Hola! Bueno, para celebrar también mi historia número 100 (:'3), decidí traerles (Por fin) The Beautiful World en versión 2P!. Como siempre, espero que lo disfruten~.

Mi plan es escribir los 20 capítulos, las dos partes del Buon San Valentino, y para finalizar, el extra del "Diario del Asombroso Prusia", que me quedó pendiente.

Disclaimer: Hetalia no me pertenece, tampoco éstos personajes.

Advertencias de aquí en adelante: 2P!, Semi AU, Insultos, insinuaciones subidas de tono, personajes nuevos, Yaoi.

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—Oye, oye, Japón—lo llamó Italia— ¿Hace mucho tiempo peleabas usando shuriken, cierto?

— ¿A qué viene esa pregunta? —preguntó el aludido, algo extrañado—Pero sí, lo hice.

—Ah, es por Alemania—dicha nación lo golpeó suavemente en el hombro. Suavemente para el alemán, claro— ¡Eso dolió, estúpido capitano! —Alemania lo fulminó con la mirada y el italiano suspiró—Está bien, está bien. Los dos queremos ver el shuriken que utilizan los ninjas.

— ¿El shuriken? —Murmuró el nipón—Es cierto que en las películas alemanas aparecen ninjas en escenas extrañas…

—Ahora que lo dices, me imagino a Alemania disfrazado de ninja—al decir eso, el castaño no pudo evitar mostrar una sonrisa perversa. El rubio se alejó con bastante disimulo un par de pasos, pero Italia del Norte se percató de eso. Lo sujetó por el cuello de la camisa y lo obligó a permanecer a su lado.

—Siento que tengan tantas expectativas…—en realidad, Japón no lo sentía, sólo lo decía por costumbre—Pero los shuriken no vuelan ni se clavan como en las películas.

Eso fue como un balde de agua fría para Alemania, ya que le caían bastante bien los ninjas. A Italia no le importó demasiado, estaba más ocupado delirando con un sexy alemán ninja.

—Tienen pocas probabilidades de acertar en el blanco—continuó explicando el japonés—y como arma, que es básicamente para lo que sirven, no son de mucha confianza. No sirven ni para pelar una fruta.

— ¿En serio? —el alemán estaba un poco decepcionado.

—Si tan mal estás, yo puedo consolarte—le recordó, con un tono serio, el italiano.

—No te necesito…—dijo el germano.

—Es bueno contando chistes, ¿no te parece, Japón? —el castaño parecía empecinado en molestar al rubio a toda costa. Alemania rodó los ojos, y el japonés asintió levemente con la cabeza.

Mejor ni mencionarles que lanzar palillos afilados sería más útil. Y eso le traía recuerdos…

Hello Japan, what are you doing? —lo saludó Estados Unidos.

Comiendo en paz. Hasta que viniste. Ahora simplemente como, con la presencia de un idiota—había contestado el asiático en ese entonces.

¡Tan amable como siempre! —dijo con sarcasmo el pelirrojo.

Aléjate o te mato.

Pues no veo una espada ni ninguna otra arma.

Tengo palillos—señaló su comida.

¡Esa es buena! Como si un par de palillos pudieran hacerme daño…

Japón esbozó una aterradora sonrisa torcida, mientras preparaba los palillos para lanzarlos hacia el estadounidense.

Sí, los palillos no estaban tan mal como arma, definitivamente. Aunque claro, seguía prefiriendo su katana por encima de todo.

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En cualquier época, en medio de la guerra, siempre hay escasez de algún tipo. Y ahora, por lo que más estaban padeciendo, era por la escasez de café.

— ¡Tengo café y ustedes no! ¡Tengo café y ustedes no! —se mofó Estados Unidos, carcajeándose cruelmente enfrente de Alemania e Italia. El rubio intentaba contenerse… y contener a Italia, quién prácticamente echaba humo por las orejas.

—Voy a matarlo… mi venganza será terrible—musitaba el italiano con los ojos bien abiertos y una mirada aterradora.

—Y es normal estar así—continuó burlándose el estadounidense—Éste café es mil veces mejor que cualquier vino italiano. O cualquier cerveza alemana…

—Vamos a matarlo juntos. Ahora mismo—declaró el alemán, mandando el autocontrol a cualquier lugar lejos de allí. Su compañero italiano tomó el puñal que escondía bajo la chaqueta.

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—Austria está de muy mal humor—se quejó Italia. Alemania no pudo hacer más que suspirar.

—Austria siempre está de mal humor—lo corrigió.

—Está peor de lo normal.

— ¿Es eso posible?

—Con la falta de café, sí.

Ambas potencias de Eje observaron al austríaco.

—Da miedo—murmuró el italiano.

— ¿¡Qué mierda están mirando, jodidos cabrones hijos de puta!? —saltó Austria de repente, amenazándolos con su puño.

—Más de un tercio de esa frase tenía vocabulario inadecuado—musitó Italia, más para sí mismo que para su aliado—Haz algo.

— ¿Por él? Ni loco—se negó rotundamente Alemania.

—No, hazlo por la estabilidad mental de todos los que tenemos la desgracia de convivir con él…

—Si no hay, no hay, ¿qué más puedo hacer yo? Infíltrate en la base del americano y roba algo de café…

—Ni loco, la última vez que fui me crucé con comida inglesa. No vuelvo a aparecer por ahí.

—De todas formas, no puedo hacer nada.

—Vamos, confío en ti.

—Es imposible. Deja de joder, Italia.

Pero el italiano era todavía más terco.

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Al final, Alemania estaba con una bata de científico, gafas, y una mesa de experimentos enfrente de él.

—Nunca aprende… a rendirse—refunfuñó el rubio, revolviendo una mezcla. Estaba buscando algo que sustituyera el café. E Italia sí que conocía buenos métodos de persuasión… los cuáles incluían intentar que tragara cupcakes hechos por Inglaterra.

Italia podía llegar a ser muy cruel, independientemente de sus sentimientos por la otra persona.

Pero al final, lo logró.

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—Lo logré—informó Alemania, ya vestido con ropa normal. Italia fingió sorpresa. En realidad, ya lo sabía. Había estado espiando al rubio desde hacía un buen rato.

Es que no quería perderse por nada en el mundo a Alemania vestido de científico.

—Dámelo—pidió, porque el italiano de verdad tenía la necesidad de un café, aunque no fuera exactamente uno—Es bastante similar—tuvo que reconocer, con cierta sorpresa—Incluso sabe a café.

—Y tiene muchos más nutrientes que el café.

—Sí, supuse, ya que está hecho a base de diente de león.

— ¿¡Cómo supiste!? —se sorprendió Alemania—Todavía no te conté nada…

Italia tragó saliva. Se había delatado él solito. Y el alemán no tardó en atar cabos.

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—Esta cosa es buena—reconoció Austria, de mejor humor (o del mal humor de siempre) luego de ingerir cantidades bastante generosas de aquella nueva bebida. Mientras tanto, Alemania perseguía a Italia para golpearlo por excederse de stalker.

Si tan sólo supiera que el italiano lo espiaba hasta en las duchas…

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Parecía la bebida perfecta. Pero, como todo, tenía una desventaja.

Japón caminaba intentando no entrar en pánico. Quería comer algo frito, pero se había quedado sin aceite. Entonces tuvo que ir a que su aliado alemán le prestara un poco.

No contó con encontrarse ante la imagen salvaje de un Alemania un tanto delicado recogiendo dientes de león.

Kami-sama…—murmuró, con un leve tic en el ojo. Pero reaccionó a tiempo, y sacó una foto, sin flash, para no quedar al descubierto.

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Mamma Mia! —Exclamó Italia, al ver la foto que le mostraba Japón— ¿Me la regalas? —le servía tanto a modo de recuerdo como para chantajear a Alemania.

—Si pagas por ella, sí—contestó el japonés, extendiendo su mano.

—Entonces no sería un regalo.

—Entonces no la tendrás.

—Ah, jodido Japón. Pero esta foto vale la pena. Ya te pago, pero esto no quedará así…

El asiático sonrió falsamente.

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Capitano~—llamó Italia a Alemania— ¿Qué te parece? Es un tanque de mi país~.

—Oh, un M11/39.

Err… sí, tecnicismos aparte. ¿No crees que sea genial?

—Tiene un remache a punto de zafarse—el alemán señaló dicho desperfecto.

—Bueno, tampoco puede ser perfecto…

—Y le falta pintura por ahí abajo. Y el cañón principal por lo general no va ahí…

—Ja, imbécil. El M11/39 tiene el cañón unido a la carrocería, y para dispararlo, sería necesario dar vueltas. Es original…

— ¡Es estúpido! ¡No puedes darle prioridad al diseño!

—Sobre eso…

—…Fue Romano, ¿verdad?

—Exacto.

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—Con este tanque acabaré con Inglaterra de un tiro—dijo Italia, orgulloso de sí mismo. Sus ciudadanos lo aplaudieron, de acuerdo con él.

— ¿Alguien me llamó~?—preguntó el recién llegado inglés.

— ¡Es Inglaterra! —gritó uno de los italianos.

— ¡Los ingleses atacarán Roma! —gritó otro, y muy lejos de allí, España sufrió unos repentinos celos.

Los italianos escaparon corriendo a toda velocidad, dejando el tanque a solas con el británico.

—Ah, qué lástima. Yo tenía cupcakes~—se lamentó Inglaterra.

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Capitano~—lo llamó nuevamente Italia— ¡Tengo la nueva versión del Carro Armato!

—Al menos el cañón va dónde debe estar…

—Ya hablaremos de cañones—el castaño le guiñó un ojo. Alemania se sonrojó hasta las orejas, intentando no malpensar… cosa prácticamente imposible teniendo en cuenta quién lo había dicho—Ya verás que genial que es—el italiano se metió dentro del tanque, y disparó.

Pero tuvo que asomarse fuera rápidamente, mientras salía humor desde dentro. Y lo mismo sucedió una y otra vez.

—Mejor lo dejo abierto—fue la solución que se le ocurrió al castaño.

—Ese tanque es jodidamente peligroso—masculló Alemania.

—No es mi culpa que cada vez que dispare se llene de humo…

—Está mal dejar la entrada abierta. ¡Es demasiado arriesgado!

—… ¿Debo interpretar eso como que te preocupas por mí?

—No, es que sería muy complicado dar explicaciones sobre una posible muerte tuya.

— ¡Eres un maldito, Alemania! ¡Ya vendrás arrastrándote y suplicando amor!

Continuará~.