Parejas: Mystrade & Johnlock
Géneros: Hurt/Comfort, Romance
Rating: M
Nota: Regalo para arcee93, ¡escogí el segundo reto! Pero que sea lo que querías, que te guste y que no me llames ñoña!
¡Feliz año a todos y todas!
Hikari
Capítulo 01
Sherlock a veces se preguntaba que era la familia para él. ¿Era solo la gente con la que tenías lazos de sangre? ¿Solo aquellos con lo que te llevabas bien? Quizás, después de unos años, fueran las dos cosas.
El día de Nochebuena, él y John fueron a casa de Mycroft para cenar allí con él y pasar todo el día de Navidad a su lado y al de su pareja, Greg Lestrade.
A nadie le había sorprendido esa unión, igual que a nadie sorprendió la de Sherlock y John, pero el detective pensó que Greg tendría familia con la que le gustara pasar las fiestas y así no se sentiría obligado a tener una cita de dobles parejas.
Llegaron a la puerta de esa pequeña mansión y fueron recibidos por Greg y su pastor alemán llamado Rufus.
—¡Hola chicos! –exclamó emocionado -. Os estaba esperando, necesitaba a alguien que me ayudara con el pavo.
Sherlock miró el reloj de la pared y luego miró a Greg alzando una ceja.
—¿No es un poco tarde para ponerse a cocinar pavo…? —preguntó.
—Shhhh… –susurró moviendo la mano —. Le prometí a Mycroft que lo haría yo y que así no pusiera a nadie a trabajar.
—¿Y te creyó? —preguntó John alzando una ceja.
—Estoy cocinando yo, ¿no? —dijo Greg alzando una ceja.
—Mycroft preparó una habitación…
—Sí, sí —dijo Sherlock cogiendo la maleta y subiendo por la escalera de caracol.
John acarició un poco a Rufus para que se quedara tranquilo antes de subir con él. El pasillo de la planta superior era largo y ancho con muchas habitaciones a los lados, pero Sherlock sabía a cuál se dirigía. Estaba al fondo a la derecha, en el otro lado de la de su hermano.
Al entrar dejó la maleta en el suelo y se fue directamente a la cama, donde se tumbó. John entró poco después y abrió la boca sorprendido. La habitación era enorme. Tenía un pequeño saloncito con una tele de plasma justo a la izquierda, frente a ella una mesa con un espejo y un sillón y la derecha una enorme cama de matrimonio con un colchón alto.
John fue corriendo a mirar en las puertas que había a los lados de la cama y rió nervioso. A la derecha un enorme vestidor en el que ya estaba la mitad lleno, probablemente de ropa de Mycroft, a la derecha un cuarto de baño enorme, con una buena bañera de hidromasaje y dos lavabos.
—Viviría en esta casa sin dudarlo, te lo juro –le comentó a Sherlock mientras dejaba la maleta sobre el diván que había a los pies.
—No pienso vivir con Mycroft —le aclaró Sherlock con un gruñido.
John se rió y se acercó hasta él.
—¿Bajamos y ayudamos a Greg? —preguntó acariciándole la mejilla.
—No soy mejor cocinero que él, me quedaré aquí y ya me avisaréis cuando la comida de Mycroft esté.
—¿Comida de Mycroft?
—89 por ciento de posibilidades de que no tengamos pavo para cenar, Mycroft ya tiene hecho el pedido de la cena y pedirá que lo traigan en cuanto Greg confiese que no sabe hacer el pavo —le explicó Sherlock cerrando los ojos —. Suerte.
—Aguafiestas —susurró John dándole en la frente antes de salir del cuarto y cerrar la puerta con delicadeza.
Sherlock suspiró y se tumbó bocarriba. Aquello era algo que jamás admitiría en voz alta pero le encantaba la casa de Mycroft.
No solo tenía algunas partes cuya decoración era moderna, sino que además poseía de unos grandes ventanales y unos divanes justamente enfrente en los que te podías tumbar y ponerte a pensar y a pensar hasta que la oscuridad te sumergía. Además de su apacible biblioteca en el sótano, jamás había visto un lugar tan cálido y tan apacible.
Sí que se había planteado alguna vez ir a vivir con él, sobretodo porque su hermano se lo había pedido varias veces, pero odiaba tanto la compañía de esta y su manera de sobreprotegerle que siempre había preferido vivir lejos. Cerró los ojos un segundo y sin querer se quedó dormido.
Mientras, en la cocina, Greg y John miraban con atención el libro de recetas mientras miraban de soslayo al pobre pavo decapitado que había sobre la larga mesa del centro.
—Seamos realistas —dijo John —. Aquí pone que necesitará cuatro horas de cocción en el horno y quedan dos horas y media para la cena… —murmuró John.
—Siempre podemos comer marisco —dijo Greg esperanzado.
—Sherlock es alérgico —le recordó.
—Me gustaría ver como se hincha…
—Muy gracioso Greg, ¿a qué le doy frutos secos a tu novio? —le dijo amenazante.
El policía rió entre dientes y puso los ojos en blanco.
—Tenemos una hora hasta que venga Mycroft para preparar algo decente… —dijo abriendo la nevera.
John se puso detrás de él y examinó su contenido. Había verduras, refrescos, cervezas, queso...
—¡Tenemos pizzas! —dijo Greg abriendo el congelador.
—¿Pizzas? ¿En Noche Buena? —preguntó alzando una ceja.
—Oye, es lo que he comido los últimos tres años porque me tocaba guardia…
—Ya pero Greg, dado que estás viviendo con un Holmes no sabría que decirte respecto a esa cena tan singular…
—Tu novio come pizzas y es un Holmes.
—Mi novio es la antítesis de los Holmes, así que búsquese otra excusa inspector…
Las llaves sonaron en ese instante y la puerta se abrió poco a poco.
—Estoy en casa —saludó la voz de Mycroft.
Greg suspiró profundamente y salió de la cocina a paso lento. John se acercó un poco se asomó.
—¿Qué haces aquí tan pronto? —preguntó Greg ligeramente nervioso.
—Dejé que Anthea se fuera y como ya no tenía más trabajo me pareció una tontería hacerte esperar —dijo acercándose a él y dándole un beso casto en los labios —. Además, ya que vino mi pequeño hermano y su querido doctor…
John tosió para hacerse notar y saludó con la mano.
—A ti no te saludaré con un beso doctor Watson —le dijo sonriente mientras abría el armario de la izquierda y dejaba su abrigo allí.
John puso los ojos en blanco y puso los ojos en blanco.
—No será necesario, gracias —le respondió antes de meterse dentro de la cocina.
—¿Qué tal el pavo? —preguntó Mycroft a Greg mientras seguía a John.
—El pavo pues… —murmuró Greg siguiéndole —. Un fiasco —dijo al darse cuenta que el pavo crudo seguía sobre el mueble.
Mycroft rió y sacó su teléfono móvil, tras teclear unos segundos se volvió y sonrió a Greg.
—Nos traerán la cena en una hora —dijo sonriendo.
John subió al piso superior y tomó una ducha antes de la cena, luego se vistió y decidió despertar a Sherlock que seguía dormido. Como si fuera un niño, tuvo que obligarle a peinarse y a ponerse una corbata con ese traje, por mucho que le encantara el cuello de Sherlock y el comienzo de su torso.
Un rato más tarde, ya estaban en comedor. Era una mesa amplia, para más de doce comensales, pero por suerte estaban todos sentados a la mitad, Greg y Mycroft juntos frente a Sherlock y John.
—¿Qué le has pedido a Santa Claus, Sherlock? —preguntó el pelirrojo antes de comer un poco de pavo.
—Un montón de pasteles —le dijo este en un gruñido —. De los cuales tu no te comerás ninguno…
John cogió la coma inmediatamente y bebió un poco de vino para ocultar su risa, Greg sin embargo apretó la mano de Mycroft para que no respondiese.
—Es evidente lo que os habéis regalado el uno al otro… —dijo —. Solo con mirar el envoltorio se sabe.
—Algunos no tenemos ni idea —se quejó Greg.
—Algunos sois idiotas.
Greg suspiró y agitó la cabeza.
—¿Ni en nochebuena te puedes callar? —preguntó.
Sherlock rió y continuó comiendo. Tras el postre, fueron al salón a tomar una copa. Los cuatro estaban en silencio, John se había acostumbrado al silencio de Sherlock pero Greg estaba verdaderamente inquieto.
—Podríamos ver una peli —comentó emocionado.
Mycroft alzó la cabeza y le miró sin entender.
—¿Por qué? —preguntó Sherlock —. Es una estupidez, además un clásico de las familias aburridas.
—Bueno, ya que estamos en silencio y aburridos que menos que cumplir la tradición —le respondió Greg antes de mirar a Mycroft esperando una aprobación por parte de este.
El pelirrojo se encogió de hombros y le pasó el mando de la tele.
—Creo que en la BBC daban una, empieza en cinco minutos.
John cambio su postura y suspiró aliviado. Greg encendió la televisión e inmediatamente fue a hacer unas palomitas.
—Que novio con más entusiasmo te has buscado —le comentó Sherlock.
Mycroft sonrió y le miró desde su posición.
—Lo sé —le respondió antes de sonreír burlonamente.
Justo cuando la película comenzaba, Greg llegó con unos refrescos y un gran cuenco de palomitas. Greg se colocó al lado de Mycroft y se apoyó un poco en él. John y Sherlock sin embargo siguieron los dos cada uno en un sillón.
"Hachiko: Siempre a tu lado"
Mycroft ladeó la cabeza sin entender el título, pero cuando empezó y vio ese cachorro de raza Akita miró inmediatamente a su hermano menor.
—Creo que no deberíamos de ver esa película… —susurró.
—¿Por qué? —preguntó John extrañado.
Sherlock miró de reojo a Mycroft, negó con la cabeza mientras le lanzaba una mirada asesina. El político solo suspiró.
—Da igual, disculpad. Sigamos.
La película, trataba sobre la vida de un profesor de universidad que un día en la estación de tren se encuentra un cachorro en una caja cartón. Se lo lleva a casa para cuidar de él hasta que encuentren a su dueño, pero finalmente lo adoptan.
Mycroft miró atentamente a Sherlock y lo vio hundido en sillón abrazándose sus rodillas. Suspiró. No había sido buena idea verla.
En la película, Hachi cogió la costumbre de esperar a su dueño todos los días en la estación a que el volviera de trabajar hasta que un día el profesor murió en la estación y el perro se quedó esperándolo durante nueve años a que regresara hasta que al final murió cerca de los andenes recordando a su profesor.
Mycroft no había perdido de vista a Sherlock en ningún momento y conforme avanzaba la película vio como el muchacho lloraba en silencio. Vio como Greg se iba a levantar pero lo apretó contra él y le besó la cabeza.
—Oye que me hago pis… —se quejó el policía.
—¿Qué te ha parecido Sherlock? —preguntó John con una sonrisa —. Ha sido encantadora…
El detective inspiró con fuerza y se limpió las lágrimas con la manga de la chaqueta antes de salir corriendo escaleras arriba. Se fue hasta su habitación y se tumbó en la cama. Tragó saliva con fuerza y aporreó el colchón con frustración. Era un hombre adulto, no podía ponerse así por una gilipollez. Por un simple recuerdo.
—¡Sherlock! —exclamó John desde abajo y fue rápidamente a la escaleras.
—No le siga —pidió Mycroft —. Es… Seguro que necesita estar solo.
John miró al piso superior antes de dirigir su vista hacia Mycroft y suspirar.
—¿Me puedes contar que le ha pasado o tendré que averiguarlo?
Greg se incorporó para dejarle sitio libre. Él también había visto como Sherlock salía del salón llorando como un niño de cinco años y desde luego quería saber porque.
Continuará
