Antes de pasar a secundaria, me consideraban un caso perdido, me mezclaba con malas compañías, solo hacia maldades. Tenia mi propia banda y llevaba el pelo rosa, era teñido, y como toda pandillera me depilaba las cejas. Atacaba sin piedad a gente que lloraba y pedía ayuda.
-¡Tienes muchos humos para ser tan debilucha!
-so..socorro…
-¡muérete de una vez idiota!
-¡muérete!
Daba palizas hasta dejar a mi adversario sangrando y destrozado, y también me las daban a mi.
-¿Has visto eso?
-que vergüenza…
-deberíamos llamar a la policía.
PLAS!!
-¡uah!-se asusto al tirarle mi zapatilla, estampándose contra la puerta de detrás.
-¿Qué estáis mirando zorras?-dije mientras me ponía de pie toda magullada y las miraba con todo el odio del mundo.
-¡Largaos sino queréis que os parta la cara!
-ah…
-da hasta miedo.
-¿Cómo le habrán educado sus padres?
Mis padres… estar estaban, pero el ambiente en casa era frío, muy frío. Mi padre nunca se para a pensar en los asuntos de la familia, mi madre solo se preocupaba por contentar a mi padre. Nunca salíamos juntos a ninguna parte, y era raro comer juntos en la misma mesa, ni siquiera recordaba que me hubieran abrazado.
-¡¡Fuera de aquí!!, ¡¡ eres una vergüenza para esta familia!!
-¡ en este mundo hay personas necesarias y personas innecesarias!, ¡ y tu eres del segundo grupo niñata egoista!, ¡si piensas seguir así, no te molestes en volver a poner un pie en esta casa!- decía gritando mi padre a todo pulmón para luego soltarme una cachetada.
PLAF!!
-Sakura… ay, Sakura… ¿por qué…?-me preguntaba mi madre llorando
-¿ por qué te has vuelto así?, ¿sabes cuanto se enfada tu padre conmigo por tu culpa?- me decía con toda la cara del mundo.
-¿Eres consciente de lo que dicen de nosotros los vecinos?
-dime… ¿por qué?
CRASH-sonó cuando estampé mi puño contra la puerta
-pues entonces no haberme tenido, yo no… ¡YO NO TE PEDI VENIR AL MUNDO!-le grite a mi madre con toda la rabia que sentía en mi interior. Me hacía pedazos como si estuviera hecha de cristal, no podía confiar en mis padres, ni en mis compañeros, porque se habían vuelto en contra mía, todos querían herirme.
En plena noche recorría las calles con mi moto, junto con mi chaqueta de pandillera que en la parte de detrás se encontraba una mariposa roja en mi espalda, ya que así me llamaban; no sabia si reír o llorar, sentía que podía llegar a cualquier parte y a ninguna a la vez, estaba perdida.
-¡¡Haruno!!, ¿¡Qué haces con esa pinta!?- me gritaba mi profesor en medio del pasillo, al verme con la falda del uniforme asta los tobillos, sin el lazo del cuello, con algunos botones de la camisa blanca abierta, y con las mangas remangadas.
-para una vez que vienes a la escuela…¿crees que vistiendo así eres mejor que los demás?-me pregunto mientras me cogía de la camisa.
-ven conmigo, tenemos que hablar contigo, y con tus padres también
Había ido tan pocas veces al colegio que podía contarlas con los dedos de la mano, por eso fue pura casualidad que, precisamente aquel día… le conociera.
