oportunidad. Obligó a su cuerpo entumecido reaccionar y ponerse al paso del extraño que iba por delante de ella llevándola de la mano, para evitar que ambos cayeran— ¡No mires atrás!

Obedeció sin rechistar. Tampoco era como si los gruñidos, el grito bestial y la tierra palpitante no dijeran lo que venía tras ellos. Se concentró en ver su camino, sin poder evitar echar vistazos fugases a la espalda de su salvador. Los relámpagos le ayudaban un poco en verle, aunque ella muy en el fondo ya sabía de quién se trataba; ojalá no estuviera ya muerta y esto no fuese más que un sueño antes de desaparecer por completo.

Porque de otro modo, no entendía como su inconsciente llamado fue atendido.

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Notas Finales:

Chan chan chaaaaaaaan

¿Quién dice que el primer día de clases es genial? Pues no siempre lo es.

Hello~ amables lectores, como siempre gracias por darse un tiempo para leer (y comentar). No tengo mucho que decir de ésto aparte de que es mi primer intento de Gender de Soul Eater, en un escenario algo diferente (espero). No sé por qué me ha entrado una pequeña obsesión con los géneros invertidos y bueno, quise probar a ver que tal iba con ello. Y he aquí el resultado, un two-shot del cual la segunda parte y final vendrá en unos días (con el tiempo de mis últimos meses de carrera). Si se preguntan la razón del por qué no hay nombres aún, es debido a dos razones: uno por propósitos del relato y dos porque tengo cierto conflicto con elegirlos. Aunque para el siguiente capítulo ya estarán dichos (recibo sugerencias por si acaso (?))

Me despido con gusto y espero verles (literalmente) en la próxima y última actualización de ésta mini historia~

¡Yosoro..! digo, bye bye~

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