En honor al cumpleaños de mi capitana, Vtophya-san, escribo este fic, dejando un poco tiradas mis otras historias. Para variar son Ace y Luffy los protas, y vuelve a ser yaoi, más bien shonen ai. Si no os gusta, volved atrás. A los/las que os guste, espero que lo disfrutéis.
Basado en la época en la que Ace aún vivía en Fusha junto con Luffy, antes de partir a la mar.
Antes de que me vaya
(Fic de AcexLuffy)
Era un día bastante cálido para finales de abril. Parecía que la primavera se había adelantado aquel año, pero como siempre, el calor ponía de mal humor a cierto chico, que no podía disfrutar del mar a pesar de vivir en un pueblo costero.
Caminaba con los morros hinchados, llevando la bolsa de la compra y pateando las piedras que se encontraba, echando de vez en cuando un vistazo a ese basto océano de ese azul brillante y profundo, y su ánimo se abatió aún más. No es que no le gustara ser de goma, pero echaba de menos el poder bañarse libremente sin que se preocuparan tanto por él, aunque antes de adquirir la habilidad tampoco había aprendido a nadar...
Volvió a fijar la vista en las piedrecitas del camino y en sus pies calzados con ese mismo modelo de sandalias que llevaba desde muy pequeño, y continuó avanzando. Ese año, al igual que todos los otros, volvería a buscar una manera de bañarse sin peligro y sin que nadie tuviera que vigilarle, pero era algo difícil, y que aunque ya tuviera un plan en marcha, y dentro de poco lo terminaría, tenía que hacerlo cuando no estuviera Ace, porque se oponía totalmente a que lo siguiera intentando. Tal vez porque siempre era él el que iba a rescatarle...
Giró a la derecha y se encontró de frente con su casa, una vivienda pequeñita y de una planta, paredes blancas al igual que el resto en la aldea y un tejado de tejas naranjas. Entró sin llamar y se dirigió a la cocina a dejar la carne que acababa de comprar.
- He vuelto. - anunció en voz alta, paseándose por la casa con las persianas cerradas pero los cristales abiertos, dejando entrar la brisa marina de la calle. - ¿Ace? ¿Estás en casa? - preguntó, entrando en el dormitorio de su hermano, pero no estaba allí. - Tal vez se fue con algún amigo... - imaginó, sin darle mucha importancia.
Y entonces, en su cara se dibujó una enorme sonrisa. Ahora que no estaba, podía continuar, y seguro que en menos de una hora ya lo tenía listo. Esta vez era la definitiva, demostraría que los que se comieron una Akuma no Mi también pueden bañarse sin miedo.
- Guryuuu... - pero antes tendría que hacer caso a su estómago, que como siempre, estaba hambriento. Volvió a la cocina y se hizo con un paquete de galletas, que se llevó a su habitación, y sacó de debajo de la cama los objetos que le permitirían flotar.
Mientras, en el puerto, Ace hablaba acaloradamente con un hombre.
- Por favor, os he dicho que me esperéis un poco más. Sólo un poco más, ¿vale?
El señor, de prominente barriga y barba poblada y canosa, le miró con sus escrutadores ojos negros.
- Chico, si no puedes venir hoy con nosotros, no te esperamos más. Zarpamos dentro de un rato.
El moreno se pasó la mano por el pelo, nervioso y dubitativo, sin estar muy seguro de qué hacer. Ya tenía diecisiete años, era hora de que se marchara del pueblo de una vez y se hiciera pirata, pero había una razón importante por la que aún no se animaba a hacerlo: su hermano Luffy. Iba a cumplir los catorce en poco menos de dos semanas, y quería estar con él todavía para celebrarlo. Y por otra parte había algo más, algo que no se lo había querido decir a nadie, que se guardaba en lo más profundo de su corazón y no quería que nadie supiese. Y era que Luffy, para él significaba más que su hermano... aunque le aterrorizaban sus sentimientos, sabía que su amor iba más allá de lo fraternal, y quería marcharse lo antes posible para no acabar haciéndole algo indebido...
"Su cumpleaños... o su seguridad...". Se debatía entre esas opciones, agitándose los cabellos, mientras el marinero se mesaba la barba, observando al indeciso chaval.
- Está bien. Me voy con vosotros. - decidió con una mirada completamente distinta a hacia unos instantes.
- Pues nos vemos dentro de una hora en mi barco.
Él asintió y se despidió haciendo una ligera reverencia, se dio la vuelta y puso rumbo a su casa. Hacer eso era lo mejor, recogería sus cosas y se marcharía.
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Luffy hacía un buen rato que estaba enfrascado en su manualidad. No es que estuviera quedando perfecto, pero estaba convencido de que aguantaría. Después ya lo perfeccionaría.
- Ya me queda poco. Solo cuatro más y ya estará... - se dijo, dándose ánimos, y rebuscó otra galleta en la bolsa, pero se las había terminado. - Iré a buscar más... - dijo en voz alta, poniéndose en pie de un salto, dejando caer sus trastos al suelo y saliendo de su habitación. Pero cuando pasó al lado del cuarto de su hermano oyó ruido de movimiento y se puso en guardia. ¿Había entrado alguien sin que se diera cuenta?
Puso la mano en la puerta y la abrió de golpe. Ahora que dominaba la lucha con su cuerpo de goma, ya no había nadie que le intimidara. Sin embargo, encima de la cama se encontró a Ace, con un caos en la habitación, ropa y libros por todos lados, y metiéndolo todo en una mochila.
- ¡Ace, eres tú! - exclamó el hermano menor. - ¿Por qué no avisas cuando llegas a casa? - le preguntó, un poco enfadado por no haberle dicho nada. Además si hubiese entrado de repente en su habitación, se habría encontrado con aquello...
- Luffy, qué susto me has pegado. - le respondió él, con una mano en el pecho y el corazón visiblemente acelerado, al igual que su respiración. Los enormes ojos negros de Luffy le miraban insistentes, y Ace apartó la vista, un poco avergonzado por los sentimientos que tenía hacia él, por lo que le hacía sentir. Se aclaró la garganta y continuó con lo que hacía. - ¿Y tú no podrías llamar a la puerta, también?
- Creí que eras un ladrón. - se excusó, un poco airado. - Si no saludas al llegar es lo primero que se me pasa por la cabeza.
Ace resopló, cerrando la mochila y tirando todo lo que tenía esparcido sobre su cama descuidadamente.
- ¿Qué ladrón vendría a robarnos a nosotros? Si no tenemos nada. - se encogió de hombros, pasando a su lado y saliendo de la habitación.
Luffy le siguió hasta la puerta de la casa, y entonces se fijó en que ese día vestía de nuevo su conjunto favorito: unos pantalones cortos negros junto con unas botas que le llegaban a media pierna, una camiseta naranja sin mangas ajustada y su sombrero de cowboy del mismo color, sus pulseras y el collar de cuentas rojo. Algo no iba bien, ¿por qué Ace se ponía sus prendas favoritas a media tarde? ¿Y por qué se llevaba la mochila llena?
- ¿Dónde vas? - le preguntó. Sin querer en su tono salió una nota de preocupación y de tristeza. No podía evitarlo, a pesar de pelearse continuamente con él por la comida y por tantas otras cosas, era su única familia, y no le gustaba mucho cuando le dejaba solo en casa.
Ace suspiró nervioso. No quería decirle la verdad. Porque sabía que se empeñaría en ir con él, y eso complicaría las cosas.
- Me voy a dormir a casa de un amigo. Volveré mañana por la mañana. - le explicó sin darse la vuelta y poniendo una mano en el pomo de la puerta.
- ¿Ehhhh? ¡Yo quiero ir! - se quejó Luffy. - Siempre me llevas.
- Pero hoy no puedes venir. - le cortó tajante. - Vamos a hacer cosas importantes y necesitamos seriedad.
- ¿Qué cosas importantes? ¡Y tú no eres nada serio! Déjame ir, anda... - le pidió, pero Ace siguió negando con la cabeza mientras salía. Su hermano le siguió insistentemente - Venga, déjame ir contigo, por fa, va...
La paciencia del chico llegó al límite y reventó, y comenzó a gritar lo primero que le pasó por la cabeza.
- ¡¡Que no, Luffy, joder!! ¡No te lo quería decir, pero no voy con un amigo, me voy a ver a mi novia!
El mayor abrió los ojos sorprendido por lo que acababa de decir y agachó la cabeza avergonzado. ¿Cómo había podido decirle semejante cosa? Le hacía sentir miserable mentir a su hermano, alguien tan inocente y crédulo, pero eso era lo mejor. Porque ellos dos no podían estar juntos...
- ¿Tienes novia? ¡Eso no me lo habías dicho! - le dijo Luffy, esbozando una sonrisa. - No hacía falta que me engañaras, si me hubieras dicho desde el principio que era eso, no habría insistido.
El pecoso imitó la sonrisa de su hermano, pero no poseía ni una pequeña parte de la sinceridad que irradiaba la del pequeño. Y además, que lo aceptara de esa manera significaba que, realmente, él no tenía ni una remota posibilidad con su hermano...
- Bueno, me voy. - dijo, dándose la vuelta. - Nos vemos. - se despidió, alzando una mano, y echó a andar por el caminito de tierra, obligándose a no mirar atrás, y aguantándose las ganas de comenzar a llorar.
- Hasta mañana. - se despidió el pequeño, ajeno a que no lo volvería a ver. - Bien, me voy a acabar mi genial traje. Ahora que él no está podré ir a mis anchas. - exclamó, alzando los puños en señal de victoria. Sin embargo, aquella sonrisa que había dibujado en su rostro en el mismo instante en que Ace le dijo que tenía novia, se fue marchitando hasta desaparecer, y dejó caer los puños sin fuerza a cada lado. Se sentía más solo que nunca. Y sabía que el día en que el mayor tuviera novia dejaría de preocuparse por él. Y él no quería que eso ocurriera, ni que le dejara solo, ni que le ignorara... - Maldito Ace... - murmuró con cabreo.
Había perdido a su hermano.
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El barco se mecía levemente por las olas del mar, estando aún anclado en puerto. No faltaban ni diez minutos para que zarpara y no volviera a ver aquella tierra en meses, después de una larga travesía comerciando por otros pueblos, pero al chico pecoso ya no le verían más. Su plan era, una vez llegar al siguiente puerto, comenzar a buscar alguna tripulación interesante de piratas a la que enrolarse, y si no la encontraba, seguiría buscando hasta encontrar algo que se ajustara a sus expectativas.
- Mi aventura va a empezar. - murmuró probando de sonreír, pero enseguida volvía a apagarse. No podía dejar de pensar en su hermano, en su suave piel que tan poco había disfrutado, en su dulce aroma que dejaría de oler, en su enérgico carácter que le sacaba del desanimo, no podía dejar de pensar en todo él y todo lo que le provocaba. Y su corazón se encogió al imaginar la cara de tristeza de Luffy cuando supiera que le había engañado para hacerse a la mar. Y un gran sentimiento de culpabilidad se alojaba en su pecho cuando pensaba que no estaría ahí por su próximo cumpleaños. - Pero era ahora o nunca. - se dijo en voz alta, dándose ánimos para no tirar la toalla.
No podía aguantarlo más, lo mejor sería intentar dormir un rato, y para cuando se despertara, Luffy ya estaría muy lejos de él.
- Makino, ¿podrás hacerte cargo de Luffy? - le pidió con voz suplicante. - Sé que es un poco tonto y demasiado inocente y se pasaría el día comiendo si no le vigiláramos, pero aún es pequeño y necesita estar con alguien.
- No te preocupes. - le tranquilizó la mujer, con una sonrisa cálida y mirando con cariño al chico. - Vigilaré que no le ocurra nada malo hasta el día en que os siga los pasos a ti y a Shanks.
Ace asintió, aliviado de haber podido decirle a alguien de su partida, y se marchó corriendo, un poco más ligero que antes.
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- Shishishi... - sonrió Luffy de oreja a oreja. Había terminado su traje por fin. Con él podría nadar sin hundirse y lo alzó, satisfecho de su trabajo. - ¡A probarlo! - exclamó y salió corriendo de la casa, con tanta prisa que se dejó la puerta abierta.
En menos de un minuto alcanzó la costa y se sacó la ropa a una velocidad impresionante, mientras comenzaba a colocarse su invento: un montón de botellas unidas entre ellas por unas cuerdas y algunas de ellas con los cabos sueltos para podérselo atar a su cuerpo. Cuando estuvo listo parecía una especie de astronauta extraño, con ese abultado traje, pero el aspecto no era lo importante, sino que cumpliera su función, y sin ningún miedo se metió en el agua y comenzó a avanzar mar adentro, hasta que no tocó el suelo y se puso a nadar estilo perrito, lo único que había conseguido aprender cuando era pequeño.
- Fu... ¡¡Funciona!! ¡¡Puedo nadar!! - gritó eufórico al ver que no se hundía. La sensación del agua sobre su piel era un poco desagradable y le hacía perder fuerzas, pero sus ganas por hacerlo eran más fuertes que el malestar. - ¡¡Sí!! ¡¡Puedo nadar!! - echó a reírse más feliz que nunca y siguió adentrándose en el mar, viendo algunos barcos que iban y venían del puerto cercano.
Pero no todo era tan fantástico como había planeado. Había unido las botellas haciéndoles agujeros para pasar la cuerda, pero los orificios estaban sellados solamente con un poco de celo (solución típica de muchos niños...), y este comenzó a despegarse y el agua penetró disimuladamente, empezando a hundirse sin que se diera cuenta.
Unos minutos más tarde, un poco cansado de patalear para avanzar, se sintió más pesado que antes, y como si alguien se lo hubiera gritado, giró la cabeza asustado y vio las botellas llenas hasta la mitad o por completo.
- ¡¡No!! ¡¡Me voy a hundir!! - agitó sus brazos y sus piernas lo más rápido que pudo, pero el agua le había debilitado mucho y cada vez le costaba más moverse. Y esta vez no había nadie cerca para salvarle...
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Había un constante murmullo y gritos en la cubierta del barco, que acabaron por desvelar al moreno, que se frotó los ojos con cansancio, pensando que tal vez había tanto barullo porque habían llegado ya a su destino, pero al levantarse y reconocer todavía su pueblo, frunció el ceño un poco enojado. Se acercó hacia donde un grupo de marineros gritaba mirando el mar y se abrió paso entre ellos.
- ¡Ese chico, se va a ahogar! - gritó uno de los hombres.
- ¿Qué lleva atado?
- ¡¡Cógete al salvavidas, chaval!! - le gritaron, pero sólo asomaba la cabeza muy de vez en cuando, y agitaba sus manos por la superficie.
Y en el instante en que vio el cabello negro sobresalir un poco, a Ace le dio un vuelco el corazón.
- ¡¡LUFFY!! - gritó. Empujó a los torpes hombres, que le miraron sorprendido y exclamaron de asombro cuando el joven se tiró de cabeza al agua, cayendo cerca del chico de goma.
Unos instantes después, Ace ya lo había localizado bajo el agua y veía cómo se hundía cada vez más. Se acercó y tiró de él hacia la superficie, pero las botellas llenas de agua le frenaban. Sacó un cuchillo de la funda de su cinturón y comenzó a cortar las cuerdas que lo aprisionaban. Luffy tenía los ojos entreabiertos, pero ya estaba inconsciente, y Ace, al ver que le iba a perder, apretó su boca contra la suya, pasándole un poco de oxígeno, intentando no pensar en la sensación de felicidad que le brindaba rozar sus labios. Se deshizo de las botellas por fin y, asfixiado por la falta de aire, subió a la superficie lo más rápido que pudo, tirando de su hermano menor.
Al salir cogió aire ruidosamente y se volvió hacia Luffy, levantando su rostro que había palidecido, lo sujetó fuertemente para que no se volviera abajo y nadó hacia la orilla, que le pareció más lejana que nunca y que a cada impulso que daba en el agua, parecía que se alejaba más.
- Aguanta, Luffy... - murmuraba, empezando a fatigarse por el peso de la ropa y de las botas llenas de agua. En un último esfuerzo, consiguió tocar tierra, y entonces avanzó más rápido, cogiendo a Luffy en brazos hasta salir y lo echó sobre la arena, boca arriba, dándole palmaditas en la cara. - Despierta, Luffy... Despierta... - pero el chico no reaccionaba.
No... Eso no podía estar pasando...
Le zarandeó con fuerza, pero el pequeño no respondía.
- ¡¡Luffy, joder, despierta!! - gritó, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Acercó su mano a su nariz para comprobar que respiraba. Y había dejado de hacerlo. Ya sólo quedaba una opción...
Volvió a apretar sus labios contra los de Luffy, intentando insuflar un poco de aire en sus pulmones, y luego apretó sus costillas repetidamente, tratando de reanimarlo. Repitió varias veces la misma acción, hasta que, cuando iba de nuevo a acercar su cara, Luffy escupió una buena cantidad de agua, salpicándole. Pero eso no importaba.
- Ace... - le llamó, un poco aturdido aún, y el mayor no pudo contenerse más, cogió el cuerpo de su hermano y lo estrechó fuertemente entre sus brazos, escapándosele un par de lágrimas por todas las emociones juntas que se arremolinaban en su pecho.
- Luffy... Joder, pensaba que te habías muerto... - sollozó sin fuerzas, y el pequeño abrió los ojos sorprendido de ver a su hermano tan decaído, y correspondió tímidamente su abrazo.
- Ace, tranquilo, no me he muerto. - le dijo con voz suave, tratando de tranquilizarle. - Gracias por salvarme, hermano. - susurró agradecido.
El pecoso hundió su rostro en su húmedo cuello, abrazándole tan fuerte como quiso, sabiendo que eso no le hacía daño al pequeño, y se dejó llevar por sus sentimientos, disfrutando ese abrazo tan profundo que no se había llegado a plantear que le daría a él... Estaba tan feliz de tenerlo entre sus brazos, pero se sentía tan idiota por hacerlo, por sentir lo que sentía, por haber pensado cuando le pasaba el aire que por fin le estaba besando... Era algo enfermizo, le iba a volver loco...
- Luffy... prométeme que no volverás a intentar nadar nunca más. - le pidió, con la voz aún un poco quebrada. - Júramelo.
El chico asintió, y Ace hundió aún más su nariz en el hueco del cuello de Luffy, cerrando los ojos con fuerza. Cómo le dolía el corazón...
- Ace, ¿te pasa algo? - le preguntó, un poco perplejo el joven. Entonces se dio cuenta, estaba haciendo el ridículo, debía acabar con eso ya. Se separó de su hermano y apartó rápidamente la vista, con un asqueroso sonrojo en las mejillas que le hacía sentir más despreciable aún.
- Sí, perdona. Esta vez me asusté de verdad. - bromeó un poco, sonriendo.
Se puso en pie y ayudó a Luffy para que también lo hiciera.
- Vámonos a casa. Hoy creo que no me iré.
El pequeño sonrió ampliamente y cogió de la mano a Ace, que notó cómo su corazón volvía a acelerarse por el contacto, y empezando a caminar de vuelta a su casa.
Este año volvería a estar para su cumpleaños. Pero después de eso, se marcharía definitivamente. Antes de que sus sentimientos estallaran.
Tsuzuku (Continuará)
¿Qué tal? ¿Os gustó? ¿No quedó un poco tonto? Bueno, espero que no :P
La conti para el cumple de Luffy, día 5 de mayo. Y por favor, pasaos por Ohara Yaoi Fansite a saludar si os gusta mucho el yaoi de One Piece. Nos esforzamos mucho en esta página n.n
Un saludo!!
