Este fic responde al reto de los Siete Retos Capitales de la web Fan Fictions y Algo Más -para más información, en mi profile. Consta de una serie de siete one-shots relacionados con siete personajes de Slytherin y su correspondiente pecado capital.
No había nada que lo enorgulleciera tanto como su apellido: Malfoy. Su simple mención equivalía a poder. A respeto. A gloria.
Lucius Malfoy
Soberbia
"Desde que el hombre se levantó sobre sí mismo tiende a resaltar su fatuidad engalanándose de medallas falsamente merecidas"
Sus pasos altivos resonaban por todo Malfoy Manor como una marcha nobiliaria, precedido por salas delicadamente decoradas. Lujosos tapices se erguían sobre él reverenciando su paso, grandes ventanales iluminaban los corredores dibujando su cincelado perfil en la pared.
¿Y qué otra cosa debía merecerse? A pesar de todo ello no había nada que lo enorgulleciera tanto como su apellido: Malfoy. Su sola mención equivalía a poder. A respeto. A gloria.
Lucius Malfoy. Sangre noble e inmácula. Ambiguo de ideales. Devoto al Ministerio, devoto al Señor Oscuro. Pero siempre fiel a su nombre.
Nadie había llegado más alto que él. Ahora, recostado sobre su trono dorado, advertía gloriosamente todo lo que había alcanzado. Padre venerado, esposo respetado, ciudadano modélico, asesino letal.
Erguido en la cima del esplendor indecoroso.
En un instante sintió como si un soplo helado atenazase su corazón. El fuego chisporroteaba en la chimenea pero sin embargo, tenía frío. El lujoso trono en el que estaba recostado, de aspecto mullido y delicado, permanecía duro bajo su peso. Todo a su alrededor, reluciente y atractivo, lo sentía plano, opaco, como si no estuviera allí. Como si un trasfondo oscuro comenzase a apoderarse de ellos.
Una sombra osciló tras las elegantes cortinas de terciopelo esmeralda. Volvió a vislumbrarla una vez más, inquietantemente, deslizándose tras las puertas de ébano. Y bailando entre las llamas de la chimenea. Y fundiéndose con las paredes marmóreas.
Y entonces comprendió, recordó, y una angustia irracional se apoderó de él. Como empujado bruscamente, la estancia abandonó sus colores cálidos convirtiéndose en infranqueable penumbra. El frío lo atenazaba como unas cadenas encasquilladas en su cuerpo, apretándole los miembros con mudo dolor.
Y abrió los ojos, presa del terror.
La criatura encapuchada se mantuvo frente a él, recostado en el destartalado banco de madera. Sentía su respiración profunda y acompasada, carente de emoción, sin vida. Su olor fétido llegaba hasta él en ráfagas de viento envenenado. Gimió y se agitó con desesperación, pero la figura seguía quieta ante él, disfrutando de su miedo, como burlándose de él.
Aunque apenas vislumbrable, percibió como fundida en la negrura, la sombra se alejaba sibilante. Y sintió como el nudo forjado en su garganta se deshacía con lentitud. Pero sabía que volvería, siempre lo hacía. Allí jamás había descanso.
Era un lugar en el que ya no existía sol. Ni luna. Ni cielo. Sólo vacía oscuridad, encarcelada en aquellas cuatro paredes de infranqueable piedra.
¿Dónde quedaban ya las lujosas mansiones y grades jardines?. ¿Dónde quedaban ya su modélica esposa y su devoto hijo? Todo había desaparecido entre las sombras.
Y el orgullo Malfoy perdido con ellas, burlado, ultrajado, herido. Deshonrado.
Demasiado abrumador como para poder aceptarlo. No quería creerlo, no podía.
Y entonces volvió a calzarse sus elegantes botas de cuero negro y a cubrir su cuerpo con engalanadas túnicas deslumbrantes. Volvió a escuchar el suave trinar de los pájaros desde el jardín y el altivo y orgulloso resonar de sus propios pasos contra el suelo pulido.
Y volvió a cerrar los ojos rezando por no volver a despertar jamás.
Un poco abstracto quizá, espero haber conseguido expresar lo que quería. Lucius se atormenta en Azkaban pensando en todo lo que ha perdido. Una realidad demasiado cruel como para poder aceptarla lo lleva a la locura y a la ensoñación de su idealizada mansión -y también de sí mismo. Me pareció el más adecuado para esto, al fin y al cabo siempre se mostraba tan orgulloso que quizá pudo acabar cegado creyendo que estaba por encima de todo.
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