Disclaimer: Nada de OUAT me pertenece.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible" del foro "Bienvenidos a Storybrooke".
Dedicado con mucho cariño a Nalnya, espero que te guste mucho :)
B.
Llevaba un tiempo en la casa de Rumpelstiltskin, y aunque seguía siendo una condena, poco a poco Belle le empezaba a ver algo bueno a estar allí. Sí, tenía que cocinar y limpiar aquel inmenso castillo, pero disfrutaba de su tiempo libre en la maravillosa y gigantesca biblioteca que habitaba en el tercer piso. En aquella habitación había más libros de los que leería en toda su vida. Era la única habitación de todo el castillo que realmente le gustaba, y la única que no le resultaba una tediosa tarea a la hora de limpiarla. Además, siempre aprovechaba y, mientras quitaba el polvo a los libros, elegía su próxima lectura. Siempre dudaba al elegir un nuevo libro, ¿elegiría uno de misterio? ¿Uno de aventuras? ¿Quizás uno romántico? Por eso elegía el primer libro que le entrase por los ojos, ni siquiera leería la sinopsis, lo comenzaba sin tener ni una remota idea de la temática del libro.
Rumpelstiltskin estaba leyendo en uno de los sillones que adornaban la biblioteca mientras ella seguía limpiando las enormes estanterías, cuando encontró un extraño libro. Lo sacó y lo limpió afanosamente con un trapo, era un libro antiguo y ajado, con las páginas amarillentas y dobladas por las esquinas. Pero lo más chocante no era el estado del libro, sino su temática. Era un libro infantil.
- Rumpelstiltskin.- le llamo curiosa.
- ¿Sí, querida? – responde sonriente.
- ¿Por qué tienes un libro infantil en tu biblioteca?
La escamosa cara de Rumpelstiltskin se quedó completamente blanca y su expresión se congeló, nunca me hubiera imaginado una reacción así.
- ¿Has… dicho… un libro… infantil? – pregunta entrecortadamente, su voz es suave pero tensa.
- Si.- le contesto temerosamente, tenía miedo a lo que podía llegar a hacerme solo por preguntar por aquel libro.
Rumpelstiltskin respiró profundamente, como intentando tranquilizarse para evitar ponerse a dar gritos en cualquier momento.
- ¿Te importaría traérmelo? – dice. Su voz cada vez es más tirante.
Amedrentada, bajé de la escalera en la que estaba subida y le entregué el libro a Rumpelstiltskin, el cual lo cogió con la mayor delicadeza del mundo. Comenzó a mirar al libro como si fuera la mayor de sus obsesiones, para acabar alzando la mirada y mirándome fijamente a los ojos.
- Rumpelstiltskin, ¿te puedo hacer una pregunta? – le pregunto amilanada, tenía miedo de su respuesta, pero no podía quedarme con la duda.
- Claro… claro que puedes.- dice tras carraspear levemente.
- ¿De quién era ese libro?
Rumpelstiltskin se queda momentáneamente sin palabras, sabía cuál iba a ser su pregunta, pero todavía no se había preparado la respuesta.
- Era… era de una persona que ya no está aquí.- responde cabizbajo. Intenta recuperar la compostura, pero encontrarse con aquel libro le ha conmocionado.
- Belle, baja a la cocina y prepara té. Bajaré al comedor en un rato.- mandó, para irse caminando con el libro sujeto debajo del brazo.
- Como desees.- le contesté, pero ya se había ido. Me encaminé hacia la cocina para poner agua a hervir mientras seguía pensando en la extraña escena que había presenciado. ¿Por qué Rumpelstiltskin tenía tanto interés en aquel libro? ¿Quién sería esa persona que ya no está aquí? Nada tenía sentido, pero tarde o temprano, acabaría descubriendo el porqué de la adoración de Rumpelstiltskin hacia ese libro.
R.
Comenzó a andar cada vez más rápido, quería llegar a su cuarto lo antes posible sin ayuda de la magia. Era una promesa que se había hecho cuando llevaba entre las manos algo de su hijo, ya bastante tenía con utilizar diariamente la magia, aquella que se había llevado a su hijo para siempre. En cuanto llega a la habitación cierra la puerta y se sienta en la cama. Comienza a acariciar la cubierta del libro, no recordaba donde estaba el antiguo libro de cuentos de Baelfire, aquel que le leía todas las noches y sin el cual su hijo no podía dormir. Lo abre y comienza a leer, recuerda la historia preferida de su hijo, la historia sobre un niño que descubre sus poderes mágicos y lucha contra un terrible dragón que ha secuestrado a la más bella de las princesas. Quizás a su hijo le gustase tanto esa historia porque quería ser como el protagonista, un joven valiente y aguerrido, no como su padre, el cobarde del pueblo. Ojalá estuviera ahora con él, disfrutando de su compañía. Pero no, él lo dejó todo atrás, incluido a su hijo, por ser el Oscuro. Sus ansias de poder eran demasiado grandes, pero esa era su naturaleza, no podía renunciar a ella. Ahora solo le quedan los pocos objetos de su hijo y sus recuerdos. Se levanta y guarda el libro en un cajón, no tiene miedo a que alguien se lo robe; solo están él y Belle, y ella tiene prohibida la entrada en su habitación.
Belle… esa chica acaba de remover recuerdos en su interior y ni siquiera lo sabe. Aquella joven era un soplo de aire fresco en aquel lugar, ni estar condenada en su castillo de por vida la hacía darse por vencida. Rumpelstiltskin sale de su cuarto y comienza a caminar hacia el comedor, es el momento de tomar una caliente taza de té.
B.
Cuando el té está listo, Belle comienza a preparar la gran mesa del comedor. Al volver observa a Rumpelstiltskin mientras entra por la puerta. Hacía varios minutos desde lo ocurrido con el libro de cuentos, y aunque en aquel momento veía algo especial en sus ojos mientras miraba el libro, cuando cruzó el umbral lo vio como siempre. Qué tontería pensar aquello, aunque debajo del Oscuro hay un hombre, su tenebroso caparazón guardaba sus sentimientos como una feroz criatura guarda la puerta a un suculento tesoro. En cuanto él se sentó, le sirvió una taza de aquel té venido de los reinos de Oriente.
- Por favor, sírvete a ti también, querida.- dijo cordialmente.- Que seas mi criada no significa que no puedas disfrutar del maravilloso aroma de este té.
Sus palabras le chocaron, pero no quería llevarle la contraria, así que cogió la taza astillada, víctima de una caída unos días antes y se sirvió en ella. Tomó un sorbo y lo saboreó como si nunca antes hubiera bebido nada. Aquel té era un deleite para los sentidos, jamás había probado un brebaje igual. Le dio otro trago y sintió la valentía que necesitaba para preguntarle a Rumpelstiltskin algo que le rondaba en la cabeza desde el día que aceptó el trato y se fue con él.
- Rumpelstiltskin, ¿por qué haces tratos con la gente? – le pregunto osadamente.
- Claramente querida, para conseguir lo que quiero.- responde con una sonrisa en la boca.
- Entonces, ¿por qué me pediste a cambio de salvar el reino de mi padre?
- Ya lo sabes, necesitaba a alguien para que cuidase del castillo y lo mantuviese limpio, cosa que por cierto, se te da bastante bien.
Agradecí el cumplido de Rumpelstiltskin, pero mi mente se negaba a creer que esa fuera la única razón por la que me pidió a cambio de salvar al reino.
- Creo que esa no es la verdadera razón por la que me pediste a cambio Rumpelstiltskin.- le digo notando como crecía la seguridad en mi voz.
- Entonces, dime, ¿por qué crees que te pedí a cambio, querida? – pregunta curioso.
- Creo que lo hiciste porque te sentías solo. Este castillo es inmenso para una única persona, y aparte de mí no hay más criados. Es muy triste estar así de solo, así que creíste que si venía contigo al menos habría alguien cuando llegaras a casa.
Rumpelstiltskin se quedó en silencio, tomó de un trago su té y se sirvió otro. Parece que he acertado de lleno.
- Ya no estás solo, Rumpelstiltskin.- le dije cogiéndole la mano y mirándole fijamente a los ojos. – No solo puedo limpiar tu casa, también puedes contarme cosas y estaré encantada de escucharte. Una persona no puede vivir tragándose sus pensamientos y sus sentimientos, eso no es bueno.
- Querida, creo que olvidas algo.- contestó soltándose de mi mano y clavando su mirada en mí.- Yo no soy una persona, soy el Oscuro. Mis únicos pensamientos son hacer tratos y mis sentimientos son inexistentes. Eso es lo que soy y lo que seré durante toda mi vida. Ahora, si me disculpas, creo que alguien solicita mis servicios.- se dio la vuelta y desapareció en una nube morada que pronto se disipó.
Terminé lo que quedaba en la taza y comencé a recoger la mesa. Sabía que Rumpelstiltskin tenía sentimientos, tras su monstruosa apariencia había un hombre que deseaba salir de entre la oscuridad, y me prometí que no desistiría hasta que lo sacara a la luz.
R.
Rumpelstiltskin apareció en un bosque, era cierto que alguien le había llamado, pero necesitaba un momento para él. Tenía que recomponerse de la conversación con Belle, aquella joven estaba haciendo sentir cosas al hombre que había detrás de la bestia con sus palabras, pero recordó quién era él realmente. Él era el Oscuro, por mucho que Belle le intentase humanizar. Volvió a desaparecer para reaparecer junto a un joven desesperado, y en cuanto le vio una sonrisa alumbró su cara y una risa histérica resonó en aquel lugar.
