iCarly y sus personajes no me pertenecen.
Rumbos
A veces se sentía complacida de cuán poco podían cambiar las cosas.
En un primer momento, y con bastantes disculpas, se sintió bastante aturdida ante la súbita noticia; sorpresa y molestia habían buscado sitio en el nada elegante improperio que su voz adolescente soltó sin previo aviso. Sus oyentes no replicaron, ni siquiera la muchacha de profundos ojos azules, ella se maldijo antes de tomar aire y salir de la habitación con un portazo.
Sí, inmaduro. El repasarlo llevaba una risa socarrona a su garganta, que producía ceños fruncidos en preocupación de sus camaradas; tras reflexionarlo largos minutos en la ducha concluyó con aceptar su mala disposición, falta de tolerancia y el hecho de ofrecer disculpas en cuanto los viera. Claro, tenía que hacerlo. Conociendo a Sam como la conocía, sabía bien que su co-animadora nunca admitiría culpa en algo que no era su responsabilidad.
Enamorarse de él no era –desde su punto de vista –algo que pudiese evitar con sólo desearlo.
Y Carly sonreía, porque la dicha impresa en las ensoñadoras expresiones de sus mejores amigos era suficiente para iluminar un edificio. Cierto, las discusiones por temas absurdos no acabarían y Puckett renunciaría al tocino antes de dejar de lado el hábito de molestar al productor técnico de iCarly. Carly Shane sonreía, pues el temor a los cambios se había marchado con los hilarantes apelativos que Sam y Freddie insistían en lanzarse.
—Oh, vamos Freddito —pronunciaba divertida la rubia, uno de sus largos dedos picando el brazo del mencionado y echando un rápido vistazo a las pesas profesionales en la sala de Carly Shane— Tú sabes y yo sé que no puedes ni podrás moverlo.
—¿Quieres apostar, princesa Puckett? —respondía el castaño a su vez, dibujando una desafiante sonrisa. La dueña de casa suspiró divertida, sirviéndose en silencio un vaso con refresco; el murmullo de risas sarcásticas y bromas agudas que pronto serían reemplazadas por frases melosas llegaron a sus oídos.
Se sentía complacida de verlos, de que –a pesar de todo –seguían siendo la misma Sam y el mismo Freddie; aunque, el dedicarse el uno al otro de manera distinta pareciese amenazarlos en algunas ocasiones. Sin embargo, no importaba mucho. Esos dos podrían superar lo que sea, y a su lado ella se sentía poderosa y realizada.
—¡Ja, lo sabía! —exclamó Sam, echando a reír enérgica. Benson la observó derrotado y satisfecho; Carly hizo lo suyo desde su sitio, pidiendo porque este tipo de situaciones no planearan terminarse.
N/A. Ah, lo admito. Amo el Seddie, y no es culpa mía. ¡Es que se ven tan lindos juntos! Bueno, no sé de dónde salió esto; todo sea por algo de buen Seddie en español.
