Hola chicas. Esta vez vengo con un nuevo fic. Se trata del fic portugués Infidelidade, de Madame Prefeita, la misma autora de Los Vampiros también lloran. Con esta autora me pasa lo mismo que con Sedgie, me gustan todos sus fic. Hay algunos más flojos que otros, por supuesto, pero en general son muy buenos. La escritora brasileña es mucho más pasional que la francesa (ya sabemos, el carácter latino) pero las dos, creo, saben captar muy bien los rasgos de los personajes.

Espero que les guste este fic. Hay tres o cuatro más de ella que espero poder ir, poco a poco, traduciéndolos.

INFIDELIDAD

Capítulo 1

Encerrada en el despacho de su casa, Regina se emborrachaba mientras las imágenes de la traición de su mujer rodaban por su cabeza como si fuese una película de terror. Desde que su matrimonio de diez años había llegado a su fin, usaba el alcohol como un aliado en su intento de olvidar una de las escenas más asquerosas y repugnantes que tuvo el disgusto y la infelicidad de presenciar: Kathryn, su esposa, practicando sexo anal con el chofer de la familia, dentro de su propia casa, en su propia cama. Una vez más, su estómago se reviró y aunque se encontraba mareada y desorientada por culpa de la bebida, consiguió llegar al baño a tiempo para arrojar todo el asco que sentía dentro del inodoro.

«¿Hasta cuándo pretendes permanecer en este deplorable estado?» preguntó Zelena

«Hasta cuando me dé la gana» respondió ella, intentando abrir otra botella de whisky, pero Zelena se lo impidió

«¡Ya basta, Regina!»

«¡Suéltame, estúpida! ¡Y sal de mi casa porque no has sido invitada a entrar!»

«Por el amor de Dios…¿no piensas en tu hijo? ¡Es una criatura inocente, Regina!»

«Él está bien, la niñera cuida mejor de él que yo»

«Necesita el cariño de su madre…»

«¡Y yo necesito estar sola! Ahora, ¡vete y déjame en paz!»

«Fuiste a juicio por su custodia, y ganaste…pero, ¿a cambio de qué, eh?»

«¡Zelena, vete de aquí…no tienes ningún derecho en meterte en mi vida!»

«Soy tu hermana y…»

«¡Medio hermana!» corrigió «¡Ahora, desaparece!»

«Nadie tiene culpa de lo que aquella puta te hizo…acuérdate de eso» Zelena habló, saliendo inmediatamente

Sin poder evitarlo, Regina dejó que las lágrimas, una vez más, bañasen su rostro. Para ella, era difícil aceptar que, después de tanta dedicación, amor y fidelidad por su parte, Kathryn la hubiese traicionado de esa manera tan sucia, faltándole el respeto a ella, a su hijo y al hogar. Después de dos años de casadas, tras mucha insistencia, Kathryn acabó aceptando adoptar un niño y aunque su desapego hacia el niño era perceptible, Regina se consideraba feliz por haber realizado su deseo de formar una familia a su lado.

Tras descubrir la infidelidad, Regina no solo entró en el proceso de divorcio, sino que también recurrió a la justicia por la custodia del pequeño, y como se imaginaba, la justicia falló a su favor.

«¿Ya llegó mi hijo de la escuela?» preguntó, dirigiéndose a la niñera que se encontraba en la cocina

«Sí, señora. Ya tomó su baño, cenó y está durmiendo»

«¿Ya está durmiendo? ¿Qué hora es?» cuestionó Regina, aparentemente desconcertada

«Son las nueve, señora»

«Las nueve…» murmuró, aturdida al constatar que había perdido el paso de las horas, del tiempo, del espacio y de su vida. El tiempo no tiene fin, él es el fin. Y en consecuencia a esa verdad, se dio cuenta de que estaba a punto de perder lo poco que le quedaba: su razón y su hijo.

Lentamente, abrió la puerta del cuarto donde Henry dormía y de nuevo las lágrimas acudieron con fuerza, tan calientes como los rayos del sol en una tarde de verano, causándole una sensación de corrosión en la piel y el gusto amargo de los amores engañados.

A la mañana siguiente, Ariel terminaba de preparar la comida de Henry para poder llevarlo a la escuela cuando Regina apareció, interrumpiéndola en la tarea

«Mi hijo no va a la escuela hoy»

«Pero, ¿por qué? ¡Yo quiero ir!» protestó él

«¡Quieto!» lo reprendió «Úrsula, prepara mis maletas, y usted, Ariel, haga las de Henry» añadió, agarrándolo por la mano

«¿Para dónde vamos, mamá?» preguntó él

«Vamos a mudarnos al campo…la ciudad no nos está haciendo bien» explicó ella

«No quiero ir al campo…» murmuró Henry

«¡Tú no tienes por qué querer! Ahora, ve a ayudar a Ariel con tu ropa…yo iré a la escuela a cancelar la matricula» dicho eso, le dio un beso en la cara y se retiró

Tan pronto como Regina se hubo ido, Ariel marcó el número de Zelena y le informó sobre la decisión de Regina de mudarse para el campo. Incrédula ante aquella información, Zelena no dudó en dirigirse a la mansión con la intención de cuestionarla y si era posible, impedir que aquella locura se llevara a cabo.

«Por fin llegaste» dijo ella, levantándose rápidamente cuando Regina atravesó el umbral de la puerta

«¿Qué haces aquí?» preguntó Regina

«¿No puedo visitar a mi sobrinito?»

«Si ya lo viste, puedes dar media vuelta»

«¿Qué idea es esa de mudarte para el campo?»

«Eso es asunto mío»

«Regina, realmente no piensas en tu hijo…»

«Exactamente en él estoy pensando»

«¿Estás segura?»

«¡Claro! Mi hacienda es inmensa, hay mucho verde, aire puro…eso le hará bien»

«¡Aquella hacienda en el fin del mundo no es lugar para un niño! ¿Y sus estudios? Y…»

«¡Allí también hay escuelas!»

«¡En un pueblo sin futuro que queda a no sé cuántos kilómetros de tu hacienda!»

«¿Y?»

«¡Por dios, Regina! ¿Quieres meterte en un agujero y arrastrar a tu hijo contigo?»

«¡Es mi hijo e irá conmigo a donde yo vaya! Ahora, deja de meterte en mi vida, ¡mierda!»

«Regina…piensa en el futuro de ese niño…»

«Tendrá un futuro mejor lejos de las inmundicias de las grandes ciudades! ¡Ahora, si me permites, tengo cosas que hacer!» tras decir eso, Regina se encerró en su despacho.

Tras la marcha de Zelena, Regina reunió a todos los empleados de la mansión para informarles de la mudanza. La casa se cerraría, y quizás la pusiera a la venta, porque en su mente no pretendía regresar.

«Hace algún tiempo que no visito mi hacienda en Storybrooke, pero sé que necesitaré nuevos empleados, así que, quien no quiera quedarse sin trabajo, que venga conmigo. Quien prefiera quedarse, recibirá su finiquito mañana mismo» explicó ella

De todos los empleados de la mansión, solo Granny pidió ir con ella, ya que la cocinera más antigua de la casa no tenía familia y necesitaba el trabajo para vivir. Aparte de eso, aunque Regina fuese una mujer difícil y hubiese cambiado mucho después de la traición de su esposa, ahora ex esposa, nunca dejó que faltara de nada a sus empleados, desde ayuda a aquellos que tenían hijos hasta asistencia médica en casos urgentes y delicados.

«Disculpe, señora…pero no podré acompañarla para cuidar a su hijo» dijo Ariel

«No se preocupe…no creo que se sea la última niñera de este mundo» exclamó, un tanto seca

«Bien, con permiso…» dijo la niñera

«Mi contable entrará en contacto con ustedes para pagarles el finiquito» tras decir eso, Regina se volvió a encerrar en el despacho.


Ya era de noche y Henry dormía tranquilamente, mientras Regina, una vez más, se veía atormentada por los recuerdos dolorosos de aquella infidelidad. En aquel momento, deseó que su padre estuviese vivo para reconfortarla, al mismo tiempo que se lamentaba de la distancia que ella misma había impuesto entre ella y Zelena, su medio hermana, hija del primer matrimonio de Cora.

«Cora…» murmuró, recodando que su madre nunca estuvo de acuerdo con aquella boda y a fin de cuentas, tenía razón. Después de que el escándalo de la infidelidad de Kathryn se difundió por los cuatro costados de Estado y Regina pasó a mostrarse agresiva con todos a su alrededor, Cora dejó el país y desde entonces, Regina no había tenido más noticias y tampoco había intentado saber.

Las horas pasaban y el sueño no llegaba, al contrario. El cansancio era patente, tanto física como mental, el abatimiento en su expresión mezclado con la rabia que sentía también era visible para quien quisiera observar. Y en esas condiciones de soledad y aislamiento, acabó quedándose dormida en el sofá de la sala.

«Regina…» Zelena murmuró, mientras deslizaba una de sus manos por sus cortos cabellos

«¿Hm? ¿Qué haces aquí?» preguntó ella, levantándose lentamente «Mierda…» murmuró al ver que ya pasaban de las ocho de la mañana

«Vine a despedirme de ti y de mi sobrino…»

«¿Dónde está él? ¿Ya se despertó?»

«Está desayunando»

«Voy a tomar un baño, y nos vamos…»

«Aún estás a tiempo de desistir de esta locura»

«Locura es permanecer en esta casa, atormentada por los recuerdos de aquella…miserable»

«Huir no va a resolver nada»

«¡No estoy huyendo!»

«Sí, sí lo estás»

«¡Piensa lo que quieras, no me importa!» exclamó, encaminándose rápidamente a su cuarto

«Mamá preguntó por ti» dijo Zelena, y de repente Regina se paró «Está pensando en…»

«¡No me interesa en lo que ella esté pensando o no!» dicho eso, retomó su camino

Tras el baño, ya debidamente vestida, Regina pidió que uno de los empleados empezase a llevar el equipaje al coche. En su despacho, efectuaba algunas llamadas para asegurarse de que todo se haría según sus órdenes. A su abogado y administrador de sus bienes le ordenó que pusiera en venta la casa, que vigilase de cerca el pago a los empleados y que asumiera el control de sus negocios de la capital, ya que ella se encargaría única y exclusivamente de la hacienda.

«¿Estás listo? Vamos…»

«No quiero ir, mamá…tía Zelena, deja que me quede contigo…» decía Henry agarrándose a las piernas de Zelena

«¿No sientes pena de esta criatura?» preguntó la pelirroja, sin contener su emoción

«¡Solo tiene ocho años y no sabe lo que quiere!»

«¡Pero yo quiero quedarme aquí!»

«¡Creo que sería mejor que no me hagas perder lo poco que me queda de paciencia, o en vez de la hacienda, irás para un internado!» dijo Regina, en tono exaltado «¡Ahora, despídete de tu tía y vámonos, porque ya es tarde!»

«No te preocupes, mi amor…la tiita termina unos negocios y pronto está en el campo contigo…y prometo que te llevaré mucho juguetes» decía Zelena, claramente conmovida por su llanto

Henry era un niño tímido, pocas veces preguntaba y raramente desobedecía, pero desde la separación de sus madres, empezó a mostrarse rebelde, debido al comportamiento de Regina.

Tras la despedida, Granny se acomodó en el asiento trasero en compañía del niño, mientras Regina comprobaba los últimos detalles en su coche para partir.

«Podrías al menos ir en avión. El viaje en coche puede resultar muy cansado» dijo Zelena

«¿Y tú podrías dejar de cuestionar mis decisiones? ¡No te he dado ese derecho!» exclamó Regina

«Si no es mucha incomodidad, llama para saber que han llegado bien, por favor…»

«Claro, llamaré» dicho eso, Regina entró en su coche y arrancó

Ocho horas le llevaría a Regina llegar a la pequeña ciudad de Storybrooke, donde sus padres nacieron, crecieron y construyeron la mayor propiedad de la región.


«¡Vamos, deprisa! ¡La patrona va a llegar y la casa tiene que estar en perfecto orden!» decía Ruby, mientras iba de estancia en estancia.

«¡Si dejaras de dar órdenes y nos ayudases, ya habríamos acabado!» dijo una de las empleadas

«Mi función en esta casa es garantizar que ustedes hacen el trabajo correctamente. No olviden que los padres de la patrona le dieron ese cargo a mi madre y como ella falleció, la tarea recayó en mí»

«Si fuera tú, bajaba un poco los humos…a fin de cuentas, no conocemos a la hija de los patrones y ella perfectamente puede que no esté de acuerdo con muchas cosas, incluido mantenerte en ese puesto» comentó Marian, responsable de lavar y planchar la ropa

«Para tu conocimiento, ¡la conozco más de lo que crees! De cualquier forma, mientras no decida, todo continúa como está. Ahora vuelvan al trabajo» tras decir eso, Ruby se retiró

Pasaban de las cuatro de la tarde cuando Regina finalmente divisó el cartel que daba la bienvenida a la ciudad, sin embargo, la hacienda se encontraba alejada, y a juzgar por lo que recordaba, aún quedaba una hora de camino. Henry dormía en el asiento de atrás, y por un instante, se arrepintió de no haber hecho ese viaje en avión. Aunque el aeropuerto quedase distante, quizás era menos cansado para él.

«Menos mal…» murmuró atravesando los límites marcados por las vallas y muros que demarcaban todo el terreno que le pertenecía.

Por lo poco que consiguió observar, Regina constató que, al menos, la parte que rodeaba la casa grande se encontraba en óptimas condiciones. Cuando estacionó más cerca de las escaleras que daban a la puerta de la casa, se sorprendió al notar que algunos empleados la esperaban a un lado y otro para darle la bienvenida.

Los murmullos fueron inevitables entre ellos, ya que nadie imaginaba que la heredera se trataba de una mujer tan joven y tan hermosa.

«Buenas tarde, patrona. ¡Sea bienvenida!» Ruby fue la primera en pronunciarse

«¿Quién es usted?» preguntó Regina, ignorando las atenciones

«Me llamo Ruby…administro la casa para que todo esté siempre en perfecto orden» explicó

«Mi hijo está dormido en el coche. Llévelo a la habitación» dijo ella «Ustedes dos, cojan el equipaje y póngalo en el piso de arriba» añadió, dirigiéndose a dos peones «y los demás vuelvan a sus quehaceres» finalizó, recibiendo una mirada desconcertada de todos los presentes.