Capítulo 1 – Un perro, una hamburguesa y Thor.

El joven caminaba despacio, no tenía prisa alguna para llegar al lugar donde solía ir cada tarde por lo que solo disfrutaba del agradable paseo después de haber dejado bien atrás la salida del Subway de la calle 86.

Era un día puramente primaveral, atrás por fin había quedado atrás uno de los inviernos más heladores de los últimos tiempos y en la calle ya empezaba a notarse el leve cambio de humor que el aumento de temperaturas siempre traía consigo. Las conversaciones de los viandantes ya no se centraban exclusivamente en el frío sino en cosas más propias de aquella ajetreada urbe, como podía ser el siguiente partido de los Knicks, el último lugar de moda para tomarse una copa o del terrible tráfico.

Gilbert, que era como se llamaba el joven, detuvo sus pasos inmediatamente después de lo hiciera el golden retriever azabache que iba delante de él. El perro que se había sentado sobre sus patas traseras movía su largo rabo de un lado a otro, siendo esta la única señal de ansiedad del conocer que poco faltaba para llegar, a diferencia de otros perros que acostumbran a tirar de la cadena o a acelerar el paso, y, solamente cuando el semáforo se puso en rojo y los coches se hubieron detenido el perro se levantó y reemprendió la marcha, seguido de su compañero humano. Pocos minutos después ambos arribaron por fin a su destino; Central Park, el famoso parque de "la Gran Manzana". A las cinco de la tarde el lugar bastante concurrido, muchas madres traían a sus hijos allí después de la escuela para que pudieran jugar a sus anchas mientras hablaban entre ellas.

Los dos recién llegados huyendo del bullicio se dirigieron a una zona más tranquila y habilitada como zona para perros que estaba delimitada por una pequeña cerca. Gilbert pasó a retirar la correa y se sentó a leer un libro mientras el animal de pelaje largo iba a hacer sus necesidades.

Todo hasta allí había sido como cualquier otra tarde de no ser porque de repente los ladridos de la mascota hicieron que su lectura se viera interrumpida, alertándolo.

—¡Siegfried! —exclamó su dueño a la vez que se levantaba de su lugar como si tuviera un resorte.

El perro no solo no hizo a su llamada sino que saltó la valla dejando atrás a un dueño totalmente desconcertado por aquel extraño compartiendo, nunca antes había actuado así. El parque era muy grande, enorme, por lo que debía darse prisa antes de que fuera demasiado tarde y lo perdiera irremediablemente, Gilbert en seguida se fue a seguirlo guiándose por sus ladridos que aun podían oírse en la distancia. Un sentimiento de angustiosa inquietud se implanto en su pecho. Siegfried no era simplemente una mascota a la que le tuviera cierto cariño, era su mejor amigo, uña y carne.

El día que se lo regalaron, hacía ya casi cuatro años, le había parecido algo insultante ya que para aquel entonces aún estaba en proceso de aceptación de su enfermedad. Los médicos le habían dicho que no había solución para sus ojos y para un joven vital de veintiún años que tenía toda una vida por delante había sido un golpe muy duro, un perro guía había sido el último mazazo de realidad que necesitaba para darse cuenta de que su vida jamás volvería a ser la misma. A medida que ceguera fue ganando terreno, agradeció tener a ese maldito bola peluda o a su lado, a pesar de sus reticencias iniciales Siegfried le había dado una libertad que no hubiera tenido por si mismo, aunque aquello jamás fuera a admitirlo en voz alta delante de alguien.

Pensando en ello, a su mente acudieron todas las discusiones que había tenido con su hermano sobre que debía llevar su bastón blanco o al menos ponerle una correa especial al perro dada su condición. Por supuesto siempre se había negado rotundamente por orgullo. Dar pena o recibir un trato distinto al resto era lo último que quería, odiaba cuando la gente murmuraba detrás de él pensado que él no podría oírlos simplemente por el hecho de que hablaron bajo. Estaba ciego pero no sordo. No quería que nadie denotará de su incapacidad, no al menos a simple vista y por ello incluso llevaba unas gafas de sol de modelo piloto que ocultaban sus velados ojos rojos que no miraban hacía nada en concreto.

Sabía que su hermano se preocupaba por él, pero a veces llegaba a agobiarle ¡era él mayor! Se suponía que eran los hermanos mayores eran los que debían velar por los menores y no viceversa. Le había repetido hasta la saciedad que podía cuidarse perfectamente él solo, no necesitaba que alguien estuviera recordándole permanentemente sus limitaciones y es que Ludwig lo veía como un ser desvalido, algo que Gilbert odiaba profundamente. Aun tenia presente la bronca más grande que había tenido, había sido el día en que había decidido irse a vivir por su propia cuenta, hacía tres años. Palabras muy duras se habían dicho esa vez y estuvieron meses sin hablarse pero al final el cariño que se tenían había imperado por encima de todo y consiguieron reconciliarse, aun si sus posturas al respecto continuaran en el mismo punto.

El sonido de los ladridos se hicieron cada vez más fuertes a medida que se acercaba, el perro se había detenido por suerte no muy lejos del punto donde se había escapado. Lo que no vio fue que al lado del perro había otro hombre dándole algo de comer.

—Sie sind hier! —nada más oír su voz el perro se levantó y se fue al lado de su amo, dándole un leve golpecito en la pierna al albino con el hocico para que supiera que estaba allí— ¿Qué voy a hacer contigo, eh? —le dijo a la vez que le ponía la correa, quitándose un gran peso de encima por haber dado con él— Te voy a tener que dejar hoy sin hueso... —el can dejo ir un pequeño lloriqueo— No te servirán esos trucos… ya no eres un cachorro.

El desconocido que había sido testigo de todo no dudo en hacer meterse en aquella graciosa conversación entre dueño y mascota.

—Así que es tu perro —dijo en tono amigable— no le riñas dude, él solo quería un poco de mi Big Mac y le di el último trozo ¿verdad amigo? —el perro que pareció darse cuenta que hablaban de él se puso patas arriba para que este le acariciara la barriga— Aw, so cute! —exclamo dándole aquellos mimos que le demandaba.

Un olor a hamburguesa, hamburguesa de McDonald's más concretamente, le llego a Gilbert por un leve soplo de brisa. Eso debía ser lo que había olido su perro.

—Ja, lo es... cuando quiere —se afano en contestar, tenía un perro bonito y muy listo así era normal que llamará la atención las demás personas, sobre todo a niños y mujeres— se me escapo hace un momento, no suele hacer eso... normalmente suele ser un perro muy obediente. —le contestó girando la cabeza hacía la persona que le hablaba— Seguramente habrá olido la hamburguesa.

—What is your dog's name? —preguntó mientras sus ojos azules le miraban con curiosidad tras sus anteojos. A primera vista había creído que se trataba de un anciano, pero en seguida se había dado cuenta de su error pues su voz no era para nada la de un viejo. Al tenerlo más de cerca se dio cuenta de que no era blanco sino un rubio muy claro.

—Se llama Siegfried ¿no te habrá ensuciado o algo verdad?... como es tan grande es un poco… —buscó una palabra adecuada— bruto.

—Don't worry —se encogió de hombros llevándose— sólo estaba comiendo y de repente apareció de la nada —le dijo al perro mientras seguía acariciándole— no pude resistirme a esos ojos hambrientos…—el perro movió una de las patas traseras del gusto que le estaba dando que le rascará en la tripa— ¿te gusta esto verdad?

—Así que has caído en eso—como no.

—En mi defensa diré me encantan los animales —se encogió de hombros—y Sieg-…-fried…—trató de decirlo igual que el otro aunque fallo estrepitosamente— es muy bonito, no deberías de apartarte de tu dueño, podrías extraviarte o llevarte alguien por ser tan bonito

—Quién se lo quiera llevar creo que se llevará un buen mordisco en el trasero... no es tan adorable como te quiere hacer creer con su aspecto de peluche gigante… und es Siegfried, Siegfried —repitió lentamente para que se le quedara, sabía que su lengua materna era bastante difícil para los que vivían en esa ciudad.

—¿O sea que me ha querido engañar? Uhmm… Es una pena, pensaba llevármelo a casa— bromeó llevándose las manos a los bolsillos de su chaqueta de aviador— Siegfried — repitió para si buscando la aprobación del otro que movió la cabeza afirmativamente, esta vez lo había dicho bien o al menos mejor— ¿y porque ese nombre? It 's a bit strange...

—Es el nombre de un héroe de la mitología germánica…

—Like Thor?! —preguntó el otro con repentino entusiasmado.

—Mh, algo así solo que no era un Dios…

—¿Y qué hizo? —no le sonaba para nada aquel nombre, al menos de los cómics que había leído y eso que era un auténtico fanático de Marvel y DC. No sería tan extraordinario sino salía allí.

—Salvó a la Valkiria Brunhilda.

—¿Fue volando a salvarla o uso otros poderes? —una de las tareas de una héroe, aparte de salvar al mundo, era rescatar a damiselas en apuros.

—Para nada —se rió un poco, aquel chico estaba mezclando los cómics con la mitológica cuando no tenía nada que ver, solo le faltaba que le preguntaba si se había unido a los Avengers— atravesó un circulo de fuego que rodeaba la montaña en donde la había encerrado su padre Wotan… Odín... —se corrigió— escalo la montaña y mató al terrible dragón Fafner.

—Pero eso es muy aburrido se parece mucho a Sleeping Beauty —pareció un tanto decepcionado mostrando una pequeño mohín que bien podría parecerse a la que tenía un niño después de desenvolver sus regalos y ver que Santa Claus le había traído un feo jersey, aunque claro eso Gilbert pudo saberlo por el tono de su voz.

—Und eso que no te he contado la parte del anillo que si no me dirías que se parece al Señor de los Anillos —murmuro y después dejo ir una risotada, le estaba cayendo bien aquel tipo, tenía una chispa de inocencia que le resultaba graciosa a pesar de que algunos tildarían de infantil— sí, se parece…—concluyó dándole la razón aunque la verdad es que muchas novelas o cuentos de fantasía bebían directamente de las antiguas mitologías.

—No servirías mucho para contar historias ¡¿dónde estaban los rayos láser y la épica lucha final contra el villano?!

—Pues te diré que mi hermano solía dormirse con esos cuentos cuando era pequeño, le encantaba ¡hasta cambiaba la voz para hacer los distintos personajes! —realmente no podía creerse que hubiera terminado hablando de mitología con un extraño, era de lo más surrealista.

—No debes tener un hermano demasiado exigente entonces —le replicó aunque sin quererlo había dado en el punto clave.

Gilbert no lo dijo pero era absolutamente al contrario, Ludwig era demasiado exigente y estricto, como la mayoría de alemanes.

—Ya sabes los niños cuando son pequeños admiran a sus hermanos mayores, los tienen en un pedestal… el mío me seguía como un pollito a la gallina —relato escondiendo lo mucho que añoraba aquellos tiempos en los que tan bien.

Su interlocutor de alguna manera reconoció aquellos pequeños signos de no querer ahondar en aquel tema familiar pues él mismo solía evitar ese tema sobre su persona y por ello decidió cambiar de tema.

—By the way ¿siempre venís por aquí? —disparó con la nueva pregunta que se le ocurrió— porque las veces que he venido no os he visto.

—Ja, claro todas las tardes pero es normal que no me hayas visto el parque es muy grande y solemos sentarnos debajo de algún árbol en algún sitio que no haya tanto gente.

—That's right, es un parque enorme —se rascó un poco la nuca avergonzado, no había caído en la cuenta de eso— La verdad es que tampoco vengo tan seguido, sólo cuando me apetece... el parque está cerca de mi trabajo así que cuando no tengo ganas de comer en casa vengo aquí.

—¿Y en qué trabajas? —siguió el hilo de la conversación— Espera, espera... déjame adivinar— mh…—se llevó la mano libre que no sujetaba la corre al mentón— ¿en una tienda de cómics?

—Hahaha! —rió más sonoramente, aquel tipo de pelo extraño era gracioso—Nop ¡ya me gustaría a mí! sería genial podría leer gratis todos los cómics que quisiera, trabajo en un McDonald's.

Eso explicaba el olor a hamburguesa que aun persistía en el ambiente.

—No tendrás cómics pero seguro tendrás todas las hamburguesas que quieras gratis…

—I wish that was true dude... pero desgraciadamente no se nos está permitido, lo tienen controlado y contado, si falta algo el encargado nos echa una buena reprimenda ¡incluso si un pedido sale equivocado y sobra nos lo hacen tirar a la basura! Eso es un sacrilegio —dijo totalmente consternado como si las hamburguesas fueran la mejor comida del mundo.

—Que tacaños… si fuera tú ya me hubiera largado hace tiempo —comentó asombrado de que fuera algo tan extremo, tampoco a él le gustaba que se tirara la comida, fuera la que fuera.

—No me puedo quejar, no gano demasiado pero es trabajo a fin de cuentas y me llevo bien con mis compañeros —no era eso a todo lo que aspiraba en la vida solo era un medio de conseguir trabajo.

A Gilbert le gustó su actitud, parecía alguien que hacía con entusiasmo las cosas, desbordando energía y positivismo, si quisiera que alguien le atendiera en un McDonald's desde luego sería él. Alguna que otra vez se había encontrado que la persona que le había atendido en misma cadena de comida rápida que le había atendido con desgana o con malas maneras.

—Ya sé el nombre de tu perro, pero no el tuyo… —esas alturas de la conversación ya podía preguntarle su nombre así que se había lanzado— My name's Alfred F. Jones —se presentó de forma atropellada y alargo la mano hacía él, no habiéndose dado cuenta aun de que era invidente.

El otro no pudo ver el gesto de Alfred por lo que no se la estrechó como correspondía.

—Gilbert… Gilbert Beilschmidt, mi nombre es más fácil que el de mi perro —señaló porque en si la pronunciación era parecida al inglés.

—Desde luego es mucho más fácil hahaha —Alfred no se lo tomó en cuenta pese a que se había quedado con la mano alzada, había notado que tenía aquel acento extranjero por lo que quizá tenía otras costumbres. En seguida se llevó las manos a los bolsillos.

Nueva York era una ciudad donde convivía todo un crisol de culturas y cada una tenía su forma de proceder. Los españoles, italianos, latinos y franceses solían besuquearse mucho, en cambio los procedentes de Europa central (o países germánicos) solían reservar más las distancias

—Tienes el nombre del mayordomo de Batman —le bromeó con una ancha sonrisa ya que al otro tanto le gustaban los cómics y al menos Gilbert eso sabía porque había visto las películas, tanto las nuevas como las viejas.

Ante aquello Alfred revoleó los ojos, eso no había sido nada ingenioso.

—Try again! Eso me lo han dicho muchas veces ya —él hubiera querido tener un nombre como Steve o Anthony, incluso Kal-El hubiera sido más heroico que el del viejo mayordomo de Bruce Wayne.

—Pero tienes que reconocer que no ha estado awesome para alguien solo ha visto las películas.

—Ok, ok… por esta vez pase —hizo la concesión guiñandole un ojo para despúes mirar su reloj, dándose cuenta de lo tarde que se le había hecho— Well Gilbert, yo me marcho ya…mañana quizás nos veamos de nuevo

—Quizás—sonrió y tiro un poco de la correa para que el perro se incorporará.

Alfred se agachó nuevamente y acarició el cuello del perro, atusando el suave pelaje negro del animal.

—Pórtate bien Siegfried, nice to meet you —levanto la vista y miró al otro— a los dos.

—Seguro Siegfied te encuentre por mí si vuelves, parece que le gustas…

Jones sonrió cómplice.

—Estoy seguro es un chico listo… see ya then! —guardándose una invitación puesto que no tendría nada que hacer ese día, era su día libre, y como último recurso iba a pasarlo en casa, aburrido.

El perro empezó a caminar en la dirección que se iba.

—¡Nein Siefgrid! No nos vamos con él. —le tiró de la correa un poco y el perro se detuvo sentándose, mirando hacía el albino con las orejas cachas— Vamos… por tu culpa me he dejado el libro, a saber si estará allí todavía. —los libros de braille era bastante más costosos que los normales pero aun así el perro que no sabía nada de dinero no quería atender a razones— Mein gott... ¿desde cuando eres tan desobediente?

Alfred que se alejaba volteó un momento viendo que el can estaba en plan de seguirle mientras Gilbert tiraba de la correa tratando de ir en dirección contraria., eso le hizo sonreír un tanto divertido. Con toda seguridad iba a volver al día siguiente.

El perro siguió empeñado en seguir a aquel desconocido hasta que este desapareció de su campo de visión.

—Oh por fin se levantó del suelo majestad ¿nos podemos largar ya? — el albino se había cruzado de brazos y el perro le ladró— Wunderbar, ya era hora verdammt... —Siegfried agachó las orejas al verse reprendido y como siempre se puso delante para despejarle el camino—aun así que sepas que te sigues quedando sin hueso...


Palabras o expresiones en alemán

*Sie sind hier!= ¡Aquí estas!

* Und = y

*verdammt = maldición


¡Hola! Es la primera vez que subo algo que he escrito a Internet por lo que estoy algo nerviosa, siempre he escrito para mi misma y no sé que tipo de recibimiento tendrán mis fics, aunque tanto si es bueno como malo (constructivos) me gustaría que los comentarios fueran desde todo el respeto ya que esto es un hobby y es algo que hago en mis tiempos libres. Antes solían escribir mucho pero el mundo del rol me absorbió por completo (es adictivo XD) y lo dejé un poco de lado pero una amiga que tengo (sí tú Wafer) me animo bastante ¡y aqui estoy!

Esta pareja es un tanto crack (aunque tiene algunos buenos puntos en común históricamente hablando quizá algún día suba algún fic que no sea AU) y no he visto muchos fics en español sobre esta pareja, sinceramente yo suelo huir mucho de las parejas mayoritarias (o canon como les llaman) no porque no sean bonitas sino porque hay tanto de ellas que me acaba saturando, sobretodo cuando hay gente que se pelean porque fulanito es mejor pareja para menganito. Para mi todas las parejas tienen su encanto.

En fin ya no me enrollo más, muchas gracias a los que se hayan tomando el tiempo para leer.

¿Qué os ha parecido el primer encuentro de estos dos? Fue una conversación un tanto freaky ¿cierto? Estos dos siempre me los imagino en situaciones divertidas así que quise que su primer encuentro fuera un tanto gracioso XD