Se puede ver a Sasuke con pose digna y a Anbu feliz de la vida…

Anbu: Hola a todos aquí toi otra vez… *mirando a Sasuke* sonríe o te saco la sonrisa a punta de trancazos.

Sasuke: Como voy a sonreír después de ver ese papel del fic anterior? –molesto – y más aun si me dicen que es autentico…

Anbu: Ni que te fuera a matar… ¬¬

Sasuke: Pero estar contigo es peor que estar con el diablo

Anbu: Tomare eso como un cumplido… además se que te gusta estar por aquí.

Sasuke: jaja ¬¬ … y quien es él? Ò.o *señalando a alguien*

Anbu: Pero que descortés soy … te presento a Sebastian Michaels…

Sebastian: *sonriendo y saludando* ^.^

Anbu: Él nos va a acompañar durante este fic y mientras tú y él se conocen mejor… yo presento así que ve *empujándolo* Bien presentación:

Holaa… *pensando* eso ya lo dije… bueno, primero, este es mi primer fic de esta maravillosa serie (como la mayoría de mis otros fic's) y pues está más basado en el manga que en la serie… ya lo había empezado antes de ver el final de la segunda temporada y cuando vi el final (el cual me gusto y a la vez no) dije: me gusta mi idea y seguiré con ella, y pues aquí estoy, compartiéndola con ustedes y esperando que sea de su agrado.

Antes de pasar al fic, quisiera darle las gracias a mí ahora porrista personal Kaz (Gina) gracias por tus sugerencias/correcciones aunque casi me estrangules (XD) y por motivarme a seguir con lo que llevo… y sin más que agregar los dejo con el fic…

*Dirigiéndose asía donde se encuentra Sasuke y Sebastian*


Anbu: Quien de los dos va a decir el Declaimer?

Sasuke: *abriendo la boca para hablar*

Sebastian: Declaimer: los personajes de kuroshitsuji, no son de su pertenencia son de su respectivo autor ^^

Sasuke: O.o


Calor… mucho calor era lo que sentía; sentía su cuerpo arder y que en cualquier momento desfallecería. Una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo, era una sensación que jamás había sentido; era extraña, pero de cierta forma placentera…

Un sonido bastante peculiar se escucho en aquel lugar… ¿Qué había sido? ¿Un gemido? Pero ¿Por qué había salido de sus labios?

Estaba tan embriagado por esas sensaciones que no podía pensar… miraba a un punto del lugar en el que se encontraba, dándose cuenta que observaba la ventana de su propia habitación… ¿Por qué lo había notado apenas?

Otra extraña sensación recorrió su cuerpo, pero esta vez provenía de su bajo vientre… sentía los ojos acuosos, el cuerpo sudado, su respiración agitada, unas manos recorriendo sus muslos internos y una extraña humedad en su sexo…

Alto…. ¿Manos?... ¿Humedad?... procesando de forma lenta esta información, dirigió su mirada hacia sus piernas, las cuales eran cubiertas por sabanas y la silueta que marcaban no era más que la suya… entonces, ¿Qué estaba pasando? Una ligera succión sobre su longitud lo hizo jadear y arquear un poco la espalda, para después gritar un nombre.

-¡SEBASTIAN!

¿Pero qué diablos ocurría? ¿Por qué había dicho ese nombre? Tomo las sabanas, y de un jalón las quito de encima suyo. Su sorpresa fue mayor al descubrirse así mismo desnudo, para seguidamente quedar pasmado al fijarse en la persona que lo hacía experimentar semejantes sensaciones. Su mayordomo se encontraba degustando su pequeño miembro, mientras ~ aun con guantes ~ una de sus manos se dedicaba a acariciar sus muslos y la otra a masajear sus testículos.

Ante semejante visión solo atino a sonrojarse y excitarse más… Los ojos rojos del demonio se posaron en su rostro; había algo extraño, algo que jamás había visto y que jamás creyó ver… Esa mirada mostraba deseo… lujuria y … ¿amor?

No podía ser, él no poseía esos sentimientos, ese ser no necesitaba de placeres tan mundanos… o al menos eso era lo que Sebastian le dijo alguna vez.

Esos ojos rojos tan hechizantes brillaron en la obscuridad, bajo la atenta mirada del pequeño Ciel, quien comenzaba a gemir más fuerte, ya que su mayordomo había aumentado la velocidad de sus succiones, cada vez más rápido… más placentero.

El pelo oscuro del demonio rozaba sus ingles con cada movimiento, haciendo que lo llevara al borde de la locura. Su vientre se contrajo, otra nueva sensación lo inundo, primero un extraño hormigueo muy placentero y después una súbita explosión. No sabría describir ese momento, se sentía tan vulnerable… pero había sido tan agradable, no noto nada más mientras ese sentimiento lo embargo, aun seguía observando a su leal mayordomo, el cual se levanto de entre sus piernas, mostrando que aun llevaba puesto su impecable frac; sonriendo con algo de diversión mezclada con… ¿ternura?

Ciel respiraba entrecortadamente, tratando de recuperarse de aquel orgasmo, siguió los movimientos del demonio, el cual se acerco hasta su oído recibiendo el cálido aliento que le susurro.

-Es hora de levantarse Bocchan.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

-Es hora de levantarse Bocchan – como era costumbre, Sebastian Michaels entraba a la elegante alcoba de su amo para dar inicio a la mañana de la noble familia Phantomhive, dando a conocer el apretado itinerario que la cabeza de esta tenía.

Ciel Phantomhive dormía sobre un costado, abrió lentamente sus azules ojos, fijándose en la persona que ahora se dedicaba a correr las cortinas de su habitación. A su mente adormilada llego un recuerdo… ¿Qué diablos había sido eso?

Se despertó por completo al darse cuenta de la situación. Discretamente dirigió una de sus manos a su entrepierna, descubriendo que en aquella zona de su cuerpo estaba… húmedo.

¡Por la Reina… había tenido un sueño húmedo con Sebastian!

Un leve sonrojo se instalo en sus mejillas. ¿Por qué había soñado de esa forma con él? Lo observo por un momento, ahora le servía su acostumbrado té matutino, y pronto se acercaría para vestirlo.

Vestirlo.

No, no podía permitir que lo vistiera, si lo veía de esa forma, seguramente se burlaría; tal vez sus facciones no se lo mostrarían, pero sabía que por dentro seria otra cosa. Que humillación… ¿qué podría hacer? Necesitaba ayuda urgentemente, antes de que su poca estima quedara más abajo que abajo, y aquí entraba otra cuestión, ¿ayuda de quien?.

Pensó en sus sirvientes, pero una mueca de desagrado surgió al pensar en lo que podrían causar, no eran 100% confiables. Estaba perdido, el pelinegro pronto se acercaría… Una idea cruzo rápidamente su mente, algo que había pasado por alto; el príncipe Souma y Agni habían ido por ordenes del conde a la mansión, les iba a dar instrucciones para hacer una remodelación a la casa de Londres. Esa era su salvación, llamaría a Agni, era un buen mayordomo también pero sobre todo, era prudente.

Sebastian se acerco con la taza de té colocándola sobre la mesita de noche, mostrando esa sonrisa falsa que siempre adornaba su rostro, observo a su joven amo, el cual seguía acostado y cubierto por las sabanas y aunque esto no le pareció extraño, si lo fue el notar una pizca de nerviosismo en sus facciones, algo no muy común en él.

-Sebastian – resonó la joven voz del pequeño – quiero que llames a Agni ahora mismo – su tono, a pesar de ser el de siempre, parecía un poco urgente… la confusión en las rojas orbes lo alerto y no era para menos – Es una orden – se apresuro a decir, al ver que su fiel sirviente no hacía nada y veía las claras intenciones de preguntar – así que ve ahora mismo.

- Yes, my lord – hizo una reverencia y salió en busca del hindú.

Ciel suspiro aliviado, se quito las sabanas de encima, descubriendo que su pijama estaba manchada, al igual que una parte de sus sabanas.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Sin poner gran importancia a la orden de su joven amo, Sebastian fue por Agni, quien como de costumbre, se encontraba ayudando a la servidumbre con sus labores.

-Agni-san, el joven amo lo llama.

Ante esto el hindú solo lo siguió, con su siempre alegre rostro, pero algo lo descoloco un poco, ya que por lo general cuando el conde le llamaba, era dirigido al despacho, no a la habitación de este.

El ojirojo toco a la puerta para seguidamente entrar a la alcoba, junto con el otro mayordomo, encontrándose al peliazul sentado en la orilla de la cama.

-Bocchan, he traído a Agni como ordeno.

-Puedes retirarte… Sebastian.

Tanto Agni como Michaels se sorprendieron ante la orden, ya que Ciel nunca se separaba de aquel mayordomo, era su sombra… el sirviente del príncipe observo disimuladamente al pelinegro, y aunque sus facciones no mostraran su asombro, si podía distinguir una pequeña pizca de confusión en sus ojos.

Sebastian hizo una reverencia y se retiro de aquel lugar, cerrando tras de sí la puerta. Su semblante cambio al estar fuera… era algo extraño lo que su joven amo le había ordenado, pero seguramente no sería nada preocupante, después de todo, los humanos eran algo confusos pero eso los hacía interesantes. Su falsa sonrisa volvió a sus labios, encaminándose a la cocina… debía tener todo listo para el desayuno.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Agni seguía en el mismo lugar, sorprendido aun por lo que acababa de presenciar.

-Agni… - la voz del menor resonó, llamando la atención del peliblanco – se me hace difícil tener que pedirte esto… y la situación en la que me encuentro hace que sea aun más bochornoso – suspiro – necesito tu ayuda.

Si su quijada se pudiese dislocar, seguramente estaría tocando el piso, además de que el color de su tez bien podría competir con el de su cabello. Rápidamente corrió al lado de Ciel para estampar su mano contra la frente de este, espantando al niño.

-¿Te sientes bien Ciel…? – pregunto asustado – ¿estás enfermo?

Si, era verdad que de alguna manera se sentía alegre porque aquel niño orgulloso le pidiese ayuda, ya que le daba a demostrar que por fin estaba confiando en sus nuevos "amigos"… pero a pesar de lo poco que lo conocía, sabia a la perfección que lo que estaba viendo era un verdadero milagro. El ojiazul le dio un manotazo, apartando la mano que mantenía en su frente para que dejase de tocarlo.

-Estoy bien… bueno, más o menos – su expresión no cambio en nada, su orgullo y dignidad ante todo – necesito que me ayudes a vestirme -Seguramente se estaba quedando sordo, acababa de escucharle decir que lo ayudara a vestirse?... Si, seguramente se estaba quedando sordo - Y no quiero que hables con nadie acerca de lo que vas a hacer y ver aquí, ¿quedo claro?

El hindú asintió, tal parecía que después de todo no estaba sordo, pero seguía confundido. Observo como el joven Phantomhive se levantaba, haciendo una seña con la cabeza para mostrarle su pijama y sus sabanas.

-….

Aquel silencio y la extraña expresión en el rostro contrario provoco que se sonrojara y que se avergonzara… pero sin quitar su pose altiva que lo caracterizaba.

-¿QUE…?

-No preguntes…- lo corto mientras se frotaba los ojos, tratando de pensar cómo manejar ese "incidente" – solo quiero que me ayudes con esto – señalando su camisón y las sabanas.

-Bien, joven Ciel – un poco sonrojado y con semblante avergonzado, tomo aire – parece ser que ha llegado el momento de…

-Noooo te preocupes por eso … - le corto por segunda vez - ahórrate la vergüenza; Sebastian ya me hablo de eso… y he de decir que no fue una plática agradable – un escalofrió le recorrió tan solo de recordarlo – él no tiene decencia.

Agni suspiro aliviado, Ciel tenía razón esas charlas era demasiado bochornosas… y lo eran aun más cuando se las das a un niño de la edad del peliazul, pero algo no cuadraba.

-¿Por qué no se lo pidió a Sebastian-dono?

Bien podría haberle contestado que eso no era de su incumbencia, pero al fin y al cabo le estaba ayudando, aunque la respuesta pareciera algo tonta.

-Porque me sentiría aun mas avergonzado de lo que ya me siento – dando media vuelta, se dirigió al vestidor – yo me vestiré, solo… me ayudaras con lo que no pueda.

El peliblanco solo hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

¿Quien se imaginaria que algún día terminaría así?, vistiéndose él solo, no tenía la habilidad para eso. Así mientras Ciel se "vestía" Agni lo ayudaba con las ropas sucias, ya se daba una idea del porque le había pedido ayuda especialmente a él, lo que no le quedaba muy claro, era aquel asunto con Sebastian, era su mayordomo ¿no?... pero más que eso, era su confidente, su amigo… el único que sabía todo sobre ese niño, entonces porque no se lo dijo, no se creía eso de que solo lo llamaba porque era un asunto embarazoso.

Ciel salió del vestidor ya arreglado… o mejor dicho, medio arreglado, ganando de parte del hindú una tierna sonrisa mientras se acercaba a él para acomodar su ropa.

-Cuando dije que no quiero que hables con nadie respecto a esto – el ojigris lo miro mientras terminaba de anudar sus agujetas - me refería a nadie, ni siquiera a Souma…

Agni asintió con un ligero movimiento de cabeza. Phantomhive suspiro dirigiéndose a la puerta junto con el mayordomo del príncipe, el cual aun le daba vueltas al asunto, o tal vez era su imaginación y se trataba solo de un capricho momentáneo del conde.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

El día era soleado con un clima refrescante, todos en aquella mansión se encontraban realizando sus labores diarios, sin excepción. En el despacho de ese gran lugar, un pequeño niño de delicadas facciones, se encontraba revisando los documentos y las cartas que había recibido, las leía muy detenidamente, concentrado en estas… o eso era lo que quería aparentar.

-Chees…Tengo que dejar de pensar en eso – se dijo molesto, si bien el desayuno transcurrió sin mayor problema, todo gracias al príncipe Souma quien no dejaba de molestar y debido a esto su mayordomo no tuvo oportunidad de preguntarle nada ni él de pensar en lo sucedido.

Pero en estos instantes, no podía dejar de pensar en semejante sueño y ni que decir del porqué había sido con ese sujeto. Aventó la carta que trataba de leer, dejándose caer en su cómodo asiento, estaba cansado de darle vueltas al asunto, y sin embargo, no podía sacárselo de la cabeza, se levanto rumbo al ventanal apreciando el enorme jardín en el que se encontraban Finni junto con Agni, barriendo y arreglando este.

-No volverá a suceder – se auto convenció

-¿Qué no volverá a suceder, bocchan?

Se estremeció al escuchar esa voz… ¿qué diablos…? ¿Por qué no lo había escuchado entrar? Se giro para encarar a aquel demonio, quien llegaba con su té de la tarde.

-Tú… ¿qué no sabes tocar? – le reprendió tratando de evitar la pregunta, y todo lo respectivo al problema anterior.

-Pero, bocchan, lo hice… - se defendió sin quitar su sonrisa – dos veces…

Ciel gruño con exasperación, mientras regresaba a su asiento al tiempo que Sebastian comenzaba a servirle y le informaba en qué consistía el té de esa tarde. Tomo uno de los tantos documentos que tenia sobre su escritorio y simulo leerlo, para no prestarle atención a su mayordomo, ya que si lo veía seguramente sus nervios lo traicionarían y realmente no quería tener que lidiar con eso. Recibió la humeante taza junto con el postre, el cual no tenía ni idea de que era y bebió aquel líquido. Necesitaba tranquilizarse. No hay problema, en un instante se marchara, pensó para sí…

-¿Y bien?... – llamo la atención de su joven amo – no me ha contestado.

Maldición… que le daba a ese mayordomo por ser tan curioso, y lo que era peor lo había volteado a ver… se comenzaba a poner nervioso y no sabía bien porque… No, si lo sabía, era culpa de ese estúpido sueño. Su mente no procesaba bien, tenía que contestarle.

-No es nada – mintió – solo hablaba en voz alta – regreso su mirada a la taza tomando otro trago.

Lo que no vio fue la mirada desconcertada del demonio, quien no esperaba esa clase de respuesta, ya que la más lógica, viniendo de su amo seria un sencillo: No es asunto tuyo o alguna otra frase fría y cortante, ese día estaba un poco raro… pero eso no le iba a impedir molestarlo un poco.

-No debería de hacer eso bocchan, alguien podría escuchar algo indebido…- mostrando una sonrisa divertida mientras hacia una reverencia para marcharse, no sin antes añadir – quizás algo comprometedor ¿no cree?

Tras este comentario Ciel casi se atraganta, escucho la puerta cerrarse, maldito demonio y sus comentarios… pero si supiera. Una ola de alivio recorrió su cuerpo al saber que se había marchado. Miro los documentos y suspiro cansinamente, su falta de atención no le permitiría hacer nada, seguramente solo necesitaba descansar, por lo tanto ese día solo se dedicaría a hacer castillos de cartas para relajarse un poco.

Mañana seria otro día, y podría trabajar como era debido.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Un nuevo día, nuevas cosas que hacer, nuevas cosas que pensar… ese sería un día perfecto, o al menos eso era lo que había pensado el joven Phantomhive. Se desperezo, había despertado antes de lo normal, pero se sentía extraño, tenía una sensación muy familiar… y como si se hubiese quitado un velo que cubría sus ojos recordó. Había vuelto a soñar con él…

-No, no, no, no – se descubrió rápidamente, y como si de un deja vu se tratase, descubrió lo que había temido – ¿pero que dem…?

El sonido de la puerta abriéndose lo sobresalto, logrando que se cubriese nuevamente con las sabanas.

-Boochan, es hora de… - detuvo su saludo diario al notar que este ya se avía despertado – veo que ya se ha levantado – adentrándose para abrir las cortinas y seguidamente servir el té – su baño ya está listo, después le espera su desayuno que consiste en…

-Sebastian… - lo interrumpió – llama a Agni ahora –soltó el peliazul un poco turbado, sorprendiendo al demonio; de nuevo llamaba al hindú – es una orden – Se giro para apreciar al pequeño, aturdido, realizo su reverencia y salió de la habitación en busca del otro mayordomo.

-No puede ser – se recrimino – ¿por qué de nuevo?

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

-Mira Agni – llamo el príncipe Souma a su subordinado – ¿crees que esta tela sea del agrado de Ciel? – mostrándole una tela de color rojo quemado de terciopelo – o ¿quizás esta? – extendiendo una de un color amarillo ocre.

Tomo ambas telas de entre las manos de su amo, notando que era de muy buena calidad.

-Debería preguntarle – sugirió

Desde que el príncipe había comenzado a trabajar para el conde y así poder ganar su propio dinero, no habían recibido ninguna orden aparte de administrar la mansión de Londres; es por eso que ambos se sorprendieron cuando Ciel le ordeno, o más bien le confió al joven Souma la remodelación de la misma. Él tendría que escoger los colores y los muebles que decorarían la casa. Por tal motivo el príncipe se encontraba muy entusiasmado, solo quería dar lo mejor de sí para no decepcionar a su amigo y "jefe" Ciel.

Y para que todo fuera del agrado del pequeño niño, preguntaba a todos que opinaban de los materiales escogidos por él, y en muy pocas lo comprobaba con el Conde, aunque este nunca le prestase atención.

Los pasos de alguien bajando las escaleras interrumpió su pequeño análisis, haciendo voltear tanto a amo como sirviente, topándose con el mayordomo de la familia Phantomhive. Sebastian bajaba las escaleras un tanto pensativo… ya eran dos veces seguidas que el joven amo le ordenaba llamar a Agni…

Ambos hindús lo analizaron por un rato, hasta que se paro frente a ellos.

-El joven amo le llama Agni-san – su semblante pensativo no cambio en absoluto, tampoco los miro directamente, solo se dio vuelta dirigiéndose a la cocina, desapareciendo por la puerta…

No sabía si calificar como raro al comportamiento del pelinegro. Dejo al príncipe revisando sus telas mientras él se dirigió a la habitación del Conde, su instinto le decía que seguramente lo encontraría ahí, además de creer saber el porqué lo llamaba.

Al llegar confirmo sus sospechas, suspiro largamente… Ciel estaba en la misma posición que el día anterior, solo que esta vez de frente a la puerta, parecía que ese sería un largo día.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Un cielo oscuro adornaba ese día junto con una fuerte lluvia. Tal parecía que el clima concordaba con sus emociones, bueno, eso es lo que hubiese pensado si tan solo supiera definir cuáles eran en esos momentos…

¿Felicidad?... ciertamente eso estaba descartado; ¿miedo?... definitivamente no; ¿ansiedad?... quizás; ¿vergüenza?... si, esa sería una; ¿frustración?... esa, sería la más indicada; ¿enojo?... si lo analizaba bien, no estaba realmente enojado… ¿confuso?... si, más bien así se sentía.

Habían pasado seis días… seis largos días teniendo el mismo maldito sueño; quizás no fuese el mismo, tenía variaciones pero al final tenían dos detalles en común:

1.- Eran bastante… sensuales y

2.- Todos, sin excepción eran con una "persona"… Sebastian.

Desparramado en su asiento, Ciel, se encontraba encerrado en su despacho, había puesto el seguro a la puerta, no quería que nadie le molestara, pero sobre todo era una buena forma de saber que su mayordomo entraría; ya que desde que había comenzado con su pequeño problema, su falta de atención se convirtió en un habito bastante desagradable, además de comenzar a levantar sospechas; no era muy de él separarse demasiado de Michaels y a decir verdad eso era lo que hacía cada vez que se levantaba y que se acostaba, solo había algo relativamente bueno, su destreza en vestirse y bañarse, ya no era tan malo, tal parecía que estaba tomando practica.

Durante esos días lo había pensado bien, realmente los sueños no le desagradaban, aunque estaba algo confuso del porque tenían que ser con ese demonio. Pero una cosa es soñarlo y otra es despertar con la evidencia entre las piernas, afortunadamente Agni le había ayudado, el nuevo problema era que si seguía así ¿qué pasaría cuando ya no pudiese retener a Souma?

Había sido una gran idea molestarlo con eso de la remodelación, pero ahora, ya no le parecía tan divertido, ya que esa sería la escusa para que se fuese de ahí. Si Souma se iba, Agni se iba. Si Agni se iba, no tendría cómplice y si no tenia cómplice, forzosamente Sebastian se enteraría, si Sebastian se enteraba preguntaría hasta destrozarle el orgullo para que le contestase, si le contestaba (que era lo más seguro que haría)… bien, no sabía que pasaría.

-Podría ordenarle que olvidase el asunto… - pensó en voz alta – No, sería imposible que lo olvidase si cada que me despierte se encuentra con lo mismo.

Se froto la sien tratando de encontrar alguna solución, ¿por qué le estaba resultando tan complicado?

-Quizás Tanaka…- susurro, pero así como había acudido esa idea, la desecho, Tanaka era muy estricto y no quería ni pensar lo que podría ocurrir.

Se inclinó sobre un montón de papeles, tironeándose el pelo, la cabeza le comenzaba a doler de tanto pensar, era la primera vez que realmente, no sabía qué hacer.

-No se me ocurre nada - desesperado comenzó a darse de topes en la cabeza sobre su escritorio. Si, ya lo podía ver, Sebastian entrando como era costumbre para levantarlo y descubrir que la cabeza de la casa, el conde Phantomhive, dueño de la compañía Funtom y fiel perro guardián de la reina, había tenido un sueño húmedo, ¿qué le diría? "No es nada, solo un sueño en el que mi fiel mayordomo aparece entre mis piernas haciéndome una mamada" … sonaba tan decente.

-¿Trata de descubrir con cuántos golpes de su cabeza se rompe la mesa? – escuchó la voz del demonio, ocasionando que el calor bañara sus mejillas - No pensé que estuviese tan aburrido.

Parecía ser que estaba peor de lo que imaginaba, no lo había escuchado introducir la llave y mucho menos abrir la puerta, ¿qué más podría sucederle? Levanto lentamente su rostro solo para llevarse un buen susto, Sebastian se encontraba al otro lado del escritorio, con el carrito donde llevaba su té, mirándolo con esa sonrisa… suspiro cancinamente, cada vez iba de mal en peor, ahora ya ni siquiera lo sentía acercase. Se enderezo en su asiento fijando su vista en un punto indefinido mientras el pelinegro comenzaba a servirle su té.

Desde que sus sueños habían comenzado, trataba excelsamente no mirarlo más de lo debido, pero por alguna extraña razón, en ese momento, era como si algo lo incitara, como si de un imán se tratase. Su pelea interna entre mirarlo o no fue corta, su curiosidad era más grande; sin embargo no estaba preparado para lo que sucedería.

Le dio un vuelco el corazón cuando lo miró ocasionando que el aliento se le quedase atrapado en la garganta. Nunca lo había apreciado a como lo hacía en ese instante; alto y delgado, sus hermosos rasgos eran agudos, cincelados, parecían aristocráticos y a la vez era la cara de un rebelde, alguien que vivía su vida exclusivamente en sus propios términos, realmente poseía una extraña clase de belleza masculina, una que te incitaba al pecado. Ok, ahora sí que estaba impresionado de verdad, sus ojos continuaban clavados en aquella escultural figura y si no fuese tan orgulloso seguramente estaría hasta babeando.

Sebastian podía sentir la aguda mirada de su joven amo posada sobre él, algo raro, ya que nunca lo observaba con tanta insistencia y menos aun en esos últimos días. Si bien el pequeño había estado actuando un tanto peculiar; era como si lo estuviese desplazando, pero claro, eso no le importaba realmente, siempre y cuando el contrato se cumpliese. No importaba lo que el humano con el que tenía el sello hiciese, él lo seguiría y lo obedecería hasta el día en que todo terminara. Aun así, tenia curiosidad de saber las razones del porque se comportaba de esa manera, no parecía el mismo de siempre.

Termino de servir, solo para encontrarse con que su joven amo aun seguía mirándolo fijamente… conecto su roja mirada con la azul del menor, pero había algo singular en los ojos contrarios, algo que no sabría reconocer o quizá sí, pero no podía ser lo que creía. Al instante Ciel rompió el contacto que mantenían sus ojos posándolos sobre su escritorio.

Más idiota no podías ser, se recrimino así mismo el joven Phantomhive, se había quedado tan ensimismado apreciando a ese espécimen, que no se había dado cuenta que prácticamente se había embobado, y no le había quitado la vista de encima a Sebastian hasta que ya había sido muy tarde, solo esperaba que no lo hubiese notado. Pero eso ya no importaba, lo que ahora deseaba era que lo dejase solo, ya que últimamente siempre que estaba cerca de aquel tipo se ponía nervioso y su reciente descubrimiento empeoraba las cosas.

Michaels se acerco para dejarle su taza de té, depositándola cerca del conde, quien trataba a toda costa de no verlo, pero algo llamo la atención del demonio, algo en los papeles que se encontraban regados en el escritorio y que eran importantes… Los tomo para revisarlos mientras Ciel tomaba su taza y comenzaba a beber de ella, ocultando su impaciencia por que se retirara. La falta de movimiento por parte del pelinegro lo alarmo un poco, haciendo que regresase la taza a su lugar y lo observara, pero aquel perfecto rostro no mostraba nada.

Un suspiro salió de los labios del ojirojo mientras tomaba otro de los papeles, ocasionando que el peliazul se pusiera más nervioso, ¿qué habría visto?...

-Bocchan – su voz tenía un extraño tono, como si quisiera comprender algo – si se encontraba tan aburrido hubiese sido mejor ir a molestar a Souma-sama, en lugar de garabatear sobre papeles tan importantes.

Ciel frunció el ceño… no tenía ni idea de a qué se refería, hasta que tomo en sus manos una de las tantas hojas regadas, sus ojos casi se salen de sus cuencas, se puso pálido y comenzó a sudar frio… dejo de lado ese papel para ver los demás, ¿qué demonios le estaba pasando? Todos sus documentos se encontraban garabateados, todos sin excepción tenían escrito, con su propia letra, el nombre de Sebastian.

Rememoro, pero de nada sirvió, no tenía ni idea de en qué momento había comenzado a escribir sobre esos documentos, lo único que recordaba era haber estado pensando que hacer con su problema, el cual seguía sin solucionar, y para colmo ahora tenía un nuevo problema, el cual necesitaba solución inmediata, debía evitar que viese los demás documentos garabateados con su nombre, si los veía ¿qué le diría? Quizás en otras circunstancias su ágil mente hubiese planeado algo, pero en estos momentos su cerebro no trabajaba al 100% y menos aun teniendo a Sebastian cerca.

Rápidamente comenzó a juntar todas las hojas regadas que tenia sobre su escritorio, hasta tenerlas en una sola pila de pequeño tamaño. Se levanto súbitamente de su lugar para así poder arrebatarle los documentos al demonio, quien seguía revisando las hojas. Se congelo cuando una sacudida de electricidad lo recorrió sorprendiéndole y sobresaltándole, ocasionando que su corazón comenzara a latir con fuerza, ya que al quitarle las hojas al otro había rozado casualmente sus dedos, lo cual a su pensar era una estupidez, ¿Cómo es que hubiese sentido eso solo con tocar sus dedos? Esa y un sinfín de preguntas aparecieron repentinamente en su mente.

Por enésima vez se reprocho a sí mismo, ¿qué tenía ese tipo, que no podía dejar de mirarle? Pero había algo extraño en la expresión del ojirojo, parecía confundido. Tal vez se debiese a su inusual comportamiento, quizás se estuviese dando cuenta de algo y si seguía escudriñándolo más cuenta se iba a dar. El nerviosismo del joven Ciel aumento al percatarse de que su mayordomo tampoco había desconectado sus miradas, pero por más que se ordenaba, no podía apartar la vista de esos ojos tan rojos como la sangre, y tan diabólicos como su dueño, brillaban a opinión del menor que temblaba ante aquella sicalíptica mirada carmesí.

Estaban separados por pocos centímetros y el rostro de Sebastian perecía estar cada vez más cerca del contrario, era como si una poderosa fuerza de gravedad los atrajera. Ciel no parecía ser del todo consciente de sus actos y todo cuanto habitaba su cabeza y su mente, quedó reducido a nada, Una singular corriente de aire le recorrió la nuca, haciéndolo estremecer y poniéndole la piel de gallina. Podía apreciar el aroma de su mayordomo, un aroma que jamás había notado y que no podía reconocer, el aliento contrario chocaba contra su rostro y curiosamente tenía el mismo aroma impregnado, era embriagador y aturdidor.

Aun había una distancia considerable entre ambos; sus mejillas se tiñeron de rojo al darse cuenta que realmente deseaba que esa poca distancia entre ambos desapareciera, y más aun al sentir esa corriente nuevamente, era como sentir el cálido aliento de alguien acariciando su nuca. Repentinamente unos brazos lo rodearon a sus espaldas, sujetándolo por el cuello, para seguidamente ser atraído hacia un cuerpo de exuberantes curvas obligándolo a recostar el cogote sobre algo realmente suave.

-Lindo – rompió el silencio una voz femenina, haciendo que su aturdida cabeza volviera a funcionar. Lo primero que proceso fue el rostro sorprendido de su mayordomo, para inmediatamente girar su rostro. Su sonrojo aumento aun más al descubrir que aquello suave y que ahora se encontraba pegado a su mejilla era nada más y nada menos, que el pecho de una linda chica china que él conocía muy bien – Muy lindo – reitero.

-Tienes mucha razón Ran Mao- una segunda voz se escucho en aquel lugar - el Conde se ve realmente lindo con ese tono rojizo en sus mejillas.

Fijo su vista asía el punto de donde provenía aquella voz tan familiar, encontrándose con un sonriente chino. Lau ya se encontraba sentado frente al escritorio del joven Phantomhive, recargando ambos codos sobre la mesa mientras su rostro reposaba sobre sus manos. El rostro de Ciel no tenia precio, estaba tan rojo, que bien podría haber pasado por tomate, sus labios estaban abiertos y a pesar de que se movían, con la clara intención de decir algo, de ellos no salía palabra alguna. De lo que nadie se percato, fue que Ciel no había sido el único aturdido; aquel mayordomo vestido de negro trataba de asimilar lo ocurrido. Al instante, cualquier vestigio de confusión, desapareció de aquel estoico rostro, dejando ver esa falsa sonrisa que lo caracterizaba.

-No teníamos idea de que hubiera invitados – Sebastian regresaba a su papel de mayordomo, actuando como si nada de lo que sea que haya sido, hubiese ocurrido – me disculpo por esta falta de atención – llevando su mano derecha sobre su pecho, en un claro gesto de disculpa – les serviré el té inmediatamente.

Sirvió el líquido con esa elegancia que portaba, para seguidamente depositarlos sobre el escritorio de su joven amo, el cual seguía siendo abrazado por Ran Mao y de quien trataba de zafarse a toda costa.

-¿Qué estás haciendo aquí Lau? – pregunto sobresaltado el joven Conde, siendo abrazado aun mas insistentemente por la chica.

- Awww… nosotros solo queríamos visitar al Conde – respondía alegremente mientras comenzaba a tomar su té.

-Si me disculpan – hablo el ojirojo al tiempo que hacia una reverencia – iré a terminar los preparativos de la comida.

Salió de aquella habitación, teniendo como ultima vista, la imagen de Ciel tratando de deshacer el garre de aquella mujer, sin conseguirlo, mientras la otra se aferraba cada vez más a este.

Se quedo de pie dándole la espalda a aquella puerta de madera, su semblante cambio repentinamente, frunció el ceño logrando una expresión mescla, de reflexión y desconcierto. Si bien el comportamiento de su joven amo había sido peculiar en esos días, había algo que no le era del todo claro. Y ahora se le hacía cada vez menos comprensible, ¿porqué todas aquellas hojas tenían escrito su nombre?...

Era consciente de su falta de entendimiento hacia los humanos, pero a pesar de esto los conocía y sabía que era lo que les gustaba, lo que pensaban, lo que deseaban, y aun así no lo comprendía. Alzo su mano enguantada, hasta posarla frente a su rostro, analizándola cuidadosamente. ¿Qué había sido eso? En el momento en que su joven amo trato de quitarle los documentos de sus manos, una extraña sensación lo invadió en el instante en que los pequeños dedos rosaron con los suyos, había sido algo que no conocía, algo que jamás había experimentado en todos sus eones de vida.

Y después el haber conectado sus miradas, por alguna razón que no entendía, ni conocía, había tenido el extraño impulso de arrancar ese parche que cubría la marca del contrato, solo con la intención de poder apreciar sus ojos, pero no solo había sido eso, sin darse cuenta de en qué momento había ocurrido, un peculiar deseo se apodero de él, ocasionando que se acercara demasiado al pequeño; un deseo inexplicable para ese demonio.

Inicio su caminar hacia la cocina, aun reflexionando, quizás solo había sido la tensión del momento. Suspiro cansinamente, tratando de olvidar aquel suceso, ahora debería de preparar más comida, ya que tenía dos invitados adicionales, sería un día pesado.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

-No cabe duda que los dulces de ese mayordomo son muy buenos – Lau se había sentado en el sofá que se encontraba en el despacho del joven Phantomhive, mientras degustaba muy plácidamente el exquisito pudin de manzanas, recubierto de fondant [Anbu: para los que no sepan, es una decoración repostera, por lo general es una crema usada como relleno o recubrimiento] igualmente de manzana, decorado con trozos de la misma.

Mientras tanto Ciel trataba de arreglar sus ropas, después de haber conseguido que Ran Mao lo dejara en paz y comenzara a comer y beber. Fue a sentarse frente al pelinegro, siendo separados por la mesa de té que decoraba el lugar. No sabía si maldecir al sujeto que se encontraba delante de él o agradecerle por ser tan oportuno.

-¿Porqué vienes aquí con este clima? – pregunto un tanto desconfiado el menor - …y sin avisar.

En realidad quería tratar de evitar el tener una conversación sobre lo que el chino pudo haber visto, ya de por si se encontraba bastante confundido por lo ocurrido y más aun por lo que sentía.

- Ya lo dije, quería visitarlo – dándole de comer a su querida hermanita en la boca quien ahora se encontraba sentada en sus piernas – y además con este clima, no se me ocurría nada mejor que hacer.

Frunció el seño ante aquel comentario, ¿acaso todo aquel al que conocía le veía escrito en alguna parte "en caso de aburrimiento, venga a molestarme"?, parecía ser que sí. Tomo un pedazo de su pudin y se lo llevo a la boca.

-Y he aprendido la lección, la próxima vez tocare – comento el oriental, ganando una mirada inquisidora por parte del peliazul – podría encontrarlo… indispuesto.

Ciel se atraganto con el vendito pan, tosiendo un par de veces, comenzó a darse de palmadas en el pecho para pasárselo hasta que se recupero, no podría estar hablando de eso ¿o sí?...

-Pero Conde – quitando su sonrisa y cambiando su expresión a una más sombría, siguió – ¿está bien lo que hace? – Phantomhive clavo su mirada seria en aquel sujeto, observando atentamente como tomaba con el tenedor aquella fruta y comenzaba a balancearla – Podría ser la manzana de la discordia, tan tentadora que lo ínsita a tenerla hasta llevarlo a la perdición. Todos la ambicionan y usted tal vez la tenga, pero… ¿realmente está destinada a usted? O quizás, ¿será uno más de aquellos que se destruyen por obtenerla?

El ojiazul reflexiono un poco sobre lo que Lau había dicho, quizás tenía razón, pero ¿cómo saberlo?, ni siquiera el comprendía lo que le sucedía. De lo que no tenia duda era el que Sebastian representaba esa manzana de la discordia, pues simbolizaba el odio, la envidia, la codicia, la egolatría, la vanidad; y solo por unas simples palabras todos la deseaban, querían tenerla, pero nadie sabía a quién pertenecía, y eso la hacía más tentadora, llevándolos a un caos en el cual, lo que era, no importaba, solo lo que significaba tenerla…

Aquel demonio tenia tantos años que seguramente había tenido infinidad de amos a los que había devorado, y con los cuales nunca había tenido que lidiar tanto tiempo como lo estaba haciendo con él, sumándole el hecho de que jamás tuvo como amo a un niño, pero eso no importaba, al final terminaría igual que ellos, seria devorado por Michaels. Eso significaría que no estaba destinado a él, pues realmente no pertenecía a nadie. Entonces solo se convertiría en uno más… y después llegaría otro amo.

El simple hecho de imaginar a Sebastian con otra persona hizo que le hirviera la sangre, tan solo de pensar que alguien, alguna vez pueda o pudiera haber tenido una relación con el demonio, de igual forma en la que él la tenía lo hacía enfurecer. O peor, el que pudiesen haber tenido algún tipo de encuentro como el de sus sueños, lo ponía más que colérico y ocasionaba que un sentimiento lo invadiera, uno que le era ajeno.

-Esa manzana nunca será mi perdición... porque yo la controlo - su voz tenia impregnada una seguridad tan convincente que no dejaba ninguna duda y mucho menos admitía réplicas. Era verdad, él controlaba a Sebastian.

-Usted la podrá controlar, pero ¿realmente le pertenece?

-¡Si yo la controlo es porque es mía!

Se sorprendió ante sus propias palabras, ni siquiera las había pensado y ya habían escapado de sus labios. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue la interesante elección del pronombre posesivo, además de la forma en la que lo había expresado, se sintió como un martillo contra los oídos, y tal fue la fuerza y autoridad comprimida, que por un instante pudo apreciar el apabullamiento en ambos rostros contrarios.

-Él es mío – repitió en voz baja para sí mismo, mientras posaba la vista en su pudin, aunque no fue lo suficientemente bajo, puesto que Lau lo escucho. Se encontraba perdido en un mar de confusión. Su cerebro trabajaba a toda velocidad, necesitaba entender aquello ya mismo. Acababa de revelar lo que sentía y ni siquiera tenía claro el porqué le pasaba. Y entonces analizo aquel extraño sentimiento… era molestia. Se sentía tan molesto, tan… celoso.

-El Conde parece muy seguro – el pelinegro lo saco de sus pensamientos - espero que realmente sea suyo, seria desagradable que aquello de lo que tanto presume, termine no siendo realmente de usted - Analizo lo dicho por su invitado, tenía razón, por ahora lo controlaba porqué le pertenecía, ¿pero qué ocurriría después? Cuando ya no fuera más suyo… -Y bien… - sonriendo alegremente - ¿de quién hablamos?

Phantomhive tenía la boca desencajada y su único ojo visible en blanco, además de que su ceja izquierda saltaba en un curioso tic nervioso.

-T-T-Tu… - Una gruesa vena se marco en su frente, siempre era lo mismo con ese tipo, a veces se preguntaba si lo que decía Sebastian sobre Lau acerca de ser un "…hombre despistado" era verdad, o simplemente este sujeto lo hacía adrede – Si no sabes de qué hablamos, quieres explicarme ¿a qué te referías con eso de "indispuesto"? – cuestiono exaltado el peliazul.

-Pues porque… - comenzó su explicación mientras le picoteaba los cachetes a su querida Ran Mao – la última vez que lo interrumpí en una revisión de papeles con su mayordomo, termine de frente a la pared y cargando dos baldes de agua como castigo – su semblante paso a ser de tristeza – no quiero volver a estar en el rincón.

Ciel suspiro con pesadumbres, la cabeza le daba vueltas, toda aquella conversación lo había llevado a descubrir algo con lo que no estaba relacionado. Celos, una palabra que jamás había entrado en su vocabulario; cada vez entendía menos lo que le ocurría y esta vez necesitaba hablar con alguien, solo que en esta ocasión, no sabía a quién acudir.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Dos semanas… llevaba dos semanas pidiéndole lo mismo, siempre que entraba en la habitación para despertarlo, su joven amo le ordenaba que fuese por Agni y de igual forma era al momento de dormir y eso comenzaba a irritarlo, se suponía que era él quien se debía de encargar de todos los cuidados de aquel niño.

Sebastian Michaels, se encontraba preparando el exquisito pastel de Mousse de chocolate que acompañaría al té de esa tarde; y a pesar de parecer concentrado en aquella tarea, realmente se encontraba meditando lo ocurrido unos días atrás, cuando Lau había aparecido. Por más que lo había intentado, no había podido sacarse de la cabeza aquella sensación tan extraña que lo había invadido al momento de tocar los dedos de Ciel, se había sentido confundido después de que aquel sentimiento lo invadiera, más sin embargo quería volver a experimentar aquella sensación, pero como hacerlo si ya no lo dejaba tocarle.

Suspiro resignado, por el momento tendría que quedarse con las ganas. Pero de algo estaba más que seguro, la razón de que lo evitara en esos días y por la que no dejase que lo tocara, tenía que ver con su súbita falta de atención y con lo que sea que le pidiese hacer a Agni, quien parecía haberlo remplazado.

El sonido de los pasos de alguien interrumpió su reflexión, parecía ser que se dirigían a la cocina. A los pocos segundos la persona con la que quería hablar apareció por la puerta, mostrando aquella sonrisa que lo caracterizaba.

-Sebastian-dono ya he terminado – informo Agni acercándose al pelinegro – ¿hay algo más en lo que pueda ayudarlo?

El demonio clavo su mirada en el hindú, esa sería una gran oportunidad para saber las razones que tenía su joven amo para su extraño comportamiento.

-¿Puedo molestarte con la preparación de la salsa Cumberland [Anbu: en pocas palabras es salsa inglesa, pero suena más guay] para esta noche? – Pregunto cordialmente, sabiendo de antemano la respuesta – la receta está ahí… - señalando uno de los cajones.

- ¡Seguro! – respondió emocionado el peliblanco yendo a sacar dicha receta.

Michaels, se veía pensativo y preocupado, o más bien fingía tener esas expresiones; como demonio que era sabia como manipular a los humanos, y conociendo a Agni, el caería en su juego. Agni dirigió su mirada hacia el mayordomo de la mansión Phatomhive, y lo que vio lo preocupo, no era muy común ver a Sebastian con ese semblante.

-¿Ocurre algo malo?- cuestiono el mayordomo del príncipe, impregnando su pregunta con su propia preocupación por su amigo

Sebastian cerró momentáneamente los ojos para seguidamente suspirar, dejando de lado el postre que estaba preparando, todo iba según su plan.

-Me preocupa el joven amo – confeso

-¿El joven Ciel?

Ante la pregunta el ojirojo hizo un gesto afirmativo con la cabeza, sin dejar de lado aquella falsa preocupación.

-Ha estado actuando extraño últimamente y me gustaría saber la razón – volvió a mirar a Agni, quien parecía acongojado, era como si se debatiera internamente, una imperceptible sonrisa adorno su rostro – quizás usted sabría algo.

-Yo… - su corazón se apretó, creía comprender lo que Sebastian sentía, si el príncipe Souma le hiciera algo así, seguramente él estaría igual, aun así… - ¡no puedo decirle! – sentencio abruptamente

-¿Qué? – la sonrisa desapareció inmediatamente después de escuchar esas palabras, además de haber sido tal la sorpresa por esa respuesta, que había contestado sin pensar, infiltrando un poco de su sorpresa.

-Le prometí al amo Ciel no hablar de eso – se excuso, comenzando a alterarse, sorprendiendo aun más a aquel demonio – además, no se gran cosa – pareciera ser que el hindú había reventado, pues de sus ojos comenzaban a caer ligeras lagrimas de desesperación mientras juntaba sus manos.

-Tsk – realmente ese niño es muy astuto se dijo así mismo, que tonto había sido, cuando se trataba de aquel pequeño no había nada fácil, se cruzo de brazos en pose pensativa – ¿solo lo suficiente, no es así?

-Creo… - dudo un momento, quizás sería bueno comentarle algo, así Ciel podría hablar con su mayordomo sobre lo que le ocurría, y podrían volver a ser como eran antes, volver a estar unidos - … me parece que tiene algo que ver con usted, Sebastian-dono

-¿Conmigo? – ese día parecía ser de sorpresas, pues el asombro en su rostro apareció nuevamente.

-Si… - se tranquilizo, quería volver a unirlos como lo estaban antes, tenía que conseguir que por lo menos Ciel le dijera, cuál era su inconformidad – pero, yo no soy quién para decirle, sería mejor que hablara con el amo Ciel, estoy seguro que si habla con él todo esto se arreglara.

Ladeo la cabeza analizando lo dicho por su compañero, sabia mejor que nadie, que aquello que le proponía hacer no daría resultado, aquel chiquillo era tan singular, que a veces ni el mismo podía entenderlo; aunque nunca estaba de más intentarlo, no perdía nada. Quería hallar de qué se trataba, ahora más que antes, pues ya había descubierto que tenía algo que ver con su persona.

~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~~»§ ANBU §«~

Había tenido un día bastante laborioso, al amanecer todo había estado tan tranquilo, eso había sido solo hasta que su conversación con Agni terminara. Parecía que el príncipe Sounma y los demás sirvientes se hubiesen puesto en su contra, y es que: ¿a quién demonios se le ocurría hacer una prueba de calidad de semejante forma?

Todo había comenzado con una explosión, para seguidamente encontrarse con un tremendo desastre, había balazos en el recibidor, a la biblioteca le faltaba una pared y el almacén había sido víctima de un incendio. Y todo por una supuesta prueba de calidad ¿Quién, en su sano juicio, compraría un mueble, solo para probar que tan resistente era?

Sin mencionar a cierto shinigami pelirrojo que lo ponía de nervios cada vez que aparecía, Grell había adquirido la desagradable costumbre de "visitarlo" y retrasar todo su itinerario. Y ahora, se encontraba parado frente a una puerta, en la cual llevaba un considerable rato tocando. Cansado de tocar Sebastian decidió entrar al despacho del joven Ciel.

-¿Bocchan? – y como en los días anteriores, lo encontró distraído, observando el jardín desde aquel ventanal dándole la espalda. Michaels analizó al pequeño, mientras se acercaba cada vez más a este, pero más que distraído parecía pensativo.

Ante esto, aquel mayordomo frunció el ceño, si su joven amo estaba tan preocupado por algo, lo único que debía hacer era decirle, y así él eliminaría cualquiera que fuera su inquietud. En vez de eso, lo único que hacía era ignorarlo… aquella irritación que sentía comenzaba a incrementar. Cerro sus ojos para tranquilizarse, quizás estaba exagerando las cosas. Clavo su roja mirada sobre aquel pequeño, si le llamaba, seguramente no le aria caso, los días anteriores eso no había funcionado. Torció los labios, tendría que acercarse más para que notase su presencia.

Se acerco al peliazul, pero estaba tan ensimismado que ni así se dio cuenta de la presencia del otro. El pelinegro sonrío ante la idea que cruzo su mente, quizás se molestaría con él, pero qué más daba. Se paro detrás del ojiazul, acerco sus labios al oído contrario, mientras posaba cuidadosamente sus manos sobre los pequeños hombros de su amo.

-No se deje a usted mismo tan indefenso solo porque estoy aquí. Debería de ser más cuidadoso…

Y todo ocurrió tan rápido, en el instante que lo toco y le hablo, sintió como el cuerpo ajeno se tensaba, para seguidamente voltearse bruscamente quedando de frente con semblante sorprendido; Ciel se cubrió inmediatamente la oreja en la que le había susurrado dando un paso atrás. El mayor sonrío, parecía ser que estaba más distraído de lo que había imaginado; y entonces, algo extraordinario capto su atención… Su joven amo, tenía las mejillas arreboladas, aquella piel nívea de textura suave y delicada se encontraba adornada por un hermoso tono rojizo.

Ante esto Sebastian quedo sorprendido, jamás había visto de aquella forma al pequeño Phantomhive. El peliazul clavo su mirada en aquel demonio, para inmediatamente desviarla y posarla en algún punto, notando en esta el sentimiento de vergüenza que invadía al menor. No podía describir lo que acababa de presenciar, aquel niño se veía tan indefenso, tan hermoso, tan… lindo; si, ese era la palabra, lindo, la misma que utilizara Ran Mao en aquella ocasión.

Y como la vez anterior, un extraño impulso apareció, quería tocar esa blanca piel, apresar entre sus brazos aquel frágil cuerpo y acariciar ese cabello tan dócil. Se sorprendió ante sus propios pensamientos… sus deseos. Era una mescolanza de sensaciones que le hacían anhelar cosas, que sabía, jamás podría tener. Sacudió su mente de aquellos sentimientos tan inusuales en él, comenzó a servir el té, era un mayordomo; más que eso era un demonio, y como tal su estética no le permitía tener aquellos deseos tan extraños sobre su pactante. Además había un asunto que necesitaba resolver en esos momentos, descubrir que era lo que le ocurría a su joven amo y para eso debía crear un ambiente que le diese la oportunidad de averiguarlo.

Coloco aquella humeante taza sobre el escritorio, mientras Ciel se acomodaba en su asiento y esperaba a que su fiel sirviente le diera su postre. Sebastian coloco aquel pastel frente al menor, quien parecía nervioso, algo que noto al no recibir reproche alguno por su atrevimiento anterior.

-¿Desea comentarme algo? Bocchan – pregunto sin más, logrando que el de ojos azules se helara, recibiendo la respuesta que ya esperaba.

-No, nada importante – contesto, usando aquel tono de voz tan lleno de poderío que lo caracterizaba, pero había algo en su tono que no lo hacia el de siempre, algo que solo Sebastian era capaz de notar.

Como ya era costumbre, el Conde evitaba mirarlo y hablarle más de lo necesario, y esto ocasionaba que la irritación del pelinegro fuera en aumento; se tranquilizo un poco, bien, si no funcionaba de la forma indirecta, utilizaría la directa.

-Bocchan… - el aludido poso su mirada en él, evitando aquellos ojos carmesí – quisiera hablar con usted…

El menor se estremeció, sabía que en algún momento ese sujeto le preguntaría, pero no creía que tan pronto, aun tenía muchas dudas en su cabeza, las cuales no le dejaban pensar con claridad, y en esos instantes, no tenía ninguna escusa que no sonara patética.

-De… - las palabras del menor fueron cortadas por el sonido del teléfono que se encontraba sobre el escritorio. Los dos miraron el aparato, un suspiro de alivio escapo de los labio del joven, mientras su mayordomo aniquilaba a la pobre maquina con la mirada.

Maldita tecnología de mierda…, pensó, mientras Ciel contestaba.

-¡Diga! – sus facciones cambiaron instantáneamente a unas de sorpresa, mientras una leve sonrisa surcaba su rostro - …Klaus, ha pasado mucho tiempo - Sebastian suspiro molesto, si se trataba de Sir Klaus su llamada tomaría tiempo - … ¿enserio? Entonces ¿vendrás mañana? – Ciel hizo un gesto con la mano para llamar la atención de su mayordomo - …Por supuesto, sabes que no hay mejor hospitalidad que la de los Phantomhive, tanto que incluso las molestias son evitadas…

Michaels comprendió aquellas órdenes dadas por su joven amo, realizo su reverencia y salió de aquel lugar, dejando al pequeño Ciel conversar con su tío, mientras él se dirigía a organizar los preparativos para la llegada de Sir Klaus. Aun así en su interior iba despotricando en contra de aquel que hubiese inventado el teléfono, ahora que su joven amo sabia de sus intenciones, le sería más difícil averiguar lo que quería.

Y por si fuera poco, debía de analizar sus propios sentimientos, aquellas sensaciones que le ocasionaba el joven Conde, no las reconocía. Lo que estaba sintiendo con él no lo había sentido con nadie, y eso lo aturdía un poco.

Contunuara...


Sasuke: Entonces es un demonio… o.o

Sebastian: Y un mayordomo…

Anbu: Y mi abogado…

Sasuke: Que? O.o

Sebastian: Soy su abogado, por ordenes del joven amo.

Anbu: *sonriendo*

Sasuke: *molesto* Por eso obtuviste ese contrato verdad? Fue gracias a él

Sebastian: No… en eso no fue necesaria mi intervención, a decir verdad fue demasiado fácil tratar con Tsunade.

Sasuke: Maldita vieja *volteando* te hablan los lectores

Anbu: mmmm… Pues espero que les haya gustado… y si no, pues ya ni modo… ya están aquí jajajajajaja…

Sasuke: *en voz baja* Porqué eres su abogado? Aparte de que te lo ordenaran

Sebastian: Porque es peor que el diablo y por culpa del joven amo… u,u … siempre es así? *señalando a Anbu*

Sasuke: A decir verdad hoy está muy… alegre.

Anbu: Dejen de cuchichear… *asustándolos* en fin, este fue el primer capítulo y pues ya saben qué hacer si les gusto… emocionarse y bla, bla…

Sasuke: Tu siempre tan sutil…

Anbu: jaja… mira quién habla… muevan el trasero y vamos a comer, que tengo hambre.

Sebastian, Anbu y Sasuke: Hasta el próximo capítulo.

Se aprecia como Anbu y Sasuke siguen peleando mientras Sebastian no les quita la mirada de encima.