Autor: NatWizard (Natalia Luna)

Tema: Harry Potter (Los Merodeadores)

Casi todos los personajes y lugares son J K Rowling Marca Registrada. Veré si me invento algunos. Seguro que sí.


Bienvenidas/os a mi nueva historia sobre Harry Potter. Esto es para hacerle justicia a una de mis parejas favoritas: Lily Evans y James Potter. Más que nada por Lily. Por la pequeña Lily y su tierna infancia, su adolescencia en Hogwarts, su amigo Sev, su archirecontra odiado/amado James Potter. Su vida antes, durante y después de Hogwarts. Todo lo que ella fue antes de morir.

¡Y basta, que me voy a poner sentimental!

Espero les guste.

NatWizard


Capítulo 1 – Especial

En ese momento Lily estaba con su hermana Petunia jugando a las muñecas. La niña observó como su hermana fruncía los labios mientras peinaba a su muñeca favorita, Mimy, con más fuerza de la necesaria.

Lily estaba preocupada porque Petunia se hubiera enfadado con ella. No tenía otra explicación para esa mueca en los labios que hacía cuando se enfadaba, o para que no le dirigiese la palabra durante lo que a Lily le había parecido una hora, o para que maltratase los cabellos de Mimy cuando hasta el día anterior el mero hecho de que Lily tocase a la muñeca hacía que Petunia pusiese el grito en el cielo.

Petunia estaba enfadada con ella, según lo que creía Lily. ¿Pero porqué?

Lo más raro, por decirlo de alguna manera, que le había pasado ese día era que ese extraño niño la insultara en la plaza. Lily ni siquiera lo conocía. No le había hecho nada. ¿Cómo había osado llamarla bruja? Lily no se sentía especialmente bonita, pero estaba completamente segura que ella no se veía como una bruja. No tenía joroba, ni dientes chuecos ni amarillos, la nariz torcida o una gran verruga en la nariz. Su cabello tampoco era enmarañado. Bueno, un poquito. Tenía el cabello enrulado. Y pecas. ¿Y eso qué? ¿Por qué no se miraba él al espejo antes de criticar la apariencia de los demás? ¡Llamarla bruja por unos rizos y unas cuantas pecas! ¿Quién se creía que era?

"Desde luego, no es un galán de telenovela" había dicho Petunia mientras regresaban a la casa. Y eso había sido lo último que Petunia le había dicho. En todo un largo momento que a Lily le había parecido una hora. Y Lily odiaba estar de malas con su hermana. Por eso ella siempre pedía disculpas primero. Aunque en ese momento no sabía porque debía disculparse exactamente.

–Tuney…–Murmuró Lily con timidez. Petunia dejó de cepillar a su muñeca y levantó la vista.

– ¿Qué pasa, Lily? –Le preguntó. Lily siempre había pensando que su hermana era más bonita que ella, con sus ojos azules y su lacio cabello rubio.

– ¿Estás enojada conmigo? –Preguntó la pelirroja tristemente.

Petunia pareció sorprendida.

–No, Lily, claro que no–Negó con la cabeza–. ¿Por qué piensas eso?

Lily, nerviosa pero aliviada, se retorció un mechón de cabello.

–No me hablas hace como una hora.

Petunia frunció el ceño levemente y miró su reloj.

– ¡Qué va, sólo han sido quince minutos! –Se rió–No tengo porqué estar enojada contigo.

Lily le sonrió.

–Con él que estoy enojada es con el hijo de los Snape –Dijo Petunia adoptando un tono amargo–. ¿Cómo se atreve a…?

Lily se abrazó las piernas apoyando el mentón en las rodillas, mirando con una sonrisa a su hermana mientras ésta descargaba un monólogo sobre el chico en cuestión. Petunia siempre la defendería de todo mal, siempre estaría allí. Nunca se enojaría con ella, ¡Qué tonta por pensar algo así!

___________________________________·Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ·________________________

La plaza siempre había sido uno de los lugares favoritos de Lily en el mundo. Era donde había jugado con su hermana Petunia desde pequeña, donde había aprendido a columpiarse, donde se había caído por primera vez…y donde pasaban las cosas más…digamos raras.

No había otra palabra para lo que Lily hacía, según Petunia, y su mamá estaba preocupada por ello. A Petunia no le gustaba mucho todo el asunto de las cosas raras, pero a Lily sí. Lily estaba segura de que eso no podía ser nada malo, porque no le hacía ningún mal a ella ni a nadie. Es más, eran cosas muy bonitas, divertidas. Y si era bonito y divertido… ¿Tenía que ser bueno, verdad?

– ¡No, Lily! ¡Mamá ha dicho no!

De acuerdo, tal vez no era tan bueno.

Lily estaba algo molesta con Petunia. La tarde anterior le había dicho a su madre que ese niño las había molestado, que les había dicho "cosas". Es que por lo menos Lily sabía, o entendía lo que le había dicho el hijo de los Snape. A Petunia la había llamado…bueno, en realidad las dos niñas no habían entendido qué, pero el tono que el chico había usado había sido suficiente para Petunia. Pero Lily no quería que su hermana le contara a su mamá. Es que el niño las había molestado, sí. Pero había visto a Lily hacer sus cosas raras. Y eso no le gustaría nada a su madre. Y no le gustó.

–Tuney, eres una soplona–Sollozó Lily al tiempo que arrojaba la flor con la que había estado jugando.

Y sí, estaba jugando. No era culpa suya que Petunia no pudiera jugar como ella. Ella no hacía nada para provocarlo…pero tampoco intentaba evitarlo. No era algo malo. No estaba segura de porqué tenía esa certeza, pero la tenía. Sabía que algo tan maravilloso como eso no podía ser malo. Aunque si Tuney lo decía…Tuney siempre tenía razón.

Pero en eso, no.

–No soy soplona. Ahora por tu culpa debemos tener cuidado, por si ese niño viene a molestar de nuevo–Dicho esto, Petunia miró sobre su hombro rápidamente, como si esperase que el chico le saltase en la espalda–. Te ha visto, y eso no es bueno, Lily, no es bueno que sepa que haces esas…esas…esas cosas.

Lily se secó las lágrimas y se sentó en el césped junto a Petunia, que estaba de pie a su lado y recorría la plaza con la mirada intentando descubrir al presunto espía.

–He estado pensando, Tuney–Comenzó.

– ¿Qué cosa? –Inquirió Petunia sin dejar de vigilar los alrededores.

–Sobre…sobre por qué yo hago esas cosas.

Petunia la miró de reojo.

–Pues no lo sabemos, mamá y papá tampoco. Y no te llevarán al doctor, sería terrible que te examinaran y luego te metieran en un laboratorio para estudiarte y…

– ¡Calla! –Las lágrimas volvieron a correr por el rostro de la pelirroja– ¡Lo dices como si yo fuera una alienígena o algo así!

–No digo que lo seas, pero está claro que no eres lo que se dice normal. Eres rara.

Lily hizo un puchero.

–No soy rara. Mamá dice que soy especial, por eso hago estas cosas.

Aquí Petunia la miró enfadada.

–Todos somos especiales, Lily. No es que seas…

– ¿Entonces por qué sólo yo puedo hacer estas cosas? ¿Acaso tú puedes?

Petunia volvió a recorrer el lugar con la mirada, al tiempo que se ruborizaba.

–No, no puedo. Pero ni que quisiera.

–Podría intentar enseñarte–Sugirió Lily sorbiendo por la nariz.

Petunia la miró con curiosidad.

– ¿En serio?

–No sé si pueda…–Advirtió la niña–Pero puedo intentarlo.

Petunia se sentó frente a Lily. La pelirroja tomó una flor en su mano y ésta comenzó a abrir y cerrar los pétalos.

–Así, ¿Lo ves? –Le preguntó la pelirroja. La rubia asintió– Ahora toma una tú.

Petunia tomó una flor.

– ¿Y ahora qué? –Inquirió mirando como la margarita que estaba en la mano de su hermana se movía.

–y…–Lily meditó un momento–Sólo piensa en lo que quieres hacer–Se encogió de hombros–. A mí me funciona.

Pasaron unos segundos en silencio mientras Petunia se concentraba en su tarea.

–No pasa nada–Anunció la rubia mirando a su hermana con el ceño fruncido.

–Oh–Lily no supo que decir–. Inténtalo de nuevo.

Petunia asintió y miró su flor con expresión de máxima concentración. Contrajo el rostro mientras "pensaba", como le había dicho Lily. Comenzó a ponerse roja. Lily temió que se estuviese quedando sin aire por el esfuerzo. La expresión de su semblante iba pasando de la concentración aguda a la frustración, y luego al enfado. Arrojó la flor al suelo bruscamente.

– ¡No funciona! –Exclamó cruzándose de brazos, mirando hacia otro lado.

–Inténtalo de nuevo…

Y lo intentó otra vez. Y otra. Y otra.

– ¡Esto no funciona! –Petunia se puso de pie y arrojó la flor al suelo– ¡No funciona!

–Tuney, lo siento…–Murmuró Lily, acongojada.

– ¡No! –Exclamó Petunia– ¡No lo sientas! ¡Me da lo mismo! ¡No me importa! ¡Es más: me alegra!

Lily también se puso de pie.

–Tal vez si lo intentaras de nuevo, yo puedo tratar…

– ¡No! ¡No trates nada! – le gritó Petunia, con las mejillas rojas– ¡No quiero ser una rara como tú!

Los ojos de Lily se llenaron de lágrimas.

–No soy rara. Soy…

– ¿Especial? –Se burló Petunia con saña– ¡Sí, claro! ¡Eso no te hace especial! ¡Te hace rara!

– ¡Eso no es cierto! –Gritó Lily entre lloros– ¡No es cierto!

– ¡Lo es! –Chilló Petunia– ¡Eres rara! ¡Hasta mamá lo dice!

Dicho esto, se fue corriendo, dejando a su hermana pequeña sollozando en medio de la plaza. Lily caminó hasta los columpios y se sentó en uno de ellos, sin que las lágrimas dejaran de correr por sus mejillas. Miró la flor que tenía aplastada en la mano.

–Anormal–Murmuró mirando la flor–. Rara. Soy anormal y rara. Y extraña, y nadie nunca me querrá. Tuney tiene razón: esto es malo. ¡Malo! –Exclamó, arrojando la flor al suelo, y continuó llorando su desgracia con los ojos cerrados.

Al cabo de un momento notó cómo alguien se sentaba en el columpio de al lado.

–No es malo.

– ¡Tuney, vete! –Sollozó– ¡Vete! ¡Vet…!

Pero se detuvo en seco al notar que esa voz no era la de su hermana. Lily abrió los ojos y se encontró con el niño de la blusa rara, ése que era hijo de los Snape y que las había insultado a Petunia y a ella.

–No es malo…eso que haces–Le dijo el niño con timidez.

Lily se había quedado muda de la impresión, con la boca abierta. Viendo que no iba a contestar, el niño continuó hablando.

–Eso es…eso es–Miró a ambos lados con secretismo–…magia–Completó.

Al mencionar esta última palabra Lily volvió en sí. ¡Menuda tontería! ¡Magia! ¡Habrase visto!

–Eso no es cierto–Dijo la pelirroja al tiempo que negaba con la cabeza.

–Sí, es magia–Insistió el niño mirándola con una intensidad que incomodaba a Lily–. Lo es.

–No existe la magia–Replicó Lily con firmeza cruzándose de brazos.

–Claro que sí–Discrepó el otro. ¡Pero qué niño más terco! –. Es magia, y tú eres una bruja.

Oh, eso sí que no se lo iba a tolerar. Lily se bajó del columpio y lo miró ceñuda, poniendo las manos en la cintura.

– ¡Otra vez con eso! ¿Cómo te atreves? –Lily se sentía muy triste: ¡Qué día más nefasto! – ¡Está bien que te parezca fea, pero tampoco para que me lo digas así! ¡Si tan fea te parezco, no me hables!

Se dio vuelta y comenzó a caminar a paso firme en dirección a su casa.

– ¡Espera! –La llamó el chico, y se puso a correr tras ella. Genial. Ahora iba a perseguirla. No se había contentado con todo lo que la había molestado antes que la iba a seguir hasta la puerta de la casa de Lily.

– ¡Déjame en paz! –Le gritó ella y apuró el paso.

– ¿Nunca has hecho cosas increíbles? –Le preguntó él. Lily se detuvo– ¿Cosas que nadie más que tú puedes hacer? –Sorprendida, Lily se dio vuelta y lo miró–Cosas imposibles…–Continuó el chico acercándose más a ella.

– ¿Cosas raras? –Susurró Lily.

–Cosas especiales–La corrigió el chico también en un murmullo–. Yo también puedo hacerlas.

Lily abrió mucho los ojos, sin poder creerlo. ¿Ése chico podía hacer…esas cosas? No era posible. Ella era anormal, ya lo había dicho Tuney. No había forma de que hubiera más de una persona como ella… ¿Oh sí?

–Muéstrame–Le pidió Lily autoritariamente.

El chico sonrió levemente, esperanzado, y tomó una flor. Se la tendió a Lily, que la tomó con una mano. La miró: estaba tan blanca y ordinaria como siempre. Alzó la vista.

– ¿Y?

El chico simplemente sonrió. Lily, confusa, volvió a mirar la flor.

– ¡Oh! – ¡Se había vuelto de color rojo oscuro! – ¿Cómo…?

–Magia.

Lily miró la flor una vez y luego al chico. Lo miró abriendo mucho los ojos.

– ¿Es real?

El niño asintió.

–Claro que sí.

Esbozó una sonrisa, maravillada. Tantas veces le había contado su madre cuentos que hablaban sobre la magia, los había leído ella misma, soñado con ello, jugado con ello… y todo eso, siempre y fuera de cuestionamiento, había sido una mentira. La magia no era real. Si ahora lo era… Toda su realidad estaba mal. Todo un nuevo mundo de probabilidades se abría delante de ella… ¿Era acaso posible?

Tal vez a otra persona le hubiera dado miedo, inseguridad…malestar. Pero Lily sentía felicidad, y no sólo eso: era alivio. Alivio de saber que no había nada malo con ella. Que lo suyo no era algo extraño, retorcido, feo y malo, sino…

– ¿Está mal? –Susurró Lily.

El chico frunció el ceño.

– ¿Qué cosa? –Inquirió.

–Esto–Replicó Lily señalando la flor color carmín, que ahora abría y cerraba los pétalos–. ¿Es malo?

El niño arqueó las cejas.

– ¿La magia? La magia no es mala–Replicó, al parecer sorprendido–. Es lo más maravilloso del mundo. No es algo de qué avergonzarse, al contrario: enorgullece. Como magos que somos–Añadió con orgullo–, nos distinguimos por…

– ¿"Magos que somos"? –Repitió Lily sumamente sorprendida– ¿Es que hay más?

–Claro que sí–Replicó el chico–. Muchísimos. Por todo el mundo. Bueno, no más que los muggles, pero…

– ¿Mug qué? –Preguntó la niña sumamente desconcertada. De pronto recordó algo– ¡Claro! ¡Así llamaste a Tuney!

– ¿Quién? –Preguntó el desconcertado chico, frunciendo el ceño ligeramente.

– ¡Mi hermana! ¡La insultaste con eso! –Lily se volvió a enfadar con él– ¿Qué significa?

– ¡No es un insulto! –Exclamó el chico a la defensiva–Bueno, no para la gente como ella…–Ante la mirada amenazadora de Lily, rectificó: –Ella…ella es una muggle. Alguien no mágico. No puede hacer magia. Muggle.

Lily frunció el ceño.

–Muggle…–Repitió para sí– ¿Cómo te llamas? –Preguntó de sopetón.

El chico se ruborizó ligeramente. La miró sorprendida.

–Mi hermana Tuney dice que tú eres hijo de los Snape…–Vaciló la pelirroja al ver que el chico no respondía.

–Severus–Replicó el chico–. Severus Snape.

Lily lo miró con curiosidad y le tendió una mano con presteza.

–Lily Evans.

Severus se ruborizó tomando la mano que la niña le ofrecía con timidez.

–Qué nombre particular–Observó Lily al soltarle la mano. El chico la miró, sin saber que decir–. Nunca lo había oído antes. No te he visto en la escuela…

–No voy a la escuela muggle–Se apresuró a añadir Severus–. Mi madre prefiere…que me eduque en casa.

Lily se sorprendió.

– ¿Estudias en tu casa?

–Sí…–Murmuró él, al parecer algo incómodo.

–Eso es muy…–Lily iba a decir raro, pero sabía lo que se sentía que se refieran a ti de esa forma–original. ¿Por qué? –Curioseó.

–Bueno…Los magos no suelen enviar a sus hijos a colegios muggles…

– ¡Oh! –Exclamó Lily sorprendida– ¡Tus padres son magos!

–No, no ambos–Rectificó Severus, al parecer molesto por alguna razón–. Tobias no lo es.

Lily frunció el ceño.

– ¿Tobias? –Repitió extrañada.

Severus se ruborizó.

–Mi padre–Aclaró–. No es mago. Es un muggle.

Lily ladeó la cabeza. El hecho de que el chico llamase a su padre por su nombre le parecía completamente extraño. Ella a su padre lo llamaba "Papá", o "Papi", no "Charles". Le parecía…frío, muy…desamorado. De pronto reparó en un detalle.

–Has dicho "colegios muggles"–Observó. Severus asintió– ¿Es que hay colegios de magos?

El chico abrió la boca para responder cuando Lily sintió que algo le apretaba muy fuerte del brazo.

– ¡Lily! –Chilló Petunia– ¿Dónde estabas? ¿No ves lo tarde que es? –Miró a Severus con suma sorpresa y desagrado– ¿Qué haces hablando con él? ¿Qué acaso no recuerdas lo que nos hizo?

Lily forcejeó con su hermana, que la sujetaba el brazo con mano de hierro.

– ¡Tuney, suéltame! ¡Él no hizo nada!

Petunia chasqueó la lengua.

– ¡Tonterías!

– ¡No! ¡No es verdad! –Insistió Lily.

Petunia dejó de tirar de ella y la miró con indignación.

–Él me dijo…–Replicó Petunia–Me dijo…eso que tú sabes, Lily.

–No te dijo nada de malo–Dijo la pelirroja mirando a Severus, que miraba a Petunia con deprecio–. Sólo te dijo muggle.

Petunia frunció los labios.

– ¿Ah, sí? ¿Y qué es eso, a ver?

–Sólo significa que tú no puedes hacer magia como nosotros.

Petunia hizo una cara horrible.

– ¡Lily, nos vamos a casa! ¡Ahora!

Y se llevó arrastrando a su hermana pequeña con decisión.

– ¡Adiós! –Le gritó una resignada Lily a Severus.

– ¡Adiós! –Repuso el chico– ¿Volveré a verte?

Lily iba a responder cuando Petunia chilló:

– ¡NO!

– ¡Algún día! –Exclamó la pelirroja antes de perderlo de vista.