Mentira
Prologo
por: Jenny Anderson.
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi ella es inmensamente rica, yo no, esto es sin fines de Lucro solo de entretenimiento, este capitulo y los siguientes hacen referencia a una historia previa, llamada Dices que te olvidare, se recomienda leer dicha historia, para poder entender los sucesos relatados aquí, esta historia tiene lugar tres años después de la historia antes mencionada.
El viento se colaba por el amplio ventanal, levantando las finas cortinas blancas, jugando con ellas a capricho, y también con las finas cortinas que envolvían el lecho de la soberana, quien quieta entre las finas sedas que cubrían su cama se divertía observando las cortinas moverse a capricho del viento, era como si el viento le diera un espectáculo personal, se sentó en la cama lentamente, despejando su mente, dejando que su abundante melena rubia, cayera sobre su espalda.
Debí de habértelo dicho antes, pero fui tan cobarde, debí de habértelo dicho, pero no podía, y ahora... ahora...Daría todo lo que soy por que despertaras, Te amo tanto bombón
Se froto los ojos lentamente, tratando de salir del reino de los sueños, tratando de huir de aquella voz, que la acompañaba cada amanecer, no conocía al dueño de la voz, sin embargo solo existían dos personas que la llamaban bombón y la voz no correspondía ninguna de las dos, suspiro, solo se trataba de la voz de un sueño.
Se bajo de la cama dejando que las plantas de sus pies, reposaran sobre el helado mármol de su habitación, el escalofrió recorrió toda su columna, haciéndola tiritar, con paso ágil se movió por toda la recamara, simplemente vestida con el fino camisón en seda turquesa que dejaba al descubierto sus piernas largas y torneadas, y daba una buena visión de sus pechos apenas cubiertos por la fina tela.
Con paso lento y ágil llego hasta el cuarto de baño, una amplia habitación, con una enorme tina, tina llena de grifos, cada grifo dejaba caer agua, con una esencia diferente, suspiro mientras habría el grifo de la mitad, uno adornado con el símbolo de la luna en su costado, rápidamente la habitación se lleno de aroma a lavanda.
Después del relajante baño matutino, se dirigió a una habitación más pequeña, pero no menos impresionante, todo en ella era de un elegante color caoba, desde el piso, hasta los armarios y cajoneras, la alfombra dispuesta en medio del pasillo resultaba un gesto bello y elegante, además de brindarle protección ante el frió que siempre tenia el piso.
Escogió su ropa rápidamente, a pesar de tener cientos de vestidos ahí, en aquellos armarios, que daban más la sensación de pequeña boutique, ella escogió el más sencillo y no menos elegante, el vestido blanco que había tomado como símbolo de su reinado tres años atrás, no tardo en vestirse, aun cuando sabia que para eso, estaban las dos jóvenes que su esposo había contratado...
coloco la tiara en su cabeza, la tiara que indicaba sin lugar a dudas, quien era ella, la Reina Serenity, la gobernante de la tierra y de la luna, sin más adorno que aquella tiara, salio de su habitación, hacia su sala de estar, una amplia sala donde solía tomar el té, al igual que en su habitación, los muebles habían sido escogidos con un exquisito sentido del gusto y la elegancia, se sentó graciosa mente en el sofá de tres piezas junto a la ventana, esperando la aparición de su despertador, mientras dirigía miradas nerviosas hacia una puerta disimulada en el lado izquierdo de la sala, la apuesta a la que daba entrada a su habitación.
x - x - x
La reina de Sizeta observaba a sus hijos, ambos jóvenes la miraban como si se hubiera vuelto loca, y es que el plan que su madre les acababa de revelar, les parecía simplemente difícil de llevar a la practica.
La tierra se había vuelto todo un acorazado, las guerreras que la protegía, habían salido vencedoras de todos los ataques de los que había sido victimas desde que se había anunciando que su majestad la reina Serenity y el rey Endymion había subido al trono, tras una era de la tierra congelada.
Donde muchos planetas se habían proclamado dueños de la vía Láctea, titulo que tras el despertar de Serenity había sido suyo, y nadie se atrevería a quitárselo, no con aquel poder que había demostrado tener.
-"Madre eso es suicidio"- murmuro el más joven, de cabello plateado un unos hermosos ojos aceituna
-"No hijo, no lo ven, lo tengo todo planeado, el planeta que logre obtener los favores de la reina será inmensamente poderoso"- comento la mujer, sentando en su trono y enfundada en una fina tela color rojo que hacia juego con su cabellera
-"No entiendo como tendremos, nosotros los favores de la reina?"- pregunto el otro, de cabellera castaña y ojos violeta
-"Eso mis niños, será gracias a dos de sus más aguerridas guerreras"-
-"No te entiendo"- murmuro el mayor
-"Viajaremos e la tierra, para pedir la mano de sus guerreas"-
-"Pero mujer, pretendes casar a tus hijos con dos simples guerreras"- grito el más joven airado
-"No hijo, con dos princesas, no la sabían?"- pregunto al ver el desconcierto en ambos jóvenes
-"No sabemos de que hablas madre"- dijo el ojiverde
-"Hablo de que Serenity se hizo rodear de princesas, jóvenes princesas al servicio de Serenity"-
-"si nosotros nos casamos con ellas entonces..."-
-"Exacto, la tierra nos brindara protección y pasaremos a ser parte de ese gran reino"-
-"Quienes son madre, quienes serán nuestras futuras esposas?"- pregunto el castaño
-"La Guerrera Mercurio y la Guerrera Venus"-
x - x - x
Viajaba de regreso a la tierra, después de aquellas charlas diplomáticas, que lo habían mantenido lejos por casi un mes, suspiro mientras cerraba los ojos y se relajaba dentro de coche real, no se preocupaba por su seguridad, Mars y Neptuno eran parte de su guardia personal y ambas chicas eran extremadamente eficientes.
le preocupaba, su regreso a la tierra, su regreso a Serena, su regreso a su mentira, esos tres años habían sido un infierno, cada vez que la veía a ella, las ganas de abrazarlas lo invadían, cada vez que le sonreía amistosamente las ganas de besarla se disparaba en su interior, la extrañaba a todas horas y las buscaba su cuerpo en el de su esposa, con resultados catastróficos.
Cada vez que tenia relaciones con Serena, el sentimiento de culpa y desesperación se apoderaba de él, con más intensidad, cada vez que se recordaba que su deber era darle una hija a la mujer que llamaba esposa, los recuerdos lo asaltaban con terrible claridad, su vileza, lo atormentaba noche y día, y tenia que tragarse el sentimiento, por que nadie en el reino recordaba la verdad.
La añoraba tanto a ella, y sentía rabia, compasión, y dolor cada vez que se reflejaba en las pupilas de su esposa, pensando en esa otra de quien aun se encontraba enamorado, si tan solo pudiera tocar a serena como se lo merecía, si al menos fuera capaz de darle una hija, si fuera capaz de hacerlo y desaparecer después, por que sabia que Serena sufriría pero que seria fuerte por su hija, mientras que ahora no se atrevía a moverse, por que sabia que ese era su purgatoria personal, tenia que estar ahí hasta que limpiara todas sus culpas.
"No querido, tu castigo será peor que la muerte"
Aquellas palabras resonaban en su cabeza, con tanta claridad, lo acompañaban a todas horas, el dormir y al levantarse, junto a Serena, lejos de ella, pero sobre todo cuando sus pupilas se fijaban en las de ella, que bien habían elegido su castigo, que cosa mejor para castigar que la propia conciencia, que cosa mejor para castigar que los propios recuerdos.
"Ya te dio la buena noticia?"- pregunto Serenity
"De que hablas?"- Pregunto Darién
"Que tu heredero esta en su vientre"- dijo
Ese irónicamente, era su mejor y su peor recuerdo, por unos instantes había sido el hombre más feliz de la tierra, pero solo habían sido eso, unos instantes, por que ahora todos sus días eran una pesadilla.
Serenity, quería vengarse de ti, te quito a tu hijo y yo te quitare a Amy
Que terribles, crueles y verdaderas habían resultado esas palabras
x - x - x
No te olvidare Mina, no lo haré
Mina abrió los ojos con pesadez, desde hacia tres años que se despertaba con la misma frase dándole vueltas en la cabeza, se levanto sin mucha ceremonia, ya era tarde y no podía quedarse ahí, tenia que desplazarse desde su torre, hasta el castillo, un desplazamientos que le tomaba 15 minutos, pero en ese momento no tenia tiempo para eso.
Cerro los ojos, hacia dos años, que cada Sailors había perfeccionado aquella técnica, la telétransportación, individual, aun que ella no era muy buena con esa técnica, solo sabia llegar aun lugar al palacio, se concentro con fuerza, imaginando en su mente, el amplio espacio a la entrada del castillo, solo un segundo y sintió como si la jalaran.
Un fuerte golpe la hizo abrir los ojos, un par de ojos miel - verdoso, la observaban atentamente, ella enrojeció al darse cuenta que había caído sobre el desconocido
-"Disculpe"- dijo poniéndose en pie, y ofreciéndole su ayuda al desconocido quien acepto su ayuda dándole la mano, aquellos ojos se le hacían conocidos, pero descarto la posibilidad
-"Tu no cambias Venus"- escucho una voz a su derecha, la alta figura de Júpiter la saludo
-"Quienes son?"- pregunto señalando a los jóvenes reunidos ahí
-"Quieren entrar a la guardia real"- dijo Júpiter sin ceremonias, al parecer divertida por el bochorno de la rubia
-"Y sus nombres?"- pregunto al chico y al joven que al parecer le acompañaba
-"Yaten y Seiya Kou"- contesto Júpiter observando la lista que tenia en su mano
Notas de la autora:
Pues aquí esta el prologo de esta segunda parte, espero que les haya gustado, tengo preparadas varias sorpresas y espero no decepcionarlas con esto, la verdad es que me había negado a escribir una segunda parte hasta tener una idea un poco más sólida, ahora la tengo y espero no decepcionar a nadie,. esto es solo el prologo, ahh... espero que me ayuden de nuevo con letras de canciones, por que pretendo que cada capitulo tenga una canción diferente, sin más me despido y espero sus reviews.
