Esto comenzó como un Two-Shot pero la aclamación del público (?) hizo que escribiera un par de capítulos más.
Aclaración: En esta historia, Teiko es una preparatoria. "Shutookai" también es una preparatoria, así como una conjugación de nombres de los primeros equipos que aparecieron en la serie.
Disclaimer: Los personajes de "Kuroko no Basket" no me pertenecen, solo la trama de esta locura.
¡Guarda! ¡Advertencia! Danger! ¡Ojo al piojo!: Esta historia ha quedado inconclusa. La empresa que la producía quebró (?). Aún así, si gustas, estás invitadx a leer cualquiera o el total de los 17 capítulos publicados, seguro alguno te va a entretener. Podría jurarlo, pero mejor no (que me lleva el diablo).
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Capítulo 01:
"Al primer pase"
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El estadio estaba colmado de gente, ya no quedaba lugar vacío. Nadie quería perderse un partido de la arrasadora "Kiseki no Sedai". Los espectadores se pararon de sus butacas y aclamaron eufóricos cuando por fin vieron a los jugadores entrar a la cancha. Ciertamente, los miembros del equipo de Teiko imponían una presencia única y el solo hecho de verlos a todos como titulares desde el primer momento no hizo más que emocionar a la platea.
A paso firme, Akashi encabezaba la entrada del grupo seguido por Aomine, Murasakibara, Midorima y Kise. Por su parte Kuroko se quedaba en el banco de suplentes, nuevamente, esperaban ponerlo en el momento más indicado. La información que recabó Momoi sobre los integrantes del equipo que enfrentarían esa noche había hecho que Akashi tome sus recaudos.
Shutookai, así se hacían llamar. Luciendo un uniforme azul marino con detalles en gris y verde: Kasamatsu Yukio, con la camiseta número 4, era su capitán; Kagami Taiga, con la número 10, era el jugador estrella del equipo; Takao Kazunari, luciendo el número 6, era otro de sus jugadores con una capacidad especial; Kiyoshi Teppei, el jugador número 7, era un centro fuerte y un jugador de temer; tal como el sorpresivo tirador, Sakurai Ryo, con el número 9; y Furihata Kouki, con la camiseta número 12. Todos ellos conformaban un equipo que no parecía la gran cosa, pero que por los datos de la pelirrosa preferían no subestimar.
Sin embargo, entre la información que recogió Momoi no sólo estaban estadísticas y data crucial acerca de su posible evolución durante el partido, también habían fotos e información personal, lo suficientemente atrayente como para dejar interesado a más de un miembro de la prestigiosa preparatoria Teiko. Aunque algunos, demasiado confiados, habían pasado de largo la información y se encontraban con sus oponentes por primera vez.
Tal como Kasamatsu hizo con los suyos, Akashi había reunido a su equipo para darles las últimas indicaciones antes de comenzar el partido. Pero, al parecer, esa noche sus compañeros estaban por demás atontados, perdidos, idiotizados y atolondrados.
—Ryouta —llamaba, pero el 8 ni siquiera volteaba a verlo—, ¡Ryouta! —volvía a decir ya que el rubio parecía estar muy entretenido mirando a otro lado.
—¿He?
—Escucha. Tú te harás cargo del 4 —ordenaba sin esperar réplica alguna.
Por su puesto eso no sucedió y hasta podía notar la felicidad del otro en una feliz cola imaginaria que apareció en el rubio.
—Haaa ¡Siiii! —sonreía feliz para volver su mirada al capitán del equipo contrario: Kasamatsu Yukio.
Para ser la primera vez que lo veía, algo dentro de él se exaltó con sólo sentir su fuerte presencia. Mentalmente se lamentó no haberle echado un vistazo a la información de su amiga, tal vez le había sacado algún número de teléfono, la dirección de su casa o algo por el estilo. Tal vez sus gustos en cuanto al amor.
Le gustaba ese pelinegro que con cara de pocos amigos les daba indicaciones a sus compañeros. Tenía una presencia tan firme dentro de la cancha que hacía erizar la piel de Kise al tiempo que éste se mordía su propia sonrisa envuelta de emoción.
—Daiki, tu vas a marcar al 10 —decía, Akashi, mirando al susodicho, que estiraba sus brazos ansioso por comenzar.
Kagami Taiga era el jugador pelirrojo con el 10 en la espalda de su camiseta, la estrella de Shutookai.
—¿He? —el peliazul miraba aburrido a su oponente pues él quería encargarse del 9, Sakurai Ryo, quien, según lo que le contó su mejor amiga, era un uke. Y el tirador de su equipo, claro está.
Aomine sonrió de lado, casi seductor, aquel castaño parecía tan indefenso… aunque —al verlo mejor— también parecía un chico muy especial. Alzó una ceja incrédulo de las disculpas repetidas que el chico de ojos marrones le daba a su capitán mientras éste no sabía qué decirle para que se calmara.
—Shintaro, necesito que prestes atención al 6. Por lo que investigó Momoi, puede traernos problemas.
—De acuerdo —Midorima miraba algo dudoso al pelinegro de melena que hacía girar el balón en su dedo, totalmente despreocupado.
Por lo que había leído de él, sólo sabía que se llamaba Takao Kazunari, que tenía como principal habilidad una vista envidiable, tan precisa como la de un halcón. Cursaba primer año, como él. Su color favorito era el verde y su signo era escorpio por lo que su ítem de la suerte de ese día era: "un balón de básquet". Aún así, nadie podría ganarle a la suerte de cáncer que llevaba consigo su infaltable ítem del día, una vincha, envuelta en su muñeca.
—Atsushi, tú sabes qué hacer.
—Si... Kiyo-, digo Aka-chin~ —decía mirando a otro lado, intentando olvidar el haberle querido decir "Kiyo-chin", ante la mirada desconfiada de Akashi.
No pudo evitarlo, cuando Sa-chin le contó sobre el tal Kiyoshi Teppei, se le hizo imposible no acortar su nombre para el nuevo apodo. De verdad le gustaría poder llamar así a ese lindo castaño.
Para sorpresa de Murasakibara el chico de brillantes ojos marrones se detuvo a verlo directamente a los ojos. El centro de Teiko no sabía qué hacer, y en ese momento no se le ocurrió mejor idea que alzar su mano y moverla en forma de saludo mientras esbozaba una pequeña sonrisa. El castaño se sorprendió y luego le sonrió correspondiendo su saludo desde lo lejos.
Una sonrisa boba se dibujó en el rostro desganado de Atsushi, como si hubiera visto el dulce más grande de su vida.
Por otra parte, había un chico que estaba molestando a Akashi desde que el pelirrojo puso el primer pie dentro de la cancha. Ese castaño, el tal Furihata Kouki, no dejaba de verlo desde el banco de suplentes. El capitán lo sabía, aunque no lo mirara directamente para comprobarlo. Sentía su mirada en la nuca y esperaba que sólo fuera allí. El chico castaño apartaba la mirada rápidamente cada vez que Akashi se giraba lo suficiente para observarlo de reojo, y su expresión de susto sólo hacía que al pelirrojo le den ganas de perseguirlo con un par de filosas tijeras para demostrarle lo que en verdad era un Akashi peligroso.
El árbitro les pedía que se posicionen pues el partido ya estaba por iniciar.
La Kiseki no Sedai estaba lista para comenzar y Shutookai no daría un paso atrás.
—Muy bien, ¡a jugar! —animaba Kasamatsu.
—¡SI!
Sabían que la famosa Kiseki no Sedai sería el oponente más difícil que hubieran enfrentado, pero eso sólo los entusiasmaba más. Kagami sentía su sangre hervir de emoción, tal como Kasamatsu que no podía borrar su firme ceño fruncido apenas adornado por una sonrisa retadora, no queriendo retroceder ni un centímetro frente a esos gigantes de Teiko. Kazunari era el más relajado, sabía que eran fuertes pero algo le decía que ellos les traerían problemas. Kiyoshi no podía borrar su gran sonrisa de emoción y Sakurai terminaba de disculparse por adelantado por cualquier error que pudiera cometer. Finalmente, Furihata sólo deseaba que nadie se fatigue rápido porque de lo contrario lo meterían a él y entonces podía sentir sus rodillas temblar de sólo ver la mirada del capitán de Teiko que parecía decirle: "ven, ven aquí… no te haré daño~" para luego clavarle una estaca en medio de los ojos. Su mirada era sexy, sí, pero lo intimidaba.
Para ambos equipos era su primer encuentro en un partido, nunca antes se habían enfrentado en una cancha. Pero el ambiente que emergía entre ellos daba cuenta de otro tipo de tensión.
El silbato sonó y el balón se puso en juego.
En lo que llevaban jugando juntos, la Kiseki no Sedai jamás se había sentido tan perdido. Shutookai estaba dándoles batalla, un tipo de batalla especial.
Estaba claro que Teiko no había ido a perder pero algo extraño estaba pasando con sus jugadores. Lo suficientemente malo como para dejar que Shutookai los igualara habiendo pasado los primeros dos tiempos. Akashi no estaba de buen humor. Sus jugadores actuaban más idiotas de lo normal.
Shintarou parecía no querer lanzar sus tiros cada vez que el chico de melena se le acercaba demasiado, como si su cercanía lo pusiera nervioso. Y aún peor estaban Aomine y Murasakibara. El moreno no dejaba de mirar al castaño llorón del equipo contrario, que aprovechaba cada oportunidad que Aomine le dejaba para encestar sus tiros largos; además de no poner la atención necesaria para detener a Kagami como debía.
Por otro lado, que Atsushi esté en su versión "idiota" vaya y pase cuando está fuera de la cancha, pero que se comporte como si estuviera paseando dentro de una pastelería, no era algo que colaborara con la victoria de Teiko y todo por culpa de ese chico de dulce sonrisa que no dejaba de mirarlo. Corrección, no dejaban de mirarse. ¿Es que caso llevaba un disfraz invisible de torta gigante que sólo podía ver el pelivioleta haciéndolo perder el juicio?
Ese día se estaban comportando como unos idiotas. Por suerte, Akashi tenía a su buen Ryouta para desequilibrar al equipo contrario. ¡Qué gran trabajo el del rubio para detener al capitán de Shutookai! Era eso lo que quería hacer, ¿no?
—Tsk ¿Vas a marcarme todo el partido o piensas jugar? —decía, molesto, el capitán del equipo azul.
—¿Ha? —el modelo se sonrojaba pues no se había dado cuenta de que, más que jugar, estaba marcando "muy de cerca" al capitán de Shutookai—. Bu-Bueno... ejeje —reía nervioso al tiempo que rascaba con el dedo índice su mejilla sonrojada.
A diferencia de su equipo, que ganaba ventaja frente a los embobados de Teiko, Kasamatsu realmente estaba teniendo problemas. Ese chico, más alto que él para empeorarlo, no dejaba de marcarlo y podía jurar que más de una vez sintió su bajo vientre en el trasero, pero quiso pensar que fue en la dinámica del juego para no sonrojarse por semejante "malentendido".
Además, debía admitir que —para estar jugando por varios minutos— olía muy bien. Pero esas eran estupideces que no venían al caso, tan insignificantes como tener al rubio frente a él, revoloteando sus largas pestañas con una gran sonrisa. ¿Qué rayos hacía mirándolo como Minie a Mickey Mouse? Seguramente una técnica de distracción.
En cuanto a Midorima, él no tenía dudas, había sido embrujado. No podía ser que cada vez que tenía cerca al chico de melena haga que sus brazos tiemblen hasta hacerlo pasar el balón. ¡Eso era imperdonable!
—Hmp, no vas a desconcentrarme —afirmaba Midorima, muy en serio, para luego pasar al pelinegro y lanzar el balón, que por fin pudo entrar limpiamente en el aro. Ya estaba acostumbrándose a su presencia.
—Haaa, sí que eres bueno... —decía Takao viendo como el balón pasaba, perfecto, por el aro— Oye, ¿me enseñas a hacer eso?
—¡¿Qué?! Estamos jugando, idiota —se alejaba volviendo a su posición.
—¡Wooo, pero yo quiero hacer eso! ¡Anda, enséñame~! —Takao lo seguía, pues no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Primero debía enseñarle a hacer eso.
—Tsk, no molestes.
—¡Por favor! ¡Por favooor! —pedía tirando de su camiseta.
—¡Ya basta, Takao! —de pronto se volteó Midorima encarando al pelinegro y en seguida se lamentó por haberlo hecho, pues Takao pudo ver como su rostro enojado se transformó, lentamente, en uno que decía: "Rayos… se me escapó…"
—Oye... sabes mi nombre.
—Hmp —el tirador estrella de Teiko hacía su mejor esfuerzo por ignorarlo dándole la espalda, sonrojado.
—Ja,ja,ja ¡Oye! ¡Dime el tuyo! —pidió con una enorme sonrisa, pero no obtuvo ninguna respuesta del peliverde—. Andaaa ¡Tú sabes el mío!
—Ya cállate —trataba de alejarse pero la cancha no era un buen lugar para esconderse.
—Por cierto... ¿cómo lo sabes? —insistía curioso, pero el peliverde ni siquiera se dignaba a verlo—. Vamos, ¡Dime tu nombre! —volvía a pedir, pero ante la negativa del chico, no tuvo más remedio que preguntarle a uno de sus amigos—. Oye —decía, picando el hombro de Kise—. ¿Cómo se llama él? —preguntaba señalando groseramente al peliverde.
—Ah, Midorimachii~ —contestaba el sonriente rubio.
—¿Midorimachii? —repetía incrédulo—. Pffff ¡Wajajaja que nombre tan estúpido! ¡Wajajaja!
—¡Es Midorima! ¡Midorima Shintaro! —reprochaba el sonrojado peliverde.
—Ohh... —decía Takao, dejando sus carcajadas de lado para luego ocurrírsele algo mejor. Sonrió feliz y luego dijo:—¡Shin-chan!
—Con un demonio... —Midorima se daba vuelta, molesto por el apodo estúpido.
—¡Shin-chan, vuelve! ¡¿Me vas a enseñar a encestar así?!... —lo seguía.
—Je, je. Pobre Midorimachii —decía el rubio con una sonrisa comprensiva, después de todo, a nadie le gustaría tener un cargoso encima.
—¡Takao, ponte en posición! —alertaba su capitán.
—Haa… ¡De acuerdo, Kasamatsu-san! —respondía feliz.
—¿Kasamatsu-san? —repetía, Kise, con una enorme sonrisa, casi boba. Por fin sabía su nombre.
—Ugh... —con una mueca de fastidio, el pelinegro de ojos azules se iba a cubrir su posición.
—¡Kasamatsu-san!~ —lo seguía.
—¡Maldita sea! ¡Ya deja de seguirme!
Si fuera de Shutookai, hace rato que le hubiera dado una tunda de patadas ininterrumpidas.
—Pero...
—¡Kagami! ¡Encárgate de este pesado! —ordenaba Kasamatsu a su as.
—¿Heee? ¡Pero Kasamatsu-san! —se quejaba el rubio.
—Ahg... —Kagami lo veía lloriquear y no estaba dispuesto a soportarlo—. Yo ya estoy bastante ocupado —se iba a retomar su posición, pues debía enfrentar a Aomine.
—Ashh —Kasamatsu hacía lo posible para alejarse y perder al rubio.
—¡Kasamatsu-senpai! —volvía a seguirlo para luego parar junto con el mayor, sonrojándose, mientras el otro alzaba una ceja incrédulo por cómo lo llamó—. Senpai... —decía con una dulce sonrisa, para él se oía muy bien—. ¡Senpaaiii!~
—Mierda... —refunfuñaba, alejándose del rubio, que lo seguía casi saltando, como un niño, sin dejar de decirle: "¡Senpai!, ¡Senpaaaiiiii!~"
Pero entonces el árbitro hizo sonar su silbato para comunicar la decisión del capitán de Teiko, al tiempo que señalaba al rubio del equipo.
—Cambio.
—¡¿Queee?!
—Sal, Ryouta. Es hora de que entre Tetsuya —ordenaba Akashi.
—¡Noooo! —se quejaba el caprichoso modelo, sacando una mirada fulminante de Akashi que ya estaba demasiado fastidiado por el rendimiento de sus compañeros, que no hicieron más que dejar que los otros pasen a igualarlos en el marcador.
—¡Mué-ve-teee!—protestaba Aomine, empujándolo.
—¡Nooo! ¡¿Por qué justo ahora que estoy comenzando algo con senpai?! —lloriqueaba, acentuando un gran puchero.
Acto seguido se giró rápidamente a ver al pelinegro, haciendo que éste se paralice ante su penetrante mirada. El rubio no lo dejaría escapar.
De un segundo a otro, Kise apareció abrazando al capitán del equipo rival. Pues nada lo separaría de él después de vivir lo que vivieron… dígase algunos minutos jugando en la misma cancha.
—¡Oi! ¡SUÉLTAME, ESTÚPIDO! —Yukio, por demás sonrojado, trataba de quitárselo de encima. El resto de los jugadores los miraban curiosos y sorprendidos. ¿En qué momento habían comenzado algo?— ¡SUÉLTAME! —si no estuviera tan sujeto, ya le hubiera dado una buena patada en el trasero pero el rubio se le había prendido como garrapata, dejándolo, literalmente, inmóvil.
—¡Que salgas de una vez! —Takao tiraba de la camiseta del rubio, molesto de que acosara a su capitán—. ¡Ayúdame a quitarlo, Shin-chan!
—¡Nooo! —Kise se aferraba más fuerte a su senpai.
—Hmp, idiota.
Midorima no podía creer que fuera tan caprichoso. Pero así era él, cuando se proponía algo, Kise Ryouta no descansaba hasta lograrlo y esa no era la excepción. Se prendería a Yukio de por vida si fuese necesario.
—¡Número 8, fuera de la cancha! —ordenaba el árbitro.
—¡Un rato más! —pedía sin soltar al capitán.
—Aka-chin... ¿Podrías dejarlo un rato más? —pedía Murasakibara.
—Nah... Es la hora de Tetsuya.
—¡Ja, ja, ja! ¡Sal junto con él, así se va, Kasamatsu! —reía Kagami.
—Ja-ja. Qué gracioso. ¡Ayúdame a quitarlo!
—¡Todos juntos! —decía Takao, y entre él, Midorima y Kagami tomaban a Kise de las piernas tratando de desprenderlo del capitán—. ¡Ahora! ¡Hmmm! —tiraban con todas sus fuerzas, pero apenas y podían moverlo.
—¡Noooo!
—¡Waaahhh!—Kasamatsu sentía que si el rubio no se despegaba, su cuerpo ya casi se salía sin su cabeza.
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Apenas cinco minutos después...
—Senpai... estas tan cálido~... —decía Kise, restregando su mejilla contra la de Yukio.
En realidad no estaba sólo cálido, Kasamatsu estaba completamente sonrojado pues hervía de rabia. Ante lo imposible que resultó despegar al rubio del capitán de Shutookai, Kasamatsu tuvo que salir de la cancha con el rubio a cuestas. Así, los dos estaban sentados en el banco de suplentes de Teiko, con Kise envolviendo con sus brazos y piernas al capitán, cual koala al árbol para la foto del National Geographic.
—Ja, ja. ¿Y tú que harás, enano? —reía Kagami al ver entrar al nuevo jugador de Teiko.
—Sólo mírame —decía Kuroko como si nada, asombrando levemente al pelirrojo—. Si puedes... —terminaba de decir, yéndose a tomar posición.
Ante la incredulidad de Kagami, Kuroko se posicionaba para comenzar a jugar. Claro que antes pasó por al lado de Aomine para comenzar con su saludo ritual. Sin embargo, el moreno parecía demasiado ocupado para enterarse que estaba ahí a su lado.
Estaba bien que la gente rara vez perciba su presencia, estaba acostumbrado, pero que su amigo ni siquiera haya volteado a verlo por estar mirando al tímido y sonrojado castaño, que no le sostenía la mirada por más de un segundo, no era algo que estaba dispuesto a aceptar así de fácil.
—Aomine-kun —llamó un aburrido Kuroko, después quedarse varios segundos con el puño en el aire.
—Sí. Hola, Tetsu —saludaba moviendo la mano, sin molestarse en verlo, pues seguía embobado viendo como el 9 se sonrojaba por su penetrante mirada, escondiendo su rostro detrás del balón.
Kagami, que había visto la situación, no dudo en reír divertido. Se le había ocurrido algo.
Al parecer ese tal Ahomine, o como se llame, estaba interesado en su compañero Sakurai. El moreno no le quitaba la mirada de encima, o eso se propuso comprobar. Con una sonrisa burlona, Kagami alzó al castaño y en seguida vio como el peliazul alzaba la vista como un gato que seguía un juguete.
—Je, je, je —Kagami rió aun más cuando notó cómo al mover al castaño de un lado al otro el moreno lo seguía con la mirada.
—Ka-ga-mi-saaaan —lloriqueaba Sakurai. Quería bajarse. Se sentía como la carnada para atrapar al tiburón, o la pantera.
—Número 10, baje a su compañero —ordenaba un crédulo árbitro haciendo que un fastidiado Kagami baje al chico de Aomine—. ¡Número 5! ¡Vuelva a la cancha! —llamaba al perezoso pelivioleta.
Murasakibara se había ido a la banca de Teiko a buscar unas golosinas de su bolso. Y no porque tuviera hambre, sino porque se las quería regalar a alguien. Se giró a ver al castaño, que lo miraba con una sonrisa divertida, para luego volver a su bolso sin hacerle caso al árbitro y seguir buscando. Sabía que las tenía por algún lado, una bolsa de gomitas con forma de corazón.
—¡Número 6, deje de molestar al 9 de azul! —retaba el árbitro, harto de sus comportamientos.
—¿He? —el moreno se giraba a verlo, aburrido.
Aomine estaba tratando de acercarse al castaño pero éste se había escondido detrás de un fastidioso Kagami, que no quería hacer de muro de nadie y trataba de quitárselo, pero Sakurai se las ingeniaba para no quedarse a solas con el moreno.
Sin embargo el juego no les duró mucho. Kuroko se molestó con ellos por no dejar que empiece el partido de una buena vez, lo suficiente como para darle un golpe seco al estómago de Aomine, que hizo que perdiera de vista a Sakurai.
—Vamos-a-jugar —dijo casi tétricamente, llevándose del cuello de la camisa a su amigo para dejar a Kagami gratamente sorprendido por su accionar. ¿Podía ser tan fuerte como para doblegar al peliazul? Debía comprobarlo.
Por otro lado, como Shutookai también se había quedado sin un hombre, Furihata debió entrar para remplazar al capitán, que estaba momentáneamente imposibilitado para moverse.
El castaño tragó duro y a paso tembloroso se posicionó en la cancha. Miró a su capitán buscando algunas palabras de aliento, pero Kasamatsu sólo asintió seriamente con la cabeza lo cual pudo entender como: "Puedes hacerlo". Sin embargo, verlo entre los brazos del baboso y sonrojado rubio, como peluche en los brazos de un niño mimado, hacía que no le resultara tan serio como otras veces.
Furihata resopló buscando la confianza que sabía llevaba en alguna parte y entonces alzó la vista y sacó pecho, sintiéndose orgulloso de portar el uniforme de Shutookai y de estar enfrentando a la prestigiosa Kiseki no Sedai.
—Oye…
—¡WAAAHH!
Furihata se desmayó, después de casi sufrir un paro, al segundo de girarse y ver que quien le hablaba era el capitán de Teiko.
El árbitro no veía la hora de comenzar el partido y acabar de una vez con los últimos dos cuartos pero, de nuevo, los inconvenientes que provocaban aquellos jóvenes lo estaban haciendo retrasar el tiempo de juego.
Un preocupado Takao ventilaba con sus manos el rostro de su desfallecido compañero, mientras Akashi escuchaba aburrido a Midorima, que le decía que mejor no se acerque demasiado a ese sujeto castaño o el pobre debilucho moriría de un ataque al corazón.
Recién habían pasado los primeros dos tiempos y aún con el marcador empatado y las interrupciones constantes, la Kiseki no Sedai estaba teniendo el encuentro más extraño y especial de sus vidas.
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Continuará
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