¡Ey, hola! Bueno, ya sé que ya tengo una historia con Generador Rex pero esa se enfoca más en Pinkie Pie y Ben; así que tengo una nueva completamente enfocada en Rex, y esta es INDEPENDIENTE no tiene NADA QUE VER con las otras de Ben 10.
Este también será un experimento, en donde por primera vez intentaré el shipping entre dos personajes de diferentes universos. Espero les guste y bueno, aquí vamos:

1
El mutante

Trixie suspiró cansada luego de otro agotador día de trabajo. Después de todo, ella tenía uno de los trabajos más peligrosos de Equestria y tal vez de los más despreciados. Pero eso sí, Trixie era su propia jefa.

Luego de ser derrotada por segunda vez por Twilight, Trixie se replanteó seriamente su vida. Ella era una unicornio dotada, de eso no cabía duda; tal vez no tanto como la recientemente nombrada Princesa de Equestria, pero cualquiera sabía que Trixie tenía lo suyo. Por eso decidió que no podía seguir trabajando como granjera de rocas... y bueno, luego del trago de humildad que recibió por parte de Twilight decidió que si iba a usar su magia, que no fuera en espectáculos callejeros baratos.

No, la Gran y Poderosa Trixie no era más una maga ambulante, era una temida cazarrecompensas que gracias a su habilidad mágica, no había presa que estuviera a salvo de la Gran y Poderosa Trixie. La pobre chica era evitada por todos y bueno, tenía una vida solitaria pero ella estaba feliz; por lo menos ganaba muy buen dinero y recuperó de golpe su reputación como experta en magia.

—Bueno, fue un día excelente para la Gran y Poderosa Trixie, ahora es tiempo que me dé mi deliciosa recompensa — dijo ella mientras admiraba la botella de vino y los quesos finos que acababa de comprar (ya que era evitada por su trabajo de cazarrecompensas tenía la costumbre de hablar sola). — En fin, es una lástima no tener a algún amigo con quién compartir esto pero bueno. Es el precio del éxito de Trixie.

Iba despistada en ese monólogo suyo cuando se tropezó con un bulto abandonado a medio camino y cayó de boca. Tras levantarse y comprobar que no le pasara nada a su preciada botella, se volvió hacia el bulto. Bufó fastidiada, era un poni terrestre más o menos de su edad durmiendo plácidamente a medio camino. Tenía el pelaje color azul grisáceo, la melena corta de color negro, una chaqueta roja y naranja con gafas de soldador en la cabeza.

—¿Pero quién te crees tú para andarte metiendo en el camino de la Gran y Poderosa Trixie? — Gritó Trixie al chico, que no se dio por aludido.

Fastidiada, la unicornio levitó hacia ella al poni durmiente y lo sacudió con violencia; pero igualmente no hubo respuesta. Trixie se acercó al muchacho pensando que tal ves estuviera ebrio, pero dio un grito de sorpresa cuando se dio cuenta que en verdad todo el cuerpo del chico estaba cubierto de cicatrices y quemaduras.

—Por Celestia, estás herido... ¿y qué se supone que haga contigo? — Se preguntó la unicornio azul.

Finalmente, decidió llevárselo a su casa y ocuparse de él como pudiera. Como cazadora de recompensas, Trixie pasó bastante tiempo repasando sus hechizos de ataque así como de curación; pues su condición de marginada le impedía ir a los hospitales como el resto de los ponis "decentes". Levitándolo con cuidado, y tras volver a colocar sus compras en su alforja, llevó al inconsciente poni a su casa. Una vez ahí, se dedicó a sanar sus heridas con su magia lo mejor que podía. Algunas eran muy viejas, pero no importaba, había muchas que eran muy recientes y tenía que ocuparse de ellas a como diera lugar.

Finalmente, tras varias horas de trabajo hizo lo que consideró un buen trabajo.

Entonces el estómago de Trixie reclamó atención.

—Sí, ya sé. La Gran y Poderosa Trixie pasó demasiado tiempo curando a este jovencito que se le pasó la hora de la comida, pero eso está por arreglarse, yo...

Unos ruidos llamaron la atención de la poni, quien se volvió violentamente. El muchacho parecía que se estaba despertando, pero lucía completamente desorientado.

—¿Estás bien ya? — Preguntó Trixie acercándose a su paciente. — ¿Puedes hablar, amigo?

El chico la miró por un largo rato como confundido, pero al final asintió para alivio de Trixie.

—Este, sí... gracias — dijo él débilmente. — Yo...

—Está bien, me alegra que no haya pasado nada grave — dijo en tono conciliador Trixie. — ¿Se puede saber qué fue lo que te dejó en ese estado, amigo? ¿O cómo te las arreglaste para aparecer ante mi casa así como así?

El chico miró a Trixie y trató de recordar pero inmediatamente gritó del dolor mientras se doblaba sobre su cama y se agarraba la cabeza con bastante fuerza. Trixie retrocedió asustada mientras el desconocido seguía batallando contra esa migraña.

—Espera, no te fuerces. Lo que sea que te haya pasado seguramente te dejó muy mal y no puedes recordar... aún — dijo ella muy preocupada por su paciente mientras le colocaba un casco sobre la frente para relajarlo. — Está bien. Recupérate. Yo soy Beatrix Lulamon, pero puedes llamarme Trixie. ¿Tú recuerdas tu nombre, amigo?

Él la miró por un rato y luego asintió débilmente.

—Este, sí. Me llamo Rex, Rex Salazar... pero es todo. Yo... sólo recuerdo el haberme despertado aquí contigo y luego todo está en blanco. Lo lamento mucho, yo...

—No tienes que disculparte, — dijo Trixe algo preocupada mientras le acercaba una naranja de sus provisiones. — Toma, es todo lo que puedo hacer por ti de momento; en serio que tienes suerte que sepa algo de magia de curación, pero no pude hacer nada con tus heridas más viejas. Lo lamento.

—Sí, bueno, ya hiciste bastante por mí. Sólo... ¿magia? Disculpa, pero no entiendo nada.

Trixie ladeó la cabeza sin entender nada y como para demostrar lo que decía levitó frente a él la naranja y la peló para mostrarle.

—Sí, magia — respondió Trixie. — Tal vez lo que sea que te haya pasado te haya dejado peor de lo que Trixie creía. Dime, ¿de casualidad sabes en dónde estamos?

Rex se quedó pensando un rato pero luego sacudió la cabeza con tristeza.

—Lo siento... — susurró.

—Estamos en Trottingham, una ciudad de Equestria. ¿Te suena algo?

El chico volvió a negar con la cabeza, cosa que realmente estaba preocupando a Trixie.

—La ciudad no está lejos y aún es temprano — dijo Trixis por fin. — Vamos, estoy segura que podremos hallar a alguien que te conozca o que al menos pueda ocuparse de tus problemas mejor que yo.

Rex se quedó quieto un rato, pero luego asintió con una sonrisa.

—Gracias, gracias por todo Trixie Lulamon — dijo el muchacho sonriendo. — Ya estoy en deuda contigo por el resto de mi vida.

—No te fijes. Aunque casi nadie le hable a Trixie por su profesión, Trixie no es mala. Siempre estoy dispuesta a echarle un casco a quien lo necesite. Ahora, ¿te parece si nos movemos?

Rex asintió levemente. A Trixie le preocupaba un poco que Rex siguiera desorientado pero no podía hacer nada más por él. Había varios hechizos para recuperar la memoria, pero Trixie no conocía ninguno y era bien sabido que si no eran realizados por un verdadero profesional podría dañar de por vida la mente del paciente.

Así pues los dos se pusieron en marcha. Trottingham era una ciudad relativamente grande, aunque no tanto como Manehattan o Canterlot; pero tenía lo suyo. Tal como le había advertido Trixie, muchos ponis parecían evitarla así como a Rex, pero sólo porque la acompañaba. Estaban pasando por callejones que la mayoría de los ponis decentes evitaban; pues ahí estaban los círculos de información de los cazarrecompensas, mucho más fiables que el registro civil según la experiencia de Trixie.

Fue cuando saltaron varios ponis rodeando a los dos visitantes. Trixie gruñó y preparó su cuerno lista para defenderse, cuando uno de los ponis la tacleó por detrás mientras entre tres inmovilizaban a Rex.

Trixie apretó los dientes y volvió a preparar su cuerno pero otro de los ponis la tomó del cuerno dejándola sin poder usarla. Rex se retorcía como loco tratando de zafarse de los ponis que lo inmovilizaban, pero uno de ellos le habló suavemente al oído.

—Tú tranquilo, vimos lo que pasó. ¿Quién diría que Lulamon sería capaz de un acto de caridad? En fin, ella nos debe que nuestro capitán fuera capturado; así que tú quieto, nos encargamos de ella y aquí no pasó nada. ¡Es más, te llevamos a donde ella te quería llevar!

—¡No gracias, ya elegí bando! — Gritó Rex forcejeando inútilmente, pero nada funcionaba, esos dos eran demasiado fuertes.

Mientras, Trixie se retorcía intentando liberarse del fuerte agarre en que la aprisionó el poni, pero no podía. Entonces otro se acercó con una navaja dispuesto a quitarle su cuerno y dejarla así por completo inútil.

Trixie gritaba y quería zafarse, pero no podía. Rex tampoco podía creer lo que estaba a punto de pasar. Su primera amiga desde que perdió la memoria sería dañada y él no sería capaz de hacer nada.

—¡TRIXIE! — Gritó Rex al tiempo que sus ojos comenzaban a irradiar una luz blanca y transformaba sus cascos frontales en dos poderosas manos mecánicas que lanzaron lejos a sus captores dejándolos inconsciente tras impactar con bastante violencia contra la pared.

Los demás ponis que conformaban la banda sólo acertaron a congelarse mientras que Rex corría hacia el que amenazaba a Trixie con la navaja, quien instintivamente puso su navaja al frente para defenderse del inminente ataque del chico. Rex igualmente transformó una de sus manos en una gigantesca espada y de una hábil estocada cortó la navaja del tipo; para luego noquearlo aplastándolo con su puño mecanizado. Los demás comenzaron a correr, pero Rex no iba a permitirlo. Al menos el que retuvo a Trixie debía pagar. Transformando uno de sus cascos en un gigantesco tentáculo mecánico atrapó al pobre unicornio que huía lejos de Rex.

Éste, al querer librarse, usó su magia; a la cual Rex respondió enviando una corriente eléctrica por el tentáculo gracias a una especie de batería que apareció en su espalda.

El chico terminó resoplando ya muy cansado y más confundido que nunca. Trixie sólo lo miró sorprendida e hizo brillar su cuerno como precaución pero lo dejó en cuanto se dio cuenta del miedo en los ojos de Rex.

—¿Rex? — Preguntó ella.

El chico volvió a la normalidad de inmediato; pero en sus ojos se miraba claramente el miedo. Eso lo confirmaba: tampoco él entendía nada de nada.

—Yo... Trixie, te juro que no sé lo que pasó. Yo, yo...

—Está bien Rex, está bien — dijo ella acercándose y abrazándolo para reconfortarlo. — De hecho, de no ser por ti creo que me hubieran dejado sin cuerno e inútil para el negocio de los cazarrecompensas. Yo... bueno, Trixie dice que estamos a mano. ¿No te da gusto?

Rex no parecía estar de humor, y la verdad era que Trixie no lo culpaba. El chico estaba asustado, pues claramente lo que había hecho no era normal. Igualmente la cazadora de recompensas se planteaba si eso de buscar información sobre él era una buena idea. ¿Acaso se habría escapado de un local de experimentación? ¿Algún hechizo fallido?

Rex por su parte se hacía las mismas preguntas. ¿Era realmente un poni o tal vez algo más? ¿De dónde venía y por qué no podía recordar nada? O bueno, ¿acaso quería recordar?

Al intercambiar una mirada, ambos supieron que tenían más o menos la misma cosa en mente. Trixie fue la primera en romper el hielo.

—Amigo... bueno, ayúdame a llevar a estos idiotas a la jefatura de policía, cobremos los bits de la recompensa y pensaremos en algo.

—¿Acaso hay recompensa sobre la cabeza de estos sujetos? — Preguntó Rex incrédulo.

Trixie asintió haciendo levitar a dos de ellos con su magia.

—Sí, y yo que creía que tuve un buen día capturando a su líder. Con estos cuatro creo que me habrás resuelto ya dos meses. Pero en serio, ayúdame y por conveniencia mejor no hagas esa cosa rara con tus cascos o tal vez nos metamos en un problema de los grandes.

No había que repetirlo, Rex arrastró a los otros dos mientras llegaban a la jefatura. El jefe tenía una recompensa de quinientos bits; los miembros comunes de su banda solamente cien, pero al capturar a cuatro ya era un arreglo considerable. Trixie cobró y tras intercambiar otra mirada silenciosa con Rex, se encaminaron a su casa.

—Rex, ¿qué hay del problema de tu alojamiento? — Preguntó Trixie sacando al chico de sus pensamientos. — Trixie puede dejarte trescientos bits que son más que suficientes para que busques un lugar decente así como comida para la semana; pero no me siento cómoda con el asunto.

—¿Por qué, te quedas sin nada? — Dijo Rex tratando de romper la tensión con una broma bastante mala.

—No idiota, porque eres una especie de mutante que no tiene recuerdos de quién es a quien sería muy peligroso abandonar a su suerte — le recriminó la yegua mientras suspiraba. — Verás, dadas las últimas experiencias de Trixie, Trixie se ha vuelto mucho más humilde y caritativa. ¿Te gustaría quedarte con Trixie?

—Este...

Rex estaba sorprendido, jamás esperó que alguien que acababa de conocer le ofreciera un casco así como así; menos si se tomó la molestia de curarlo de sus heridas, pero también algo dentro de él le decía que no estaba acostumbrado a las muestras de bondad tan abiertas. ¿Un recuerdo quizá? No importaba, una chica agradable le estaba ofreciendo ayuda y por supuesto que aceptaría. Pero igual, algo dentro de él; tal vez otro recuerdo le hizo responder a la amable oferta con un chiste malo.

—Bueno, pues chido. Pero por favor prométele a Rex que no hablarás en tercera persona, porque eso confunde mucho a Rex.

Trixie bufó, pero le regaló al semental una sonrisa. Ni ella misma sabía por qué estaba siendo tan amable; tal vez el hecho que todos la evitaran por su profesión de mala muerte tuviera algo que ver pero de todos modos decidió que daría lo mejor por ayudar al chico. Y claro, tal vez el chico le sería muy útil en el negocio de la cacería de recompensas pero de momento sólo se interesaba en ayudarlo. De alguna forma sentía que el ayudar a Rex era lo que debía de hacer y eso es lo que haría.

—Bueno, me alegro que hayas aceptado la oferta de la Gran y Poderosa Tr... ¡uf! olvídalo, sólo esperemos que te recuperes pronto — gruñó Trixie sacudiendo la cabeza.

—Una vez más gracias, no sé cómo podré pagártelo.

—Me enseñaron sobre humildad y siempre ayudarnos los unos a otros luego que una rival me librara de un amuleto maldito que me puse culpa de mi propia estupidez — gruñó Trixie. — Además todas las buenas acciones son recompensadas por Celestia alguna vez; así que no te preocupes tanto.

—No, no hablo de tu hospitalidad sino que ya paraste con lo de la tercera persona. ¿Sabes lo irritante que puede ser?

Trixie le lanzó un rayo de bajo poder a Rex, que instintivamente trasformó sus cascos en una especie de generadores de campo de energía el cual desvió el ataque de Trixie. Una vez más tomó a ambos por sorpresa, pero no le pusieron demasiada importancia. Después de todo ya tendrían más tiempo para meditar sobre el asunto.

Lejos, muy lejos de ahí; una extraña criatura bípeda con dos pares de manos (unas de tamaño normal, otras de un tamaño gigantesco y muy grotescas) paseaba sin dirigirse a un lugar específico; sólo mantenía los ojos cerrados y murmuraba para sí.

—No puedes evadir el tema por siempre, Brecha — se escuchó una potente voz masculina detrás de la extraña criatura. — ¿Qué pasó con el muchacho? ¿Qué hiciste con él?

Brecha se volvió hacia Van Kleiss con una expresión ausente.

—¿Qué hiciste con él, Brecha? — Insistió Van Kleiss.

—Él me dijo que estaba harto de todo, que quería huir — fue lo que respondió Brecha. — No puedo jugar con él si se encuentra tan roto por dentro, por eso le di lo que pidió. Lo mandé lejos, tan lejos que ni siquiera yo sé en dónde terminó.

Van Kleiss no dijo nada más, sólo miró a Brecha con una ira latente, pero sabía que a como estaban las cosas, no podría hacer nada... de momento. En otro sitio; un hombre de mediana edad con una barba de triángulo, un traje gris y anteojos oscuros activó un pequeño comunicador en su oreja.

—¿Escuchaste, Holiday?

—Eso temo, Seis — respondió una voz femenina desde el otro lado del comunicador. — Y me temo que es cierto; ni siquiera César es capaz de rastrear la señal vestigial de Brecha. Mucho me temo que hemos perdido en verdad a Rex, no sé cuánto tiempo. Tal vez para siempre.

El Agente Seis apretó los dientes. ¿De ahora en más qué pasaría? ¿Volvería a ver al chico alguna vez? Pero de momento no podían hacer nada; y no sabían cuánto tiempo se quedarían así.


Y bueno, ya dije todo lo que tenía que decir al principio así que me quedaré con el:

Chao; nos leemos!