Disclamer: Todo el mundo de Harry Potter pertenece. JK.Rowling y la Warner

"Este fic participa en el minireto de septiembre para La Copa de la Casa 2018-19 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Personaje: Dean Thomas

Casa: Gryffindor

Número de palabras: 398

Orden Cronológico: Verano de 1997

El inicio

Arrugó la carta entre sus manos, la ira crecía en su interior y aunque no quería creerlo, su mejor amigo acababa de confirmarle su peor temor, no podría regresar a Hogwarts, ahora era una paria, un perseguido y debía huir lo más pronto posible puesto que los carroñeros no tardarían en dar con él. Hacía meses que había dejado de recibir el profeta, ya que el ministerio y el diario estaban bajo el control Del Que No Debía Ser Nombrado las únicas noticias acerca de lo que sucedía afuera provenían de Seamus, al menos su advertencia había llegado antes de que los seguidores de Lord Voldemort dieran con él y su familia.

Casi barrio su habitación mientras elegía en una carrera las pocas cosas que podrían acompañarlo en su huida, un par de pantalones, sus botas de montaña y un abrigo, no creía que pudiera volver a casa antes del invierno, para ese entonces ya se encontraría muy lejos de la ciudad que lo había visto crecer. Debía planear cuidadosamente sus siguientes movimientos, no era estúpido, sabía que su familia corría riesgo en aquella casa, pero también sabía que no podían seguirlo, si llegaban a dar con el estarían perdidos. Cogió su varita y observó por última vez aquel póster de los West Ham, algo le decía que no volvería a aquel lugar en mucho tiempo.

-¿Mamá? – su voz se quebró al entonar la última sílaba y quiso gritar ¿Dónde estaba su valor Gryffindor cuando más lo necesitaba? Aclaro su garganta y sujeto con más fuerza la correa de su morral mientras intentaba coger la fuerza que necesitaba para dejar a su familia atrás – Maldito Voldemort – susurro sintiendo como la ira aumentaba en su pecho - ¿Mamá?

-Dean, cariño, tu hermana está dormida –

Margareth Thomas apareció al fondo del salón pero no alcanzó a avanzar, en cuestión de segundos el techo sobre su cabeza colapso, una nube de polvo cubrió sus ojos y aunque deseó acercarse, no pudo. Su instinto primario fue aparecerse frente a su calle, desde allí pudo ver a los dos hombres que, siguiendo sus pasos, abandonaron el que había sido su hogar hasta ese momento, no sabían qué había pasado pero cuando uno de aquellos hombres enmascarado alzó su varita al cielo y conjuro la marca entre las nubes, lo supo.

Lo habían encontrado, ellos habían asesinado a su madre. La guerra había comenzado.