Yo también tengo ganas

ShikaTema

One-shot


Resumen: Con la nueva tecnología, las consolas han llegado al mundo Ninja. Temari no solo tendrá que luchar o aceptar este nuevo invento, si no que tendrá que ser sincera con sus deseos.

Estado: Completo


Cuando el nuevo invento había llegado a Konoha fue puro furor. Especialmente, para adolescentes y para no tan adolescentes. Para muchos, era la cosa más estúpida del mundo. Quitaba tiempo para otras tareas y quemaba las neuronas poco a poco.

Las novias habían creado un plan para deshacerse de esas cosas antes de que sus novios fueran totalmente absortos, sin embargo, no funcionó, hasta el punto de que muchos chicos tuvieron que buscarse chicas con sus mismos gustos para facilitar las relaciones. No todos, por supuesto, pero si la gran mayoría. Casi fue como una nueva guerra. Pero esta vez, contra la tecnología.

Temari pensó que ella estaría lejos de tal problema. Su novio era un ninja aficionado al Shôgi, no a los aparatos eléctricos. El Shôgi formaba parte de su esencia, además de ser algo que lo ataba a sus recuerdos más importantes. Temari nunca sería capaz de quitarle esa parte.

Sin embargo… ella no pensó que tendría que luchar, como Hinata por ejemplo, contra esa nueva tecnología.

Shikamaru cambió de la nada. Es cierto que en ciertos momentos a ella misma le costaba sacar su lado romántico o incluso a veces era ella la que tenía problemas con el sexo. Él solía repensárselo bastante antes de atacarla, incluso llegaba a detenerse a la mitad. Y esto cada vez era más frecuente.

Él comenzaba a besarla, a incitarla, la estrechaba entre sus brazos y, finalmente, la dejaba a un lado, cruzaba las piernas, cogía aquel dichoso mando y se olvidaba de que ella estaba con él o que la había dejado con la cercanía de un orgasmo.

Al principio se había enfadado muchísimo. Le había gritado y tras dar portazos, se marchaba, ante la cara sorprendida del chico, que parecía no comprender nada. Luego, si ella llevaba tiempo sin regresar a Konoha, lo único que llegaba de él eran cartas de trabajo y entre líneas, alguna disculpa. Pero era de nuevo volver a comenzar.

—Tienes que decirle claramente lo que quieres. Los hombres a veces son muy lentos y creen que nos hacen un favor deteniéndose. No comprenden que podamos estar asustadas de nuestra propia excitación, de vernos como unas pervertidas.

Las palabras de Sakura cuando la visitó una vez para asegurarse de que no había nada malo con ella, — sexualmente hablando—, todavía rebotaban en su mente una y otra vez. Si tenía que hablar con él, no había más remedio. Shikamaru, por muy genio que fuera, tampoco era de los que comprendían a una mujer con solo mirarla.

Por ese mismo motivo se había presentado sin avisar ese día en casa de los Nara. Shikamaru se había sorprendido, especialmente porque ella no había contestado ninguna de sus cartas, demasiado enfadada consigo misma más que con él.

El joven ninja la había llevado hasta su dormitorio, como era frecuente, y tras cerrar la puerta tras ellos, con pestillo tras un descuido anterior con su madre, se sentó sobre su deshecha cama y apretó entre sus dedos el dichoso mando de lo que llamaban consola.

Temari se sentó cuidadosamente y miró hacia la pantalla. Esa cosa era demasiado absurda. Imitaba aun ninja que debía de subir torneos hasta quedar vencedor. Era como la misma vida real, solo que en él podrías hacer cosas, imaginaba, que en la vida real no.

Miró de reojo hacia Shikamaru. Nerviosa, apretó sus manos contra sus muslos. El chico estaba demasiado concentrado en el juego, moviendo sus dedos sobre los botones con una rapidez increíble. Eran largos y masculinos. Y no los quería ahí. Los deseaba paseando por su cuerpo.

Suspiró, inquieta.

Shikamaru se había encargado de que ella se sintiera de ese modo desde el primer día que la tomó entre sus brazos. Desde la primera vez que ella le permitió entrar en su cuerpo, unir sus almas hasta lo más profundo. La lejanía era algo que había irritado todavía más la necesidad de tenerle cerca. Y que él se mostrara más interesado en ese dichoso videojuego que en ella, era muy frustrante.

—Yo… también quiero…

Fue más inaudible de lo que pensó. Pero contaba con el buen oído del ninja. Y funcionó. Shikamaru la miró con sorpresa. Intercaló sus ojos de la pantalla al mando y a ella.

—¿Jugar?

Temari cerró los ojos con fuerza y negó. Apretando la tela de su vestido entre sus dedos casi rugió la palabra. Al instante, solo la música de final de partida inundaba la habitación. Abrió un ojo de reojo, temerosa.

La cara de Shikamaru era un poema. Estaba colorado, con la boca semi abierta y los ojos como dos puntitos pequeños. Cerró la boca, tensándose en un tembloroso gesto y la miró.

—Vale, dije algo horrible.

Temari no podía más. Estaba que se moría por dentro de la vergüenza. Tener que confesar de ese modo sus deseos más secretos como mujer hacia ese condenado y problemático hombre, era casi como desnudarse y salir a lo loco a la calle.

Antes de que pudiera dar un paso más, el chico la retuvo de la muñeca. El sonido hueco del mando caer sobre la moqueta seguida de su propia boca dejando escapar un jadeo de sorpresa cuando tiró de ella hacia sí mismo.

—Vuelve a decirlo.

Los pulgares masculinos acariciaron sus mejillas con ternura. Los dos pozos oscuros de sus ojos brillaban intensamente. Temari se mordió el labio, bajando la mirada hacia los labios contrarios. Shikamaru tenía una bonita boca. Masculina, que a veces engatusaba un gesto infantil que le encantaba.

—No. Eso es… ridículo. No volveré a… decirlo.

Shikamaru enarcó una ceja. Una de sus manos descendió por su espalda, presionando en la zona alta de sus nalgas.

Maldito hombre. Maldita fuera ella. Era incapaz de controlarse.

—Sexo. Contigo. También quiero. Yo también tengo ganas.

Lo escupió casi entre dientes, con las mejillas sonrojadas y desviando la mirada. Shikamaru era el único que la había visto así. Y desde luego, esperaba que fuera el último.

El chico escondió su rostro en el cuello, haciéndole cosquillas con su respiración. Temari parpadeó y algo aturdida, llevó la mano hasta la nuca masculina.

—¿Shikamaru?

—Dios… realmente sois… problemáticas las mujeres.

Temari echó la cabeza hacia atrás y rió con todas sus ganas. La realidad era que esperaba algo así. Su frase predilecta no podía faltar. Era imposible.

Tiró con suavidad de sus cabellos. Quería verle la cara. Quería disfrutar de ese momento. De que él fuera capaz de comprender que realmente también tenía deseos por él. Que esa dichosa máquina no era mejor que ella.

Shikamaru clavó su ver en ella. Una mirada diferente. La misma que solía poner cuando la deseaba. Temari no necesitaba notar una erección contra su carne para estar segura de ello. Le había visto desearla muchas veces, antes de que empezara a comportarse de aquel modo prudente con ella.

Acarició los cabellos que había aferrado entre sus dedos cuando él se inclinó para besarla. Su boca sabía a menta y sus labios duros contra los suyos. Los dedos que momentos antes estaban sobre el mando de la consola, ahora surcaban la tela por encima de sus senos, oscilando en suaves caricias hasta el fin sobre sus muslos.

Shikamaru siempre tenía las manos calientes, al contrario que ella, para sorpresa de muchos al provenir de un clima cálido. Aun así, él nunca se había quejado de que le molestaran. Ni siquiera cuando las apretaba contra su espalda para atraerlo más hacia ella.

Le gustaba sentir su peso. Que le clavara los huesos de las caderas contra los suyos. Que sus senos se aplastaran contra su torso. Que su boca marcara un paseo por su cuello.

Escuchó el crujir de sus ropas, el suave siseo al resbalar por su cuerpo y tiró de las prendas masculinas. Quería verle del mismo modo que él.

Shikamaru separó sus cuerpos para incorporarse, arquear su cuerpo y quitarse la sudadera oscura. Temari acarició su torso con las palmas de las manos. No estaba musculado hasta el punto de ser feo. En su justa medida dentro de su delgadez. Y a ella le encantaba.

Resbaló las manos por su espalda y las apretó justo sobre las nalgas. Fue entonces cuando todo se le vino a la mente.

—Shik… Shikamaru, para… para.

El chico clavó sus ojos en ella desconcertado. Se detuvo al instante. Temari se llevó las manos al rostro, colorada. ¿Cómo demonios se había olvidado?

—No puedo continuar… maldición.

Podía imaginarse la cara de desconcierto del joven ninja. Temari se sentía completamente estúpida.

—No puedo… yo… con el estrés de todo esto lo olvidé.

—¿Estás…?— Shikamaru dejó la frase a medias.

—Sí. Mierda, sí.

Las manos del chico asieron sus muñecas, un tirón bastó para que ella cediera. No podía mirarlo a la cara. Era una persona horrible, lo mirase por donde lo mirase. Le había calentado y ahora, no podía continuar.

Los oscuros ojos de Shikamaru se clavaron en los suyos, ocupando cualquier otro punto donde poder esconderse. Pese a todo, no estaba enfadado. Se inclinó y la besó en la frente.

—Está bien. Tsk, sois problemáticas hasta puntos ilógicos.

Se pasó una mano por los cabellos y se echó hacia atrás. Cuando sus ojos dieron con sus piernas desnudas, tiró del vestido para cubrirla. Temari se sintió horrible y maldijo por primera vez el ser mujer. Los hombres podían hacerlo donde y cuando quisieran. Ella tenía que echar una solicitud casi medio mes.

Se recolocó la ropa avergonzada e insultándose entre dientes. Antes de que terminara de cerrarse el vestido, estaba entre las piernas del chico, con sus brazos rodeándola. Su aroma le inundó la nariz.

—¿Shikamaru?

—Te enseñaré a jugar.

Miró hacia arriba para encontrarse con su rostro. Shikamaru simplemente sonrió de lado y sujetó el mando entre sus manos. Temari miró hacia la pantalla y suspiró. Quizás, si el resultado iba a ser ese, la consola no estaba tan mal. Verle jugar, estando entre sus piernas— aunque tuviera una erección contra sus nalgas—, era también divertido.

Tan solo esperaba que, para Shikamaru, quedara claro que ella también lo deseaba.


n/a

Uno de los tantos ShikaTema que tengo pensado hacer. Ya tenía muchas ganas.

En Imaginación Fanfiction explicaré algunas cositas.

¡Muchas gracias por leer!

05 - 03 - 15