Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD

Claim: Edward.

Advertencias: Neh. Sólo que es antes, mucho antes, de que conociera a Bella y le cag- err, cambiara su vida. Eso.

Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.


Eternal Companion

(8# Piano)


Edward.

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Aquello nunca tendría una descripción acertada, él nunca podría decir lo que sentía, y cómo es que se sentía, al sentarse frente a aquel magnífico instrumento musical.

Siempre le había agradado tocar el piano, incluso desde sus tiempos como humano, allá lejos por el mil novecientos diez, cuando era pequeño, antes de que sus deseos por ser soldado asomaran, antes de que la gripe española lo condenara. Había comenzado como una simple actividad diaria que su madre solía enseñarle, y él sólo lo hacía por verla sonreír cada vez que tocaba las teclas de delicado marfil, pero luego terminó siendo algo constante, algo necesario y algo que le gustó demasiado, y al poco tiempo, incluso tocaba mejor que ella.

Ya luego como vampiro se convirtió en su pasatiempo favorito. Luego de cazar, su placer era el poder tocar el gran piano de cola que había en la casa de Carlisle, su nueva y futura casa, la mayor cantidad de tiempo posible. En su calidad de inmortal, tenía demasiado tiempo libre por cubrir, y le encantaba poder saborear las notas que producía al acariciar las teclas de marfil delicadamente pero con firmeza, poder disfrutar de los diferentes sonidos que cada tecla blanca y cada tecla negra le regalaba dependiendo de la presión de sus dedos, poder variar entre octavas, tiempo y pedales, poder hacer ese instrumento algo suyo, parte de sí.

El piano había sido su gran pasión durante muchos años, casi un siglo, con cambios en el medio, pero aquel instrumento siempre estaba. Solía tocar siempre para sí, o muchas veces para Esme, porque la adoraba, y sabía que a ella le agradaba decorar la casa mientras oía las dulces melodías que salían del piano que con cariño él tocaba todos los días. Incluso, cuando Rosalie llegó a la casa, solía tocar con ella. No le agradaba mucho su forma de ser, tampoco sus pensamientos, pero lo único que compartían y de la única manera en la que podían comprender al otro de alguna forma, era a través de su pasión por crear una pieza única.

El piano lo era todo para él, ya que Rosalie no había logrado (ni se había esmerado) en ser lo que Esme era para Carlisle, como éste último hubiese querido que fuera. Entonces le quedaba esperar, sentirse lo más lleno posible con lo que su compañero eterno le hacía sentir cada vez que sus cuerdas sonaban, y ver si el destino le concedería el regalo de una compañera, quizá eterna, quizá no.


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