Los nombres están en orden americano, ósea primero nombre luego apellido.

Ejemplo:

Kashuu Kitomitsu - Orden Japonés.

Kiyomitsu Kashuu - Orden Americano.

La romanización es simple.

Ejemplo:

Touken Danshi -Romanización Normal.

Token Danshi - Romanizacion Simple.

Saniwa, bueno en este caso haremos referencia a una mujer.

Con respectó al fic, mi intención es que sea Shonen-Ai, y que a su vez tenga algo de Heterosexualidad, en ningún caso llega al sexo.


Los personajes (en su mayoría) no me pertenecen a mi si no a DMM, la historia de Japón y a sus respectivos ilustradores, siéntense y agárrense de donde puedan porque en los próximos minutos o quizás horas (depende del tiempo que les tome leer) disfrutaran de una experiencia absurda y alucinógena, recuerden que la mayoría de los sucesos ocurridos son obra de mi total falta de interacción social.

Ahora sí, no les quito más tiempo y a leer.


~Corre, corre que te atrapan~

"Año 2205 D.C.

Un grupo de espíritus malignos que se han hecho llamar "El ejército de la historia retrograda", han aparecido para atacar en momentos cruciales para la historia de Japón.

Para detenerlos un Saniwa —sabio debe traer a la vida a espadas, para ser estas las que se encarguen de viajar al pasado y pararles los pies a esos seres, sin embargo no todo es presión, pues también tenemos nuestros momentos de relajación y diversión.

Aunque… con Hasebe, realmente es un poco difícil."

Ya es tan tarde. — Miró su reloj de mano.

Su salida del trabajo era a las 6 de la tarde, realmente era un trabajo de medio tiempo, sin embargo podía hacer algunas horas, que si bien no le serian pagadas como extras, sí que le dejarían unos buenos días de descanso, o al menos ese era el trato que tenía con su jefe y hasta el momento el señor parecía respetarlo al pie de la letra.

Últimamente, le había tomado cariño a eso de salir temprano, pero en la cafetería las cosas últimamente estaban yendo tan bien, que ella debía quedarse más tarde.

Al principio no le preocupaba, después de todo le divertía estar en la cafetería, si bien, era cierto que habían días de terror, en su mayoría el estrés era bajo.

Sin embargo últimamente se estaban esparciendo algunos rumores raros, la mayoría relacionados con Kuchisake Ona, varios de los clientes decían haberla visto lo suficientemente de lejos como para lograr huir por sus vidas, habían otros que fanfarroneaban diciendo que le habían hecho frente, y lo peor es que todas señalaban una calle en concreto y esa era la misma por la que ella pasaba para dar marcha a su casa.

Podía tomar otras rutas, pero de todas esa era la más segura, era cierto Tokyo era una capital con un alto índice de seguridad, pero eso no significaba que no hubiesen amantes de lo ajeno merodeando por ahí.

Era domingo y ella seguía en la cafetería cada cierto tiempo volteando a su reloj, como si estuviese en las manos de este el que su jefe le dejase ir.

—Si sigues así, lo clientes comenzaran a incomodarse. — Volteó rápido a encarar al poseedor de aquella voz.

Era un chico más alto que ella, de tez ligeramente más oscura, ojos color avellana y cabello teñido de azul, parecía ser el típico adolecente en la edad de la punzada, sin embargo el joven tenía 27 años.

—Mako. — Llamó al chico que no dejaba de sonreírle, hasta cierto punto a él le hacía gracia verla en ese estado, suplicándole al reloj que le diese su libertad.

A Mako le daba reverendamente lo mismo aquellos cuentos que soltaba la gente, después de todo tenía auto propio y no era de los que se dejaba guiar por una cara o cuerpo bonito, si bien era todo un casanova, no era un tonto, se necesitaba más que una linda silueta como para que el chico perdiese el suelo.

—Si tanto miedo te da, entonces permíteme llevarte en mi coche. — Dijo de manera honesta.

¿Llevarme en su coche? — Ya sabía por dónde iban los tiros, después de todo su título de casanova no aparecía solo porque si, oh no señor, el chico era amable, eso nadie lo ponía en tela de juicio, pero también era un maestro en el arte de persuadir a las chicas y encamárselas, ya había una gran lista, ninguna le había reclamado nada, después de todo él desde un principio dejaba claro que solo era cosa de una noche, si ellas accedían era muy su problema. Pero todas pasaban por aquella acción, llevarlas hasta su casa en su coche. —No. — Soltó dándole la espalda, yendo a la cocina, ya no habían tantos pedidos igual y podía ayudarle a Miyuki.

Ante aquello Mako tardó en entender el comportamiento de su compañera, hasta que de tanto, le vino a la mente aquel incidente. — ¡No, no, no, espera Nozomi! — Gritó tratando de retener a la pelinegra, pero su intento fue completamente en vano, sin contar que se ganó la mirada de toda la clientela y de sus compañeros. — ¿Es que nunca me lo va a perdonar?

—Mako, le necesitamos en la mesa 7. — Habló su jefe, sin lograr sacar al chico de su nube gris.

— Sí, señor Kobayashi. — Se dirigió cabizbajo hacia la mesa 7, en donde unas lindas chicas, con sus respectivas parejas tenían en mente lo que pedirían.

En la cocina se encontraban dos chicas, una con la cabellera naranja y otra pelinegra.

—Vamos Nozomi, igual y Mako no tenía esas intenciones contigo. — Esa era la voz de Miyuki, quien hasta cierto punto, se volvía pepe el grillo para Nozomi y Mako, era una chica de tez blanca, bueno ligeramente bronceada, era un poco más baja que Nozomi, su cabello siempre estaba recogido en una coleta alta que sobre salía ligeramente de un lado, con un moño.

—No me pienso arriesgar. — Respondió la pelinegra, después de todo eso de "No tiene esas intenciones", lo dijo la semana pasada cuando sin querer lo vio apuñalándole el gato a una tipa.

No quería admitirlo, pero había estado teniendo un interés amoroso en el chico, después de todo, desde que ella y su familia se habían mudado de Okinawa, era con quien mejor se llevaba, y era casi era una vida juntos, bueno más o menos, además el chico tenía múltiples cosas que lo volvían un auténtico encanto y si tenía que ser honesta lo único malo en él, era su habilidad para llevarse a la cama a cuanta chica quisiese, aunque eso sí, él nunca había intentado nada con ella, quizás si le estaba dando su espacio, la estaba respetando, quizás él tenía los mismos intereses hacia ella y Nozomi estuvo a punto de declarársele, hasta que aquello paso, entonces el encanto empezó a disminuir, de manera brutal.

Dieron las 10 de la noche, la cafetería cerró y con ello la libertad le volvía a Nozomi, ahora que lo pensaba ya era la cuarta semana que cerraban a esa hora y también la cuarta en la que ella entraba desde las 8 de la mañana, para ser un trabajo de "medio tiempo", en el último mes se había hecho 14 horas diarias, bueno sábado y domingo eran sus días de descanso pero eso no evitaba que le hubiesen sacado cuanto jugo pudiesen, aunque si lo veía de una forma más monetaria bien podría pedir la paga de esos días y no el descanso como en otras ocasiones.

Iba caminando tranquila, las luminarias de la calle iluminaban a la perfección y si tenía que ser honesta todo se veía muy tranquilo, casi como si fuese una fotografía enorme la que estuviese ante ella y no la calle.

—Corre. — Escuchó un suave murmullo provenir de sus espaldas, volteó y para su terror no encontró a nadie.

Quizás si hubiese visto a alguien de igual manera se asustaría, pero tendría la certeza de no haber oído mal.

—Corre. — Volvió a escuchar el mismo murmullo, y nuevamente volteo a ver.

Nuevamente no había nada.

Comenzó a apresurar el paso, ya no quería estar en la calle ni un segundo más, ahora se arrepentía de no haber accedido a la "amabilidad" de Mako, después de todo si el chico trataba de hacer algo, ella le podía haber tirado gas pimienta en los ojos.

—Corre. — Otra vez lo escuchó y otra vez volteo, para otra vez notar que no había nada.

¡Demonios!

Eso ya le estaba crispando los nervios, que de por si no estaban nada bien con tanto cuento en la cafetería.

—Corre. — Esta vez ya no volteo, estaba decidida a hacerle caso a dicho murmuro pero sus piernas no le estaban respondiendo de manera adecuada, casi podía jurar que caminar se estaba volviendo toda una odisea.

— ¡Corre! — Esta vez fue un grito que le calo hasta los huesos. Trato de correr, pero no pudo, sintió que algo o alguien le estaban agarrando los tobillos.

—En cuanto voltees a ver, ¡te matare! — Escuchó una voz de ultratumba completamente ajena a la voz que había escuchado antes, el miedo se apoderó de ella al grado de comenzar a llorar, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras luchaba por no gritar, sentía que si lo hacía, aquella amenaza se haría realidad.

—Dime… — Aquella voz le perforaba los oídos, era tan estridente para ella, que sentía que alguien más podía escucharla, sin embargo parecía todo lo contrario. — ¿De qué color son tus viseras? — Esa cosa iba a matarle de todas maneras.

Una risa macabra se apodero del lugar, haciéndola temblar aún más del miedo. El agarre de sus tobillos se hizo aún más fuerte hasta que dejo de sentirlos y se vio obligada a caer al suelo quedando en cuatro.

No pudo evitar que sus sollozos se hicieran notorios, a pesar de ya no sentir el agarre sabía que no estaba sola, había una presencia atrás de ella, misma que le había amenazado. Un fuerte tirón en su cabello le hizo quedar sentada con la vista al frente.

Sintió como una mano esquelética subía por su brazo izquierdo hasta quedar de frente a su rostro, podía distinguir algunos trozos de carne colgando de esta, sintió otra mano tomarla por la cintura con un agarre que podía jurar que en cualquier momento terminaría partiéndola en dos.

La mano que había quedado de frente a su rostro comenzó a acercarse lenta y amenazadoramente, hasta apresar su rostro con brutalidad, levanto el dedo anular, dejándolo peligrosamente cerca del ojo de la chica.

—Quizás primero deba escucharte gritar de dolor. — Comenzó a acercar su huesudo dedo, al ojo derecho de Nozomi, ella trató de gritar sin embargo le era imposible teniendo la palma de aquella cosa tapándole la boca.

Estaba a unos escasos milímetros de perforar su globo ocular, aquella cosa parecía estar disfrutando con los intentos de la chica por pedir ayuda. — ¡Te dije que corrieras! — Se escuchó una voz, seguida de un fuerte golpe como cuando arrojan los cubos de basura.

Nozomi en cuanto sintió que era libre, comenzó a respirar de manera errante.

— ¡Vete de aquí y pase lo que pase no voltees! — Escuchó la misma voz de hace unos segundos. Y esta vez no vacilo, tan pronto como pudo ponerse de pie corrió lo más que pudo, no supo que había pasado con exactitud, sin embargo sabía que aquello no era humano, ni quien le ataco ni quien le salvo.

Llego a casa, entró y cerró con todos los seguros habían en aquella puerta, se dejó caer al suelo para llorar libremente.

Sin embargo se percató de que la casa estaba completamente callada, y aquello le alteró más, prácticamente azotó la puerta al entrar, ¿cómo era que nadie se había asomado aún?

Caminó hacia las habitaciones de sus hermanos —después de la muerte de sus padres, ella y sus hermanos quedaron solos y habían decidido vivir juntos, hasta que queda uno se hiciese de su nido— abrió suavemente la puerta de su hermana Tsubaki, miró al interior y encontró a su hermana de 15 años dormir plácidamente, como si aquel golpe nunca se hubiese suscitado, con miedo se acercó más, como no creyendo que de verdad su hermana estuviese descansando.

La tocó y en efecto era Tsubaki, se sintió más calmada al saber que en realidad era su hermana y no algo que aparentaba serlo. Salió de la habitación de la menor y se dirigió a la de su hermano. Notó que la puerta estaba abierta, cosa que le alteró los nervios, entró suavemente en ella…

— ¿Qué horas son estas de llegar?

— ¡KYA! — Se escuchó un estruendoso y potente grito en la casa, mismo que logró despertar a la bella durmiente que recientemente había sido visitada.

— ¡¿Qué pasa?! — Entró la menor con escoba en manos, más dormida que despierta, su cabello estaba brutalmente alborotado producto de la señora almohada.

Nozomi quien no dejaba de llorar se dejó caer al suelo. — Nozomi, ¿qué te pasa? — Volvió a hablar su hermano.

La mencionada alzó la mirada y sin previo aviso comenzó a golpear a su hermano. — ¡Idiota! — Gritaba una y otra vez, mientras que el chico solo se cubría para no ser aporreado por su hermana que si bien no hacía ejercicio, tenía la mano muy pesada.

— ¡Ya párale! — Chilló su hermano mayor.

Después de un rato —de haberla calmado, mejor dicho— la pelinegra estaba sentada en la cama de su hermano, luchando para que su voz se volviese audible.

—Aquí tienes un poco de té. — Dijo Tsubaki, dejándole en las manos a su hermana una taza de té caliente, quizás eso le ayudaría a Nozomi a relajarse.

— ¿Qué ocurrió? — Preguntó su hermano, viendo que la pelinegra se había calmado un poco más.

—Saliendo del trabajo, alguien me dijo "corre", voltee pero no vi a nadie y luego me volvieron a decir lo mismo, volví a voltear y nada, después gritaron "corre" y algo me agarro de los to… — El mismo escalofrió que sintió en cuanto vivió aquella situación, volvía a recorrerle el cuerpo obligándola a callar, era como si aquella cosa le estuviese vigilando, o algo por el estilo.

Nuevamente el miedo la hizo su presa y comenzó a llorar, sus hermanos preocupados ante el interrumpido relato de la chica decidieron no hacer más preguntas, quizás el trauma fue demasiado como para que ella se pusiese en ese estado, sin embargo ellos pensaron más en un acosador que en un ente.

La noche transcurrió, como otras tantas, con un silencio de lo más acogedor, claro que no lo era tanto para cierta pelinegra que por más que trataba no lograba pegar los ojos.

Al día siguiente las actividades comenzaron a primera hora de la mañana.

—Desayuna algo. — Le dijo su hermano.

—Ryo, no tengo tiempo, ya se me hizo tarde. — Dijo la chica de cabellos color ocre.

—Tsubaki, si sigues sin comer como se debe seguirás enana. — Dijo burlón, a lo que recibió como respuesta un puchero de su hermana.

Tsubaki tomó una rebanada de pan tostado y salió corriendo de casa. Dejando en esta a los otros dos, la pelinegra que estaba en estado Zombie, producto de no haber dormido absolutamente nada, y el pelinegro quien veía preocupado a su hermana.

—Si te sigues sintiendo mal, entonces no vayas a la cafetería. — Le dijo ganándose una mirada asesina por parte de la pelinegra.

— ¡Claro! — Gritó ella. —Como la luz, el teléfono, el gas y los demás servicios se pagan solos. — Dijo casi casi, como si el comentario de su hermano hubiese sido un insulto.

— ¡Por supuesto! — Canturreó él, igual o más ofendido que ella. —Es que con lo que gano no alcanza para nada, ¿verdad?

¡Tuché!

Ahí la había atrapado, si bien Ryo como enfermero no ganaba la millonada, tampoco era como que estuviesen atorados económicamente, a eso sumándole el hecho de que la casa era propia y que Tsubaki tenía beca completa, la chica era una mente brillante, aunque muy desastrosa, eso había que admitirlo, así que los servicios eran un pésimo pretexto, pero por otro lado Nozomi no quería ser una carga para su hermano, Tsubaki estudiaba y Ryo trabajaba, en cuanto a ella… bueno, no es por culparlos, pero después de la muerte de sus padres la chica perdió demasiado interés en la vida, principalmente en su vida, la vida de los demás sí que le importaba, pero la propia quedaba muy arraigada, casi casi en el olvido.

De por si siempre tuvo sus dudas con respecto a lo que quería hacer en la vida, después de la muerte de sus padres, el tema quedo aún más en su rinconcito del olvido.

—Sabes que nadie te está obligado a nada, Zombie. — ¡Ya estaba de vuelta!, Ryo sí que sabía cómo cambiarle el humor a sus hermanas en cuestión de segundos, hacia miles de millones de años que no le llamaba así.

La discusión quedó a medias, la hora de entrada de Ryo se aproximaba y a ese hombre no le gustaba salir a las carreras, se despidió de su hermana y partió al hospital.

Nozomi respiró hondo, si bien era cierto lo que decía su hermano, nadie le estaba obligando, pero ella tenía que hacerlo, si no era en ese momento sería más adelante, pero de que tendría que entrar a la vida laboral, tendría que hacerlo.

Se quedó sentada un rato, o mejor dicho unos 15 minutos, ahora que prestaba atención la casa sí que estaba vacía sin ese par.

—Bien, será mejor que asee la casa. — De hecho para eso se turnaban, pero debido al pequeño gran escándalo de la noche anterior los otros dos no habían dormido, principalmente Ryo, Tsubaki a como pudo volvió a conciliar el sueño, pero Ryo se pasó gran parte de la noche en vela, preocupado por ella.

Comenzó por las habitaciones, después en la cocina, en su vida se había dado a la tarea de ser tan meticulosa con la limpieza, pero quizás, solo quizás era su subconsciente quien le hacía hacer la limpieza por cada uno de los rincones de la casa, todo con tal de mantener aquel recuerdo lo más alejado posible.

La mañana se fue como agua, afortunadamente había acabado con todo el quehacer de la casa, si bien debía agradecer que sus hermanos recogieran su desorden antes de partir, se dejó caer en el sillón y su mente —que se notaba a leguas que la amaba— le volvió a proyectar lo vivido la noche anterior.

Bajó la mirada hacia sus tobillos, realmente algo la había tocado, con sumo cuidado acercó la yema de sus dedos hacia la zona en la que había sentido el agarre.

Para su sorpresa y a la vez terror esta se sentía fría, como si la sangre no le circulase por ahí, comenzó a mover su pie, este le reaccionaba perfectamente bien, de haber un corte en la circulación debería de fallarle o mínimamente incomodarle los movimientos, pero no era así.

Era raro.

Era muy raro.

Comenzó nuevamente a hacer memoria, aquella voz, la que le decía "corre", era muy distinta a la de la cosa que le atrapó.

Con todo y su miedo tenía que averiguar que carajos era eso, porque definitivamente no era Kuchisake Ona, es mujer no te amenaza, te pregunta si es linda y ay de ti si le contestas algo, cualquier cosa puede costarte la vida.

Dieron las 1:30 de la tarde, pronto tendría que ir al trabajo, para su suerte, la noche anterior el señor Kobayashi les había dicho que abriría un poco tarde, así que no había necesidad de entrar temprano, preparó sopa de miso, seguro que en cuanto Tsubaki llegase estaría muerta de habré, así que solo tendría que calentar un poco y problema resuelto.

Entró a su habitación y comenzó a arreglarse, se recogió el cabello en una coleta alta, algunos traviesos y rebeldes mechones se escaparon del agarre de la liga y le cayeron en el rostro, atravesándole la cara, se veía un poco raro, pero a la vez lindo, por lo que ni se molestó en retirarlo. Después de todo, no era como que le obstruyera la vista, se puso una falda larga negra y una blusa verde holgada, no era lo más chic, pero le daba exactamente lo mismo.

Caminaba rumbo a la cafetería, por la misma calle en la que había sido "atacada", no notó nada raro en la calle, ni rastro alguno, creyó que podría encontrar algo de sangre, después de todo lo que le ataco estaba teniendo desprendimiento de carne, lo más lógico sería pensar en que había quedado rastro alguno, o mínimamente que alguien hiciera mención de haber visto algo inusual, pero no fue así, todo estaba de lo más tranquilo.

Sin embargo, sí que había algo ahí…

Viéndola con mucha atención, fijándose en todos y cada uno de sus movimientos.

A unos cuantos pasos de llegar a la cafetería se encontró a un grupo de pequeños que cantaban, mientras saltaban una cuerda.

—Corre, corre, que te pillo. — Se detuvó al oír esas palabras.

Jamás se había detenido a escuchar el canto de los niños. Estaba saltando la cuerda, ¿por qué cantaban eso?

Una nueva y helada brisa se hizo presente, Nozomi volteó a su derecha, pues por un momento sintió que algo rozó su brazo.

Dirigió nuevamente la mirada hacia los niños. —Yo tengo un tallarín, un tallarín, un tallarín. — Algo le llamó demasiado la atención, ahora los niños ya no tenían la cuerda.

Fueron solo unas milésimas de segundo, la cuerda debería de estar tirada por algún lado… pero no hay nada. — Sus pensamientos comenzaban a crisparle los nervios, y nuevamente una brisa helada le removía suavemente el cabello a todo aquel que estuviese afuera.

No apartó los ojos de los niños, quizás con la esperanza de notar algo, pero nada, los niños seguían con el baile del tallarín.

Definitivamente aquello no acababa.

Bueno, segura de eso no estaba, pero tampoco podía deshacerse de esa desagradable sensación.

Llego a la cafetería y noto que esta estaba vacía, si bien las 2 de la tarde no era una hora de mucha clientela, tampoco era una hora… fantasma. Aquella simple palabra le calaba hasta los huesos, realmente el tema paranormal se volvía muy desagradable después de una experiencia de ese tipo.

Se fue a la parte de atrás para ponerse el uniforme.

¡Ahí esta!.. Oh, Saeki, ya has llegado. — Le habló un chico, que nunca antes había visto.

Era de su estatura aproximadamente, se le notaba que era un chico de lo más amable, sin embargo eso no le restaba rareza al hecho que él supiese su apellido.

Estaba a punto de preguntarle al chico quien era pero se vio interrumpida.

— ¡Nozomi! — Llegó al lado de la pelinegra, la pelinaranja de baja estatura. — ¡Oh!, veo que ya has conocido a Shunya. — Dijo mirando a los otros dos.

—De hecho… — Habló apenado el pequeño. —Apenas me estoy presentando. — Un suave sonrojo se posó en sus mejillas, por su paraciencia se notaba que no era un niño, pero tampoco se podía decir son facilidad su edad, su timidez le daba un aire muy puro.

Miyuki no pudo evitar embelesarse al ver al chico sonrojado, realmente el ver a un chico sonrojarse le causaba demasiadas cosas, toda una fiesta en el estómago, y ella no era la única en esa situación.

El chico se sintió un poco incómodo, no quería verse como un grosero, fue por ello que se había dedicado a aprenderse el nombre de sus compañeros, sin embargo parecía que con la pelinegra había sido un tanto brusco. —B-bueno… — Se aclaró la garganta. — Mi nombre es Shunya Inoue. — Dijo mirando a la pelinegra.

Cosa que la puso un poco nerviosa.

—Oh, bueno, por lo visto las presentaciones salen sobrando. — Esta vez quien habló fue el dueño de la cafetería el señor Kobayashi. —Bueno, creo que sale de sobra, pero Inoue se nos une hoy al equipo de trabajo, Saeki, por favor encárguese de explicarle como atender a la clientela. — Sonrió amablemente como era su costumbre y se marchó del lugar, parecía que el señor era un fantasma, pues nadie se percataba de su llegada, ni de su partida.

—Bueno. — Dijo en un leve susurro. —Enseguida vuelvo. — Avisó la pelinegra, después de todo aún no se ponía el uniforme.

Miyuki soltó una leve risa, quizás Mako ahora tendría algo de competencia, si bien el nuevo no daba indicios de otra cosa, ella bien podía encargarse de hacer que un caos se diera, no por nada le llamaban Miyuki "Corazones Locos" Kazahara.

Bueno, si lo pensaba detenidamente si sonaba un poco tonto el apodo, pero se lo atribuían a que ella se encargaba de meter a dos personas en una serie de situaciones locas y absurdas, que después terminarían uniendo a los involucrados.

Sentía algo de pena al tener que dejar al chico solo. —Disculpa debo comenzar a preparar los cupcakes. — Realmente le sabia mal, ella recordaba cómo se sentía de incomoda en su primer día laboral, fue horrible, pero los cupcakes no se preparaban solos, lamentablemente.

—Ah, no te preocupes Kazahara. — Sonrió el chico, él sabía que todos tenías sus funciones designadas, y él tenía que hacerla de mesero, por un lado lo agradecía, podía pasar tiempo con la pelinegra, y por el otro le asustaba bastante, hablar no era muy lo suyo.

La pelinaranja se marchó dejando al chico de cabellos castaños solo.

Bueno, solo, solo, lo que se dice solo y todo el mundo entiende por solo… no.

Asechándolo como leona en celo estaba Mako, Shunya no era el único chico en el equipo de trabajo, pero si el segundo hombre como mesero, la mayoría en esa área eran mujeres, así que bueno, Mako tenía ciertos privilegios, estaba rodeado de chicas, y podía hablar con más y ahora con un segundo mesero —varón— claramente habrían unas cuantas bajas en su territorio, pero bueno eso no era lo que le molestaba realmente, lo que le hacía hacer rabieta era… Nozomi.

Mako sabía que los nuevos estaban todo el día pegados al Senpai, que en el caso de Shunya seria Nozomi la que se la jugaría en ese rol, el nuevo tendría que estar todo el día con ella, de esa manera Nozomi le presentaría ante los clientes, a la vez que le enseñaría como atenderlos, lo sabía perfectamente ya que en su momento él fue el Senpai de Nozomi, bueno seguía siéndolo solo que con la confianza que se había dado entre ellos el honorifico "Senpai" se perdió y eso le gustaba, pues daba pie a una sana y muy buena relación, quizás hasta algo más formal.

Pero ahora había una pequeña amenaza llamada "Shunya Inoue", y eso no le agradaba en lo más mínimo.

Inoue sintió una mirada amenazadora y por inercia volteó a su izquierda, justo en esa dirección, estaba un chico mucho más alto que él, estaba poniendo los servilleteros, y de vez en cuando le miraba, el castaño podía sentir rechazo en la mirada del de cabellos azules.

Creo que es el típico compañero con el que no se puede llevar bien uno… al menos al principio. — Oh, bueno el chico solía ver el panorama completo y no solo lo evidente.

—Perdona la demora. — Habló la pelinegra.

El castaño regreso la mirada al frente, encontrándose con la chica en uniforme de maid, bueno la falda ligeramente más larga que la de las demás chicas, pero bueno, sintió sus mejillas un poco calientes, no sabía exactamente porque pero comenzó a sentirse nervioso. —N-no t-te p-preocupes. — Bajó la mirada al suelo, sabía que hablar no era su fuerte, pero tampoco solía tartamudear tanto.

No es nada que no puedas controlar Shunya, solo es hablar un poco más. — Trató de convencerse así mismo, quizás era por ser el primer día, sí, eso decía ser, ¿que si no?

—Tranquilo. — Le dijo notando el nerviosismo del chico. —Al principio es un poco vergonzoso, pero de rato te acostumbras. — Dijo segura de sus palabras.

El castaño alzó la vista y pudo notar la sutil, pero amable, sonrisa de Nozomi y terminó asintiendo.

Debo cerciorarme de que es ella. — Le devolvió la sonrisa.

No tardo mucho para que comenzaran a llegar algunos clientes, principalmente estudiantes.

—Nozomi, mesa 3. — Llamó el de cabellos azules.

El castaño y la mencionada alzaron la vista. —Bien. — Respondió la chica. —Vamos Inoue. — Llamó al castaño y comenzó a dar marcha hacia la mesa 3.

—E-esto… — La chica se detuvo al escuchar la voz del chico, motivo por el cual volteó a verlo. — ¿P-podrías llamarme por mi nombre? — Él no estaba para nada acostumbrado a ser llamado por su apellido, de hecho cada que le llamaban por el, sentía que había una distancia abismal entre él y la otra persona, y esa sensación no era nada agradable y menos en el trabajo.

La chica lo medito un momento. —Está bien… Shu-n-ya. — Sonrió y continúo su camino, esta vez seguida del castaño.

Ok, alguien tenía el trasero en llamas.

— ¿Qué demonios fue eso de "Shu-n-ya"?
¿Por qué tocinos le llamo así?
¿No podía llamarle "Inoue" y ya?
¿De verdad tenía que sucumbir a la patética petición del castaño?
¡Ah, Nozomi, ¿a qué demonios juegas?!
— Por más que deseara gritar no podía por las siguientes razones.

1.- Estaban en el trabajo.
2.- No era nada de Nozomi, solo eran amigos.
3.- Era ¡SU! Culpa, por jugarle al gran varón.

Saliendo con una bandeja de cupcakes, Miyuki veía divertida las mini rabietas de Mako, no podía evitar ensanchar su sonrisa. —No hubieses perdido tanto territorio si te hubieses comportado. — Le dijo en un susurro, mientras colocaba los cupcackes en la barra, para después acomodarlos en el mostrador.

Bien, si Mako ya tenía el trasero en llamas, con el comentario de Miyuki, definitivamente tendrían que llamar a los bomberos, porque se le estaba incinerando el alma.

En la mesa 3 estaba un grupo de chicas, provenientes de la preparatoria "Kaizen".

—Oh, Zombie. — Dijo una de ellas.

Ante aquello a Nozomi le dio un ligero tic nervioso en la ceja izquierda.

¿Zombie? — El castaño desconocía por qué la chica de cabellos ocres, se había referido así a su Senpai.

—Tsubaki. — Dijo la pelinegra en un murmullo, apenas audible.

La hermana de Nozomi. — Pensó el castaño.

— ¿La conoces Tsubaki? — Preguntó una de sus amigas.

—Ella es mi hermana mayor. — Dijo alegre, sabía en donde trabajaba Nozomi, pero no creyó que la chica se presentase después de lo asustada que había llegado la noche anterior.

—Ah, mucho gusto, soy Megumi Sendo. — Dijo una de las amigas de Tsubaki, a las otras dos si las conocía.

—Hola Nozomi. — Saludaron las demás, a lo que ella también contesto con una amable sonrisa.

—Bien, presta mucha atención Shu…

— ¿Es tu novio? — Dijo Kanon, con toda la intensión de molestar al par de meseros.

Y logró su objetivo, sin deberla ni temerla ambos se pusieron rojos. Las chicas al notar eso se echaron a reír.

Respira hondo Nozomi. — Contó hasta tres, para poder seguir con la explicación. —Cuando se trate de chicas, incluyendo a cotorras como estas…

— ¡Oye! — Dijeron las 4 preparatorianas al unísono.

¡Bingo!

El juego de "incomoda al prójimo" es multijugador, así que no se iba a quedar atrás.

—Tendrás que poner tu brazo izquierdo al frente. — Dijo mostrándole como debía hacerlo. — Ahora tienes que presentarte y preguntarles lo que desean. — Bien siendo honesta ella tampoco la hacía muy bien como Senpai, pero trataba de ser lo más clara posible. — Te muestro. — Dijo notando que el chico no había captado del todo. — "Muy buenas tardes señoritas, ¿qué es lo que desean beber?" — Dijo haciendo una reverencia hacia las cotorras.

Pues hasta eso, hace bien su trabajo. — Pensó Megumi, sorprendida al ver que a pesar de que la estuviesen haciendo sonrojar, ella lograra hablar con total claridad.

—Ah… — Hizo una pausa la pelinegra, para después darse en la frente con la palma de su mano derecha. —Olvide presentarlo. — Pensó avergonzada.

El castaño notó la reacción de la chica, entendió perfectamente el motivo, una gota le resbalo por la nuca, mientras optó por soltar una leve risa. Bien quizás él era el primero al que ella tenía que explicarle todo sobre el servicio, así que bueno, un desliz lo tiene cualquiera.

—Perdón. — Dijo ella bajando el rostro. —Olvide presentarlo. — Confesó rascándose la mejilla izquierda mientras sacaba un poco la lengua.

Era una imagen un poco tierna y a la vez le daba un aire muy torpe, bueno debido a su pequeño desliz, sí que quedaba como una tonta, pero al final de cuentas es de humanos errar.

—Bien. — Respiró hondo. — Él es Shunya Inoue, acaba de integrarse hoy al equipo de trabajo. — Dijo señalando al joven que ya hacía a su lado.

Este por su parte se sonrojo a más no poder e hizo una reverencia hacia las chicas.

—Es un placer, esto… me esforzare al máximo. — Habló penoso, volviendo a hacer una reverencia.

Nozomi le hizo señas para que el chico aplicase lo explicado anteriormente, y estuvo a punto de poner en práctica lo aprendido… o al menos lo que creyó haber aprendido de no ser porque…

— ¿Y a qué hora vas al pan, biscocho?

¡Lo hizo!

¡La muy cabrona lo hizo!

Y Nozomi creía ciegamente que Kanon era la más aventada, era la primera vez que Mirai mostraba su verdadera naturaleza delante de ella, estaba segura de que Tsubaki, Kanon y Megumi, ya le conocían el gusto por el desmadre.

Bueno que si eran amigas de su hermanita no era porque fuesen un pancito de Dios, eso hay que aclararlo.

El castaño sólo atino a balbucear un "¿Eh?", mientras el sonrojo que se había apoderado de sus mejillas segundos atrás ahora se había intensificado.

De acuerdo, esto le estaba superando a niveles colosales, jamás en su vida le habían aventado los perros… al menos no de esa manera.

En la barra Miyuki disfrutaba del espectáculo, del lado izquierdo un par de tomatitos, y del lado derecho un candidato a la "Antorcha Humana".

—Solo me faltaban las palomitas y podría decir que tengo una tarde de película. — Dijo burlona.

¿Hace cuánto que no se divertía de esa manera?, bueno con Nozomi y Mako se divertía y mucho, pero le daba la sensación de que esta vez la diversión iba muchísimo más allá de lo que antes vivió.

—Ejem… — Carraspeó la Nozomi, llamando la atención de los presentes. —El acoso está prohibido. — Tal regla no existía, además ¿por qué excederse y llamarle acoso?, no le llegaba a tanto, ¿o sí?

Ok, Tsubaki creyó que eso era raro de su hermana, pero por otro lado, el chico era nuevo, lo natural es evitar que se sintiese incómodo.

—Entonces si son novios. — Repusó Kanon.

—Shunya acaba de entrar. — Se defendió Nozomi.

—Y ya lo hiciste tu novio. — Volvió a reponer Kanon.

— ¡Que no!

—Pero vas tras sus huesitos. — Esta vez la que hablo fue su hermana, Tsubaki.

— ¿De dónde sacas eso? — Cuestionó la mayor, luchando a toda costa por no ponerse color tomate en plena temporada.

En cuanto al chico, bueno… él ya parecía tren, prácticamente le salía humo por las orejas, las palabras de Kanon le había llevado a otra dimensión "El novio de Nozomi", bueno la idea no sonaba mal del todo, solo que sentía que una relación que se daba así sin mas no era una relación autentica, era más para pasar el tiempo, hubo un tiempo en el que su idea de una relación era que esta tenía que ser algo serio, bueno serio tanto como se pudiera, pero lo insuficiente como para que no se agobiara ni él ni ella.

Aunque tomando en cuenta sus anteriores experiencias, no era como que tuviese una buena imagen de ellas —las relaciones—, y si tenía que ser honesto —más para sí mismo— le había agarrado un ligero —mal— gusto a las relaciones pasajeras.

Bueno Inoue era muy consciente de que las relaciones pasajeras —ni siquiera eran relaciones pasajeras, solo era cosa de una noche, y si el plato se repetía bueno, que por lo general, no solía repetir— eran algo que más que un beneficio le traería complicaciones, tanto morales como físicas.

Aunque eso si no se encamaba con cualquiera, al menos eso sí que se lo tomaba más enserio. Y tampoco se metía en una relación si sabía que la chica de verdad estaba enamorada de él, eso era jugar sucio con los sentimientos y era algo que odiaba con cada célula de su ser.

Momento… ¿Por qué me está cruzando eso por la cabeza? — Pensó extrañado de sí mismo. Se abofeteo mentalmente. —No pierdas la cabeza en cosas tan triviales.

—No saben atender a los clientes o ¿qué?

¡Ding! ¡Dong!

El caballero pelos de pitufo había aparecido, aunque no se sabía con certeza si era para salvar la tarde o por el contrario crear un caos, su aura era amable incluso pasiva hacia las chicas, incluyendo a Nozomi, sin embargo era asesina y arisca para Inoue.

Al final de cuentas fue Mako quien las atendió, pues no desaprovechaban ni una oportunidad para molestar al par de meseros, por su parte Miyuki estaba llevando tés a las mesas, bien su trabajo era como cocinera principalmente, y la verdad es que se desenvolvía bien en el ámbito, después de todo recibía —demasiadas— clases de Soichiro.

La tarde se fue como agua y la noche comenzó a apoderarse de la capital. Y eso no le agradaba del todo a la Nozomi.

— ¿Zo? — Le llamó su amiga, al notarla distante.

La mencionada apenas y pudo escucharla, de hecho escucho algo, pero no sabía si había sido su amiga u otra cosa.

—Zo, ¿qué pasa? — Volvió a hablar Miyuki.

— ¿Saeki? — Esta vez quien le llamó fue su Kohai y logró sacarla de su trance.

Miró a los dos que le habían hablado. — ¿Qué pasa? — Preguntó desairada.

—Eso es lo que yo quiero saber. — Reprochó su amiga. —Desde hace rato has estado con la mirada calvada al frente, no respondes cuando te hablamos, bueno a excepción de Shunya… — Hizó una pausa y una pequeña y marihuana idea le cruzó por la mente.

— ¿Qué ocurre Saeki? — Preguntó preocupado, al ver que la chica seguía —hasta cierto punto— en la luna. —Note que tu hermana estaba algo preocupada por ti. — No quería ser entrometido, pero tampoco quería quedarse con la duda.

—Ah, no es nada.

Exploto la bomba.

— ¡Como que no es nada, todo el santo día te la pasaste más distraída de lo normal, y cada que estabas libre te quedabas parada cual cajera del Oxxo en un día lluvioso, no salgas con "no es nada"! — Bien, Miyuki tenía la mecha corta, sobre todo cuando veía que alguien estaba mal y quería hacerse el fuerte y más si ese "alguien" era Nozomi, la conocía bien, lo suficiente como para saber que la otra mentía.

Ahora, convertidos en tiernos chibis estaban la pelinegra y el castaño, ambos temblando.

—V-vale. — Se rindió, muy rápido para el gusto de Miyuki, pero diera el agua a donde diera, ella terminaría sacándole toda la sopa, así que ¿por qué perder el tiempo?

Aun no sabía si era lo mejor, después de todo, no quería meterle cuentos de terror al nuevo. Pero comenzó con su relato, todo tal cual había ocurrido, sin añadirle y sin quitarle, estaba a punto de decirles lo de la amenaza pero…

—Otra palabra y mueres.

Escuchó un murmullo que la hizo voltear de golpe hacia atrás.

— ¿Qué pasa? — Preguntó su amiga.

El castaño sólo miró hacia donde ella mantenía su mirada.

¿Qué está ocurriendo? — Preguntó internamente, él no veía nada, pero estaba seguro de que ahí había algo.

—No, nada… — El escalofrió de aquella noche, y el de la mañana, volvieron a invadirle.

—Juguemos. — Volvió a escuchar aquella voz.

—Ya no le buques. — Esta vez fue el murmullo que había escuchado antes, el que le decía que corriera. —Entre más le busques, más se pegara a ti.

Ok, podía darse cuenta de que solo ella podía escuchar esas voces, quizás estaba empezando a enloquecer, si, debía ser eso.

Las luces del lugar se apagaron sin previo aviso.

— ¡Ay madre! — Soltó Miyuki, después de todo si le había dado algo de miedo lo poco que había contado su amiga.

—Debo irme. — Soltó apresurada, con todo y luces apagadas, salió corriendo del lugar, ni siquiera se dio a la tarea de avisarle al señor Kobayashi, sentía que si se quedaba un segundo más algo malo ocurriría.

— ¡Espera, no lo hagas! — Llamó desesperado Inoue, era como si toda su timidez la hubiese mandando de paseo.

Sin embargo no fue capaz de detenerla, las luces se encendieron de nuevo y para su sorpresa no había nadie afuera, Miyuki se alteró demasiado, ella sabía que Nozomi no era buena en deportes y no había tardado tanto la luz como para que la chica lograse perderse en las calles.

— ¡Ah! — Se escuchó un estruendoso grito.

— ¡Nozomi! — Gritaron al unísono los tres que ya hacían en el restaurante.

— ¿Qué pasa? — Apareció el dueño del lugar.

— ¡Nozomi! — Fue lo único que dijo la pelinaranja, no pudo decir nada más, era como si algo le hubiese robado la voz, ni ella se lo explicaba pero un miedo indomable se apodero de ella.

Del local salieron corriendo los dos más jóvenes, el señor Kobayashi no dudo en llamar a la policía, parecía que el miedo se había vuelto colectivo.

~0~

Corría de manera bestial, podía sentir nuevamente aquella sensación de pesadez en las piernas, la misma que la noche anterior.

—Te dije que no dijeras nada. — Sabía que no debía voltear, pero no pudo evitar el impulso de hacerlo.

No había nadie, chocó contra algo y cayó al suelo.

Algo, no sabía que era pero definitivamente era muchísimo más grande que ella.

—No tendrás a mi presa. — Tan pronto como se terminaron de pronunciar esas palabras aquella cosa con la que había chocado emitió un potente rugido, que volvió el ambiente lo suficientemente denso como para hacer que el oxígeno le faltase, trató de ponerse en pie, pero le resultó imposible, era como si el suelo tuviese un pegamento lo suficientemente fuerte como para que no pudiese mover ni un solo musculo.

— ¿Por qué nunca obedeces?

Fue lo último que escuchó antes de quedar inconsciente.


Se acabó el primer capítulo!

Esta historia es ficticia, cualquier parecido o similitud con cualquier personaje es pura coincidencia.

El elenco de tenimyu y toumyu no tiene nada que ver con los nombres o apellidos de algunos personajes.

X'D

La preparatoria "Kaizen" no existe (hasta donde yo investigue XD)

Los chicos ya aparecerán, pero por el momento quiero darles protagónico a los mortales.

Al principio quería hacerlo yaoi, pero ahora quiero darle más un toque Shonen-ai y darle uno que otro toque heterosexual sin llegar al sexo, si esta en rango T es porque, bueno no se siento que es el rango más adecuado XD

Cabe aclarar que esta historia se actualizara cada que pueda, así que espero que hubiesen disfrutado cada párrafo.

Si detectan un horror ortográfico, porfa me avisan.