PREFACIO

No sabía como, ni a donde escapar, aunque mis piernas corrían sin lugar alguno. Si mis pulmones hubieran necesitado de aire para seguir viviendo, yo de seguro, hacía bastantes horas que ya estaría muerta.

No tenía algún sentido el correr salvo, claro estaba, el de salvarme ya que me encontraba en el bosque, perseguida por un monstruo que solo tenía un fin: atraparme y darme cacería a toda costa.

La fina capa de llovizna que caía a mí alrededor no me importaba, si hubiera sido humana, estaría pensando que atraparía un resfriado, pero al ser inmortal, ya nada me importaba, excepto, quizás, sobrevivir a esta persecución sin fin. Ya estaba divisando el fin del bosque y el comienzo de Seattle. ¡Maldición! ¿Pero como? Ahg, cierto, ahora mi velocidad era mucho más que la de Edward, y era muy obvio que solo me iba a tomar un par de minutos llegar tan lejos. No me podía permitir eso, Jasper no iba a ser capaz de controlarse y no atacarme frente a tanta gente. Si no hacía algo, en cuestión de segundos iba a ser historia.

Era mi fin.

Iba a desaparecer para siempre, cazada por uno de mis propios hermanos, iba a morir, o como se llame lo que nos sucede a nosotros. Todo había sido en vano, había pasado tantas cosas… ¿para qué? Para morir en manos de una de las personas a las que más había querido y apreciado. Iba a morir en manos de Jasper. Mi propio hermano, una persona tan especial para mí como é lo era estaba a punto de borrar algún rastro de mi existencia.

De repente, sin más ni menos, su esencia, que estaba siguiéndome, desapareció. Así como así, de la nada, ya no podía sentir su inconfundible olor. ¿Se habría dado cuenta de que no iba a resistirse? Él solo quería darme caza a mí, no a otra gente inocente, ya que como Edward, él no deseaba ser un monstruo. ¿De verdad se había rendido? ¿Me habría dejado un par de minutos más de existencia? ¿O era una trampa? ¿Se había arrepentido de querer matar a su hermana o la piedad aún no llegaba a su helado corazón y a su mente?

Luego de estas conclusiones, decidí parar. En un solo movimiento ya estuve lista y quieta. Con sumo cuidado me di la media vuelta, y miré a todos lados y a todas direcciones posibles, buscando algún improvisado escondite. Efectivamente, allí no había nada, ni nadie persiguiéndome. Quizás tenía razón, Jasper no iba a ser capaz de atacarme allí. Esto había terminado, yo había vencido. Al fin, había logrado escapar de esa bestia feroz, sedienta de sangre. Me sentía ganadora…

Aunque la idea no me duró mucho, cuando en menos de 5 segundos algo me atrapó por la espalda y puso su boca contra mi cuello mientras me susurraba al oído:

—Fin del juego, Bella Cullen.