CAPÍTULO 1: CAOS Y HUÍDA

Corría todo lo que sus piernas se lo permitían. Jadeaba con intensidad intentando alejarse de todo aquel caos que se encontraba ahora en esos momentos. Sin embargo, un enemigo mayor le perseguía: fuego. Pero no cualquier fuego, era de una deidad enojada por sus acciones, incapaz de superar lo que realmente acababa de pasar. Intentaba huir y alejarse de todo aquello que le atormentaba, siendo realmente incapaz, pues ese dios intentaba acorralarle con todo lo que tenía. Saltó de un ligero desnivel cayendo de rodillas y a pesar de sentir sus huesos crujir y lastimarse siguió corriendo, pues aparte de que su vida dependía de ello, le había prometido a su padre que saldría vivo de esta, no importaba cuan herido estuviera o a donde llegara, después se reencontrarían.

Aunque sabía que esa promesa era demasiado frágil y fácil de romper, le mantenía con fuerzas y ánimos de aquel símbolo que alguna vez la gente llegó a adorar, no entendía lo que realmente había pasado, ni como esa deidad extranjera llegó a su país, solo sabía que no quería morir. El incendio le pisaba los talones y empezaba a quemar, no solo el bosque, sino sus pulmones y sus extremidades empezaban a calentarse de una manera cruel. Algunas lágrimas resbalaron por sus mejillas, teniendo el triste pensamiento que no lograría cumplir su parte de la promesa, gimiendo un poco cuando el líquido tocó sus ardientes mejillas. Sus piernas no respondieron más y cayó. Por más que lo intentó sus piernas no respondían, jadeó viendo como el fuego le alcanzaba. Tosió un poco, sintiendo como su boca y garganta se secaban, su respiración se volvió agitada y pesada, pudiendo solamente gemir de dolor cada vez que inhalaba de ese pesado y tosco aire.

Cerró los ojos en espera que su fin llegara. Sintió como su temperatura corporal se elevaba de una manera que le torturaba, suplicando ante la muerte que no tardara por el. No supo si era despiadada o no le escuchaba, pues su dolor nunca desapareció. Sintió entonces como sus pies eran carcomidos por el fuego, no pudiendo hacer más que gritar y jadear, sintiendo como empezaba a ascender hacia sus rodillas. Soltó más lágrimas cuando este tocó sus caderas de una forma despiadada y se tensó al sentir como le torturaba, subiendo lentamente a su cintura. Sintiendo su fin cerca, cerró los ojos, tratando de ignorar el calor que empezaba a acumularse en su garganta, ahogando todo sonido que emitiera. Abrió sus ojos por última vez, solo para ver el cielo nocturno, quien le regaló unas gotas de lluvia, con el fin de refrescarle un poco. Esa lluvia se intensificó, logrando apagar por completo el fuego que amenazaba con la vida del joven. Pero… ya era tarde…

Todo su cuerpo fue abrazado por las llamas sin piedad alguna, ya no respondía a sus órdenes de levantarse e ir en busca de su progenitor, quien de seguro estaría muerto o herido de gravedad, ¿Cuál era el caso de levantarse y seguir?

Escuchó entonces como las olas se golpeaban violentamente contra el muro de roca, ¿realmente había corrido tanto?

Se apoyó en sus codos para avanzar, pensó en que tal vez podría remojar su adolorido cuerpo en el agua y descansar del maratón que acababa de correr. Pero se decepcionó al llegar a un acantilado y observar como la marea se agitaba violentamente en el fondo. Suspiró pesadamente, dejando que su cabeza colgara de la orilla. Ya no sentía fuerzas ni motivos de seguir, estaba devastado y deprimido para seguir viviendo, ¿Por qué se le torturaba con agua cuando pudo haber muerto con las ardientes llamas?

Quiso ser optimista y pensar que su padre esperaría por él en el lugar secreto acordado, que le recibiría con los brazos abiertos y con cuidados especiales por sus heridas. Se entristeció al pensar que no volvería a caminar, mucho menos correr, que jamás volvería a ir a donde él quisiera sin ayuda, que la mayor parte del tiempo tendría que estar recostado o sentado…

Solo sería un estorbo, ¿Qué seguía haciendo en el mundo?

Pensó en ese lugar de descanso que tanto se le había hablado durante toda su vida, aquel donde solo los que lo merecían llegaban, y quienes no, lo añoraban. Aquel lugar junto a los dioses donde se le prometía aliviar cualquier mal, la felicidad eterna, estar con su familia y amigos que habían llegado antes que él y pasar la eternidad en la eterna alegría…

Pensó entonces en entregarse a las gentiles aguas que terminarían con lo que su asesino había empezado y dejar que poco a poco cada parte de su ser cayera ante su fin. No sabía si era doloroso o no, pues ya no sentía nada de la cintura para abajo e ignoró los raspones y jaloneos que sentía su pecho, cuello y cara. Sentía como la sangre fluía con rapidez al cortarse con algunas piedrecillas en el acantilado.

Sin embargo, antes de que su cuerpo cayera pesadamente al risco, alguien impidió su caída. Entre la lluvia y la obscuridad no distinguió quien era, ni sus facciones. Le hablaba, pero ya no le entendía, sabía que le preguntaba cosas, pero no podía responderle, entre los gritos de dolor que emitió y el dañino humo, sus cuerdas vocales se quemaron…

Solo podía pensar en aquel hombre que trataba de salvar su inútil vida, y que gritaba con desesperación su nombre. Se oía afónico, y que con cada grito perdía más y más su voz. Sabía que le dedicaba palabras de cariño y amor, aunque fuera la única vez en su vida que lo hubiese escuchado hablarle así, sabía que llevaba embotellados esos sentimientos desde hace años, por más duro que alguna vez le hubiese llamado o por tan estricto que hubiese sido alguna vez con él. Inclusive sabía que todos los castigos que le dirigió el hombre, era por el mismo amor que sentía por él, no importaba la duración de estos o lo crueles que hubiesen sido.

Sentía como jalaba hacía el de manera desesperada, siendo que la lluvia que caía no le ayudaba y parecía querer hacerle caer hacia su muerte. Deseaba estar en sus brazos una última vez, antes de caer, pero también deseaba ya terminar con todo, pues sabía que no todas las gotas de agua que caían en su cara eran de la lluvia, sino lágrimas de aquel señor que le cuidó toda su vida, a quien le debía la vida y quien creía que jamás volvería ver. Ahora tenía la oportunidad de despedirse de él, de pedirle que fuera feliz sin él, que tuviera un hijo digno de ser llamado suyo, aunque no fuera con su progenitora, no le importaría ya, solo quería que su padre fuera feliz.

Sintió entonces como esos fuertes brazos le rodearon con delicadeza, pero fuerza la vez. Una calidez que no quemaba le envolvió, logrando sentir algo de bienestar, pero una inmensa debilidad que se apoderaba de él. Sintió como su capa le cubrió de la fría lluvia y como le cargaba con cuidado, alejándole de la marea que estuvo a punto de acabar con su inútil existencia. No entendía cómo es que aun amaba el pedazo de escoria que era ahora, podía conseguir algo mejor, ni siquiera le quedaba mucho tiempo de vida, y aunque la tuviera, ¿Qué clase de vida tendría ahora?

No…no podía hacerle sufrir de esa manera…

Entonces cerró sus ojos, dejando se sentir sus extremidades, pero extrañamente no dejó de sentir los abrazos y lágrimas de su progenitor, quien volvía a exclamar su nombre, sin lograr que nada dentro de él cambiara…

Hizo lo que jamás creyó que haría, lo que juró a su padre que jamás pasaría…

Algo que solo los cobardes hacían…

Dejar de pelear y entregarse al cruel destino…

Lo siento...padre...


Hola nwn/

Bueno, aquí les traigo otra historia :B (no, no dejare en el olvido las otras) y es que soñé esto y pensé "con un carajo, no puedo hacerlo esperar :v" antes de que lo pregunten, si, nuestro querido personaje misterioso esta muerto ;n; y si se preguntan "¿y esto que tiene que ver con el summary?" el siguiente capítulo tendrá muuuucho que ver y creo (espero) que empiecen a entender qué demonios está ocurriendo aquí :v

Les invito a dejar review y leer mis otras historias.

Nos leemos :D