hola, vengo con un nuevo capitulo que estoy escibiendo con ayuda de ELDAR LISSWEN SARITHIEL, tambien conocida como Misu... espero que les guste... no se que mas decir.
DISCLAIMER: Invader Zim y todos sus personajes son propiedad de JHONEN VAZQUEZ Y NICKELODEON, DIX, VIV son propiedad de ELDAR LISWEN SARITHIEL.
Zim caminaba por los interminables pasillos de la inmensa, mientras se quitaba las gafas de laboratorio. Sus pasos lo llevaron a una de las enormes ventanas y se paró un segundo a contemplar el universo.
Se llenó de nostalgia al recordar sus días de invasor, cuando recorría el espacio… y sus recuerdos lo llevaron a él… a Dib.
El humano siempre había sido una molestia cuando eran niños, pero cuando ambos crecieron, se hicieron muy buenos amigos. Dib cambió mucho cuando se convirtió en adolescente. Ya no estaba obsesionado con salvar a la tierra, y Zim encontraba interesantes las pláticas que sostenía con el humano, el cual resultó de mucha ayuda para comprender al planeta al cual había sido asignado. Incluso, Dib le había ayudado a crear un suero que evitara que el agua de la tierra quemara su piel.
Extrañaba a Dib, aunque odiara admitirlo. Un terrible nudo se formó en su garganta cuando recordó como el humano le dijo con pesimismo que se tenía que casar con la hija de un amigo de su padre. Ellos habían hecho ese trato, y Zim sabía que el padre de Dib era un jodido manipulador cuando se lo proponía.
Zim nunca se atrevió a confesar sus sentimientos al humano. Sabía lo que los sucios terrícolas pensaban de las relaciones entre personas del mismo sexo, así que Zim nunca se atrevió a decirle a Dib lo que sentía por él, aunque en el fondo creía que Dib sentía lo mismo.
Poco antes de la boda del humano, Zim había sido requerido para trabajar como bio-ingeniero en la inmensa, y al principio, Zim había creado un plan para fingir su muerte, creando un programa que hiciera desaparecer la señal de su pak en los registros de la computadora central de Zim. Pero al saber que perdería a Dib, decidió irse, aceptando el trabajo.
Zim retomó su camino, y cuando estaba casi por llegar, notó a un par de guardias salir justamente de su habitación. El irken se acercó de forma amenazante a los guardias y les gruñó.
-¿Se puede saber qué rayos se les perdió en mi cuarto? Esta es la habitación de Zim… ¡Y yo soy Zim! –
Pero los guardias no prestaron mucha atención a los berrinches del alien, el líder solo se limitó a explicar:
-Estamos revisando las habitaciones de todo mundo por órdenes del Mas Alto Rojo, para ver que no estén pasando información a nuestros enemigos, Zim.-
-Y para ver que no estén haciendo cosas peligrosas, como la cosa esa que se comió a la Más Alta Miyuki hace un par de años, y luego al más alto Sport, ¿Te suena familiar, defecto con suerte? – el segundo guardia miró con odio puro a Zim, el cual se limitó a mirarlo con los ojos reducidos por la ira.
Muchos llamaban a Zim defecto con suerte, y no era algo que al alien le agradara. Siempre había sido considerado un defecto, pero en vez de ser enviado a la purga, como era costumbre en Irk, Zim había demostrado tener inteligencia muy por encima del promedio, y los líderes querían aprovechar esa inteligencia del alien.
Zim miró a los guardias alejarse y respiró tranquilo. Sabía que si hubieran encontrado su "secreto" le habrían dicho algo, o no se hubieran ido con las manos vacías.
El irken se sentó en la cama y activó un bio scanner creado por él mismo, el cual detectaba cualquier forma de vida que estuviera acercándose a ese lugar. Después de cerciorarse de que nadie estaba cerca, Zim entró en el armario, recorrió un par de prendas para llegar a una pared, donde había un escáner de retina. El irken lo activó y se abrió una puerta.
Zim entró y se encontró en una pequeña habitación, con una mesita con libros de iluminar y colores y crayones de distintos tipos. Al fondo había un pequeño refrigerador, una televisión, una computadora y también una pequeña camita donde dormía Gir, la antigua unidad SIR de Zim, junto a un pequeño de unos seis años de abundante cabello negro. En la mesita de al lado estaban unos lentes redondos, propiedad del niño, el cual abrió sus ojos color miel cuando Zim se sentó a su lado.
-¡Papi Zim! – gritó el niño y abrazó al alien emocionado - ¡Al fin llegas! Te quiero mostrar lo que hice.-
-Hola, Dix,- se limitó a decir Zim, mientras el niño corría a la mesita a buscar un dibujo.
Zim movió a Gir, el cual se despertó y le hizo un saludo militar a Zim.
-Hola, amo – dijo el robot con ojos rojos.
-Gir, vi salir un par de guardias, ¿No hubo problemas? –
-No, yo lo noté, pero el amito Dix y yo estabamos aquí, y el amito ya se había dormido su siesta, y nadie nos encontró, ¡Nadie nos gana jugando a las escondidas! –los ojos de Gir cambiaron a color azul y comenzó a bailar.
-Bien hecho, Gir.-
Poco antes de partir, Dib se quedó a dormir en su casa, y Zim aprovechó para extraer una muestra de sangre del humano.
Cuando llegó a Irk, consiguió un contenedor de Smeet, y decidió llevar a cabo su plan.
Mezcló la sangre del humano y la suya propia para crear un pequeño clon de Dib, el cual pudiera tener a su lado, y así tener siempre una parte de su Dib con él.
Afortunadamente, gracias a las células irken, Dix había podido valerse por sí mismo poco después de su nacimiento. Gir cuidaba de él, el pequeño robot estaba más funcional que cuando estaban el la tierra, y era de gran ayuda para Zim.
Aunque el alien sintió un nudo en su garganta cuando recordó que Dib le decía como odiaba a su padre por dejarlos solos tanto tiempo, sin cuidarlos. Y el humano le dijo que cuando él tuviera hijos no los dejaría tan descuidados.
Si Dib supiera que Dix se queda solo por largos periodos… pero ese no era problema del humano, Dib debía tener sus propios hijos. Dix era suyo, le había enseñado a que usara ese término humano para referirse a los progenitores para que Dix lo llamara "Papá" o "Papi", y eso a él le gustaba.
-¡PAPI ZIIIIIIM! –gritó de repente el niño sacando a Zim de sus pensamientos.
-¡Dix, me asustaste! – le reprochó el alien.
-Es que no me haces caso, mira, te estoy enseñando esto- el niño le mostraba a Zim un paisaje parecido a un parque, donde estaban junto a unos juegos, Dix sujetaba la mano de Zim y el alien tenía una enorme sonrisa en el dibujo.
-¿Dónde viste un lugar como éste? – Zim entornó los ojos, pero el niño corrió y sacó una fotografía donde aparecían Zim y Dib.
-Gir me dijo que en este planeta tú eras invasor, y este señor que se parece a mí era tu amigo…-Gir levantó la mirada y miró a Zim con ojos de súplica - ¿Papi, cuando yo sea grande como tú voy a ser invasor? Me gustaría ir a un planeta como este, solo veo mi cuarto y a veces me aburro.-
Zim se levantó y se dirigió a la salida, sin atreverse a ver a Dix.
-Ya hablamos de esto, Dix, ahora, espera aquí, voy a buscar algo de comer.-
-Siempre espero aquí, papá – dijo Dix con molestia y se sentó en la cama.
Zim salió y comenzó a sentir mucha impotencia. Sabía que no era justo para Dix pasar su vida entera encerrado en el anexo de su cuarto, pero si los guardias lo descubrían, probablemente se lo quitarían para llevarlo a los laboratorios para experimentar con él.
Pero el niño iba creciendo, y haciendo planes para su futuro. Así que Zim decidió que era tiempo de ver por el niño, así que retomaría el plan de desaparecer del imperio para que no lo buscaran y le dejaran llevar una vida tranquila con su smeet. También temía que si le pasaba algo en los laboratorios el niño quedaría desamparado, claro que Gir estaba programado para protegerlo, pero sabía que no era una garantía para el niño.
Así que si buscaba el bienestar de Dix, lo mejor era llevarlo a un lugar en el cual hubiera más humanos que pudieran hacerse cargo de Dix en caso de que a Zim le pasara algo. Y comenzó a planear su viaje de regreso a la tierra.
Lejos de ahí, una niña de seis años viajaba en el asiento posterior de un automóvil. La trabajadora de servicios infantiles la llevaba a vivir con su abuelo paterno, una persona a la que jamás había visto.
Miró su reflejo en la ventanilla. Tenía un feo moretón en el rostro, a la altura del labio, cortesía de la última borrachera de su madre.
Vivian había vivido un infierno con la mujer que le había dado la vida. Rebeca siempre le decía que le había arruinado la vida, que no debió nacer… esas cosas no debían decirlas a un niño, y Vivian se sentía terrible.
Al menos antes su padre, Dib, la defendía. Pero luego del accidente, las cosas habían empeorado.
-Viv, cielo, ¿Estás bien? – Diane Phelps miró por el espejo a la niña de cabello negro con gafas sentada mirando por la ventana. Afortunadamente la habían encontrado a tiempo, si no, solo Dios sabe que clase de destino hubiera tenido esa niña a manos de una mujer tan enferma como su madre.
-Señorita Diane, ¿Usted conoce a mi abuelo? – preguntó la niña sin mirar a la trabajadora social.
-Bueno, Linda, es un hombre muy famoso, mucha gente lo conoce, ¿En serio tu papá nunca te habló de él? - Diane no podía creer que esa niña no conociera más familia que sus padres. Pero Vivian negó con la cabeza.
-Tal vez también me odie cuando sepa que fue mi culpa lo que le sucedió a mi papá-
La voz de Vivian se quebró, y Diane detuvo el auto en la orilla de la carretera.
-Viv, ya hablamos de eso, cielo, no fue tu culpa, todo fue un accidente, mi amor, debes dejar de sentirte mal por eso.-
-Pero fue mi culpa- Vivian comenzó a llorar despacio – si no hubiera sido porque yo quería ir a esas tontas clases de baile, mi papito estuviera aquí conmigo.-
-Viv, por Dios, cielo,- la mujer miró a la niña, sabiendo que necesitaría demasiada terapia psicológica para dejar de culparse por el accidente donde su padre desapareciera y ella casi perdiera la vida. – a tu papá no le gustaría verte asi.-
Vivian no dijo nada más. Era cierto, su padre la quería mucho. Era el único realmente bueno con ella.
Recordó como le habia insistido hace tres meses que la inscribiera en clases de baile, a pesar de que su madre le decía que tenía la misma gracia para bailar que una elefanta preñada. Pero su padre le había dicho que la apoyaba, y la llevaba todos los días al estudio. Esa tarde, llovía a cántaros, pero ella no quería faltar a su clase.
Cuando iban en la carretera junto al río, el auto se salió del camino y cayeron al agua.
Dib sacó rápidamente a la niña del auto, y la subió a un tronco que flotaba, sujetándose él. Pero la corriente era demasiado fuerte, y Dib estaba sangrando mucho de un golpe en la cabeza.
Escucharon sonido de sirenas, y cuando los rescatistas bajaban a ayudarles, Vivian volteó para decirle a su padre que la ayuda venía en camino, Dib no estaba. Vivian gritó angustiada, pero a pesar de que los rescatistas entraron al agua al sacar a Vivian, no encontraron rastro de Dib. Y la corriente del rio era demasiado fuerte por la tormenta, y lo dieron por muerto, a pesar de que jamás encontraron su cuerpo.
Fue la última vez que Vivian vio a su padre.
Después de eso, su vida había sido una pesadilla. Su madre la culpaba del accidente y la golpeaba a menudo. No le daba de comer, no se preocupaba de que tuviera ropa limpia. Si no fuera por el reporte de su maestra, tal vez Rebeca la hubiera matado. Ahora la llevaban a vivir con un abuelo al que jamás había visto.
-Viv, todo estará bien, te prometo que si no estás feliz con tu abuelo, yo misma buscaré una familia para ti, donde puedas ser feliz, mi niña, porque eres una niña buena y te lo mereces- la mujer trataba de animar a la pequeña, que solo bajó la mirada.
Viv no se sentía una buena niña. Comenzaba a anochecer, y empezaron a aparecer estrellas. A ella le gustaban las estrellas, se sentaba en el techo de la casa con su padre y ambos las miraban por horas, su padre le había dicho que habia viajado a las estrellas en un par de ocasiones, y le habia dicho que algún día la llevaría a ella a recorrer el espacio. Eso la llenaba de felicidad, a pesar de que su madre decía que eran tonterías. Vivian tenia la esperanza de que su padre estuviera vivo, ya que nunca habían encontrado su cuerpo. Y que ambos salieran viajando en una nave juntos.
Diane miró por el espejo, y se dio cuenta de que Vivian se había quedado dormida con una sonrisa en los labios.
-Duerme ya, pequeña, al parecer en tu sueño eres muy feliz.-dijo la trabajadora social con una sonrisa triste.- Si el único lugar donde puedes ser feliz es en tus sueños, sueña, Vivian-
Diane siguió conduciendo, prometiéndose hacer todo lo posible por buscar la felicidad de esa niña.
un capi algo triste, pero gracias por leer.
