Full metal alchemist: Una noche, un segundo.
Otra noche más, sola. Desde la desaparición de Edward y la partida de Alphonse para estudiar alquimia todo se había vuelto completamente monótono, las noches transcurrían una tras otra tan idénticas que Winry había perdido la cuena de cuántas llevaba asi.
Tía Pinako siempre le decía que trasnochar era malo, pero ella no podía soportar el hecho de que él volviera en cualquier momento y ella no estuviera para recibirle. Todas las noches, rondando por la casa como un fantasma, asomándose por las ventanas y balcones esperando ver la silueta de alguno de sus amigos, sonriéndola y diciendo "Ya estoy en casa".
Las horas transcurrían lentamente, como si alguien las estuviera reteniendo contra su voluntad. Den hacía ya tiempo que descansaba a sus pies y la pieza de automail que solía utilizar para entretenerse había sido desmontada y vuelta a montar varias veces, el café que se había preparado estaba ya frío y casi acabado y la chica se resistía a recibir el abrazo de Morfeo.
¿Cuántas noches más tendría que esperarles? ¿Cuándo volverían a estar los tres juntos como antes? ¿Cuándo podría decirle al mayor de ellos lo que sentia por él? Poco después de que se marchase se dio cuenta de lo necesario que era para ella, pero ahora que ni siquiera se sabía con certeza si estaba vivo o no, se había dado cuenta de que era indispensable para su felicidad.
La noche se estaba acabando. Otra noche más. El amanecer trajo al cielo colores naranjas y dorados. Dorados como sus ojos. ¿Cuántas noches más...? Las lágrimas empezaban a desbordarse por sus ojos. "Quizá... no vuelva nunca..."
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La joven dio un respigo. Juraría que había cabeceado un segundo, pero al mirar el reloj se dio cuenta de que todo había sido imaginación suya. Era la misma hora y aún podía observar aquel hermoso amanecer desde el porche de la casa. Pero justo cuando iba a posar la mano en el picaporte de la puerta para abrirlo una voz le hizo detenerse.
- Winry...
Aquella voz. No podía ser.
- Tadaima, Winry...
- Ed...
Allí estaba, sentado en el lugar donde antes había estado ella. Apenas había cambiado, su cabello antes recogido en una trenza ahora estaba en una coleta, su ropa era muy distinta, había crecido varios centímetros, pero era imposible no reconocerlo.
Se acercó a ella y le secó las lágrimas con dulzura. Ella se encontraba ensimismada mirando sus ojos, más hermosos que cualquier amanecer o puesta de Sol que existiese. No supo cuando los labios de él se juntaron con los suyos en un breve beso... No supo cuando se acerco a su oído y le susurró aquellas palabras...
- ¡¿Qué?!
La chica dio un respingo de nuevo. No había nadie, la casa estaba vacía y ella no se había levantado del lugar donde estaba antes. Miró el reloj, apenas había pasado un segundo desde que se fijó en él la vez anterior.
¿Había sido un sueño? No, era imposible, aquellas sensaciones habían sido demasiado reales. Sus manos, sus labios, su voz... no había podido ser un sueño.
Sólo durante un segundo, le había visto, sus corazones se habían tocado, él también pensaba en ella, él también se había dado cuenta de que era indispensable para sus vidas estar juntos. Había estado con ella, quizás no físicamente, pero sus palabras eran más reales que cualquier roce.
"Volveré a ti, lo juro"
