Los personajes de Digimon le pertenecen a TOEI ANIMATION y a sus respectivos autores. Está historia es sin ánimo de lucro su único fin es el entretenimiento.
Pongo empeño en la ortografía y en la puntuación. Pero la falta de práctica en habilidades narrativas a veces me juega una mala pasada. Por favor, si encuentran algún error díganmelo lo corregiré tan pronto como me sea posible.
NOTAS DEL FIC:
Esta historia tocará temas fuertes y violencia explícita. Habrá YAOI, Rape, Lime, muerte de un personaje, BDSM y conductas inapropiadas.
Pareja principal: No hay tal cosa Taiorato en todos los deliciosos sentidos de la palabra (incluyendo ya saben que cosa)
Se recomienda discreción.
.
.
DESCENSO AL ABISMO
CAPÍTULO 1
Premonición
.
.
Taichi está en tensión, acostado, con los oídos atentos al menor rumor. Esa noche es diferente de todas las demás. Los tenues ruidos del viento en la vegetación y en la fogata casi resultan sospechosos, siniestros. Acostado a su lado, respirando profundamente Yamato duerme. Taichi quiere acercarse a él y despertarlo, pero duda. Entonces una voz masculina y grave murmura una amenaza inteligible.
Taichi percibe el peligro. Les han tendido una emboscada. Se levanta con brusquedad gritando a Yamato. Nada ocurre. Yamato sigue dormido, como si no hubiera poder en la tierra capaz de despertarlo. Una enorme ola negra cae sobre ellos en un estruendo ensordecedor. Antes de que Taichi pueda comprenderlo un resplandor dorado lo eleva por los aires, mientras Yamato aún durmiente se hunde en las profundidades del mar oscuro.
Taichi lanzó un grito.
— Tai, ¿estás bien? —Hikari luce alarmada, mientras se acerca para tomarle la mano con delicadeza.
Taichi parpadeo un par de veces antes de despertar. Reconoce su habitación, con su hermana a su lado y su mamá mirándolo preocupada desde el umbral de la puerta. Largas gotas de sudor recorren su cuerpo. Suspiró alejándose de su pesadilla y se incorporó en su cama librándose con suavidad del agarre de Hikari.
— Sí. Sólo fue un sueño.
Mintió y Hikari lo supo, pero fingió no darse cuenta. Hizo un gesto tranquilizador a su mamá. Y se incorporó saliendo de la habitación.
— Esta bien —dijo al marcharse—. Date prisa, ya casi está listo el desayuno.
.
.
.
.
Era rarísimo, faltaba casi una semana para que iniciaran los exámenes finales y según las cuentas de Sora ese era el tercer día consecutivo que Yamato faltaba a la escuela.
Los motivos eran desconocidos. Además Yamato no estaba en casa.
Sora había ido a buscarlo el primer día, después de clases. Tocó la puerta con insistencia varios minutos sin obtener respuesta. Lo llamó muchas veces al móvil, todas sus llamadas se fueron al buzón de mensajes. Al final, optó por enviarle un mail. Luego de veinte llamadas perdidas y cinco correos electrónicos, a las 11:30 pm Yamato dio señales de vida a través de un escueto mail de dos líneas: "Estoy resfriado, tal vez mañana tampoco vaya a clase".
Sora siempre fue una chica insistente, así que al segundo día madrugó a la casa de Yamato para dejarle algunas medicinas y comprobar cómo seguía el rubio. Se sorprendió mucho cuando el señor Ishida le abrió la puerta para explicarle que Yamato había salido a la preparatoria más temprano de lo usual porque necesitaba entregar un libro en la biblioteca. No, no estaba resfriado. Sí, ayer también había salido de casa temprano.
En la biblioteca no había rastro de Yamato, ni en su clase, ni en otro lugar de la escuela.
Taichi contagiado por la preocupación de Sora también intentó comunicarse con su amigo sin resultados.
— Un simple resfriado no justifica tres días de ausencia. Además Yamato no suele fallar a clases y Takeru tampoco sabe nada de su hermano —Sora lo miró preocupada—, ¿dónde se pudo haber metido?
—Ni idea.
— Parece que no te importa. ¿Por qué estás enojado con Yamato?
El inesperado reproche de Sora sorprendió a Taichi.
— Eso no es cierto, es que… — Taichi se detuvo. Tras mirar la cara enojada de su amiga, supo que cualquier intento de mentirle sería inútil.
Sora suspiró, mientras abría el almuerzo y se lo extendía a Taichi.
— Me preocupa Yamato, hasta tuve una pesadilla con él y contigo está mañana. Fue extraño —se detuvo pensativa—. Estaban en el digimundo, dormían, yo no estaba con ustedes pero podía verlos.
Taichi dio un respingo y se atoró con el arroz que comía.
— ¿Estás bien?
— Yo también tuve un sueño extraño —se detuvo pensativo y se metió otro bocado de comida a la boca—, mejor sígueme contando.
—No recuerdo muy bien— Sora bajo la mirada concentrándose —. Tú y Yamato dormían al lado de una fogata, pero una sombra oscura los empezaba a rodear. Yo gritaba fuerte para que despertarán. Sólo tú me escuchabas. Yamato seguía durmiendo. Entonces…esa cosa… la oscuridad los devoraba. Yo corría hacía ustedes pero sólo lograba sujetarte a ti, mientras Yamato caía en ese lugar.
Sora se detuvo al sentir de nuevo como se le erizaba la nuca.
—Sé que no es la gran cosa, pero… me desperté esta mañana aterrada, con la imagen de Yamato desvaneciéndose en la oscuridad.
Taichi dejo de comer, sintiendo fuertes nauseas de repente.
— El lugar dónde caía Yamato era el mar oscuro —Sora pasó saliva antes de continuar—. Lo sé porque se parecía mucho a lo que Hikari y Takeru nos describieron hace tiempo.
El tazón de arroz de Taichi cayó al piso.
—¿Tai?
La inusual palidez en el rostro de Taichi, asustó a Sora.
— ¡Hola Chicos!
Taichi se sobresaltó con tal fuerza que estuvo a punto de saltar de la silla y Sora soltó un grito.
— ¿Eh? ¿Qué pasa? —Mimi los miró con incredulidad sin entender qué los había asustado, mientras los otros estudiantes soltaban risitas y cuchicheos.
.
.
.
.
Taichi salió de la escuela sin despedirse de nadie, caminó unos metros, cabizbajo con las manos en los bolsillos. Le preocupaban muchas cosas, los exámenes, la imposibilidad de abrir la puerta al Digimundo, su pesadilla con Yamato… ¡Sora había tenido el mismo sueño! Eso no podía ser fortuito. Pero prefirió no decir nada, seguro no le habría creído.
— Tai, ¡Tai! ¡Espera! —Taichi miró a una jadeante Sora que se detuvo a su lado—, necesito hablar contigo. Es importante.
Veinte minutos después, sus dedos tamborileaban en la mesa mientras esperaba que Sora regresará con los cafés. Taichi maldijo por enésima vez su incapacidad de negarse a cualquier petición de la pelirroja.
— Aquí tienes —Sora le extendió la taza sin mirarlo mientras se sentaba.
—Gracias.
—Recibí una llamada de Yamato poco antes de que salieras del salón sin despedirte… dijo que necesitaba tiempo a solas y que todo estaba bien —. Sora se detuvo, armándose de valor para mirar a Taichi a los ojos.
— Te quiero —dijo Taichi de repente.
En ese instante fugaz Sora tuvo la certeza de que había vivido ese momento antes. Se conmovió, ella le había dedicado esas mismas palabras a Yamato y ahora al escucharlas en los labios de Taichi su pecho volvía a llenarse del mismo sentimiento intenso y cálido que hacía brillar su emblema.
— Pero, tú sólo lo quieres a él y él no es capaz de entenderlo.
El mismo sentimiento, frente a una persona distinta.
Taichi se levantó y apenas alcanzó hacer el ademán de marcharse antes de que en un acto reflejo y veloz Sora rodeara la mesa, y se abalanzara sobre él abrazándolo con fuerza.
— No es cierto —, la voz de Sora se había convertido en un tenue susurro—. No lo es.
Sora empezó a llorar y Taichi correspondió a su abrazo un momento. La separó con delicadeza y la miró a los ojos.
Pese a las lágrimas no había tristeza allí, sólo resignación y dulzura. Taichi se sintió confuso.
—Lo siento —fue interrumpido por el toque firme de los labios de Sora sobre su boca —.
El beso se detuvo luego del grito de indecentes de una mujer de mediana edad, que comía un postre con un niño pequeño en la mesa del lado. Los clientes y el personal de la cafetería los miraban con reproche y algunos murmuraban por lo bajo. Abandonaron el lugar casi de inmediato pese a que ninguno de los dos se sintió avergonzado. Caminaron casi dos cuadras antes de que Taichi notara que iban de la mano, entonces paró. Sora lo miró sin soltarlo y suspiró.
—Quiero a Yamato.
El corazón de Taichi se detuvo.
—…pero también te quiero a ti.
Taichi sintió que su corazón latía de forma extraña.
No entendía.
No estaba seguro de querer entender.
Acompañó a Sora unos minutos más, luego se despidieron en silencio con un beso pequeño y rápido. Taichi se sentía inseguro, confundido y algo estúpido. Sin embargo, una sonrisa tonta e imperceptible se dibujó en sus labios y continuó en su cara hasta que se quedó dormido.
NOTAS FINALES: Gracias por leer.
En promedio procuraré actualizar una vez o dos veces por semana.
Los comentarios son bienvenidos
