It's my life.
"It's my life and is now or never
I ain't gonna live forever
I'm just gonna live while I'm alive
My heart is like an open highway
Life Franky said "I did it my way"
I just gonna while I'm alive
It's my life…"
John Bonjovy
Cap. 1…Castigo
Cómo había comenzado aquello? Si hacia un esfuerzo por recordarlo quizás lo lograría… una tarde, un verano o un otoño, el tiempo no era en si importante, el lugar… ese tal vez si… un dispensario medico de la iglesia local, entonces era un mocoso, no mas de 10 años, y la vida ya le estaba pasando factura…
Su respiración era pesada, difícil, espesa, el esfuerzo por jalar algo de aire que le refrescara momentáneamente era colosal, su pecho silbaba con cada desesperada bocanada de aire que daba, el dolor era intenso, un ardor sin igual que corria por sus venas, sus manos se aferraban con fuerza a las sabanas del camastro arremolinándolas contra el pecho, sentía que el corazón se le quemaba, que las venas se le derretían, que la vida le pendía de un hilo... estaba hecho un ovillo contra aquel camastro, sudaba a tal punto que ya había empapado su ropa y la ropa de aquel pobre lecho que le acogía, un pobre trapo bañado en agua y vinagre estaba sobre su cabeza tratando vanamente de bajarle la feroz fiebre que hacia presa de aquel pequeño y frágil cuerpo.
-Como lo ve doctor?- escuchó como entre sueños, trató de regular su respiración ruidosa, quería saber, pero los adultos nunca eran honestos con el, no era un idiota, sabia que estaba mal, sentía la muerte cada dia sentada a su lado acompañándolo en silencio, solo quería saber cuando…
-Si pasa de esta noche… no le doy mucho tiempo… algunos meses, un año quizás… - la voz apesadumbrada del galeno le llegaba apenas como un murmullo, suspiró profundo, abrió sus ojos azules, acuosos en ese momento por el fuerte dolor que le aquejaba – la afección cardiaca que padece es sumamente rara… no tenemos aquí ni los medios ni las medicinas como para poder ayudarle…-
Sonrió con amargura al escuchar aquello, "un año" se repetía en la cabeza " un año y con suerte…" tosió con fuerza, una bocanada de sangre manó de su boca dejándole un horrible sabor metálico, y también con esto una idea, que se le fue arraigando cada día con mas fuerza "No quiero morir… no quiero morir! No así al menos, No así, No en cama, No debo morir en una cama, NO!...
…
Abrió los ojos con dificultad, estaban velados por la fiebre que en el presente le postraba, un quejido lastimero brotó de su garganta, se escuchó a si mismo, y una idea arraigada por los años pasó de nuevo por su mente " No moriré en una cama, No moriré asi!" Se llevó la mano al pecho tratando de contener el dolor y el calor, abrió la boca jalando aire lo mas posible, articulando asi un breve vocablo - " De…gél"…-
Trató de incorporarse pero se desplomó nuevamente sobre la cama de aquel cuarto en SU templo de escorpión, los recuerdos de una niñez doliente le perseguían como delirios afiebrados mientras trataba vanamente de controlarse.
-El cosmos es esa energía vital que posee todo cuerpo humano, aunque solo agunos pocos de verdad llegan a controlarlo… a través de la historia y dependiendo de cada cultura ha tenido nombres diversos…-
Sasha trataba de poner toda su atención en la lección del dia que el patriarca se empeñaba en enseñarle, miraba aquellos viejos y ajados libros que estaban desplegados frente a ella, con ese idioma tan extraño que aun no lograba comprender, trataba de encontrarle el interés a toda esa palabrería sobre cosmos, energías, auras, chakras y demás pero no lo lograba, su mente invariablemente se desviaba hacia Italia, su pueblo natal, su hermano Alone y su mejor amigo Tenma, los extrañaba… aunque, no todo era malo en el santuario, había encontrado un buen sustituto de Tenma, igual de impulsivo y noble, aunque mas temperamental que el jovencillo. Kardia de escorpión, sonrió ligeramente al recordar su escapada juntos hacia tierras lejanas ( México wiii! XD) mientras el patriarca seguía con su retahíla de átomos y explosiones del big bang.
En eso estaba cuando un escalofrió la recorrió, seguido de una sensación de angustia, pudo sentir el desesperado grito de ayuda que la energía de Kardia despedía, se levantó de golpe de su silla, el patriarca también calló; se vieron el uno al otro a los ojos – "Kardia…"- dijeron al unísono.
La chiquilla salió como bólido de la cámara del patriarca, tenia una sola idea en la cabeza " por Dios que este bien"; Sage iba detrás de ella, entendía su preocupación, hasta ese momento el escorpión era su único y mas cercano amigo en el santuario.
Sasha llego jadeando al octavo templo, había corrido a todo lo que sus piernas daban, en su rostro se reflejaba el temor y la preocupación, llego a los aposentos del santo de escorpión y con resquemor abrió las puertas, lo primero que vio fue la rustica y tosca mesa de madera en e centro del cuarto, con un frutero en medio que invariablemente contenía manzanas… cerca a un costado de la mesa, casi debajo de una ventana, la cama, un revoltijo de sabanas de color claro y hacia la cabecera la revuelta cabellera azulina, escucho el rápido estertor que era le respiración de Kardia y se acerco a el
Estaba boca abajo, jadeando, sudado hasta las sabanas, la chiquilla lo miró con temor, le toco un hombro, estaba ardiendo… -"Kardia?"- llamo quedito mientras le sacudía…- "Kardia, que te pasa?..."- volvió a llamar, como única respuesta recibió un quejido. En ese momento Sage entraba, se quedo estático en el marco de la puerta mirando a la niña postrada de rodillas, sus profundos ojos verdes llenos de angustia, se acercó a los dos, con gentileza hizo un lado a la infanta Atena, le dedico una media sonrisa como para calmarla, se inclino sobre el cuerpo de Kardia y con sumo cuidado pero con firmeza, lo levantó y lo giró, dejándolo así de espaldas nuevamente contra la cama. El escorpiano se dejo hacer, aun asi todo ese movimiento le hacía daño, su cara se contraía en una mueca llena de dolor, nuevamente abrió los ojos, Sage lo miraba serio, preocupado, giró un poco la cabeza, la mirada de Sasha le pesó, el terror, la preocupación, pero sobre todo la compasión… Sasha lo compadecía… y eso le dolía aun mas que su maldito corazón, le retiro la mirada y volvió a Sage.
Respiro profundo, roncamente… - "De…gél"- Volvió a articular con pesadez. Sasha se adelanto hacia los dos, hasta ponerse a la altura del patriarca y lo tomo del manto.
-"Es cierto! El señor Degél es el que ayuda a Kardia cuando se pone así! Donde esta? Hay que llamarlo! Por favor patriarca!"- una pequeña esperanza brillo en aquellos ojos verdes, la vista de Sage se desvió del convaleciente Kardia hacia la niña, la miro compasivo y luego a Kardia.
- "Lo siento, pero eso no será posible… Degél se encuentra en una misión en Francia… y no sé cuando regresara…"- El rostro de la niña volvió a llenarse de terror, Kardia por su parte solo suspiro profundo, con una mano crispada en su pecho, calmándose.
- "Pero no puede ser! Entonces, hay que llamarlo! Que regrese! Necesita ayudar a Kardia! Patriarca!...- imploraba la chiquilla.
-" Atena, aunque enviara un mensajero hacia allá, llegarían en una semana, eso seria demasiado tarde… No se preocupe, tengo una idea, Kardia estará bien… -
Mientras tanto en París…
- "Que te parece éste Degél?"- el aludido levantó la vista del libro que tenia en las manos hacia su interlocutora, una despampanante mujer de largo cabello y bonitos ojos, que en ese momento giraba mostrándole el largo y bello vestido que se estaba probando.
-" Señorita Serafina, se ve usted hermosa…"- comentó el peliverde mientras le dedicaba una encantadora sonrisa, la joven la devolvió junto con un leve sonrojo en sus mejillas.
-"Que exceso de galantería la suya caballero… "- decía risueña Serafina mientras bajaba del pequeño pedestal donde la habían subido para arreglar algunas medidas del vestido –" Pero no me quejo… entonces, esta decidido, éste será el vestido que lleve esta noche"- hablaba mientras se dirigía hacia los vestidores.
Degél no le contestó, siguió con esa sonrisilla en el rostro y volvió su atención al libro que descansaba en sus piernas, estaba emocionado con la misión encomendada por el patriarca, no por el hecho de tener que buscar a su maestro, si no por el hecho de estar en Francia, él era oriundo del país galo, pero realmente no lo recordaba, había pasado tan poco tiempo ahí, que difícilmente se podría llamar a si mismo francés; y además de esto, iría a un baile! En una mansión, por todo lo alto!, cosas de las que solo había leído en los libros, estaba listo para aquello, ya tenía su atuendo cortesano y su antifaz listo para aquella noche, su corazón latía emocionado y expectante. Si sus compañeros lo vieran… si Kardia lo viera en ese momento! Sin duda se estaría burlando cruelmente de toda esa excesividad y pedantería de la que hacían gala sus coterráneos en esos eventos… Kardia… su mente se desvió de la lectura al pensar en su compañero…
De pronto, un pinchazo en el corazón, una sensación extraña, algo estaba mal, nuevamente levanto la vista de su lectura, la sonrisa se le había ido y fruncía ligeramente el entrecejo, definitivamente algo estaba mal, por un momento había sentido a Kardia llamándole.
Se levantó de la silla y se acerco hacia una de las ventanas del local donde estaba, su mirada dirigida al cielo mientras recordaba…
Un par de semanas atrás…
-"Esa Atena no tiene consideración! Mira que llamarnos de la nada! Y yo acabando de llegar! Que no sabe que debería dejar descansar a sus caballeros?- Refunfuñaba Kardia mientras se dirigían hacia la sala del patriarca, Degél iba a su lado mirándolo entre molesto y divertido por el infantilismo con el que el escorpiano algunas veces actuaba.
-"Tu tienes la culpa, te fuiste sin permiso del santuario y además te llevaste a la protegida de Sisifo… tienes bien merecido lo que te pasó, mira nada más! Si que te dieron una paliza…- comentó en tono burlo el acuariano, Kardia le lanzó una mirada resentida.
-" Eso crees? Pues debiste ver como quedaron los otros! … Además pura envidia la tuya por que no te atreves a quebrantar nunca las reglas!...-
Habían llegado a su destino, dentro la sorpresa de Kardia fue mayúscula al enterarse que Atena no era otra que su compañera de escapada. Ahí se encontraban también los otros caballeros, algunos recibieron la noticia con igual sorpresa y otros miraban dubitativos a la nueva Atena, Sisifo se había acercado al octavo guardián, lo había regañado pero a la vez felicitado puesto que fue gracias a él que Sasha se había decidido a aceptar su destino como Atena.
Un rato después estaban de regreso en el onceavo templo, Degél buscaba en la biblioteca algunos libros de astrología mientras Kardia se sentaba aburrido en un taburete viéndolo ir y venir. Desde hacía algún tiempo, el escorpiano era un huésped asiduo a su templo, siempre estaba ahí viéndolo leer ( o más bien interrumpiéndolo al leer) incordiándolo hasta que lograba su atención, era su mejor amigo, los lazos entre los dos se habían estrechado desde el momento en que Kardia había pasado de ser un compañero, a su responsabilidad, lo vigilaba, lo cuidaba y se preocupaba por él, a Kardia le parecía excesivo, lo acusaba de sobreprotector y exagerado, pero no podía evitarlo, desde el momento en que entendió que las fiebres que lo asediaban podían arrebatárselo, se había vuelto vigilante celoso de la salud del escorpión.
-" No te hagas el tonto, sabes bien que me tienes que ayudar con los libros y el material que ocuparemos esta noche "- Degél giro a ver a Kardia que le lanzo una mirada de desdén.
-" Bah!... El patriarca exagera, mira que castigarme por haberme llevado a Sasha… ni que le hubiera pasado algo, a mi ni me interesa eso de leer estrellas, que estupidez… "- Se había recargado desdeñosamente contra la pared, llevándose los brazos detrás de la cabeza. Degél lo miro con dejo de enojo, y dejo caer con algo de fuerza una pila de libros en la mesa que estaba al lado de Kardia llamándole la atención.
- "Estupidez o no, merecido o no, tienes que cumplir con el castigo, así que apúrate por que vas a cargar el telescopio…"- Dijo en tono molesto el acuariano, Kardia lanzo un bufido, pero des hizo su posición altanera y se levantó de su lugar.
Lo vio doblarse en sí mismo y sostenerse de la mesa para evitar caer, un quejido fue lo que le llamo la atención a Degél, al cual la expresión de enojo se le había ido, corrió hacia Kardia y lo tomo de los hombros –" Hey! Que pasa?... estas bien?"- Le pregunto preocupado, Las manos del griego aferradas al corazón, no dudó ni un segundo, poco a poco su aura fría comenzó a desprenderse de sí para ir a rodear el cuerpo del que sostenía.
Kardia, por más que lo odiara, comenzó a sentir un gran alivio, no se explicaba como Degél y su aire frio se habían vuelto tan necesarios e indispensables para vivir, odiaba eso, el depender de alguien, él había sido solo él durante años, se las arreglaba solo y le gustaba su soledad por que no debía cuentas a nadie ni de cómo vivía ni de cómo moriría… pero ahora… le desesperaba Degél, por que aunque no lo quisiera, le daba razones para desear vivir, para evitar en lo mas posible la muerte… en varias ocasiones, cuando la fiebre lo atacaba, podía sentir y escuchar a Degél a su lado, repitiendo como letanía " no mueras, no mueras! Kardia no mueras…"
Por eso había huido, cuando Sasha se le presento en el bosque y vio la oportunidad de vivir una aventura, alejado de todos y de todo, tan solo con esa pequeña que se sentía tan ajena a todo aquello que la rodeaba, ( justo como él, pensó) quería probarse a sí mismo que podía ser el solo y que podía cuidarse, pero las cosas no habían salido del todo bien, había luchado, encendido su corazón al máximo como siempre había soñado, pero no le permitieron morir… aun así su corazón quedo muy lastimado, y ahora comenzaba a quejarse…
Degél seguía sosteniéndolo por los hombros, le dirigió una mirada de soslayo, por debajo de sus rebeldes cabellos, lo vio concentrado en lo que hacía, pero también vio la preocupación en esos ojos de un enigmático color lila, crispó la mandíbula y se irguió, con cuidado pero de un movimiento firme, quito las manos del acuariano de sus hombros – "Estoy bien…"- Sentenció con seriedad, le dirigió una mirada severa al francés.
Acuario no cambio su expresión de serena seriedad, -" Kardia… necesitas descansar, se que usaste el Katakeo, tu corazón está exhausto…"-
- "Maldita sea Degél! Suenas como una maldita pilmama! Por que siempre exageras todo!? Te dije que estoy bien!"-Le gritó colérico, le dio la espalda, tomó de mala gana el montón de libros que el acuariano había dejado previamente sobre la mesa, - " Anda ya! Aquí me sofoco, quiero acabar con esto, te veo con el Patriarca…"- dijo mientras se dirigía a la puerta, no lo volvió a mirar…
Degél suspiró profundo, seguía al pie de la ventana viendo hacia las calles parisinas, esa había sido la última vez que había visto a Kardia, durante esa noche con el patriarca, no le dirigió la palabra, y los siguientes días ni se paró en acuario, una semana después, el Patriarca lo había enviado de misión, no se despidieron…
-" Esto es un sueño hecho realidad! Ahora quiero ir con los perfumistas!"- Escucho a la chica que ahora se colgaba de su brazo, devolviéndolo a la realidad, le sonrió a medias. –"Paso algo Degél?...- inquirió la mujer al ver el cambio de expresión en el chico.
- " No señorita Serafina, nada… vamos…"- negó ligeramente con la cabeza, y salió con aquella bella chica de su brazo, se permitió un último pensamiento hacia Kardia, esperaba que estuviera bien… seguro si, el era testarudo, y no moriría tan fácil, volvió su atención a Paris… debía concentrarse…
En el santuario…
El bello jardín de rosas se mostraba a sus pies, basto, perfumado, hermoso y mortífero… Albafica contemplaba sus rosas y las examinaba, la jardinería era parte de su entrenamiento, así que estaba metido entre aquellas rosas envenenadas, recogiendo las hojas ya secas o cortando algunos retoños para trasplantarlos en otras áreas.
Generalmente sus días pasaban así, a menos que fuera enviado a alguna misión, de momento, se encontraba en una relativa paz, así que tenía tiempo de atender a sus únicas compañeras, las rosas… estaba absorto en su trabajo manual, hacia las cosas con delicadeza pues respetaba aquellos seres vivos que también eran sus mortíferas armas, tan metido estaba en su trabajo y pensamientos que no escucho los desesperados pasos entrar en su templo.
-" Señor Albafica!, Señor Albafica donde esta?!"- la serie de gritos desesperados llamándole fue lo que lo distrajo de su trabajo, y grande fue su sorpresa al ver a nada menos que a Atena al pie de su jardín, desencajada y sudorosa, debía de venir corriendo…
-"Señorita Atena! Alto! No dé un paso más!"- le grito al ver que la niña pretendía entrar en el jardín, la chiquilla se sobresalto pero obedeció, Albafica se acerco a ella pero a una distancia prudente, se arrodillo ante la niña –" Dime Atena, que puedo hacer por ti?"- le dijo de forma más cortes, confundido de que la niña estuviera ahí y con esa expresión de preocupación que llevaba.
-" es… es Kardia… el… el… Patriarca… Ven… a Escorpio… rápido…"- Explico la niña entre jadeos pues aun trataba de recuperar el aliento, nuevamente haba llegado corriendo hasta ahí, Albafica no entendía, pero en cuanto vio a Sasha salir corriendo nuevamente y hacerle una seña de que la siguiera, salió tras de ella.
La niña era rápida, llegó antes que él a los aposentos de la octava casa, aunque bueno, ella los conocía mejor, él nunca había estado ahí antes, ya que era un solitario crónico, lo único que conocía de todos los templos era la nave principal por la que pasaba hacia el suyo. La puerta de la habitación estaba abierta, dentro Sasha arrodillada al lado de la cama, el patriarca sentado en una silla cerca de la mesita de centro y una sirviente al lado de Sasha poniendo compresas frías sobre la frente del caballero de escorpión.
-"Patriarca… llamaba? "- no se había movido de su lugar, después de todo no era bueno que estuviera cerca de los demás, el más ligero rose con su piel… seria mortal.
-"Oh! Albafica, bien bien.."- Sage se había levantado de su lugar y acercado hacia el caballero de piscis que por inercia retrocedió, al ver esto, Sage detuvo la avanzada y sonrió comprehensivo. –" Necesito de tu sabiduría en plantas medicinales…"- Comenzó la explicación mientras volteaba su atención a un inconsciente Kardia. –" El corazón de Kardia está muy lastimado, y si no recibe ayuda, morirá… "-
Albafica se quedo en silencio un momento, sentía la mirada de Sage clavada en él, y la de Sasha, llorosa, implorante, miró a Kardia, a pesar de estar inconsciente, su rostro denotaba sufrimiento, su piel tenía un tinte rojizo, seguro por la creciente fiebre que lo aquejaba. Había oído rumores sobre la enfermedad del escorpiano, pero realmente nunca le intereso enterarse.
-" Señor, hare lo que pueda pero usted sabe y entiende que no seré de mucha ayuda, mis conocimientos en plantas medicinales son pocos, además de que estoy incapacitado para hacerle una revisión, no debo tocarlo…"-
-"Albafica… no te envie hace poco a la isla del curandero? No hiciste lasos de amistad con el estudiante de Luco? Se que podrás hacer algo por calmar la fiebre de Kardia, después de Degél tu eres el único que tiene conocimientos de medicina, en este momento no podemos contar con la presencia de Acuario, por eso pensé en ti, no te estaríamos pidiendo esto si no fuera una emergencia…- Albafica bajó la mirada, pensando rápidamente en posibles soluciones, no podía declinar la nueva misión así que asintió decidido.
- "Si patriarca, deme un poco de tiempo, veré que puedo hacer, volveré, con permiso…"-
….
Estaba seguro que Pefko le había proveído de suficientes hiervas y plantas medicinales, buscaba con desespero las mismas, además de varios libros de botánica que tenia por ahí, revisó, busco, leyó y releyó. Según tenía entendido las fiebres de Kardia eran algo crónico causado por un mal cardiaco, así que necesitaba primero que nada algo que bajara la fiebre, así que decidió, violetas, cebada, que además de bajar la fiebre ayuda a la hidratación del cuerpo, y algo que sabia a Kardia no le molestaría y seguro tendría muchas, manzana, eso en una infusión sería suficiente para bajar la fiebre, sabía que no seria de la noche a la mañana pero harían el trabajo… además necesitaba algo para el dolor, el sauce era bueno, además que adelgazaba la sangre lo cual ayudaría al corazón, melisa que seguramente lo ayudaría a descansar al ser un anestésico… y finalmente algo para su afección cardiaca, la miel, mesclada con fresas fortalecería el corazón de Kardia, además de cebollas, ajos y limón igualmente en infusión que ayudarían a bajar inflamaciones y a regular la arritmia que de seguro tendría.
Armado con su botiquín natural regreso a la casa de escorpión, pidió ayuda a los sirvientes de la misma, indicó cantidades y formas de cocción de cada elemento, mientras los remedios estaban en proceso fue a ver a su ahora "paciente", en la recamara ya no se encontraba ni Atena ni el patriarca, solo Kardia, acostado, inmóvil, se acerco a la cama con nerviosismo, no sabía qué hacer… tenía que checar los signos vitales del escorpiano pero no podía hacer eso sin tocarlo. Kardia seguía inconsciente, el tono rojizo de su piel no había bajado así que seguro seguiría con la fuerte fiebre, acerco su oído al rostro de Kardia, como pensaba, la respiración era irregular y pesada, estaba a unos centímetros de él y podía sentir claramente el fuerte calor que irradiaba, Albafica se alarmó… si sin siquiera tocarlo podía sentir la fiebre, eso significaba que el escorpiano estaba ardiendo… se inclino un poco mas y rosó su oreja contra el pecho del convaleciente, los latidos rápidos y descontrolados le daban la razón en cuanto a la arritmia, se alejo con mirada evaluadora, iba a tener que modificar algunas cantidades en sus infusiones pero en general sabia que hacer, regresó hacia donde estaban los sirvientes, dio nuevas instrucciones así como dosis y horarios, les dejo muy en claro que tenían que seguir todas sus indicaciones al pie de la letra, el estaría checando cada día la evolución del joven, si todo marchaba bien, en unos días estaría fuera de peligro, y pusieron manos a la obra.
