El despertador sonó, pero Hinata ya se encontraba sentada al borde de la cama estirando sus brazos. Un nuevo día le daba la bienvenida cuando desvió la mirada hacia la ventana de su habitación, donde presencio como la luz del amanecer iba ascendiendo.

Con la habitual mueca mañanera, se levanto y dirigió hacia la regadera, no si antes de cepillarse los dientes. Minutos después camino hacia su armario con la pequeña toalla rodeándola. Eligió unos pantalones entubados negros y una blusa holgada color coral. Ato su largo cabello negro en una cola de cabello y salio por fin de la habitación a pasos silenciosos.

Llego a la pequeña cocina, y preparo algo sencillo de desayunar; pan tostados, huevos revueltos y jugo de naranja. Se dirigió hacia la puerta una vez terminado de comer, y cuando iba a tomar una bufanda de color rojo del perchero escucho unos pasos detrás de su persona.

— ¿Ya te vas a trabajar Hina? Pero hoy es sábado, ¿no empiezan a las nueve?

Alzo la mirada encontrándose con una simpática rubia de ojos violáceos envuelta en una cobija azul en medio de la sala, mirándola toda soñolienta y desaliñada.

— Hace dos días comenzamos un pedido de una mediana figura en mármol, la cliente es muy generosa con la paga, y como va a ser un regalo, lo quieren mínimo mañana por la tarde. Así que hoy debemos terminarlos, si o si— sonrió de lado, mientras se colocaba unas botas negras en el lumbral —. Shion, pasare por el super al terminar de trabajar ¿quieres algo en especial?

Ella hizo un puchero pensando.

— Helado de fresa — su mirada brillo.

La chica Hinata asintió anotando mentalmente el pedido, tomo por ultimo un bolso color lila del perchero, y guindo a sus hombros. Con una ultima sonrisa salio del lugar y se adentro a la rutina matutina de las mañanas en el monótono metro de Tokyo.

Minutos después salio del subterráneo y dando grandes pasos, donde le tomo menos de diez minuto, finalmente llegó a un mediano taller ubicado en entre dos edificios.

— Hinata pensé no llegarías a la hora acordada — una rubia de ojos esmeralda la recibió cargando una caja en la entrada—. Las nuevas pinturas llegaron a las seis, tuve que levantarme antes— comento fastidiada.

— Buenos días Temari — le miro burlona por su falta de educación, y ella rodó los ojos entendiendo.

— Mueve tu trasero y cámbiate, esa escultura en mármol no se terminará por si misma — y se dirigió hacia el fondo del lugar.

Hinata solo negó divertida, acostumbrada al tono antipático de su jefa.

...

Cae al piso de pompas cuatro horas después. Toda sudaba, su coleta desaliñada, y con una manga del overol caído de su hombro mostrando que llevaba un top negro debajo. Miro hacia donde su jefa, ella seguía de pie admirando la mediana figura de una escultura de león en mármol finalmente completada.

Sus detalles eran muy delicados y preciosos, donde no había tiempo para defectos. Era maravilloso lo que ambas habían creado, lo que siempre trataban de crear en aquel taller dedicado al arte.

Temari salio un momento, y ella se quedo ahí en el piso, sin dejar de mirar la figura, de momento solo se quedo viendo hacia los ojos del león fijamente sin parpadear donde este parecía en realidad analizarla a ella.

Su mente viajo mas allá del trabajo, en cosas que le atormentaban cuando nadie lo esperaba.

— ¿Todo bien? — la rubia alzo una ceja al llegar y notar la mirada perdida de su compañera.

Volvió a la realidad y alzo la mirada, su jefa le extendía una lata de cerveza. Sonrió asintiendo y tomándola entusiasta, se sintió bien aquel liquido por su garganta y carraspeo. Temari comento de ir a comprar algo delicioso de almuerzo para celebrar, y cuando salio Hinata solo miro hacia la lata, moviendola de un lado a otro con expresión de soledad.

'Si, todo esta bien...

...No, nada lo esta en realidad'

Luego de almorzar, Temari le pidió si podía recoger un paquete personal a la oficina de correos a dos cuadras del taller. Sin cambiarse, acomodo su overol y fue rápidamente. Había estado antes ahí, la jefa siempre le pedía el favor.

— Hola Shikamaru — saludo al chico del mostrador, era alguien agradable.

— Hinata — devolvió el saludo —. La amargada nuevamente evitando venir — río, contagiando un poco a la llegada. Era verdad, y todo para evitarlo a él.

— Como siempre — no supo que mas decir— ¿Esta listo su paquete?

— Un momento.

No duro ni tres minutos mas ahí y fue de regreso al taller, al abrir la puerta casi choca con una hombre que iba de salida, se hizo a un lado y lo observo, pero ni pudo verle el rostro al llevar una gorra y sudadera en la cabeza, además de unos lentes negros.

Observo a Temari escribir algo en su libreta, y se acerco curiosa.

— ¿Compro o Encargo?

— Compro una de tus pinturas — Hinata parpadeo sorprendida —. Quedo maravillado por ese cuadro — señalo un lienzo que había pintado hace bastante tiempo; era una casa abandonada, con un árbol viejo, era casa una que había visto en un paseo por el norte de la ciudad —. Le gusto el colorido, tu técnica. La enviare mañana, tienes tiempo de despedirte — bromeo.

Hinata sonrío fascinada, era la primera alguien compraba sus pinturas desde que Temari accedió a que colocar algunas suyas ahí en recibidor del taller.

Entonces su teléfono suena, y mira aquel mensaje dubitativa.