Regina se despedía de Henry en el limite de la ciudad. Junto a ellos se encontraba Emma, la mente del plan. Regina se había negado en un principio. ¿Irse y abandonar a Henry? Ella jamás podría hacer eso. Sin embargo, este había apoyado la idea de su madre biológica, y la había animado a ir. Pero, ¿como habían llegado a esta situación? La despedida con Robin en ese mismo sitio donde ella se encontraba ahora. Seis semanas intentando salir adelante pero por más que quisiera no levantaba cabeza, y Emma al notar eso le había recomendado alejarse un tiempo, unas semanas de Storybrooke, ese lugar donde tenía tantos recuerdos. La rubia pensaba que tal vez así Regina se encontraría mejor, y así Henry también estaría mejor.

— Sera solo unas semanas, volveré antes de que te tiempo a echarme de menos. — Prometía con una sonrisa a Henry.

— No te preocupes mamá, el tiempo que necesites. — Se fundieron en un abrazo antes de que Regina subiera a su coche y Henry se abraza a Emma.

— Regina, ten cuidado, fuera de Storybrooke no tendrás tu magia para defenderte. — Emma se vio obligada a recordarle. En ese último momento le entraron ganas de ir con Regina para que no estuviera sola y ayudarla, pero no podía. Regina asintió, sabía a lo que se enfrentaba fuera de esta mágica ciudad. Una última sonrisa a Henry y el coche negro de Regina cruzo la línea saliendo de Storybrooke.

¿Y cual era su próximo destino? ¿Nueva York? No, no podía, en Nueva York estaba Robin y se suponía que se alejaba para que el dolor fuera más ameno. Y por mucho que supiera que él la amaba tanto como ella a él, no podía presentarse donde él estaba con su familia. Tampoco se le ocurría otro sitio al que ir. En realidad conducía sin saber a donde, y así hasta que vio un extraño cartel que daba la bienvenida a una ciudad.

Bienvenido a Starling City.

¿Starling City? Nunca había oído hablar de esa ciudad. Tal vez era un buen destino para pasar estas pequeñas vacaciones.. Y así lo decidió adentrándose en esa nueva ciudad para ella.


Laurel había tenido un duro día de trabajo y lo único que quería era descansar un poco, solo una hora, con eso estaría bien. Tenía bastantes llamadas perdidas pero ninguna era de la persona que le interesaba... su padre. Seguía sin dirigirle la palabra y ella ya no sabía que hacer. Estaba mal con la situación y admitía su culpa pero todo lo que hizo lo hizo por él, por lo quiere. Solo le quedaba esperar que su padre la perdonar, cosa en la que ella no cesaba de insistir. Aparte de proteger la ciudad que tanto amaba y honrar a su hermana, eso era lo que más le importa, volver a estar como antes con su padre. Tenía una llamada perdida de Felicity, otra de Oliver, dos de Roy y ocho de Nyssa, la cual no paraba de llamarla. Llevaba llamándola una hora. Laurel se negaba a cogérselo. Necesitaba descansar un poco antes de enfrentarse a Nyssa. subía las escaleras del edificio hacía su cómodo piso cuando de la nada apareció Nyssa. Se llevo una mano al pecho antes de mirar a la morena.

— ¿Quieres matarme de un infarto? —Pregunto a la morena mientras recuperaba la respiración y los ritmos de su corazón volvían a ser normales.

—Prefiero que las muertes sean más dolorosas. —Contesto Nyssa sin dejar de mirarla con esa mirada que si las miradas hablasen, bien, la de Nyssa habría acabado con Laurel. Estaba verdaderamente cabreada con ella.

Laurel siguio su camino hacía su piso. —Nyssa, si no te he cogido el teléfono es por una buena razón...—

—Estoy deseando oírla. —Interrumpió la morena.

Laurel iba a contestarla cuando choco con otra persona. Se giro rápido hacía esa persona para disculparse, sin embargo, cuando sus miradas se encontraron no le salieron las palabras. Laurel se quedo congelada, sin poder apartar los ojos de los de la mujer. Sus ojos estaban llenos de tristeza, de dolor. Eran los ojos de una persona con el corazón roto, de una persona que había cometidos demasiados errores... Era unos ojos con los que Laurel se sintió muy identificada.

—Lo siento, no te vi..— Dijo por fin cuando recupero la voz. Sin embargo la otra mujer no la contesto, solo se metió al piso. Al parecer Laurel acababa de conocer a su nueva vecina y no de la mejor de las formas..

Laurel no podía apartar la mirada de la puerta cerrada de la que era ahora su vecina. Con tan solo mirarla a los ojos había sentido una fuerte conexión y como si tuvieran bastante en común... Se sentía identificada, sin faltas de palabras, con solo una mirada. ¿El cansancio la estaba volviendo loca?

—... ¿Me estas prestando atención? ¿Para que me pides que te entrene si me vas a ignorar y vas a hacer lo que quieras?—La voz cabreada de Nyssa se filtro en su cabeza sacándola de la nube de confusión en la que su nueva vecina la había introducido.

—¿Qué?—Pregunto y vio en los ojos de Nyssa que había hecho mal. —Nyssa, solo necesito una hora, estoy muy cansada, he tenido un día agotador..—

—No me interesa tu día, Laurel. Accedí por Sara, ¿recuerdas? Haces esto por Sara.—Y con unas simples palabras ya Nyssa había conseguido que Laurel se olvidara de su merecida hora de descanso.

—De acuerdo. — Dijo entre dientes, sin embargo, en lugar de ir a bajar las escaleras se dirigió a su piso.

—Laurel.—

—¡Solo voy a vestirme!—Se defendió y luego sonrío divertida. Laurel nunca lo habría pensado pero había encontrado una gran amistad con Nyssa, aunque el carácter de esta dejara mucho que desear, la muerte de Sara las había unido y en el fondo sabía que Nyssa sentía cariño hacía ella. Esta al darse cuenta de su sonrisa entrecerró los ojos y Laurel con una suave risa se apresuro a entrar en su casa.


Regina no sabía que le había pasado pero desde que en el pasillo se había chocado con la que era su vecina nueva se había sentido rara, sobretodo por la mirada de esta. Había sido como si viera dentro de ella y eso la había hecho sentir incomoda. Por lo que no había podido aguantar ni un minuto más en la casa y salio a dar una vuelta. El buen punto es que al parecer el plan de la señorita Swan estaba funcionando pues desde que había llegado no había pensado en Robin aunque ahora si que lo estuviera haciendo. Ya había dejado un mensaje a Emma para que le dijera a Henry, un mensaje de que había llegado bien, para que así no se preocupara por ella. El aire fresco de la noche golpeaba en su cara y a Regina le gusto la sensación. Pero no iba a disfrutar mucho más, se dio cuenta cuando se vio atrapada en un callejón sin salida y frunció el ceño. ¿Como había llegado ella aquí? Bueno, en realidad era su culpa, tenía que admitirlo. ¿Como se le ocurría salir de noche en una ciudad que no conocía? Y de la que aún tenía que comprarse un mapa.

Regina se disponía a salir de ese callejón pero eso nunca llegaría a ocurrir. Silenciosamente y demasiado rápido, sin que ella pudiera darse cuenta, un fuerte hombro estaba asfixiando su cuello. Eso no fue lo único que pudo notar, también notaba que el hombre intentaba clavarle algo en la espalda. Regina intento formar una de sus bolas de fuego pero recordó que aquí, en esta extraña ciudad no disponía de su magia. ¡Maldición! Intento luchar contra él pero ella no era buena en el combate de cuerpo a cuerpo y no disponía de la suficiente fuerza como para vencer a su enemigo. Sin embargo Regina si tenía que morir moriría luchando, a pesar de que esa lucha ya la tuviera perdida.

Y verdaderamente Regina habría perdido de no ser por una rubia enmascarada que salio de la nada tumbando a su atacante y dándole una verdadera paliza con... Bueno, Regina no sabía que clase de arma estaba usando su rescatadora. —¡Corre!—La rubia enmascara le grito sin apartar en ningún momento la vista del hombre al que estaba haciendo pagar.

Regina no era de las que huían, pero sin magia ni nada que poder hacer parecía la mejor opción. Pero estaba bastante mareada como para moverse si quiera.. Que raro.. Giro su cabeza un poco y vio que el maldito cabrón le había clavo algo en la espalda. Regina volvió la vista a la rubia enmascarada que había dejado inconsciente a su atacante antes de desmayarse y caer. Su último pensamiento fue para Henry, pero lo último que sus ojos vieron fue a su heroína.


Laurel se dio la vuelta al dejar inconsciente al atacante de la mujer. Y lo que había visto la dejo anonadada. La mujer a la que había salvado no era otra que su vecina, si bien, eso no era lo malo, lo que era verdaderamente malo era que el maldito la había herido antes de que ella pudiera aparecer y ahora su vecina estaba inconsciente y herida. Laurel corrió hacía esta. —Nyssa, se que me escuchas, por favor, aparece.—Por su puesto que sabía que Nyssa la escuchaba, ellas habían terminado de entrenar por eso es que Laurel se dio cuenta de lo que ocurría y había acudido al rescate. Su entrenadora apareció de la nada, silenciosamente como casi siempre hacía. Laurel observo como Nyssa se agachaba y recogía la aguja con la que el maldito atacante había atacado a su vecina y al ver como cambio la cara de Nyssa supo que eran malas noticias.

—¿Nyssa? ¿Que es lo que contiene?—Estaba asustada de la respuesta pero si quería ayudarla tenía que saberlo.

—No puedo estar segura hasta que alguien lo analice pero a simple vista es un poderoso veneno, Laurel.—Nyssa sintió una pequeña punzada de culpabilidad al ver como los ojos de Laurel se llenaban de tristeza pero al mismo tiempo vio esperanza. Y aunque le supiera mal por Sara y por el tiempo que estaban compartiendo ambas, debía decirle todo.—Laurel, si es lo que pienso y no la atienden cuanto antes morirá.—

—Ayúdame a llevarla al hospital.—Pidió Laurel, poniéndose en pie y esperando que Nyssa la ayudara.

—Laurel, un hospital no la ayudará..—

—¡¿Y que hago?! ¡No puedo dejarla morir, Nyssa! ¡No puedo!—Laurel cada vez se sentía peor.

—Sabes el lugar al que debes llevarla, Laurel.—Fueron las palabras de Nyssa.

Sí, Laurel sabía donde tenía que llevarla, pero también sabía que cierta persona iba a querer matarla cuando se enterara. Pero al mirar a la morena inconsciente decidió que le daba igual, iba a salvarle la vida.