Errores del pasado

N/A: Dedicado a las fans(como yo)de esta fantástica pareja.

Disclaimer: ¡TODO, ABSOLUTAMENTE TODO ES DE J.K ROWLING!

Summary: Re-escribiendolo.

Enero de 1998, búsqueda de Horcrux.

Hermione Granger suspiró cansada y bebió un sorbo de su té, mientras miraba ciegamente el paisaje frente a ella. El relicario de Slytherin descansaba a su lado, emitiendo leves ondas de magia que la mantenían en un estado de alerta constante, eso sumado al abandono de Ronald, había logrado empeorar aún más su inestable situación emocional; por más que intentara sacarse al pelirrojo de su cabeza, no podía. El repentino escape del chico Weasley caló fuertemente en su confianza y sabía que había creado un dolor punzante en Harry, quien (sorpresa, sorpresa) la había tomado con ella apenas dirigiéndole la palabra y dándole aireadas miradas de tristeza.

La caza de horocruxes no estaba yendo a ningún lado. No sabían cómo acabar con el relicario (la espada, probablemente, era el único objeto que les serviría y era imposible para ellos conseguirla tomando en cuenta que estaba en Hogwarts), ni tampoco tenían la menor idea de donde podrían encontrar otro trozo del alma de Riddle, ¡Por Merlín, ni siquiera sabían que objeto podría ser el maldito horcrux!

Hermione volvió a suspirar, tomando el relicario con la punta de sus dedos, dándole una estrecha mirada cargada de curiosidad, haciendo una mueca de incomodidad cuando sintió que este temblaba, latiendo con vida propia. Repentinamente las últimas palabras de Ron resonaron en sus oídos, venenosas, casi como si estuviese ahí, precisamente para recordárselas y abrir la herida.

¡Lo entiendo, Hermione! ¡Eliges a Harry! Siempre se trata de Harry.

¿Por qué te empeñas en no verlo, Hermione Granger? Ellos solo están usándote.

Sabiendo perfectamente que era una vil manipulación de aquel profano guardapelo, Hermione lo dejó caer a la nieve, sintiéndose satisfecha por el siseo que soltó el objeto, con las manos temblorosas tomó la taza de té, dándole otro sorbo pensativo antes de volver a releer el libro que Dumbledore le había dejado como herencia.

Los cuentos de Beedle el Bardo.

Alzó la cabeza cuando oyó que la carpa se abría ligeramente, Harry cabeceó hacia adentro, dejándole en claro que su turno se había acabado y él venía a tomar el relevo. Hermione se puso de pie, apretando el libro contra su pecho, mordiendo su labio inferior para reprimir las amargas lágrimas que habían nacido producto la repentina punzada de soledad e impotencia que la llenó cuando su amigo no le dirigió ni una sola palabra. Sabía que de cierta forma, él la culpaba por la repentina huida de Ronald. Últimamente, ella también comenzaba a culparse por la cobardía e inseguridad del chico Weasley.

Él solo usa tu inteligencia… Lo sabes bien. Cuando la guerra termine, van a desecharte.

Hermione entró casi corriendo a la carpa, tratando de dejar atrás la molesta voz que estaba tratando de corromper su amistad, sin embargo, sentía que nunca se alejaba lo suficiente de ese asqueroso trozo de alma.

-X-

Hermione era consciente que la 'caza de horrocruxes' no estaba avanzando y que mientras ellos se movían perezosamente de un lugar a otro, tratando de buscar respuestas a cuestionamientos de los cuales ni siquiera estaban del todo seguros, Lord Voldemort estaba ganando más aliados, confianza y poder. Cada segundo que pasaba era una eterna agonía, cada maldito segundo se devanaba los sesos buscando una solución para acabar con el horcrux, para adivinar que otro objeto podría contener un trozo de alma del mago oscuro y por encima de todo, descubrir qué diablos tenía que ver un cuento de niños en todo ese misterio. Porque Albus Dumbledore no le había dejado "los cuentos de Beedle el Bardo" para que se enterneciera y pudiese dormir por las frías noches en las que estaban en plena fuga. El hombre no daba una puntada sin hilo. Y Hermione sospechaba que el misterio tenía mucho que ver con el símbolo que había cargado el padre de Luna en la boda de Bill; el mismo extraño signo que había alterado a Victor, quien mencionó que pertenecía a Grindelwald, quien (Oh, casualidades de la vida) fue el anterior mago Oscuro que infundió terror en el mundo mágico.

Una rama se quebró. Y un escalofrío se deslizó por la espalda de la chica, sintiendo la pesada mirada de alguien sobre ella, Hermione alzó lentamente su mirada del libro que estaba leyendo, cuidadosamente se puso de pie, mirando alrededor con desconfianza. No habían visto a nadie por esos lugares. Seguramente se trataba de algún animalillo en busca de comida, pensó con el ceño fruncido, sin embargo, los vellos de su nuca se alzaron, previniéndola de un probable peligro.

Perdió la respiración cuando una pesada mano se posó sobre su hombro y se giró con la varita en alto solo para encontrarse con la sorprendida mirada de Harry, ella torpemente retrocedió.

—Lo siento, Harry, me tomaste por sorpresa.

—Uh, sí, yo también lo siento… no debí… -el balbuceo nervioso de Harry se apagó al ver una incierta sonrisa en el rostro de su amiga, él pasó una mano por su rostro duramente, antes de tomar una profunda bocanada de aire y agregar:- ¿Hermione? He estado pensando y… Quiero que vayamos al valle Godric.

Ella frunció su ceño, también había estado pensando en ir al Valle Godric, lo único que le había impedido sugerírselo a Harry era el peligro que representaba ir a ese lugar, sería muy lógico que fuesen a investigar el lugar tomando en cuenta que ahí estaba la casa de los padres de Harry y Voldemort sabría eso. Él creía que la familia para Harry era una debilidad, pero no era capaz de ver que a su vez, era una fortaleza.

Quien no arriesga, no gana. Hermione no era una persona impulsiva, pero su instinto le decía que había altas probabilidades de encontrar algo. Alzó la mirada chocando con los expectantes ojos de Harry y apretó su libro protectoramente contra su pecho.

—Creo que es una buena idea. –admitió a regañadientes, Harry sonrió ampliamente y la abrazó con vigor. Una fuerte brisa barrió el lugar y ambos se estremecieron por lo gélido del ambiente, regresando a la carpa mientras charlaban ociosamente sobre la tormenta que no tardaría en llegar.

Empacaron todo con rapidez, Harry le daba miradas de reojo casi como si esperase que en cualquier momento le gritara que cambió de idea y no irían a ningún lugar, lo cual le dio cierta tranquilidad a Hermione. Harry, al menos, no la abandonaría como Ron.

Porque él te está usando

Limpió su cabeza de cualquier pensamiento de su traicionero amigo pelirrojo (obviando una vez más a la oscura voz que susurró en su oído) y desapareció con Harry rumbo al Valle Godric, agradecida porque fuese él quien cargara el relicario. Apenas pusieron un pie en el pueblo, Hermione sintió que había sido una mala decisión, algo en ese lugar le puso los pelos de punta y le dieron ganas de desaparecer de regreso al inhóspito bosque. Inquieta, se colgó del brazo del pelinegro y permitió que él la guiara por el desconocido sitio.

Solo cuando oyó animados gritos de niños, Hermione asimiló en medio de qué fecha se encontraban. Navidad. Sin embargo no fue capaz de decir algo antes que una hermosa estatua eclipsara su atención. Arrastró a Harry al centro de la plaza quien soltó un jadeo tembloroso al recocer a las tres personas que constataban la nostálgica imagen: sus padres y él. Le dio un apretón a su brazo y cabeceó hacia la casa que había pertenecido a los Potter, estaba sucia, maltratada y había una barrera mágica que Hermione captó justo a tiempo.

—"La violencia causada por las artes oscuras y los que las practican, ha terminado con dos miembros de una familia." –leyó ella con suavidad, manteniendo su firme agarre del brazo de Harry ya que sentía que en cualquier momento se iba a derrumbar, sin embargo, él se mantuvo estoico, con lágrimas llenando sus ojos. Ella dio un respingo al ver las demás frases.- ¡Que falta de respeto! No deberían…

—Está bien, Hermione, es reconfortante saber que hay gente apoyándonos. –susurró él antes de suspirar y negar.- No creo que aquí encontremos algo. Estoy bastante seguro que esa barrera es una trampa. Creo que sería mejor opción ir al cementerio.

Hermione frunció su ceño, pensando que estaban desviándose de su propósito en el pueblo, sin embargo, comprendía los sentimientos de su amigo y simplemente por eso accedió a su petición. Al ver movimiento en la pequeña iglesia, se colocaron la capa de invisibilidad, moviéndose rápidamente para no ser vistos. En silencio se separaron para abarcar más espacio y encontrar cuanto antes el sepulcro de los Potter.

Ella se deslizó silenciosamente por el lugar, sintiéndose como una intrusa y con un picor extraño en su nuca. Tropezó torpemente con la tumba de Kendra y Ariana Dumbledore; madre y hermana de su fallecido director. Respetuosamente dejó una flor sobre esta y cuando giró, algo le llamó la atención, la suave nevazón y la oscuridad le imposibilitaba ver bien así que tuvo que usar su varita para iluminar el lugar.

En el centro de una lápida estaba tallada la marca del libro, la de Grindelwald. Los nombres estaban bastantes borrosos, pero pudo comprender uno de ellos: Ignotus Peverell. Ceñuda, miró por encima de su hombro en busca de Harry, dispuesta a contarle su reciente descubrimiento. Pero él ya había encontrado lo que había venido a buscar, es decir, la tumba de sus padres. Ella se apresuró a ir a acompañarlo, sostuvo su mano y dándole un firme apretón en señal de apoyo, él lo devolvió distraídamente antes de secar de forma disimulada sus ojos, Hermione hizo aparecer una hermosa corona de flores y juntos la dejaron con extremo respeto sobre la tumba. Abrazados y en un sobrio silencio, se deslizaron de regreso al punto de aparición.

Un par de pasos bastó para que Hermione se diera cuenta de la persona que les seguía y en voz baja, nerviosa se lo comentó al pelinegro, quien miró por encima de su hombro y apresuró sus pasos, sin ser demasiados obvios. Lo siguiente que Hermione supo era que estaban siguiendo a una extraña mujer quien Harry aseguraba era Bathilda Bagshot.

Ella no tuvo más opción de seguirles, escéptica y con un mal presentimiento esparciéndose rápidamente por todo su cuerpo.

-X-

La castaña limpió sus lágrimas de un manotazo, sintiéndose estúpida y débil. Llorar no le serviría de nada, no arreglaría la varita de Harry ni le quitaría la culpa que sentía por haber permitido esa excursión al antiguo pueblo. Ella sabía que les tenderían una trampa y aun así había ido.

Cambió los paños mojados que había usado para bajarle la fiebre a Harry y luego salió de la tienda, tomando una profunda bocanada de aire limpio, se recargó en un árbol y alzó su cabeza hacia el cielo, permitiendo que la nieve impactara contra su rostro de manera refrescante.

Distraídamente tocó su cuello, deslizando sus dedos por la cadena en una sutil caricia hasta que llegó al medallón el cual sostuvo como si se tratara de un tesoro, al darse cuenta de lo que acaba de hacer, Hermione soltó un jadeo sorprendido y se apresuró a quitárselo, sus manos temblaban tanto que la simple tarea le valió largos minutos.

Una vez más, la chica lo dejó caer a la nieve, escuchando un leve siseo de molestia, dio un salto atrás y respiró pesadamente. No podía volver a cargarlo. Era demasiado peligroso para su estabilidad mental. Se sentía como Smeagol1 y se preguntaba si era posible que el horcrux terminara corrompiéndola tal como el personaje del señor de los anillos.

Negó, aturdida y profundamente molesta por sus pensamientos, y retomó el libro de medicina mágica que había estado leyendo para ayudar a Harry, quien llevaba días inconsciente por el veneno de Nagini, la fiel mascota de Voldemort. Ella cerró el libro de golpe. Había sospechado que la serpiente era un horcrux pero no creyó que era verdad hasta el fatídico encuentro, solo cuando la vio de frente y sintió la magia oscura que la rodeaba, demasiado similar a la del guardapelo que estaba vibrando de emoción por la hostilidad de la confrontación, comprendió que su teoría era real. Nagini contenía un trozo de alma del mago oscuro.

Extrañamente, una sensación de tristeza apretó su estómago ante la idea de asesinar al enorme reptil, pero fue rápidamente olvidada al ver a Harry tambaleándose hacia ella con una mirada aturdida.

— ¡Por Merlín Harry! ¡Vuelve a la cama! –exclamó espantada, tocando nerviosamente la frente del chico, aliviada al darse cuenta que la fiebre por fin se había ido por completo, él tomó su mano y la miró ceñudo.

— ¿Qué sucedió? Mi cabeza es un lío de imágenes…

—Me temo que todo el tiempo Batilda Bagshot era Nagini. Cuando subiste, aprovechando que estaban solos te atacó, estaba haciendo tiempo para que Ya-sabes-quien pudiese llegar. Comenzaste a gritar que venía. –balbuceó Hermione con rapidez, frotando sus brazos y evitando a toda costa lo ojos de Harry:- Antes de poder escapar, Nagini te mordió. Es una pitón, Harry, ellas no son venenosas, pero creó un raro efecto en ti por lo que estuviste días inconsciente.

—Ya veo –dijo Harry reacomodando sus lentes y frotando su nariz, lentamente una mirada de sospecha se apoderó de su rostro y Hermione se estremeció, tomando el horcrux, sintiéndose extrañamente confortada por tenerlo entre sus manos.- No vi mi varita… ¿Hermione, estás bien? Te has puesto pálida.

Ella tomó una bocanada de aire y se preparó para contarle lo que sucedió. ¿Pero cómo decirlo? Era tan… Horrible.

—Fue todo muy rápido, Harry. –admitió Hermione retorciendo sus manos con nerviosismo:- Teníamos que salir de ahí, la mordida ya estaba afectándote y ¡Merlín, Harry! ¡Él estaba ahí mismo! Teníamos que irnos lo más rápido posible…

— ¡Hermione! –exclamó Harry con violencia, ella se estremeció y sostuvo con más fuerza el horcrux como si fuese una rara clase de salvavidas.- Ve al punto, ¿sí?

—El caso es, Harry, que tu varita se rompió –declaró Hermione con tristeza, su labio inferior temblaba así que lo mordió bruscamente y cerró los ojos:- ¡Fue un accidente, Harry, lo juro!

— ¿Se quebró…?

—Lo siento tanto, Harry, puedes usar la mía mientras conseguimos otra para-

—Hermione, necesito estar a solas. –espetó Harry con brusquedad, la castaña reprimió a duras penas un sollozo y miró con infinita tristeza al chico.

—E-Está bien, yo uhm, iré adentro. –dijo Hermione apresurándose a tomar sus libros, Harry se temblaba de ira y de tristeza, ella le tendió su varita con la mano temblorosa, él la tomó con más suavidad de la que esperaba y luego suspiró.

—También dame el horcrux.

— ¡No! –gritó Hermione con rapidez, él estrechó sus ojos y ella se apresuró a agregar.- Acabas de salir de la inconciencia, te afectará mucho más de lo normal, no es una buena idea.

—Bien. Pero mantenlo lejos, Hermione. –dijo él bruscamente antes de darle la espalda con los hombros hundidos.

Hermione volvió a la tienda con el corazón desbocado, tendría que leer de nuevo esos asquerosos libros, pensó aterrada, para descartar la idea de convertirme en una copia de Smeagol.(1)

-X-

Hermione corrió descalza por los pasillos de Hogwarts, no podía recordar cómo había llegado al castillo, de lo único que tenía certeza es que debía apresurarse. Sus pulmones ardían, tenía una desagradable punzada en un costado y sus pies sangraban, pero no podía dejar de correr.

Habían luces iluminando todo el hermoso paisaje que rodeaba el colegio, y Hermione dobló por una esquina, con un chillido se deslizó por el piso que estaba resbaloso y gracias a esa torpe caída evitando a escasos milímetros una de las hipnotizantes luces, solo entonces, comprendió que no, no eran luces, eran hechizos.

Jadeando desesperada por aire, aterrada y totalmente confundida, se quedó tendida sobre el líquido que la había hecho resbalar, pasado unos segundos escuchó unos pasos, su corazón dio un salto y buscó aterrada su varita. ¡Tenía que defenderse! ¡Oh, Merlín, la iban a matar!

Miró sus manos y gritó, estaban llenas de sangre. Con amargas lágrimas cayendo de sus ojos limpió sus extremidades contra el camisón que llevaba. Encuadró sus hombros, dispuesta a dar una pelea aunque no tuviese arma, sin embargo, cuando alzó su cabeza, se encontró perdiendo la respiración.

A unos centímetros estaba parado un guapo chico, su elegante y hermoso rostro tenía un halo angelical, pero ella pudo ver el demonio en sus ojos. Él tomó su mano, forcejeando para que se quedara quieta y le miró con intensidad, sus ojos, extrañamente, poseían un color negro azulado.

¡Quédate quieta, Granger! –ordenó él bruscamente al darse cuenta que ella estaba llorando y seguía forcejeando para liberarse, Hermione lentamente dejó de moverse, sintiendo como si todas sus fuerzas repentinamente le hubiesen abandonado. No estaba bajo un hechizo, pero su voz había logrado calmarla:- Lo siento.

¿Lo sientes? ¡¿Lo sientes?! ¡Tú no sientes nada! ¡No sientes absolutamente nada! –sollozó ella explosivamente, dándole firmes golpes a su pecho con su puño cerrado, sus piernas dejaron de sostenerla y cayó al suelo temblando.- Eres un monstruo, Riddle.

¡Los tenía que matar! ¡Lo tenía que hacer o ellos se hubiesen interpuesto en nuestro camino! –espetó él con frustración.

¿Nuestro camino? ¡Tu camino querrás decir! –gritó Hermione temblando y él se arrodilló frente a ella.

Nuestro camino. Te guste o no eres parte de esto. –dijo él con calma, acariciando su rostro con su dedo índice, dejando un rastro de sangre en su piel.- Lamento haber matado a tus amigos, Hermione.

Púdrete, Riddle, jamás te perdonaré por esto. –espetó ella escupiendo su rostro antes de desaparecer, oyendo el feroz grito que él soltó le hizo saber que acababa de empeorar la situación.

-X-

Hermione despertó empapada en sudor y temblando, agitada se puso de pie, mirando alrededor en busca de algo que le quitara de la cabeza aquella espantosa y rara pesadilla, se tambaleó por la tienda y salió al aire libre mirando a Harry asustada, él estaba semidormido, pero abrió con rapidez sus ojos, completamente alerta.

—Estoy bien –dijo ella en un chillido, inclusive antes que él preguntara, se sentó a su lado sin dejar de temblar y tosió incomoda.- Solo fue una tonta pesadilla. ¿Por qué no vas a dormir?

Ella esperó con impaciencia que él se negara, sin embargo, Harry cabeceó y desabrochó cuidadosamente el relicario que yacía colgando debajo de su camisa, Hermione tensó su espalda, aturdida. ¿Cuándo se lo colocó? ¿Por qué no lo podía recordar? ¿Qué estaba sucediendo? Merlín, ¿estaba acaso siendo poseída por el oscuro relicario? Tembló cuando su amigo se marchó sin decir una palabra y apenas salió de su campo de visión, ella cubrió su rostro y luchó por calmar su agitada respiración.

No entendía lo que estaba sucediendo. Pero estaba segura que nada de esto era bueno. Ni un poco. Tragó saliva y decidió chequear una vez más los oscuros tomos que había sacado prestados de la biblioteca Black, si bien no encontró información con respecto a los horcrux era fácil tenía un factor común con otras asquerosas magias oscuras.

Horas después, Hermione seguía sin respuestas a sus cuestionamientos. Frustrada, decidió que no volvería a cargar el relicario, de ahora en adelante cuando le tocara custodiarlo simplemente lo dejaría a varios metros de ella. La pesadilla que tuvo, si bien era extraña y escalofriantemente realista, era solo un tonto sueño, algo que no se volvería a repetir. Comenzaría a tomar pociones para no soñar si fuese necesario.

Ese era un muy buen plan evasivo. Y funcionó bien por un par de días, en los cuales, Hermione fue capaz de pensar un poco más claramente y calmar sus miedos, si bien se movieron constantemente de lugar, Harry no hablaba mucho, enfocado en ese maldito estúpido libro de Skeeter lo cual dio paso a un par de discusiones, pero nada que no pudiesen solucionar.

La calma se esfumó cuando Hermione comenzó a tener otro tipo de sueños. Los que irónicamente la asustaron más que la primera pesadilla. Ni uno tenía que ver con el anterior, pero de cierta manera, ella era capaz de sentir cierta unión implícita, sin embargo, no era capaz de encontrarla, estaba ahí pero lo único en común que podía ver era que en todos estaba Tom Riddle y en cada uno de ellos había una cierta cercanía entre ambos que le ponía los pelos de punta.

Los primeros constaban de simples escenas rutinarias, ambos debatiendo sobre algún libro o tema visto en clases, una pelea por algún desacuerdo en opiniones, un encuentro en alguna reunión de Slughorn o una ronda de prefectos. Si bien era extraño estar teniendo esa clase de sueños, Hermione los dejó pasar porque no había un mayor contacto entre ambos, eran dos estudiantes conocidos que apenas se soportaban, y para cuando ella ya se había acostumbrado a la idea que su retorcido subconsciente estaba creando raras escenas de cotidianidad junto a Riddle las cosas comenzaron a tomar un tinte… distinto.

Repentinamente estaba envuelta en una burbuja de sutil seducción. Y en un par de esos fatídicos sueños, era ella la que buscaba al chico.

Su subconsciente realmente estaba mal.

Muy, muy mal.

-X-

¡HERMIONE!

¡HERMIONE, DESPIERTA!

Ella se sentó de golpe en la cama buscando a tientas su varita, sintiendo un escalofrío al darse cuenta que no estaba, eso quería decir que la tenía Harry, quien estaba gritando frenéticamente. Si los estaban atacando…

Ni siquiera quería pensarlo.

Aterrada, salió corriendo de la carpa, encontrándose de frente con su amigo, que estaba empapado y tiritando, ella jadeó sorprendida.

— ¡¿Qué te sucedió?! –preguntó mientras se quitaba su propio suéter para secar un poco al chico.

— ¡Lo conseguimos, Hermione! –gritó Harry con sus dientes castañeando, luego él dio un paso al costado y Ron apareció cabizbajo, tan empapado y tembloroso como el pelinegro, en su mano derecha yacía la espada de Godric Gryffindor. Hermione perdió la respiración y solo pudo mirarles conmocionada.- ¡Ron acabó con el horcrux!

Parecía que un cubito de hielo se hubiese deslizado por su espalda, Hermione volvió a respirar y le dio una mirada furiosa al pelirrojo.

—Ah, me alegro. –espetó ella con frialdad cruzándose de brazos.- Que Merlín bendiga al héroe.

—Hermione –reprochó Harry y ella negó antes de regresar a la carpa, con lágrimas deslizándose por su rostro, sintiéndose completamente desplazada una vez más.

Ella solo era el cerebro y los cerebros no merecían el mismo reconocimiento que los actos heroicos. Durante todo ese tiempo que Ron no había estado, Harry apenas le dirigió la palabra y ella apenas había avanzado en su investigación. Ahora que él regresó, habían conseguido acabar con el horcrux y encontraron la espada.

Era un duro golpe para su ego.

Admitía que se comportó como una perra con Ron, pero ¿sinceramente? él se lo merecía, ¡les había dado la espalda con una facilidad aterradora! Ella no podría recibirlo con los brazos abiertos porque les llevó un paso más cerca de la victoria, simplemente, no podía. Desde su litera, oyó como el pelirrojo le contaba todo lo que había vivido mientras estaba lejos de ellos, Hermione hizo oídos sordos al desesperado y continuo deseo de perdón del chico hacia ella. Se enfocó en el relato de los chicos sobre la destrucción del horcrux, sintiendo una extraña mezcla de paz y molestia al saber que por fin ese trozo de alma se había ido.

Cerró sus ojos, pensando que quizás debería atreverse a enviarle la carta a Viktor Krum para saber algo más del tema, sin embargo, hasta ese momento no lo había hecho para delatar su posición. Era muy peligroso. Mejor era ir a visitar al señor Lovegood.

—Ey, Hermione ¿estás despierta? -preguntó Ron, sonando ahogado desde su litera, la castaña gruñó pero antes de poder contestarle de forma grosera, él bajó su cabeza para mirarla con cara de cachorro abandonado a la intemperie:- No puedo dormir, uhm, ¿me harías un lugar?

—Bien. Bien. ¡Pero no te acostumbres! —masculló ella dejándole un lugar en la cama, él sonrió aliviado y se bajó de un salto, recostándose rápidamente a su lado, mirándole fijamente.

—Hermione...-murmuró él lentamente, abrió su boca pero luego la cerró, negando levemente.- Nada, olvídalo.

—Gracias por regresar, Ron. –dijo ella con suavidad y él sonrió torpemente.

—Jamás debí haberme ido. –murmuró él con tristeza:- ¿Me perdonarás?

—Sí, pero por ahora tienes que hacer mucho mérito –reclamó Hermione dándole la espalda, él se apresuró a darle también la espalda y se quedaron dormidos en medio de un pasivo silencio.

-X-

¿Dónde. Está. Granger?

Lord Voldemort miró a sus seguidores temblando de furia, Nagini yacía a sus pies mirando al grupo de personas con un halo depredador que los mantuvo casi tan aterrados de la serpiente como de su amo.

—No repetiré mi pregunta. –dijo Voldemort con voz engañosamente suave.

—Mi señor, la sangre sucia sigue con un paradero desconocido. –respondió uno de los jóvenes mortifagos, apenas la frase terminó de salir de sus labios, Voldemort movió su varita hacia él y murmuró con claridad una de las tres maldiciones imperdonables. El cuerpo se desplomó con un fuerte golpe en el suelo, nadie en la habitación se movió.

—Les dí una simple orden: conseguir el paradero de Hermione Granger. –mientras hablaba movió su varita entre sus dedos, haciendo que sus súbditos temblaran por las consecuencias de haber fallado.- Los elegí porque creía que eran los mejores rastreando. Pero veo que ni para eso sirven.

—M-Mi señor, la san… G-Granger es muy astuta, ha conseguido borrar todos sus rastros mágicos… -balbuceó otro mortifago a toda prisa, sabiendo que su vida estaba en peligro.

— ¡Cierra la boca! –gritó Lord Voldemort antes de enviar varios Avada Kadavras a ciegas, para cuando los mortifagos reaccionaron ya era demasiado tarde. Solo los hermanos Lestrange y Dolohov estaban temblando cabizbajos, esperando el castigo que su señor les daría.- Deben estar en su día de suerte, queridos compañeros, voy a dejarlos vivir y además les daré el paradero de la chica. Está en el condado de Wicklow. Ya saben qué hacer.

Los tres hombres se pusieron rápidamente de pie, cuando estaban casi fuera de la habitación la voz de su Lord los detuvo en seco.

—Y si tiene un solo rasguño, un corte o una secuela emocional les haré pagar con algo peor a la muerte. Necesito a la chica, sana y salva.

-X-

Hermione despertó agitada, con un peso extraño en su pecho, Ron ya no estaba en su cama, por lo que debían haber hecho un cambio de vigilancia, tomó su varita cubriendo a Harry con más tapas y echándole un encanto de calefacción, lo último que necesitaban era que volviera a enfermar. Silenciosamente se preparó un té y se colocó una manta sobre los hombros antes de salir de la tienda, el frio del exterior le quitó un poco la respiración, pero ella agradeció la helada brisa.

Ron alzó la mirada y le dio una torpe sonrisa, ella cabeceó hacia la carpa. —Ve adentro, yo cuidaré ahora.

Apenas esas palabras salieron de su boca, las alarmas que tenían por si alguien se acercaba comenzaron a sonar de forma insistente, ambos cruzaron una mirada aterrorizada, Harry llegó un segundo después, visiblemente agitado con la varita extra que trajo el pelirrojo.

—Están muy cerca –susurró Hermione espantada.

— ¿Los pueden ver? –preguntó Ron estrechando sus ojos y moviendo su varita en varias direcciones.

—Es mejor que salgamos de aquí –dijo Harry rápidamente.- ¡Ahora!

Hermione asintió preparada para tomar sus cosas y salir pitando, sin embargo, antes de poder hacerlo un hechizo traspasó sus barreras e impactó duramente contra Ron, ella soltó un grito horrorizado y se arrodilló al lado del cuerpo de su amigo, Harry imitó su acción tomando el pulso del chico quien se estremecía y gritaba de dolor. No era un crucio pero era una maldición casi tan oscura como aquella y probablemente no se detenía hasta que el mago que la había enviado la frenara.

— ¡Hay que salir de aquí! ¡Vámonos! –gritó Harry tomando la mano de la chica y sostuvo el cuerpo de Ron, ambos trataron de desaparecer, pero horrorizados se dieron cuenta que era demasiado tarde, había un campo anti-desaparición.- Mierda, mierda, mierda. ¿Ves dónde están? ¿O cuántos son? ¡¿Por qué coño no se detiene el hechizo?!

—Tiene que pararlo el que lo envió –sollozó Hermione afectada:- Necesitamos quitar los hechizos de protección, Harry, solo ellos pueden detener la maldición.

Harry tembló de ira y bajó rápidamente los hechizos que los mantenían "protegidos", inmediatamente de tres mortífagos salieron de diferentes lugares. Los jóvenes intercambiaron una mirada de preocupación pero Hermione jadeó aliviada cuando la maldición que mantenía a Ron en un sufrimiento espantoso por fin se detuvo. Ella se puso lentamente de pie, con la varita enfundada, tendrían que luchar y estaban en una leve desventaja que podría costarles mucho.

— ¡Hermione, cuidado! –gritó Harry agarrando el tobillo de su amiga y lanzándola al suelo, tres diferentes hechizos fueron disparados al mismo tiempo y rebotaron en un árbol que lentamente comenzó a desdibujarse, perdiendo visibilidad hasta emitir un leve 'crack' y desaparecer por completo. Las dos partes conscientes del trío de oro jadearon sorprendidos, preguntándose que había sido eso, Hermione tragó saliva nerviosamente sabiendo que esos raros hechizos iban dirigidos a ella. Se movieron por el desigual terreno, arrastrando a Ron, y rodando por el suelo mojado, enviando leves hechizos para ser menos visibles, pero los mortífagos no les dieron tregua. Siempre enviaban la misma ronda de maldiciones y siempre iban dirigidas a Hermione quien se las arregló para convertir el piso detrás de ellos en una especie de barro ultra espeso que les daría una leve ventaja.

Ella había leído alguna vez que la mezcla de algunos hechizos eran sumamente inestables y que algunas veces las personas que se veían afectadas por estos terminaban desapareciendo. Hermione respiró pesadamente, había algo muy raro en esto, pero supo lo que debía hacer. Con amargas lágrimas deslizándose por su rostro, amarró su bolso al brazo de Harry, ignorando las preguntas y los jalones que él le daba, escuchó ramas quebrándose y jadeos furiosos. Besó la mejilla de Ron y luego, la de Harry quien le miró alucinado.

— ¡Ni se te ocurra, Hermione! –susurró él fieramente:- saldremos de esta, los tres juntos.

—Vete, Harry. ¡Vete, rápido, sálvense! –gritó ella levantándose de un salto y dándoles una última mirada antes de correr en dirección a los mortífagos, escuchando el grito furioso y desgarrado de Harry.

Y a pesar de sus honorables intenciones, no llegó muy lejos antes que su amigo la siguiera, enviando hechizos a ciegas, tratando de desarmar a los mortífagos. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado y Hermione chilló aterrada cuando tres hechizos chocaron contra su pecho, jadeó, cayendo de rodillas y mirando al niño que vivió con los ojos entornados, él gritó, pero sus oídos zumbaban y no era capaz de comprender lo que decía, estiró su mano tratando de alcanzarla, pero al igual que el árbol el cuerpo de la castaña comenzó a desdibujarse y volverse borroso.

Luego…

Hermione Granger simplemente desapareció.


(1) Personaje del señor de los anillos más conocido como Gollum.

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