Resumen: Harry Potter sabe exactamente qué es lo que quiere para Navidad. ¿Logrará hacerse realidad el único deseo que tiene este año? DRARRY

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rowling y Warner Bro.

Notas de autora: ¡Feliz Navidad a todos! Sí, lo sé, lo sé, Navidad fue hace dos días atrás, pero al menos he conseguido traerles el primer capítulo de este fic que es mi regalo navideño para ustedes. Este año la historia está inspirada en la canción "My Only Wish (This Year)" de Britney Spears.

No los entretengo más, a leer.


My Only Wish This Year

18 de Diciembre de 2001

No es de extrañar que a estas alturas del año sea imposible apreciar por más de dos horas al astro rey, siendo que toda Inglaterra ha entrado en la época invernal. Lo que sin duda se considera más que atípico son las extremadamente bajas temperaturas que se perciben, las cuales nada tienen que envidiarle a las que pueden hallarse en el mismísimo polo norte.

Una gruesa e impenetrable capa gris recubre cada ínfimo recoveco del cielo. A su vez, aceradas nubes permanecen estoicas e inamovibles, dispuestas a dejar caer sin miramientos una intensa nevada y en el momento menos esperado.

A pesar del gélido frío que resopla con intensidad, traspasando sin inconvenientes cada abrigada prenda de vestir de los transeúntes, esto no impide que los mismos abarroten las calles con un propósito en común. Realizar todas las compras necesarias antes de que llegue la Navidad.

Sin embargo, no sólo las decoraciones navideñas que recubren cada vidriera son indicativo de la venida de las fiestas. Otra muestra de ello lo dan las tiendas en sí, quienes se encuentran colmadas de personas apresuradas y golpeándose, sin pretenderlo, unas a otras en un intento por acercarse hacia ciertos escaparates. Las mismas en las que cientos de pequeños niños realizan eternas rabietas al no poder convencer a sus padres de comprarles los llamativos juguetes que las atiborran.

Como es habitual, no sólo se refleja un estado caótico entre la población muggle. El mundo mágico, por su parte, también se ve envuelto en dicha vorágine. Magos y brujas de todas las edades recorren con prisa cada ínfimo espacio del adoquinado Callejón Diagon, deleitándose con las mágicas decoraciones que hacen resaltar los productos a la venta.

Por desgracia, no todos encuentran esta época del año tan maravillosa y repleta de felicidad. Para algunas personas ésta solamente acarrea tristeza, pesar y una agobiante soledad consigo. Y para ironías del destino, es nada más y nada menos que Harry James Potter quien mejor representa dicha teoría.

Todo comenzó tres años atrás, una trágica madrugada de principios de Mayo. En el mismo instante en que el cuerpo de Voldemort cayó con un ruido sordo sin vida sobre el destrozado Gran Comedor, Harry dejó salir un aliviado suspiro y supuso que a partir de ese momento todo mejoraría. Debido a todas las desgracias vividas, a todos los tormentos y muertes que una pelea sin sentido desencadenaron y a la gran cantidad de adversidades que había tenido que enfrentar desde tan temprana edad, era hasta casi irrisorio desconfiar de que las cosas no mejorarían. Después de todo, una vez que alguien toca fondo lo único que puede hacer es emprender un camino de ascenso hacia la superficie, ¿verdad?

¡Oh, pero cuán equivocado había estado! Harry apresura el paso por el empedrado callejón y no puede evitar reír con cinismo al recordar lo muy ingenuo que fue por ese entonces al creer que el maldito destino le daría una tregua a sus suplicios. Al parecer, haber librado a todos de un mundo de terror a manos de un lunático no era motivo suficiente para que al menos le sea concedido un respiro.

Pocos días después de que el terror implicado por un oscuro gobernarte cesara, el mundo mágico comenzó rápidamente a reconstruirse y levantarse de las cenizas, como si de un ave fénix se tratara. Lo primero en resolverse fue la gran y dolorosa herida que significó darle la despedida a aquellos que no pudieron lograrlo. A lo largo de varios días se celebraron infinidad de funerales, a los cuales y para desgracia de Harry, debió asistir y dar unas pequeñas palabras en honor a los caídos.

No importó cuánto se negara y dijera que no le agradaba en lo absoluto toda esa exposición, mucho menos cuando él aún no había podido hacer el duelo por estas pérdidas. Sus súplicas no fueron escuchadas y simplemente todo lo que salía de su boca era descartado con un vano agitar de manos y un leve empujón, forzándolo a colocarse al frente de una multitud llorosa y expectante, la cual esperaba encontrar a través de sus palabras una vía de escape a todo ese sufrimiento.

Los días pasaron y una vez que este suplicio finalizó, Harry pareció al fin poder encontrar un ínfimo resquicio de paz. Claro que como todo en su vida, ese momento de tranquilidad llegaría a durar lo mismo que uno tarda en decir la palabra snitch. Luego de dar la despedida a los caídos en batalla y realizar los correspondientes reconocimientos, llegó el tiempo de celebrar los juicios a los implicados en todos los crímenes cometidos a lo largo de este nefasto período.

Nuevamente, debió armarse de infinita paciencia para poder soportar con estoicismo cada fúnebre relato de ciertos acusados, los cuales narraban con insano deleite todas las atrocidades realizadas. Unas a otras se dictaron sentencias y encerraron culpables, hasta que una lluviosa tarde de Agosto llegó el día más temido por Harry. El día en el que se celebraría el juicio a los Malfoy.

Inesperadamente para todos, incluso para los propios acusados, Harry Potter declaró a favor de Draco y Narcissa Malfoy. Con una firmeza admirable, explicó a todos los asombrados miembros del renovado Wizengamot cómo Narcissa salvó su vida al asegurarle a Voldemort que él estaba muerto, cuando en realidad esto no era más que una gran falacia. Sin olvidarse en ningún momento, claro está, de recalcar la gran preocupación que tenía por su hijo y lo mucho que ella sólo deseaba ponerlo a salvo.

Cuando llegó el turno de defender a Draco, no pudo evitar que un apretado nudo se formara en su garganta, a la vez que sus ojos picaran al ver la clara angustia en esos llamativos ojos grises. Forzándose a dejar salir su voz lo más compuesta posible, Harry habló largo y tendido sobre el miedo y terror que llevaron al rubio a actuar de esa forma en su sexto año… sobre cómo, a pesar de que Voldemort los había amenazado a él y a su familia, no pudo matar al profesor Dumbledore… de cómo estaba dispuesto a tomar la oferta del mismo para proteger a sus padres.

Una vez que el momento de hablar sobre esos últimos meses de guerra llegó, Harry sintió ese nudo comprimirse aún más, pero al mismo tiempo motivarlo a seguir con su férrea defensa. Sin vacilar, explicó con claridad y certeza cómo Draco se negó a reconocerlo cuando fueron capturados y llevados a su mansión, con todo lo que ello implicaba y las represalias a las que debió enfrentarse por su posterior huida y la de sus amigos.

Sus palabras fluyeron de su boca como una suave letanía, mas esto no disminuyó en ningún momento la firmeza de su defensa. Calmadamente, explicó la forma en que la varita del Slytherin fue la que mejor respondía a su magia y cómo, gracias a ella, pudo finalmente derrotar a Voldemort. Sin olvidarse de hacer gran hincapié en el momento que Draco evitó que Crabbe y Goyle intentaran matarlo en la Sala de los Menesteres, dándole tiempo a que sus amigos vengan a auxiliarlo. Conforme los minutos pasaron, Harry simplemente continuó explicando hasta el más mínimo detalle que pudiera servir para librar a su ex rival de prisión.

Una vez que finalizó de dar su testimonio y con todas las pruebas enseñadas a las autoridades presentes, los veredictos fueron dados. De más está decir que la tenaz ferocidad con la que Harry defendió a la familia Malfoy, influyó sobremanera en la decisión de los miembros del Wizengamot. Gracias a ello, los tres lograron evitar ir a Azkaban, sólo Lucius recibió una condena algo más severa, en la cual debería cumplir arresto domiciliario por un período de diez años; y como única represalia adicional, se vieron obligados a pagar una elevada suma de dinero. La misma que sería utilizada en varias de las reconstrucciones del nuevo mundo mágico.

Si alguien le hubiera preguntado en ese mismo instante por qué siquiera se molestaba en ayudar al chico que durante tantos años le había causado cientos de inconvenientes, seguramente no habría sabido qué responder. Porque sin duda no existían palabras para describir ese sentimiento de ansiedad y necesidad de proteger constantemente al joven frente a sí.

No había forma alguna de explicarlo sin entrar en un terreno íntegramente complicado, el cual había permanecido oculto en lo más recóndito de su inconsciente. Un terreno que ponía de manifiesto ciertos sentimientos para los cuales, por ese entonces, aún no se encontraba listo para analizar.

Sacudiendo su cabeza para despejar estos inquietantes pensamientos y sin mirar atrás, Harry salió apresurado de la vieja sala del tribunal del Wizengamot, deseando con todas sus fuerzas huir de ese lugar; intentando así aplacar esa extraña y contradictoria sensación de anhelo y desasosiego que lo recorría cada vez que sus ojos se encontraban con los de Draco.

Una vez que estuvo a salvo entre las oscuras paredes del número doce de Grimmauld Place, se dejó caer pesadamente en el viejo sofá de la sala. Y todas las emociones que reprimió durante tanto tiempo, comenzaron en ese mismo instante a desbordarse en un angustiante llanto, como si de una abierta represa se tratara.

Harry no alcanzaría nunca a precisar con certeza cuánto tiempo permaneció recostado allí, con la vista perdida en las tétricas sombras reflejadas por la encendida araña. Lo que sí podía asegurar es que ese fue el momento exacto en el que algo hizo click dentro de sí, llevándolo a que se convirtiera en el instante que elegiría para sincerarse y decidir cómo proseguir con su vida a partir de ahora.

¿Realmente quería volver a Hogwarts junto a Hermione a terminar sus estudios? La respuesta era sencilla de responder a través de un rotundo no. Ese castillo que alguna vez consideró su único hogar, sólo representaría a partir de ahora una interminable serie de desgarradores recuerdos. Sin duda volver al lugar donde se había desatado la batalla final no contribuiría en lo absoluto a disipar sus recurrentes pesadillas.

Después de todo, no era como si fuera a necesitar de sus E.X.T.A.S.I.S para ingresar en el cuerpo de Aurores, ¿verdad? Harry había perdido la cuenta de las veces que el ministro le había enviado una carta haciéndole notar lo honrados que estarían de tenerlo dentro de dicho cuartel.

Tomada esa importante decisión, lo siguiente en su lista de pendientes era la pausa en la que había puesto a su relación con Ginny. ¿De verdad deseaba reanudar el efímero noviazgo que habían tenido? En otro tiempo esto no habría sido algo para siquiera poner en duda, pero observándolo todo fríamente desde su lugar en el sofá, Harry repasó en su interior lo que sentía por la pecosa joven, no hallando más que un fraternal cariño… algo similar a lo que sentiría de tener una hermana pequeña.

Con un agotado suspiro, decidió que no valía la pena seguir ilusionando a Ginny, cuando claramente jamás podría corresponder sus sentimientos. Una vez admitida esa verdad para sí mismo, Harry sintió desvanecerse un importante peso sobre sus hombros, el cual ni siquiera sabía que tenía.

Sin embargo, esa placentera relajación no duraría demasiado, porque a partir de ese momento, ciertos pensares comenzarían a rondar sus sueños. Harry no recuerda cuántos meses había pasado tratando de negar una realidad que cada día parecía instaurarse dentro de sí de manera inamovible.

No había importado cuánto trató de ocultarlo o convencerse de lo contrario. Todos sus intentos habían sido descartados con una facilidad desesperante mediante ardientes y completamente frustrantes sueños húmedos, quienes tenían como principales protagonistas a varoniles hombres.

Ingenuamente, Harry creyó que quizás estos sueños sólo eran el resultado de su inexistente experiencia y más que nada de llana curiosidad. Sin embargo, después de experimentar con ambos sexos, esta afirmación rápidamente dejó de tener fundamento alguno. Ya no hubo forma de adjudicar sus dudas a simple curiosidad, ya que por primera vez en su vida estuvo totalmente seguro dónde recaían sus gustos. A regañadientes, no había tenido más opción que dejar de luchar consigo mismo y resignarse. Dejando salir un ahogado suspiro, finalmente aceptó la verdad. Era gay. Y para mayores ironías de la vida… tenía una especie de fetiche por hombres rubios y de ojos claros.

Todavía recuerda con exquisita claridad el preciso momento en que les dijo a todos sus seres queridos sobre sus preferencias sexuales. Hermione y Andrómeda, siendo las astutas y observadoras mujeres que eran, simplemente le dirigieron una aburrida mirada que a los cuatro vientos clamaba que ésta no era ninguna novedad y que hacía tiempo que lo sabían.

Por su parte, los señores Weasley y todos sus hijos varones sencillamente le sonrieron y fueron apretándolo uno por uno en un gran abrazo, demostrándole con ello que no había nada de lo que debiera preocuparse e incluso lo regañaron por no haberlo dicho antes, siendo que Charlie también lo era.

Ginny, por otro lado, pasó de la sorpresa y desilusión a la ira en cuestión de segundos. No obstante, luego de dejar salir varios gritos, insultos y algún que otro objeto volando en su dirección, la resignación se instaló en sus pecosas facciones. Sin esperar un segundo, se acercó al asustado chico frente a ella y liberando un exasperado bufido, lo estrechó entre sus brazos con mayor fuerza de la que cualquier jovencita con su contextura física podría, haciéndole saber con palabras murmuradas entre dientes que las sospechas que ella tenía sobre su extraña obsesión con Malfoy finalmente tenían un firme fundamento.

Decir que el rostro de Harry adquirió una tonalidad preocupantemente escarlata ante tal insinuación es un eufemismo. Entre nerviosos balbuceos, trató de negarlo por completo. Mas no fue escuchado en lo absoluto, mucho menos cuando Hermione, George y Ron, para su mayor consternación, se unieron a la pelirroja y comenzaron a expresar a viva voz cada vez en la que la rivalidad entre Harry y Draco pasó a convertirse en una perturbadora obsesión cargada de tensión sexual.

Harry vuelve a reír para sus adentros cuando todos estos recuerdos pasan por su mente como una exhalación. Y a pesar de que ocurrieron tres años atrás, no consigue evitar tener la extraña sensación de que sucedieron hace mucho más tiempo.

Una gélida ráfaga de viento impacta sobre el rostro de Harry, provocándole escalofríos por todo el cuerpo. Castañeando los dientes, empuja con mayor firmeza sus puños en los bolsillos de su abrigado saco, tratando de brindarle a sus agrietadas manos un poco de calor, a la vez que continúa recorriendo el abarrotado Callejón Diagon.

Por su lado pasan decenas de magos y brujas que, por fortuna, no alcanzan a reconocerlo. Porque sin duda no está de humor para lidiar con todas esas molestas muestras de admiración y fanatismo que, a pesar de haber pasado ya tres años desde el fin de la guerra, no parecen proclives a detenerse en un corto plazo.

Un fastidiado suspiro escapa de sus agrietados labios al pensar en los irritantes grititos que dejan salir todas esas adolescentes fascinadas con sus heroicos actos. Rodando los ojos, Harry piensa que el destino realmente es un maldito y disfruta de verlo sufrir. Ya que uno esperaría que, gracias a esta tan odiada popularidad, las chances de encontrar una pareja serían infinitas. Sin embargo, la realidad distaba mucho de ser así.

No es porque Harry no lo haya intentado. Merlín sabe que puso todo de sí para hallar a la persona que le hiciera sentir ese extraño aleteo en su interior. No obstante, ninguno de los jóvenes con los que salió logró hacer correr descontrolada la adrenalina por cada rincón de su cuerpo. Nadie pudo nunca hacer a un lado su fama de héroe y tratarlo como a un igual. La mayor parte de ellos se dirigían a él como si estuviesen frente a un ser divino y omnipotente. Ninguno consiguió desafiarlo o contradecirlo de la manera en la que él anhelaba. Ni siquiera el más atractivo y dominante de sus amantes pudo despertar ese ardiente fuego que se extendía a través de su sangre y con dirección a cada resquicio de su cuerpo y alma… Nadie pudo nunca lograr desbordarlo de vida y excitación como cada vez que peleaba con Malfoy…

Cuando este pensamiento se cuela en sí, Harry vuelve a soltar un suspiro mas esta vez el mismo se encuentra cargado de pesar, resignación y algo de ira dirigida únicamente hacia su propia persona. ¿Por qué cada vez que traía a colación su vida amorosa, o la falta de ella en todo caso, terminaba pensando en esa arrogante serpiente? ¿Por qué todas las carencias de sus candidatos eran justamente las mayores virtudes de Malfoy? Pero más importante aún… ¿Por qué el destino lo odiaba tanto como para que el simple recuerdo de Draco sea el único que consiga hacerlo sentir esos agradables retorcijones en el estómago?

Todo esto ya había pasado de ser una gran injusticia a una terrible calamidad. ¿Es que nunca en su vida algo saldría bien? ¿Acaso nunca iba a poder encontrar la felicidad? Por lo visto, no lo haría.

No deseando adentrarse en este tren de maquinaciones que sólo lo llevarían a traer a su mente a cierto rubio de ojos grises, agita su cabeza para intentar despejarla pero fallando olímpicamente en el proceso. Frustrado, patea una pequeña piedra en el camino a la vez que continúa con su paseo. Totalmente olvidados quedan los motivos por los que se halla deambulando en el concurrido Callejón Diagon.

Harry detiene finalmente sus pasos y levanta la vista intentando ubicarse. Como si de una cruel broma se tratase, a su alrededor no ve más que parejas de todas las edades tomadas de las manos y exudando felicidad. A pesar de que lo intenta, no puede evitar pensar que él es el único que encuentra todo este adorable panorama completamente triste. Porque la cruel realidad le recuerda una vez más que de todos sus amigos, él es el único que aún no ha encontrado a esa persona especial que lo signifique todo… quien logre llenar ese abismal vacío en su pecho… alguien que lo ame incondicionalmente…

Y es en ese momento, donde se percata de algo que debió haber notado mucho antes. Su deseo para esta Navidad… el único obsequio que quiere encontrar debajo de su iluminado árbol este año y que sea solamente para él… es precisamente eso. Encontrar al verdadero amor.

Harry frunce su ceño ante el ingenuo e infantil pensar. Totalmente apesadumbrado y con deseos de simplemente regresar otro día por los estúpidos presentes que vino a comprar, suelta un suspiro y se prepara para aparecer. Por desgracia, una intensa ráfaga de viento logra hacer volar por los aires su gorro de lana, consiguiendo atascarlo entre unas cajas ubicadas cerca de una juguetería.

Rápidamente se dirige a recogerlo, mas esto es motivo suficiente para que una horda de jovencitas lo reconozca y comiencen a gritar su nombre, rogando por un autógrafo. Completamente aturdido y sin saber cómo conseguirá librarse de esto, Harry observa con pánico a la gran muchedumbre formándose y caminando en su dirección.

Por un instante, cree que no tendrá tiempo de sacar su varita y desaparecerse, pero afortunadamente siente a alguien jalarlo con fuerza de su abrigo y esconderlo detrás de unas altas cajas, a la vez que realiza señas para que guarde silencio.

Su salvador toma en sus pálidas manos el olvidado gorro y se dirige rápidamente hacia el frente, donde el gentío está a punto de reunirse. En ese momento, las luces colocadas en las tiendas le brindan a Harry la claridad suficiente para poder reconocer de inmediato a la alta figura delante de sí.

Totalmente perplejo, algo dentro de Harry le dice que tal vez y sólo tal vez… su deseo de Navidad sí se cumpla después de todo.


oOoOoOo

Notas finales: ¿Quién creen que sea el "caballero de brillante armadura" que ha salvado a Harry? ¡Que comiencen las apuestas!

Ahora sí, espero que hayan pasado una hermosa Navidad, repleta de amor y buenos momentos. Espero poder actualizar antes de año nuevo pero por si no, les deseo un feliz fin del 2015 y un mejor comienzo del 2016.

Besito y nos leeremos en el próximo capítulo.