Bueno aunque esta fuera de tiempo, esta historia la tenía planeada para finales de octubre del año pasado pero por diversas cuestiones no la pude acabar a tiempo, en fin me anime a subirla para ver que les parecía y si la historia gusta pues le daré continuidad aunque no creo que llegue a ser muy larga, en fin los dejo con la lectura

Se paseaba entre los salones de la casa, entre las cortinas desgarradas y sucias, pero que evitaban que el sol pasase hacia la habitación, veía los mismos cuadros pegados en la pared que ya sabía de memoria, cada línea, cada paisaje, cada color, evitaba que sus ojos chocaran con las fotografías, aunque los portarretratos de estos estuvieran bocabajo todo el tiempo, probablemente eran lo único que lograban sacarlo de sus casillas, que le hacían sentir algo más allá del vacío constante que lo rondaba.

Conocía de memoria cada pasillo, cada escalón, cada ladrillo, no había lugar en esa casa que pudiera ocultarle algo y sin embargo la recorría todos los días, no porque le tuviera un afecto en especial, a decir verdad la odiaba con todas las fibras de su cuerpo, pero se había resignado a que esas cuatro paredes delimitaran su mundo, después de todo era su maldición y su condena.

No supo cuántas veces paso por la cocina, pero cuando se cansó de imaginar cuantos platillos podría prepararse (aunque sabía que no podría probar ninguno) se dirigió a la planta alta, no importaba cuantas veces pisara los escalones de esa vieja escalera de madera, sabía que no emitirían ningún sonido como pasaría si alguien normal los pisara, recorrió el largo y oscuro pasillo que lo llevarían a lo que había adoptado como su habitación, en su trayecto se detuvo a ver la gran mancha roja que cubría la pared, se perdió en los recuerdos que esa mancha llevaba consigo, era como un ritual que completaba todos los días y sin embargo nunca parecía acabar, arto y con la mirada triste se dirigió a la habitación y recostó su cuerpo en la cama, cerró los ojos buscando inútilmente el sueño que se le había negado y sabría jamás tendría. Por qué los muertos no duermen, no sueñan.

Escucho el rechinido de la puerta, vieja y pesada aunque fácil de abrir delataba cualquier intruso. Gray tenía mucho tiempo de no divertirse asustando a alguien, aposto por un algún adolescente que vendría a fumar a escondidas o algo por el estilo. A pesar de la manera en que murió, no era un espíritu malo del todo, en ocasiones el corazón que ya no poseía le hacía estragos y dejaba que algún vagabundo se quedara en busca del resguardo del frio clima que azotaba en esa época del año. Pero la cabellera azulada que vio en el vestíbulo de la sala, no le parecía que encajara en alguna de sus dos ideas.

Cuando paso por la cocina y merodeo por los cajones, el dejo caer un cuchillo cerca de su mano, pero contrario a lo que pensaba ella rio, cuando observaba los cuadros de la sala, el hizo rechinar las escaleras, que si bien su cuerpo no podía hacer sonar los poderes con los que contaba sí que podían, llamo su atención pero no parecía perturbarla en lo más mínimo. La siguió de cerca mientras subía las escaleras y recorría el pasillo, hizo cerrar puertas estruendosamente, hizo caer objetos, pero lejos de asustarla, no lograba entender la cara de fascinación que tenía la intrusa, cuando esta llego a la mancha detuvo su paso y como él solía hacerlo ella se perdió en el color rojizo opaco que se encontraba ahí, vio como después de un rato la pálida mano de la chica se acercaba lentamente a esta, con la clara intención de tocarla, nadie había llegado tan lejos y una furia que nunca había experimentado se apodero de el en aquel momento. Todas las puertas de la casa azotaron varias veces, las ventanas que en años no habían sido abiertas fueron vencidas por un viento poderoso, se escucharon crujidos y objetos que aunque no fueran visibles romperse. A diferencia de como venía actuando la intrusa retiro su mano y observo a su alrededor ya no con la misma cara de fascinación que tenía en un inicio, pero no huyo, sus piernas no se movieron, se quedó ahí quieta, mientras veía como aquella extraña tormenta se detenía lentamente. Gray tampoco entendió el porqué de su esporádico ataque de furia, no se detuvo mucho a pensarlo en cuanto la vio entrar a su habitación. Ella hurgaba como un ladrón en los muebles viejos que llenaban la habitación, Gray se quedó parado en la entrada observándola, el espejo que se encontraba cubierto por una sabana que el mismo había colocado, pues odiaba verse a sí mismo, fue retirada por la delegada y pálida mano de esa mujer. Él pensó que esa sería una buena oportunidad para asustarla y hacerla irse de la casa, se colocó detrás de ella, mostrándose visible, de la forma en que sabía se vería aterrador, con una piel más blanca que la de ella, casi azulada, los ojos hundidos y el agujero en su frente que traspasaba hasta la nuca, huella de la bala que le arranco la vida. No tenía que hablar se supondría que solo se pararía detrás de ella, y esta al ver su reflejo saldría corriendo con el peor susto en su pecho. Pero como muchas veces en la vida las cosas no salen como debería

-Hola—Escucho después de muchos años de completo silencio y soledad lo que le pareció el timbre de voz más suave que habría escuchado en el tiempo que estaba vivo y el tiempo después de eso. Y Gray sintió algo más que el constante vacío, o la desagradable sensación que le daba mirarse al espejo o ver las fotografías, no lo entendió y sintió algo dentro de sí estremecerse cuando vio la curvatura de los labios femeninos, ¿es que acaso le sonreía a él?, de alguna forma se sintió expuesto, así que dejo de ser visible, pero no huyo, vio como unos ojos tan azules como el mar que alguna vez visito lo buscaban alocadamente por la habitación, no supo cómo esos ojos lo hacían alterarse, pero se dio cuenta que no podía dejar de verlos.

-¿Hola? Te vi sé que estas aquí—comenzó a hablar la intrusa mientras comenzaba a caminar lentamente por la habitación, viendo hacia cualquier lado en busca del fantasma—Imagino que esta es tu casa ¿verdad? Lamento si te asuste yo…-

-No me asustaste—Se apareció repentinamente en una de las esquinas de la habitación interrumpiendo el discurso de la chica, de ninguna manera iba a dejar que una niña como ella creyera que podía asustar a alguien como él, cuando en todo caso debía ser lo contrario, pero contrario a su expectativa nuevamente ella se acercó a él con la emoción que tiene un niño al recibir un juguete nuevo

-¡Sabía que estabas aquí! oye no tienes esa cosa en la frente—

-No te acerques—menciono frio Gray, bien podría presentir que la chica no tenía malas intenciones, pero la vida le había enseñado de formas muy crueles que debía ser desconfiado hasta de su sombra, sus palabras hicieron que ella le obedeciera y detuviera el paso. Se observaron por unos momentos, Gray se dejó llevar de nuevo por los azules ojos de la mujer, ella por su parte observaba todo el rostro del chico, estaba segura que hace un momento tenía un agujero en la frente, pero ahora no encontraba nada, más que unos profundos ojos grises. Y cuando este se dio cuenta de que ella también le observaba desapareció.

-¡Oye! No te vayas—No se dejó ver hasta que ella salió de la habitación y estuvo de nuevo en la planta baja, lo seguía buscando como si fuera una especie de "escondidillas" mientras el la observaba desde el balcón de las escaleras, aun tratando de entender su actitud, definitivamente ella no era como cualquier otra persona como las que había tratado. Pasados unos 30 minutos la chica se cansó de buscar y a pesar de que la sala contaba con dos sofás viejos pero confortables dentro de lo que cabe, ella tomo asiento el piso.

-No entiendo el porqué de tu actitud…pero quiero que te vayas—sentencio firme el pelinegro apareciendo de repente delante de ella, esta guardo silencio un breve tiempo mientras lo observaba fijamente, Gray por su parte hacia lo mismo.

-¿No tenías un agujero en la frente?—respondió con otra pregunta tranquilamente la chica de cabellera azulada.

-Vete—Gray no entendía como era que la intrusa no huía de miedo, era obvio que ella se había percatado que él no estaba vivo, pero seguía sentada en su sala.

-Respóndeme y me iré—

-Si lo tenía—

-¿Puedes desaparecerlo?—

-Esa ya es otra pregunta, ahora vete—En efecto Gray podía hacer notar su herida a voluntad, pero tenerla no le hacía gracia precisamente, no la mostraba hasta que fuese necesario. Seguían observándose fijamente. Ella le sonrió de nuevo y Gray volvió a sentirse extraño, aunque no lo demostró, y en completo silencio ella se levantó y salió de la casa.

Aunque le pareció que era algo completamente fuera de lo normal para él la actitud de la intrusa, Gray decidió que no pensaría mucho en eso y así hubiera sido si a lo largo de la tarde no la hubiera visto pasar por la calle en varias ocasiones y en cada una de ellas tenía una expresión más confundida que la anterior ¿Se había perdido entonces? Se decidió a observarla por las enormes ventanas, al menos con eso se entretendría ese día. La miro pasearse confundida una y otra vez, mientras que al tiempo el clima se hacía más frio, Gray no podía sentir frio pero lo sabía por la cantidad de abrigos que vio recorriendo las calles y como cada uno de ellos, ignoraban a la pobre chica, que daba la impresión de ser un cachorro asustado, no lo entendía, no tenía miedo de estar con el dentro, pero había algo afuera que si lograba asustarla y aunque su curiosidad era mucha bien sabía que no podía salir de la casa, al menos no por sus medios. Había pasado ya unos cuarenta minutos desde que una tormenta que nadie pronostico azoto la ciudad, las personas corrieron a refugiarse y las calles se encontraban vacías, a excepción de la cabellera azulada que se había hecho un ovillo sentada en el piso del establecimiento de enfrente, completamente empapada, Gray no sabía si ella se encontraba consiente o no, ya que el cabello le cubría buena parte de la cara, incluso para él era un espectáculo bastante deprimente.

Un estruendoso trueno le obligo a abrir los ojos, miro a su alrededor, más confundida de lo que había recordado estar alguna vez en su vida , le pareció que ya había estado ahí antes, tenía esa sensación pero no se encontraba segura de ello, las gotas de lluvia grandes y pesadas pegaban contra su piel causándole un leve dolor que se agudizaba mientras más tiempo permanecía ahí, no sentía los dedos y al tratar de moverlos vio que el movimiento era demasiado lento al igual que su respiración y se preguntó si así se sentiría estarse muriendo, el frio viento en las mejillas le respondía que quisiera o no seguía viva, en algún momento de su agonía sus ojos se posaron en una casa, grande y con un ligero toque de estilo neoclásico, a sus azules ojos bien podía parecer un castillo, pero cualquier persona notaria el claro paso del tiempo en la desgastada estructura de esta, noto como la puerta se encontraba abierta y al pelinegro que le había corrido de ahí observándola fijamente en el marco de la entrada, se observaron de nuevo y ella vio como el lentamente le daba la espalda y se adentraba a la propiedad, pero la puerta seguía abierta ¿la estaba dejando entrar? Ella quiso imaginar que sí, trato de ponerse en pie, aunque sus piernas entumecidas le hicieron la tarea un tanto difícil y a paso lento cruzo la calle, se detuvo en el marco de la entrada observando el interior de esta, de pronto el chico apareció a un lado suyo.

-Te puedes quedar allá afuera ¿sabes?—

-¿Me estas dejando entrar?— recibió una mueca por respuesta, pero fue lo suficientemente clara para saber que el chico la dejaba quedarse, ella con sus aun entumecidas piernas entro a la propiedad

-Cierra la puerta—escucho demandante por parte del hombre, ella obedeció trato de caminar hasta el sofá cuando un mareo en su cabeza le obligaron a detenerse. Gray observaba la expresión de confusión de la intrusa, le pareció extraña, pero se abstuvo de preguntar.

-¿Puedo sentarme?—hablo la intrusa una vez que parecía repuesta

-Haz lo que quieras—hablo indiferente, aunque sin dejar de mirarla, vio como ella de nuevo se iba a sentar al piso de la sala, mientras exprimía su cabello

-Hay dos sofá ¿sabes?—

-Pero si me siento se van a mojar—

-Bueno no sé si lo has notado, pero nadie los usa—

-No importa no quiero estropearlos—Ninguno tenía noción del tiempo que se consumió en el completo silencio, hasta que la chica se animó a hablar.

-Gracias—tenía la intención de decir algo más, pero su mente no estaba totalmente en claro y la mirada fría del chico no le ayudan mucho.

-No tienes que agradecer—

-Pudiste dejarme afuera—

-Tal vez te deje entrar, porque planeo matarte—dijo con una expresión seria, intentaba de nuevo asustarla y nuevo ella le sonrió

-Si quisieras ya lo hubieras hecho cuando dejaste caer el cuchillo—

-¿Sabías que era yo?—

-Sabía que no era casualidad—seguía hablando sonriente la intrusa, a Gray ese gesto le seguía perturbando pero en el interior sabía que le empezaba a gustar.

-¿Estabas perdida?—En realidad a Gray no le interesaba en lo más mínimo, pero ya que había aceptado que no lograría asustarla, al menos disfrutaría de hablar con alguien, algo que hacía muchos años no podía hacer

-Algo así—percibió la incomodidad en la respuesta—En realidad no sabía dónde estaba y pasado un tiempo me di cuenta que caminaba en círculos, luego callo la lluvia y no supe a donde ir—aunque quedarse sentada bajo la fuerte lluvia tampoco le parecía lo más sensato a Gray, cuando bien pudo irse a proteger a alguna tienda, se dio cuenta que había algo peculiar en esa chica, que aunque no quisiera admitir había despertado un interés en él.-¿No tienes algo para contactar con tu familia?—

-Lo que menos quiero es ver a mi familia ahora—menciono la intrusa mientras abrazaba sus rodillas, Gray no puedo evitar sentir una conexión con esa mujer, tal vez fuera las muertas emociones que no sabía aún conservaba despertando de golpe, por tener interacción con alguien en más de 14 años, pero él sabía lo que era tener problemas de familia, los suyos había llevado consecuencias graves y decidió que no sería tan malo compadecerse de la intrusa. Gray no tenía una buena noción del tiempo, era uno de los privilegios o maldiciones de estar muerto, pero de pronto se encontró inmerso en una amena plática con la peli azul, se habían desviado del tema de la familia para desembocar en demás banalidades y trivialidades se dio cuenta que se sentía cómodo con ella, tal vez demasiado, pero no le importo. En algún momento la conversación se vio interrumpida por un estornudo femenino, pasado esto la plática siguió su curso, pero Gray noto los detalles que había pasado desapercibidos, como que la pálida piel de la chica empezaba a tomar un tono azul que bien podía competir con el suyo y que el cuerpo de esta empezaba a tener temblores cada vez más fuertes

-Hay un par de mantas viejas en el piso de arriba—ella le respondió sonriendo, Gray no reprimía el cosquilleo que sentía en su interior aunque no lo demostrara frente a ella. Ambos subieron a paso lento por las escaleras, haciendo el recorrido de hace un momento y por una vez en 14 años Gray pudo ignorar la mancha en la pared, pasando de ella sin mirar. Entraron en su habitación y él le señalo el mueble que aún conservaba las sabanas que esa fatídica mañana el mismo se había encargado de poner ahí 14 años antes.

-¿Es eso una guitarra?—pregunto la intrusa, después de dejar las sabanas en la cama, sus azules ojos se posaron en el instrumento colgado en la pared, que se encontraba cubierta por una bolsa negra. Gray asintió con la cabeza— ¿Puedo verla?—

-Debe estar hinchada y fea—

-Se ve hermosa—aunque él nunca le dijo que si, ella había descolgado el instrumento y lo había descubierto, decir que no se notaba el paso del tiempo era mentir, pero en realidad para 14 años de total abandono logro conservarse -¿Te gusta tocar?—

-Antes lo hacía todos los días…pero ahora…— Juvia generalmente era buena notando lo que los demás pasaban desapercibidos y pudo ver esos ojos grises llenos de nostalgia, como si la madera le hubiese pasado millones de recuerdos solo con sacarla de la bolsa.

-¿Podrías tocarme algo?—

-Yo…no sé si aún recuerde—Gray no tenía corazón pero estaba seguro que si lo tuviera estaría latiendo como loco, si había algo en esa casa que no odiara era esa guitarra, que durante mucho tiempo fue su escape y que se decidió a ignorar en su momento para dejarse caer en la amargura de su cruel destino, verla era como encontrarse con el viejo el, el que todavía soñaba, el que tenía metas, el que tenía sentimientos, el que quería vivir.

-Inténtalo—susurro suave la intrusa, ambos se sentaron en la cama, ella se comenzaba a cubrir con las sabanas, mientras el rasgaba lentamente las cuerdas con sus dedos, emitiendo un sonido desafinado, pero que irónicamente le hicieron sentir vivo. En ocasiones y cuando él lo quería podía materializarse lo suficiente como para manipular los objetos aunque solo pudiesen ser los de la casa.

-Ya no tengo buen oído—dijo al cabo de un rato de tocar las cuerdas

-Me gusta cómo se escucha—menciono ella apacible, con los ojos más dulces que Gray pudiera recordar sobre sus manos en el brazo de la guitarra. El empezó a tocar, aunque no estuvo seguro muy bien de que canción se trataba, era como si sus dedos se movieran inconscientemente y de la misma forma sus labios se movieron entonando una letra que creyó haber olvidado. No supo cuánto tiempo paso, ni cuantas canciones entono en este tiempo, pero sabía que podía tomar toda la noche cantando, cuando cayó en cuenta noto a su acompañante dormida. Gray dejo la guitarra a un lado y con la propia fuerza que en su estado podía tener logro acomodarla de forma que estuviera más cómoda, la arropo de nuevo y se sentó a su lado. Siguió cantando hasta el amanecer y mientras miraba el rostro de la intrusa Gray se dio cuenta de una cosa, le gustaba, apenas y la había conocido cuando en la mañana se inmiscuyo en la casa, cruzaron muy pocas palabras y cualquiera diría que la soledad le hacían confundir los sentimientos que empezaban a fluir, y aunque pudiera ser así, no le importaba por que hasta ese momento no lo había notado, pero había dejado de sentirse vacío.

En la mañana Gray esperaba con algo de impaciencia a que ella despertara, se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba hablar con alguien. Al pasar el tiempo y notar que ella no abría los ojos, su impaciencia dio paso a un mal presentimiento, el acerco su cara a la de ella, lo suficientemente cerca para notar todas sus facciones y como unas finas gotas descendían desde su frente hasta su mentón, Gray no podía sentir por mucho que pusiera su mano en la frente de ella, la sensación era la misma…nada, pero conocía muy bien la expresión de alguien enfermo, y la intrusa no distanciaba mucho de esta.

-Oye—menciono mientras la movía algo brusco esperando alguna respuesta, noto la expresión de molestia en el femenino rostro y se dio cuenta que algo no estaba bien con ella—Despierta, oye…el único muerto en esta casa puedo ser yo—sus movimientos eran más fuertes y como única reacción ella tosió, no abrió los ojos pero noto que ella estaba un poco consiente, su respiración se notó más pesada y cansada. Con la fuerza que contaba y con ayuda del poder que poseía llevo a la chica a la parte baja de la casa que era un poco más fría, la dejo recostada en el sofá, esperando que mejorara el estado de la intrusa. La lluvia del día anterior había hecho estragos dando como resultado una fiebre alta o al menos esa fue la conclusión a la que llego Gray.

Le había puesto un trozo de tela que logro humedecer gracias a una gotera que había en la propiedad, hacía mucho tiempo que el agua ya no corría por las tuberías. Llevaba un rato así, se había calmado un poco, no abrió los ojos, pero se le notaba la expresión más tranquila. Gray se dio cuenta que por mucho que quisiera el solo no iba a poder ayudarla. Con la chica aun inconsciente, logro moverla de nuevo acercándola al pasillo de la entrada, la dejo sentada mientras se recargaba en una pared, abrió la puerta con la esperanza de que algún alma buena se apiadara de ella y ayudara a la chica. Se sorprendió de lo cruel que podía llegar a ser el mundo, aunque estaba seguro de que más de diez personas la vieron y que de esas diez al menos tres se percataron de que la intrusa se encontraba mal, nadie se detuvo por ella, empezaba a perder la paciencia y la esperanza, hasta que noto una cabellera rosada, al inicio había pasado de largo, pero no paso mucho tiempo para que volviera y la viera con más detalle

-¿Se encuentra bien?— pregunto el peli rosa, Gray sabía que la intrusa tenía ligera conciencia pero no la suficiente para contestar. Noto como él se acercaba con algo de recelo a la chica y se agachaba para estar a su altura – ¿Me escucha?—antes de que el chico pudiera colocar un dedo sobre el rostro de la chica, se detuvo sintió como un mareo que lo hizo colocarse hacia atrás. Gray ahora veía el mundo por medio de los ojos verdes de aquel peli rosa, no le gustaba poseer a las personas, después de todo era un proceso un tanto complicado, tenía que encontrar un cuerpo que se adaptara a su espíritu, encontró ese equilibrio con el chico y decidió aprovecharlo, con un cuerpo vivo podía revivir las sensaciones, aprovecho para tomar la temperatura de la chica, se sorprendió de lo caliente que se sentía, busco entre los bolsillos del pantalón del chico algún teléfono, lo encontró pero se vio en la encrucijada del avance tecnológico respecto a 14 años, no tenía ni la menor idea de cómo usarlo, pero ahora que sabía la gravedad del asunto debía actuar rápido, dejo la mano del peli rosa en la mejilla de la chica antes de devolverle el control de su cuerpo. El peli rosa salió de su pequeño mareo, cuando se sintió estable se encontró, con la alta temperatura de la chica, preocupado y algo sorprendido de tener ya el celular en mano llamo rápido a una ambulancia.

Gray vio a la intrusa irse entre luces azules y rojas acompañada de la cabellera rosa de ese hombre, aunque no lo admitiría en un tiempo la peli azulada se había ganado un minúsculo espacio en su ya muerto corazón.

No supo que tanto tiempo había pasado desde la salida de la chica de la casa, y en todo ese lapso no lograba comprender por qué el vacío en su interior se sentía aún más, en ocasiones se encontraba preguntándose a sí mismo que sería de aquella chica, se dio cuenta que pensaba en ello más de lo que le hubiese querido y aunque tratara de ahuyentar esos pensamientos en su mente le era más difícil de lo que pensaba. Ocasionalmente tocaba la desafinada guitarra, pero no volvió a encontrar la inspiración de esa noche, cuando sin que fuera consiente le canto varias letras a aquella intrusa.

-Tu—

-Espero que no te hayas olvidado de mi—no supo cómo fue que de nuevo ella se volvió a colar a la casa sin que él lo notara, pero dentro de si se alegró de verla parada de nuevo en su puerta, se veía mucho más repuesta que la primera vez . Se encontraban sentados en la sala a puerta cerrada, tenían muchas cosas que decirse, por su parte Gray quería saber que le había pasado a la intrusa después de que se fue, ella se había quedado con muchas ganas de preguntarle más acerca de el

-¿Qué te sucedió? dormiste y ya no despertaste—

-Parece que me dio temperatura mientras dormía por la lluvia…estoy segura que tú me ayudaste ¿verdad?— el chico desvió la mirada y aunque trato de sonar indiferente no lo logro precisamente

-Si te mueres aquí, tendría que aguantar tú fantasma toda la eternidad— aunque su comentario fue seco, la chica le sonrió en respuesta-¿Por qué volviste?—

-Quería verte—la respuesta dejo sin palabras a Gray, ¿verlo a el? ¿Para qué?, entendía que la había ayudado y probablemente fuera eso, solo le agradecería y desaparecería de su vida, o condena.

-Ya me viste—

-Y estoy feliz por eso—Gray no entendía el porqué de la felicidad de la intrusa, pero admitía que un poco de esta se le empezaba a contagiar. Hablaron un poco de todo y nada, en realidad a Gray le daba curiosidad saber que fue de la intrusa después de que se fue en la ambulancia, sin embargo no pregunto nada, dejo que el tiempo pasara entre más palabras, hasta que noto el cielo oscurecerse

-¿No deberías volver a tu casa?—interrumpió la animada platica de la chica sobre las diversas cosas que se había perdido el pelinegro en 14 años, ella guardo silencio un momento, la expresión que Gray vio en la intrusa era serena y con un deje de tristeza

-¿Habría problema si me quedo?—Gray no sabía que responderle, en realidad a él no le suponía ningún problema, pero le parecía extraño que una chica joven buscara una casa abandonada para refugiarse, entonces su mente empezó a maquinar varias probabilidades ¿escapo de casa o estaba huyendo de algo? La actitud reservada que ella tomo le hizo sospechar aún más

-Alguien podría venirte a buscar—

-No lo creo, al menos no pensarían que estoy aquí…-

-¿Te estas escondiendo?— ella le dio una sonrisa, que no era como las anteriores, tenía un toque de ironía y algo de malicia, después vino la afirmación

-No es malo esconderse de vez en cuando—menciono como si hiciese una travesura, Gray no entendió la actitud de la chica, pero se dijo que lo dejaría pasar. La intrusa se quedó con el alrededor de dos días, el pelinegro disfruto de la compañía de esta en cada momento, a decir verdad no quería que se fuera, pero sabía que en su casa faltaba algo esencial para que ella viviera. Comida. Sus alacenas vacías de años no servían más que como adorno y el mismo se vio en la necesidad de obligarla a que se fuera, ella le prometió que volvería y aunque Gray quería evitar hacerse ilusiones, no olvidaría el alivio que sentía cuando la vio tres días después de nuevo en el marco de la entrada, se aseguró de preguntarle si había comido algo, ella le juro que si, en esa ocasión se quedó cuatro días, tuvo que volver a echarla. Ella volvió tres días después de ello y aunque le juraba que ella se mantenía bien, Gray notaba su imagen cada vez más decaída, se quedó seis días y seis noches aun con el hambre y el frio que ese tiempo pudiera conllevar se mantuvo a su lado. La cuarta ocasión que ella regreso, la casa contaba más o menos con mejores condiciones para la estadía de ella, llevaba alrededor de ocho días con él y no manifestaba deseo alguno de irse, esa noche se encontraban sentados en el piso de la sala, con la chimenea encendida, aunque Gray le dijo que el ya no sentía nada ella insistió en que ambos se arroparan con una cobija vieja con la que contaba el pelinegro.

-Oye—

-dime—respondió la intrusa al llamado del chico

-Tu…tu estas consiente de lo que soy ¿verdad?—Tal vez era el tiempo que llevaba conviviendo con ella, tal vez era la fecha lo que lo hacía sentirse débil, le parecía imposible que ella lo hubiese notado, pero esa noche, como ocurría una vez cada año se sentía inseguro y agradecía internamente que en esa ocasión no se encontrara solo. Quería escuchar de los labios de ella decirle que sabía lo que era y que no le importaba, que no le tenía miedo.

-Sé que no eres como yo— mirada azul y gris se encontraron un momento

-¿No te da miedo que este muerto?—

-Me dan más miedo los vivos—le respondió con una sonrisa sincera que hizo sentir mejor al chico, se quedaron en un cómodo silencio las miradas de ambos estaban fijos en la chimenea, escuchando el crujir de la madera. Gray no supo cómo fue que empezó a sincerarse con ella, solo cayo en cuenta de ello cuando sus labios ya se habían movido.

-Yo…morí hoy, hace 14 años—rompió el silencio causando la mirada constante de la chica sobre el

-Yo…no sé qué decirte—

-No tienes que decir nada— siguieron en un silencio ya más incómodo que el anterior, después de un tiempo Juvia se armó de valor para continuar con la plática que había quedado en pausa por su falta de repuesta.

-¿Cómo fue?...bueno si quieres hablar de ello—menciono tímida la peli azul

-Un disparo en la cabeza, justo aquí—respondió el chico tranquilo después de un momento mientras se señalaba el centro de la frente—dicen que cuando te mueres ves pasar tu vida frente a tus ojos, pero siéndote franco…yo no vi nada, todo fue tan rápido que ni siquiera me di cuenta de que morí, hasta que vi la sangre en el piso y mi cuerpo a un lado, me tomo algo de tiempo comprenderlo por completo y aun cuando lo comprendes no lo aceptas…yo tarde demasiado tiempo y cuando por fin lo acepte…me di cuenta que estaba furioso, ese sentimiento me acompaño demasiado tiempo, supongo que por eso nunca pude pasar al otro lado—

-¿Otro lado?— interrumpió la chica

-Donde van las almas a reencarnar o pagar sus culpas, pero yo no pase, simplemente me quede atrapado aquí, en esta maldita casa—lejos de asustarse a Juvia le invadió un sentimiento de tristeza al imaginar la situación del chico

-¿Qué miras? ¿Por fin te asuste?—pregunto abruptamente el pelinegro, ya que la intrusa sin que se diera cuenta miraba profundamente al chico desde su última confesión

-Pensaba en lo duro que fue para ti—la respuesta sorprendió a Gray, ¿cómo era que ella intentaba comprenderlo? Sabía que eso era algo que ella nunca lograría y sin embargo se lo agradeció

-No entiendo que tienes en la cabeza, no logro asustarte en lo más mínimo ¿verdad?—hablo el chico después de un rato, ella le dio una sonrisa que no era sincera del todo

-Si te sirve, me tengo más miedo a mí misma—

-¿Por qué dices eso?—

-Eh hecho algunas cosas…No soy tan buena…al menos eso se—

-Todos somos malos en algún punto—

-¿Me tienes miedo?—la pregunta ahora fue hecha por la chica, Gray la miro por un breve tiempo en silencio, no entendía por qué alguien como él debía tenerle miedo a alguien como ella, a decir verdad tenía una pinta de inocencia e ingenuidad que no lograrían asustar ni a una mosca, pero se dio cuenta del vacío en los ojos azules de la fémina

-No digas tonterías—ella sonrió más para sí misma que para él, esa noche se consumió en un silencio que envolvió la sala y que acabo en ella durmiendo en el sofá, con la vista del chico sobre la cara de la chica. Dos días después de ese acontecimiento se consumieron en una habitual calma, el tercero fue la excepción, una entrada violenta marco la mañana, ambos se levantaron alterados, se encontraban en la habitación de la guitarra, salieron rápidamente al balcón para observar a una peliblanca un poco mayor que la intrusa buscar violentamente entre los salones

-¡JUVIA! MÁS TE VALE DEJAR DE ESCONDERTE Y VENIR EN ESTE MOMENTO—Y Gray que nunca había visto la expresión de terror de la chica, se quedó atónito al ver a la intrusa doblarse sobre sus piernas, mientras tomaba su pelo con desesperación y sus ojos humedecerse, estaba por empezar a llorar de no ser porque mordía su propio labio con fuerza.

-¿Oye estas bien?—Gray se inclinó a su altura susurrando en voz baja, pero ella lo ignoraba completamente, los ojos azules se encontraban fijos en la peliblanca recién llegada, alcanzo a escuchar que ella repetía frenéticamente un "¿Qué hace aquí?"—Oye – cuando trato de tocarla escucho a la chica de la planta baja gritar

-JUVIA, ¡MALDITA SEA QUE HACES AHÍ!—Ambos la vieron subir rápidamente las escaleras y dirigirse a ellos, Gray vio el pánico de la peli azul aumentar "corre" susurro al oído de la chica, esta algo aturdida obedeció sus órdenes y comenzó a moverse aunque sin un punto fijo el pelinegro la seguía de cerca, sabía que él no era visible para la peliblanca que seguía aun con gritos y amenazas a la chica llena de miedo, se atrinchero en un pequeño armario en la última habitación de la planta alta, cuando Gray se colocó a su lado la vio llorando desesperadamente

-¿Qué pasa?—

-Ella está aquí…me va a llevar y yo no quiero— menciono entre pánico y sollozos

-¿Llevarte a dónde?—

-VAMOS JUVIA SAL DE AHÍ—Escucho los gritos provenientes del exterior que seguidos de repetitivos golpes en la puerta del armario—Ya no hay a donde puedas esconderte, afuera te están esperando y te van a llevar al lugar donde perteneces—menciono aquella mujer que si bien ya no gritaba seguía escuchándose amenazadora

-¡Yo no voy a ir a ningún lado!—grito desesperada la peli azul como respuesta

-¡Va a ir con ellos! Eres peligrosa y no puedes andar por donde quieras, tu padre ya firmo el permiso—

-¡Yo no hice nada!—

-Le cortaste tres dedos a un hombre, abriste intencionalmente la llave del gas mientras dormíamos y destrozaste una nevería con martillo en mano… definitivamente no dejare que una loca como tu ande suelta, quien sabe cuándo volverás a intentar matarnos—menciono con rabia y veneno la mujer, ante cada cosa que mencionaba la chica negaba fuertemente con la cabeza mientras repetía "yo no hice nada" como si fuese una letanía, Gray por su parte trataba de asimilar lo que había escuchado-¿No vas a salir? ¡Bien! Llamare a la policía para que vengan por ti, tú no vuelves a poner un pie en mi casa, loca del demonio—escucho la puerta de la habitación cerrarse.

-Juvia—ahora sabía que ese era su nombre y aunque la llamo dos veces más ella no lo miro-¿Quién era ella?—menciono tranquilo, con la intención de que la chica se calmara

-Mi madrasta—susurro por lo bajo, abrazaba sus piernas y escondía su cara en las rodillas, no quería ver al chico a la cara, sabía que las cosas que Sorano había dicho eran verdaderas, pero no estaba segura de haberlas cometido ella por mucho que le juraran que sí. Notaba los ojos grises de su acompañante sobre ella. Probablemente ya no la quería ni ver.

-¿Ahora me tienes miedo?—hablo llamando la atención del chico con los ojos más vacíos que hubiese visto.

El silencio hacia un buen rato que tenía acto de presencia en la habitación, los ojos azules de la chica ya no derramaban lágrimas, pero estaban rojos e hinchados, el pelinegro se mantenía a su lado y en un acto impropio de él, mantenía su brazo en los hombros de ella, mientras le acariciaba los mechones de pelo con la intención de confortarla, escucharon de nuevo la puerta abrirse y como unos golpes suaves eran dados en la puerta de aquel armario

-¿Juvia? ¿Estás bien? Soy Natsu ¿me recuerdas verdad?— el chico hablaba con un tono suave.

-¿Natsu?—hablo la chica bajo de forma que solo Gray pudiera oírla, se encontraba indecisa entre salir o quedarse ahí, sabía que el chico no era malo, le había rescatado y además trato con el después de su salida del hospital, Gray por su parte se mantenía expectante

-¿Juvia estas bien?—

-Si—hablo lo suficientemente alto para que el la escuchara

-¿Entiendes que tienes que venir conmigo verdad?—

-No quiero Natsu—menciono llorosa de nuevo, Gray la tomo por los hombros a modo de apoyo

-Dime ¿No te asustan esas cosas que ves? ¿No te molesta ser la única que las vea?—ella no respondió, preguntándose cómo era que el peli rosa sabia eso de ella—imagino que es un sí, Juvia sé que no quieres venir y te aterra dejar lo que conoces, pero si vienes puedo ayudarte con tus visiones—la chica siguió sin responder y Natsu dejo que el silencio reinara.

-¿Qué debería hacer?—susurro para que solo Gray la escuchara, el pelinegro no sabía que responder de ninguna forma esperaba verse envuelto en esa situación

-Si te vas tú…-

-Ya no te podría ver—ella completo la frase que el miedo le impidió terminar a él, no quería verse condenado de nuevo a la fría soledad que había tenido tanto tiempo, le había agarrado cariño a hablar con alguien, pelear con alguien, le había tomado cariño a ella. Quería ser egoísta y decirle que se quedara, la casa era su propiedad y nadie que él no quisiera podría poner un pie en ella, con el estaría segura y ella no necesitaría nada más que permanecer a su lado, todo con tal de olvidar la sensación de vacío, pero no podía decirle eso, la razón el orgullo tal vez, aunque no estaba completamente seguro de ello.

-Dile que salga—menciono sobrio, ella le observo fijo unos segundos

-¿Natsu puedes salir?—puso todo su esfuerzo en sonar lo más tranquila posible

-Estaré en el pasillo, solo no hagas nada tonto ¿de acuerdo?—ella le respondió un tímido pero sereno si, escucharon pasos y como la puerta era abierta para después cerrarse. Ambos salieron del armario, se observaron fijamente sin saber bien que hacer o decir, Gray pensó que lo mejor sería hablar todo lo que pasaba por su mente en ese momento, después de todo no sabía cuándo volvería a intercambiar palabras con ella.

-¿Tienes visiones?—hablo directo y quizá un poco brusco por la expresión avergonzada de ella que se limitó a asentir con la cabeza— ¿Por eso no querías ir a tu casa?—ella negó suavemente, tomo un poco de aire y se animó a hablar.

-Es… es extraño, cuando lo veo no parecen visiones te juro que algo muy real, algo que de verdad está ahí, y me asusta trato de manejarlas pero en ocasiones simplemente no puedo me sobrepasa y hago cosas que… que terminan lastimando a los demás—

-¿Lo que dijo esa mujer es verdad?—siguió con el cuestionamiento el pelinegro, no le importaba que fuera cruel, o que a ella le resultara incomoda la situación, para él también lo era pero sabía que necesitaba aclarar lo que acababa de pasar, porque si era la última vez que podía ver la cara de la chica y el quedaba sin saber nada estaba seguro que su alma quedaría aún más torturada que antes

-Parece que si—menciono tímida ella, quedaron en un incómodo silencio que se extendió más de lo que ambos hubiesen querido, hasta que contra las expectativas de Gray, Juvia se animó a hablar

-Tú me salvaste—la voz femenina le obligo a mantener la vista en ella ¿salvarla? ¿De qué?—Si había algo que en verdad me hacía alterarme eran las voces—y aunque la vista gris no se despegara de ella, la mirada azul de la chica no parecía ver otra cosa que no fuera el piso—Pero ese día, cuando entre aquí…yo huía de ellas ¿sabes? A veces están tranquilas, pero casi siempre gritan y no importa a donde valla no paran y cuando me hablaste…- guardo silencio un momento mientras recobraba el valor de mirarlo a la cara - Cuando me hablaste…las deje de oír, por un momento me sentí como si fuera dueña de mi misma, nadie me gritaba que hacer o que decir, todo era un tranquilo silencio—Y Gray vio como esos ojos azules se convertían en mar, porque el agua salada se asomaba por estos

-Podía estar tranquila aquí, además tu siempre fuiste bueno conmigo—aun llorosa le sonrió de la forma más sincera que pudo y eso logro tocar un fibra de Gray que creía olvidada

-Escucha muy bien lo que vamos a hacer—menciono el chico al cabo de un rato, le habían quedado muy en claro dos cosas, que Juvia tenía un alma casi tan triste y torturada como la suya y que de ninguna forma la iba a dejar sola ahora que sabía que ambos se necesitaban. Por otro lado y aunque no quisiera admitirlo, él tampoco quería volver a quedarse solo.

Espero que les haya gustado y déjenme su opinión sobre la historia :3

Gracias por leer!