Esta es la nueva historia, por ahora esto es todo. Déjenme saber qué es lo que piensan.

Victoria Simmons, o Vicky, como la llamaban todos, dormía tranquilamente un domingo por la mañana. El ser maestra de niños de segundo grado de lunes a viernes no era tan era agotador, siempre había querido ser maestra desde pequeña, lo que hacía tan agotador sus fines de semana era enseñar inglés a personas mayores o mejor dicho, hispanos que querían aprender inglés.

Se había metido en eso por ayudar a la amiga de su madre, quien dirigía un centro de ayuda para personas hispanas a desenvolverse en este país de oportunidades, o al menos eso decía ella. A pesar de que solo enseñaba los viernes y los sábados por la noche, por alguna razón siempre prefería sus clases con los niños, al menos ellos mostraban más respeto, la mayoría de las personas a las que les enseñaba no la tomaban muy enserio solo porque tenía 28 años.

Al menos el domingo no tenía nada que hacer y podía levantarse tan tarde como quisiera, de todos modos Eva tampoco se despertaría tan temprano por su "reunión" de la noche anterior.

A eso de las siete de la mañana sonó su teléfono, pero poco le importó, era un mensaje ya lo vería después, además ya sospechaba de quién sería el mensaje y no tenía ganas de molestarse tan temprano, solo quería seguir durmiendo.

Sin embrago Sam no pensaba lo mismo. Su perro Sam, un labrador de 3 años, se acercó sigilosamente hasta su cama y le tocó su mano con la nariz y esperó a que se moviera pero no hubo respuesta por parte de Vicky. Lo intentó de nuevo pero nada. Pasó al siguiente nivel y le lamió la mano, sin embargo Vicky solo movió la mano cono si espantase una mosca, pero nada más. Sam sabía que era momento de la artillería pesada y comenzó a lamer la cara de Vicky.

¡Sam! –alejó su cara de su lengua-. Sé que despertarse con un beso de los buenos días es algo muy bonito, pero no creo que esta sea la mejor manera de hacerlo –se talló los ojos y miró su despertador, eran las 07:05 am-, y además muy temprano en un domingo –Sam gimió-, ya sé, ya sé, tienes que ir al baño. Deja que me quite la pijama y nos vamos. Ve por tu correa, ve –le ordenó y Sam salió de la habitación muy satisfecho de sí mismo. Vicky se quitó su pijama y se vistió con ropa deportiva. Sam entró con su correa en la boca-. ¿Listo? –Sam movió su cola.

Cuando Vicky llegó al parque se sorprendió ver tanta gente haciendo ejercicio. Al parecer el ser domingo no afectaba a su rutina. Después de que Sam hiciese lo que tenía que hacer, él y Vicky comenzaron a dar un paseo por el parque, ya que el día estaba muy tranquilo. Mientras caminaban sonó el teléfono de Vicky y sentó en una banca para contestar.

No entiendo cómo sabe que estoy levantada –le dijo a Sam cuando vio su pantalla-. Hola mamá.

Buenos días cariño, espero no haberte despertado.

Claro que no mamá, saqué a Sam para que tomara un poco de aire.

Que bien –sonó aliviada-. ¿Recibiste mi mensaje?

Sí.

¿Y qué te parece?

¿Sobre qué?

¿Acaso abriste el mensaje?

Emmmmm.

¡¿No lo has hecho?!

Oye, me la enviaste mientras dormía, obviamente no iba a despertarme por tu mensaje.

¿Y si fuese una emergencia?

Si fuese una emergencia no me hubieses mandado un mensaje, me hubieses llamado a mí y a Eva. Además, como ya tengo idea de lo que me enviaste no le di mucha importancia la verdad.

Vamos, esta vez es diferente, es el hijo de los Johnson.

¿Erick? Aquel chico inmaduro que dijo que se convertiría en el mejor de los rockeros.

El mismo, solo que ahora él es un graduado en negocios internacionales o algo así. Parece que por fin entró en su juicio y ahora trabaja en la empresa de su padre.

Mamá no creo que esto esté bien. Recuerda que no hace mucho que Zack y yo terminamos.

¿Qué no fue hace año y medio? Vamos, al menos dime que mirarás la foto y lo pensaras.

Aunque la vea, la respuesta seguirá siendo no. Admitámoslo mamá, tu y yo sabemos que te funcionó eso de hacerla de cupido con mis hermanos, incluso con Adrián, el cual jamás creímos que sentaría cabeza, pero las citas que me planeas siempre terminan en desastre y no pasan más allá de la semana. Además ya no estamos en el siglo pasado para que intentes buscarme pareja. Es más creo que Sam sería mejor cupido que tú –Sam al escuchar su nombre ladeó la cabeza mientras levantaba la oreja y Vicky le acarició la cabeza.

Es solo que estoy preocupada por ti hija, ya tienes 28 años y aún no has tenido una relación estable. Y yo quiero nietos.

¡Más! ¿No te bastan con los 8 diablillos que tienes y que te visitan cada fin de semana?

Hija, eres la única que queda soltera. No quiero que te quedes sola.

Lo dices como si tuviera 50 años, mira mamá, deja de lado tus preocupaciones y tu dramatismo, cuando el hombre destinado para mi llegué supongo que lo sabré con solo mirarlo a los ojos.

Eso es demasiado romántico hasta para ti.

Ya me conoces, quiero un matrimonio como el tuyo y el de papá, uno que dure para toda la vida.

Como quieras, ya no me meteré en tus asuntos, además, ya existe la inseminación artificial.

Mamá.

Bueno, te dejo. Tu padre acaba de levantarse. Te quiero.

Yo también –colgó y después suspiró. Decidió ver la foto que le había enviado su madre, en ella estaba Erick, quien no se parecía en nada al Erick que ella conocía, se veía más maduro, eso pensó. Miró a Sam-. Ojalá mi mamá supiera juzgar a las personas como tú –en ese momento pasó una persona corriendo frente a ellos, vestía ropa deportiva gris con una capucha. Sam se le quedó viendo por un momento, se levantó y corrió tras la persona soltándose de la mano de Vicky-. ¡SAM! –vio que Sam iba tras la persona de ropa gris -¡CUIDADO! –Sam saltó a la espalda de la persona tirándola estrepitosamente de frente-. ¡Santo cielo! –Vicky corrió hacia donde estaban Sam y aquella persona, cuando llegó, Sam aún tenía una pata sobre si espalda, como si le indicara que se quedase quieto-. ¡Sam! ¿Pero qué has hecho? –quitó a Sam- ¿Se encuentra bien? –Vicky esperaba que no fuese de esas personas que creen a las primeras que Sam era un perro agresivo. La persona comenzó a levantarse.

Auch, eso dolió –dijo la persona.

Señor, ¿se encuentra bien? Sam no suele ser así, de hecho él es muy tranquilo. No sé por qué lo hizo.

No se preocupe señorita, estoy… bien –la persona no era otra que Spencer Reid, el genio de la UAC. Ambos se quedaron sin habla cuando se miraron, se quedaron así un rato hasta que Vicky miró el hilo de sangre que comenzó a resbalarle por la ceja izquierda de Reid.

¡Oh mi dios, está sangrando!

¿Qué… -dijo Reid, pero Vicky ya se había adelantado, comenzó a limpiarle la sangre con un pañuelo de tela-. Auch –dijo cuando Vicky le lastimó la pequeña herida.

En serio lo lamento, Sam no hace eso.

Ya se lo dije, estoy bien –le tocó la mano para detenerla. Sus ojos volvieron a encontrarse, solo que ahora quien los interrumpió fue el teléfono de Reid. Vicky se percató que sus manos aún seguían tocándose y retiró su mano, dejando el pañuelo en la mano de Reid-. Lo siento. Reid –dijo cuando contestó-, ok Hotch, llegaré en 15 minutos. Lo lamento, tengo que irme. Mucho gusto Sam –miró a Sam y después de dirigió hacia Vicky- y…

Victoria, Victoria Simmons.

Es un placer, yo soy Spencer Reid –le tendió la mano y Vicky la tomó y rápidamente la retiró de nuevo, Reid rió por un momento-. Espero no te importe, pero ¿me puedo llevar tu pañuelo? Te lo devolveré, lo prometo.

Ok.

Ok. Bueno, me retiro, tengo que ir a trabajar. Fue un placer –se fue corriendo dejando a Vicky parada en el mismo lugar.

¿Ahora qué voy a hacer? –miró a Sam-. No sé si castigarte o premiarte.