Nota: Los personajes y lugares son propiedad del profesor Tolkien y sus herederos, pero las barbaridades son cosa de la humanidad. Además hay que aclarar que este fic participa en el reto 6# Mi villano favorito, segundo reto del mes de Febrero del foro El Poney Pisador.Sin más que decir les dejo mi pequeña viñeta.
Aceite de Roca.
A pesar de las creencias generalizadas los orcos, dragones y wargos necesitan agua para beber, no así los Balrogs, cuya cualidad ígnea no es adecuada para una buena hidratación. Dedicándose a esta tarea, y gracias a las excavaciones profundas en busca de agua, los elfos esclavos dieron con un material oscuro, viscoso, maloliente y naturalmente imbebible. Salía a borbotones del terreno yermo de Thangorodrim, y para sorpresa de todos y por su cualidad aceitosa, muy difícil de quitar una vez sobre la piel. Eso lo supieron inmediatamente los orcos y elfos esclavos que se encontraban en el lugar el momento del descubrimiento. No era que los orcos fueran muy aseados, pero tampoco les agradaba tener encima ese líquido, sobre todo porque al contacto con un balrog se incendiaban rápidamente, lo que era gracioso en principio, pero el chiste comenzaba a perder gracia luego de una centena de incendios.
Fue lo primero que notó Sauron, ese aceite era altamente inflamable. Bien, como en Anfauglith no había árboles, o por lo menos los que existían ya habían sido talados y quemados, no quedaban fuentes para generar energía. El descubrimiento fue por eso de gran interés en Thangorodrim, sobre todo entre la gente que Mairon manejaba, utilizaron ese elemento para quemar y de paso llenar de humo el reino de Morgoth. Sin embargo, habiendo sido Mairon un maia al servicio de Aulë, la ciencia de la tierra era algo innato en él. Encontró la manera de destilar dicho material al que llamó aceite de roca, y obtuvo algunas resinas y otros compuestos altamente inflamables, sin embargo su mayor logro estaba en unos experimentos por los que conseguía obtener un elemento sólido, que al calor se moldeaba y al enfriarse mantenía la forma dada. Sauron imaginó una y mil maldades que podía realizar con este elemento nuevo, cosas terribles y grandes daños a la obra de Yavanna. Sí, Sauron se regodeaba imaginando como podría su invento perdurar más que los árboles.
Lastimosamente para el esforzado sirviente de Morgoth, la fortuna no estuvo de su lado. El malvado hijo de Nolofinwë, aprovechó la oscuridad producida por los humos emanados en Thangorodrim gracias a la combustión del aceite de roca y se llevó a la presa favorita de Melkor, el hijo de Fëanor.
No falto el úmaia que le echó la culpa a Mairon, que de no haber tenido la brillante idea de oscurecerlo todo con el humo, de seguro habrían capturado al hijo de Nolofinwë.
Melkor no estaba contento y no habiendo nadie más a quien culpar, porque la idea de colgar de la muñeca a Nelyafinwë había sido suya, castigó severamente a Mairon. Le ordenó dejar esos experimentos fallidos, que al final de cuentas eran solamente una pérdida de tiempo, ya que se bastaban con los orcos para contaminar la Tierra Media.
Sauron no tuvo más remedio que obedecer y dejar su laboratorio, no sin antes, dejar enterrado en un lugar muy oculto un tratado sobre el aceite de roca y sus múltiples usos con fines malvados.
—Algún día mi obra verá la luz y obtendré mi venganza —, se decía a sí mismo Sauron mientras volvía a trabajar los minerales.
