Era un día tranquilo, los rayos del sol penetraban por la ventana de una confortable habitación donde una amplia y mullida cama cobijaba plácidamente el sueño de una bella chica de cabellos rosados, pero fueron aquellos rayos de sol los mismos que llegaron a sacarla de sus placenteros sueños iluminando por completo su el rostro níveo. Perezosamente se movió y se tallo los ojos abriéndolos con pesadez, dejando ver sus iris en verde jade, viró al despertador «Las seis de la mañana… Debo ponerme en pie o perderé mi vuelo» Con poca emoción por tener que hacer aquello, con pesadumbres salió de su cama colocándose en pie.

―Sakura querida, ya es hora de despertar ―Una voz femenina se hacía presente cálida y dulce al tiempo que se escuchaba el llamado a la puerta de la habitación de la pelirrosa.

―No te preocupes mamá ya estoy despierta, enseguida bajo.

Tardó algunos minutos en encontrarse lista, una vez duchada y con unos shorts cortos en color crema, unas medias poco más de la rodilla con flats ambos negros, que a conjunto con una blusa en rojo quemado resaltaban el color de su piel blanquecina y el rosado de sus cabellos que contrastaban a la perfección con el jade de sus iris. Bajó sus maletas consigo yendo hasta el comedor donde se encontraba sentado un hombre ataviado con pantalón de mezclilla y camisa de manga larga en colores otoñales, inmerso en las noticias del periódico se encontraba hasta que el sonido de la dulce voz de la más joven le hizo llevar su atención a esta.

―Bueno días papá ― Pronunció la pelirosa acercándose a darle un beso en la mejilla para después sentarse a su lado izquierdo y colocar la servilleta sobre sus piernas antes de tomar el vaso de jugo que se encontraba servido para ella.

―Buenos días pequeña, ¿Qué tal te sientes con la idea de viajar al instituto konoha? ¿Lista o nerviosa? ― Las palabras de aquel hombre eran cálidas y cariñosas, aunque también llenas de preocupación que intentaba enmascarar por pensar en dejar a su pequeña princesa partir.

―Bastante bien, la verdad estoy muy emocionada –Respondió la más joven al tiempo que le dedicaba una sonrisa a su progenitor.

―Mi pequeña hoy se va por largo tiempo, la falta que nos hará tu alegría iluminando cada una de nuestras mañanas, pero es por tu crecimiento y futuro ― Sus palabras se embargaban de una gran nostalgia.

―Madre es solo hasta vacaciones, además les llamare todos los fines de semana.

―Tienes que prometerme que lo harás, no podría vivir sin saber de mi pequeña floresita.

―Claro que lo are madre ― Y aquello desde luego que era una promesa, Sakura era alguien que a pesar de pensar que en ocasiones sus padres le sobreprotegían y eran algo exagerados, les tenía un enorme cariño que era notorio en el contante contacto. Pero aquella nostalgia se vio abruptamente interpuesta por un claxon que sonaba desde fuera ― Mi taxi llego, es tiempo de que vaya o perderé el vuelo ― Y con aquellas palabras la joven se colocaba de pie con solo una tostada con mermelada en su boca y una manzana en su diestra que con premura guardaba en su bolso tipo mochila para así ir en busca de sus maletas, las cuales para entonces su padre ya había tomado dirigiéndose con ellas a la entrada del hogar. Una vez dejando las maletas en el portaequipaje del taxi con sonrisas nostálgicas se dedicaban una despedida silenciosa antes de acunar entre sus brazos la anatomía de quien para él siempre sería su pequeña.

―Mi pequeña y dulce flor de cerezo, tu camino estará lleno de éxitos, jamás dejes de luchas por lo que quieres sin importar lo difícil que sea, no dejes que la espalda de otro vaya delante de ti ― Pronunciaba con ternura las palabras de aliento el padre de la pelirosa antes de depositar un pequeño beso embargante de cariño sobre los cabellos de seda de la menor. Tras haber abandonado los brazos de su padre, la ojijade se acercó a abrazar a su madre que ahora luchaba por no llorar con la despedida.

―Cuídate mucho pequeña, que en vacaciones nos veremos de nuevo ¿De acuerdo? ― Y tras acompañas aquellas palabras de un dulce beso depositado en la mejilla de su hija, la mayor dejó ir a Sakura que con nostalgia pero sonriente agitaba su diestra antes de subir al taxi.

―Los amo y más pronto de lo que imaginan nos veremos de nuevo ―Y fue tras aquellas palabras y un agitar de diestra que finalmente el auto partió. Era una imagen melancólica tanto para los padres como para Sakura el tener que despedirse aun cuando fuese a verse n vacaciones, pero el corazón de ambos parecía resentir la separación.

―Tranquila cariño ella volverá en vacaciones, además ese instituto será muy bueno para ella, es uno de los mejores institutos, será difícil y más estando en la capital pero es por su futuro ― Con forme el automóvil se alejaba la pareja luchaba contra sus deseos de detenerle, su pequeña y única hija había partido y por primera vez en 15 años se sentían solitarios en aquella enorme casa. Tras perder de visa el auto el matrimonio ingresó de regreso a su hogar con el acongojado corazón, al parecer esa despedida les había afectado más de lo que esperaban.

.

7:25 de la mañana marcaba el reloj del móvil cuando finalmente habíamos llegado al aeropuerto y es que apenas había llegado a tiempo según lo estipulado, con ayuda del conductor la pelirosa bajó el equipaje y tras agradecerle y a sabiendas de que el servicio se cobraría a la tarjeta de sus padres, tomó su equipaje para dirigirse a mostrador y documentar. Había una fila espantosa que le costó casi 1 hora el poder documentar su equipaje pero finalmente lo había hecho y aun le quedaba una hora libre que gastaría dando una vuelta por el lugar, no había mucho que ver, en la terminal, si quería seguir inspeccionando debía moverse de ahí y no estaba dispuesta a arriesgar su vuelo por lo que al final solo compró un café y tomando asiento se entretuvo con un libro de saga sobrenatural que tenía a medio leer.

Cuando menos lo esperó la voz por los altavoces llamaban a los pasajeros de su vuelo a abordar y guardando su libró y tomando su equipaje de mano se dirigió a la puerta indicada mientras enviaba un mensaje de Whatsapp a sus padres ‹Estoy por abordar, todo está bien, les llamo el fin de semana, los amo.›

El vuelo fue tranquilo, más corto de lo que esperaba aunque quizá eso se debía a la música que escuchaba. Mientras esperaba las maletas mensajeaba a sus padres y alguno que otro amigo cibernético avisando de su llegada con bien. Una vez con equipaje en mano tomó un taxi de sitio del aeropuerto indicándole la dirección del instituto Konoha. Tardaron un poco en llegar pero es que aquel instituto se encontraba algo dentro del bosque, ahora entendía porque era llamado ‹El instituto escondido de la hoja› Incluso cuando cruzaron el portón de herrería que resguardaba el interior, pasando por debajo del arco de piedra tallada tuvieron que avanzar un tanto antes de llegar al edificio principal donde con ayuda del conductor bajó las maletas y pagando el servicio fue en búsqueda de control escolar para pedir informes. La edificación era notoriamente antigua pero muy hermosa, lo malo es que era sencillo perderse.

Cuando finalmente pudo encontrar control escolar le dieron información sobre los dormitorios explicándole en un mapa del instituto, entregándole la llave de su habitación, a su vez le dieron una serie de papeles con los horarios, las reglas de la institución, el calendario de clases, y el listado de libros.

―Cuando te instales ve a la oficina de alado para que recojas tu material didáctico ― Le pidió la encargada antes de que la pelirroja hiciera una venía con una sonrisa en los labios y con el equipaje en mano y como podía con los papeles buscar el dormitorio de damas. Fue complicado encontrarlo pero no imposible y subiendo hasta el 3er piso fue llegó hasta la que sería su habitación; al ingresar aún se encontraba sola por lo que no sabía si tenía una compañera asignada o pasaría el año en tranquilidad.

Desempacó con tranquilidad acomodando sus pertenencias en el armario que le correspondía y en el buró que tenía a un lado. Colocó una fotografía de sus padres y un pie de cama en rosa pálido, en el baño colocó todo su arsenal de aseo personal y junto a su escritorio el kit de maquillaje antes de guardar las maletas. Fue hasta que estuvo instalada cuando decidió ir por su material didáctico pero como ya pasaban de las 2pm podía sentir su estómago quejarse del hambre.

―Primero el deber, ya después iré a comer ¿Qué tanto puedo tardar? ― Se auto cuestionó al tomar su bolso tipo mariconera y colgarla de lado, guardando en ella el móvil y la llave del dormitorio y así regresar al edificio principal.

Estaba de vuelta en aquel enorme edificio y aunque tenía buena memoria para recordar los caminos que tomaba agradecía llevar consigo el mapa por cualquier situación. Llegó hasta la oficina donde la encargada de control escolar anteriormente le había indicado y tras un saludo cortés fue que pidió la lista de material didáctico. Pensó que serían pocos pero se había equivocado y vaya que pesaban pero no había opción y cargando con ellos se dirigía a su habitación de nueva cuenta. Al entrar al edificio de los dormitorios femeninos podía escuchar su móvil sonar una y otra vez, eran mensajes de Whatsapp que replicaban por su atención, sin embargo le era complicado llevando aquellos libros. Se detuvo por unos instantes recargando los libros contra una pared y su pierna para así poder sacar el móvil con gran dificultad y revisar los mensajes y justo en ello se encontraba cuando pudo sentir un repentino choque en su hombro que le hizo perder el equilibrio y con tal de no caer terminó por soltar los libros, ningún golpe con esa fuerza podría haber sido accidental, cosa que molestó bastante a la pelirosa y si a ello le sumamos el calor que hacía y el hambre que tenía, era la fórmula perfecta para el desastre.

―Si estás ciega para no ver por dónde caminas, muda no estás para pedir disculpas ― Aquellas palabras salieron de boca de la pelirosa haciendo que la chica de cabellos negros que había chocado con ella se virara al igual que su amiga para toparle de frente.

― ¿Qué es lo que dijiste? Frentudita ―Cuestionó la morena con aires de supremacía.

― ¿Entonces eres ciega, muda y sorda o solo déspota y falta de educación? ― Sakura no tenía la más mínima paciencia en aquellos momentos y al parecer la pelinegra tampoco pues bien se le había notado el alzar de su ceja al tiempo que se acomodaba los lentes rojos.

―Hablas demasiado para ser una donnadie.

―Y tú tienes demasiada osadía para usar blusas cortas con ese peso ― No se necesitaba conocerla para ver lo superficial que era e irritable y así mismo fue que las palabras de Sakura pegaron donde más le dolía a la pelinegra.

―De esta no sales de pie frentuda ―Advirtió la chica de lentes mientras le hervía la sangre en ira.

― ¡Hey Sakura! ¿Qué sucede? ― Se escuchó una nueva voz que para la pelirosa no era nueva, la conocía a la perfección y es que aquella voz provenía de una rubia que se acervaba a las chicas presentes, era casi de la misma estatura de Sakura y su cabello rubio y largo estaba sujeto por una coleta alta que caía con elegancia a la par de un fleco largo, ataviada con un pantalón de mezclilla ajustado y una blusa morada a la cintura que delineaba sus curvas femeninas, se posó junto a la ojijade, aquella que era su amiga de la infancia y que de nueva cuenta sus padres y el destino les hacía reencontrarse.

―Ino, problemas no hay, solo una ciega falta de educación que quería pasarse de lista.

―Mala idea enfrentar a la bestia rosa y menos ahora con Yamanaka a un lado ¿Hay problemas? Tú… ¿Cómo es que te llamas? ―Nadie tocaría a su amiga y es que ambas solían protegerse desde que se conocieron en preescolar y no sería la excepción.

―Karin, será mejor que nos vayamos ―Advirtió la acompañante de la pelinegra que a regañadientes no tuvo más opción que aceptar.

―Ya habrá más oportunidades para solucionarlo ― Y con aquellas palabras fue que se retiraron para dejar a una molesta Sakura que solo se distrajo de su mal humor para ver a la rubia y dedicarle una sonrisa amplia.

―Nos volvemos a topar, es bueno ver a alguien conocida y querida.

―Increhible que estemos de nuevo en la misma escuela a pesar de la distancia ¿No?

―Ino, nuestros padres son buenos amigos desde hace años, no creo que sea tan impresionante, seguro que querían dejárnoslo como sorpresa.

―Tienes razón pero igual es bueno verte, aunque no esperaba encontrarte causando problemas ― Tras aquellas palabras una risa escapó de los labios de la rubia.

―Calla, no los causé yo… solo respondí.

― Y pensar que esta es la pequeña y tímida flor de cerezo que conocí en preescolar a la que todos le molestaban y hacían llorar, te has vuelto agresiva.

―Te aprendí un par de cosas.

―Pero lo aprendiste muy bien ― Y aquella amena conversación que hacía retornar la sonrisa a los labios de ambas chicas se llevaba a cabo mientras que levantaban los libros que la pelirosa había dejado caer.

―Muchas gracias ¿En qué habitación estás?

―304 ¿y tú?

― ¡Estás de broma!

―No, ¿A caso tú también?

―Si… vaya jugadas del destino ― Ambas rieron un poco mientras caminaban a la habitación. Una vez dejando los libros y viendo que la rubia ya se había instalado, seguramente habiendo llegado poco después que ella fue que la rubia repuso ― ¿Qué dices si vamos a comer? Muero de hambre y así podemos celebrar el habernos reencontrado tras 3 años de no estar en la misma escuela.

―Excelente idea.

La noche había caído para cuando Sakura e ino retornaban a los dormitorios preparando todo para lo que sería su primer día de clases, pero vaya si su último día libre había sido bien aprovechado.

...

La mañana había llegado más rápido de lo que esperaba o quizá ella así lo había sentido pero cuando menos lo esperaba, el despertados sonaba estrepitoso exigiéndole despertar. Con una mano de movimientos torpes apagó el despertador y teniendo una lucha interna, finalmente decidió colocarse de pie para ir a ducharse. Tras algunos minutos saliendo de la ducha fue que la pelirosa tuvo la ardua tarea de despertar a la rubia para que ella se duchara por igual. Finalmente Sakura estaba ataviada con el uniforme blanco y negro de la institución, lista para salir, su cabello aún se encontraba ligeramente húmedo pero era agradable por el clima. Colocó un poco de gloss rosado en sus labios antes de tomar su mochila.

―Ino, me adelanto ― Advirtió a la rubia y saliendo de la habitación se dirigió a los edificios que ella recordaba como zona de salones sin embargo todo se veía bastante solo ¿Se habría equivocado al dar alguna vuelta? Y para colmo había olvidado llevar el mapa de la institución. Finalmente había llegado a un edificio, quizá ahí había alguien le informara, pero entro todo estaba casi desierto, excepto por una voz varonil desde sus espaldas que le hizo estremecer.

― ¿Qué tenemos acá? ¿No eres muy joven para estar paseando por estos lugares y tan sola? Pequeña ―Girándose sobre sus talones la Haruno se topó con la imagen de un hombre alto, grueso, quizá de unos 22 años, mandíbula ancha y nariz afilada cabello negro y corto, su mirar era agudo, sombrío, más que el propio color de sus ojos y su sonrisa de medio lado brindaba un toque de terror que le llevó a dar un paso atrás.

―Yo…me he perdido.

―Desvalida y perdida ¿Y a donde te dirigías? ―Cuestionó aquel hombre dando un paso más hacia la chica que aunque intentó retroceder, algo le había evitado el paso, aunque ese algo parecía más bien un alguien, pues una mano gentil pero grande y másculina se había posado en su brazo desde sus espaldas.

―Déjala en paz Kisame ― Advirtió una voz masculina que le hizo girar el mirar para ver de quien se trataba, exceptuando a Ino no podía conocer a ninguna otra persona ahí. Su mirar se encontró con un joven alto, de al menos 1.83cm, piel blanquecina y rasgos delgados pero masculinos, labios rosados por naturaleza y pestañas espesas y largas, azabaches como sus cabellos de seda que lucía largos sujetos en una coleta baja, dejando escapar solo un par de mechones al frente; su mirar era intenso, profundo, intimidante pero a su vez era gentil y algo triste, ojos negros como la misma noche pero que podrían hacer a cualquiera perderse ― Ibas a los edificios de high school ¿no? ― Cuestionó el joven de coleta al ver su uniforme, haciendo que la ojijade asintiera con suavidad ― Aún es temprano, te guiaré hasta allá si te parece.

―Sería de gran ayuda y se lo agradecería mucho …― El silencio se apoderó de la menor y es que se había percatado de que no conocía el nombre del más alto.

―Uchiha, Itachi Uchiha ― Respondió el con una sonrisa apenas perceptible en sus labios ― Kisame, no tardo, no te metas en más problemas.

―Sería incapaz ― Respondió aquel hombre con ironía mientras el moreno de coleta encaminaba a la salida a la ojijade.

―Disculpe las molestias que le he causado Uchiha-san.

―¿No crees que es muy formal? No soy tan mayor para que me llames así ¿O sí? ―Cuestionó dejando escapar una suave risa que buscaba hacerle sentir más cómoda ― Llámame Itachi, ¿Y tú eres…?

―Muchas gracias, Itachi-san; yo soy Haruno Sakura.

―Sigue siendo muy formal, poco a poco deberías ir bajando esa formalidad… Haruno Sakura, ― Repitió el nombre como si pensara en algo con ello ― ¿Son por casualidad tus padres los dueños de la empresa de licor Haruno?

― Si, son ellos ¿Los conoce?

―Son antiguos socios de mis padres, no es un apellido de lo más común.

―No, creo que no lo es.

―Quizá ya en alguna reunión te haya visto.

―No suelo acompañarlos mucho a sus reuniones sociales, yo…no soy la mejor en ello ― Para cuando se había percatado ya había pronunciado aquellas palabras a pesar de apenas conocerse.

―He de confesar que yo tampoco soy el mejor en esa clase de eventos ― Mencionó con una suave risa soplada haciendo una conversación bastante amena, a decir verdad, para la Haruno era sencillo sentirse cómoda al lado del moreno pues era verdaderamente agradable ― Bien, este es el edificio donde se encuentra la sección High School ¿Estarás bien? Pequeña flor de cerezo.

―Lo estaré, solo soy un poco despistada en ocasiones ― Y sus palabras se vieron acompañadas de una sonrisa amplia y dulce antes de realizar un venia de 90 grados ― Muchas gracias por su ayuda Itachi-sempai ¿Es mejor si lo llamo sempai? ―Cuestionó al herguirse pudiendo notar una sonrisa sutil en aquellos labios masculinos.

―Es un buen avance, me parece apropiado. Ahora será mejor que vayas a tus clases y yo a las mías.

―Lo haré, espero volver a verle en alguna ocasión y de nuevo muchas gracias Itachi-sempai ― Al decir aquello la pelirosa se adentró en el edificio mientras el moreno observaba la escena.

―Dalo por hecho pequeña Sakura ― Sus palabras eran solo un susurro para sí mismo para retornar al lugar en el que tomaría sus clases.

Cuando la Haruno ingresó en el salón, este se encontraba casi lleno, haciendo que todos volvieran sus miradas a ella, algo un tanto incómodo para la ojijade pero nada con lo que no pudiera lidiar y yendo al primer asiento pudo encontrar tomó asiento dejando su mochila de lado.

― ¿Dónde estabas? Sakura, creí que te habías adelantado ―Le cuestionaba una rubia al acercarse, su buena amiga Ino.

―Sí, pero me perdí, lo siento.

―Menos mal llegaste antes que el profesor o te habrían castigado el primer día ― Se encontraba por responder la ojijade cuando de manera estridente la puerta del salón de abrió dejando ver a un joven rubio de ojos azules en la puerta que ingresaba con unos audífonos y música a todo volumen mientras tarareaba algo, tomando haciendo a la zurda de la pelirosa. Por fortuna no tardó en ingresar el profesor a cargo, era un hombre alto, delgado y de cabello ceniciento, la mitad de su rostro de encontraba oculto bajo un cubre bocas y en su zurda se mantenía un libro pequeño que parecía estar leyendo en aquel momento. A penas hubo ingresado todo el salón guardo silencio, excepto por el rubio que no quitaba su música. Haciendo que la mirada azabache del peligris se posara en el por un tiempo pero a pesar de ello el rubio no prestaba atención alguna por lo que Sakura optó por darle unos golpesitos en el hombro para captar su atención y señalar al frente, haciendo que este se volteara a observar al profesor y así quitarse los audífonos.

―Gracias por su atención… Bien, mi nombre es Hatake Kakashi y seré su nuevo profesor este curso, para iniciar espero que cada uno se presente, iniciemos por ti ― Pidió al joven ruidoso ojiazul, el cual no dudó en colocarse de píe.

―Yo soy Naruto Uzumaki, tengo 15 años y voy a ser el líder de la empresa Uzumaki Co ― Su presentación había sido bastante enérgica pero la mayoría le veía solo con un poco de incredulidad.

―Bien…continuando, ahora tú ― Pidió el peligrís a la Haruno que se colocó de pie.

―Mi nombre es Haruno Sakura, es un placer ― Y tras tomar su asiento el Hatake prosiguió.

―Ahora tú, por favor ― Llamaba a un chico de cabellos negros como la noche y piel blanquecina que se había mantenido en entero silencio en el asiento a la diestra de la Haruno, nadie le había escuchado decir nada, pero apenas se colocó de pie se escucharon murmullos, en su mayoría femeninos sobre lo bien parecido que era, cosa a la cual el pareció ignorar por completo.

―Uchiha Sasuke ― Fue todo lo que pronunció antes de retornar a su asiento.

«Uchiha Sasuke…¿Será algo de Itachi-sempai?... Ahora que lo pienso, tiene un poco de similitud ¿Será así de agradable? » Se cuestionaba mentalmente la pelirosa sin apartar la mirada del pelinegro que ante ello solo llevó su mirar frío y un tanto agresivo a la Haruno haciendo que esta desviara la suya.

Uno a uno continuó presentándose, fue al finalizar el último alumno que el profesor prosiguió.

―Bien, han de saber que todo este año trabajaremos en equipos, los cuales yo formaré así que para que vayan identificándose entre sí quiero que levanten la mano conforme les vaya llamando… Yamanaka…. Nara y Akimichi, ustedes serán un equipo… Hyuga, Inuzuka y ….Aburame, ustedes serán otro equipo ― Así prosiguió Hatake, pronunciandoles uno a uno mientras alzaban la mano observándose unos a otros por tener que formar equipo con personas que apenas conocían y que seguramente más tarde ni recordarían quienes eran si no tomaban nota ― Uzumaki, Haruno, y Uchiha, ustedes son el último equipo. ¿Quejas? ¿Ninguna? Esa es la actitud ― Musitó antes de siquiera dejar que pronunciaran una palabra ― Ahora abran el libro de ciencias en la página 4 para dar inicio ― Y en conjunto el salón completo buscó aquel libro para dar inicio a un nuevo año, un año diferente.