Creo que es obvio aclarar que los personajes son de Rumiko, ¡Pero vale aclarar!

Bueno, ésta historia es para todo ¡Siéntate! ( barra forum/Sientate/84265/) por mis fallos en las rondas de retos.

Para Moun ( barra u/2992235/Moun) por fallarle y para Morgan ( barra u/2057743/Madame-Morgan) por mismas razones y ser mi beta.


Memorias

Pasó sus largos dedos por el borde de aquel álbum, sintió ese extraño plástico que recubría todos los recuerdos. Esa era una foto muy divertida, era una de las primeras. Él miraba con curiosidad la cámara, muy cerca del lente; ella estaba atrás mirando con una tierna sonrisa la situación.

Kagome sacó una cámara de su mochila y exclamó "¡Mira, Inushaya!" y tomó una foto de Inuyasha comiendo Ramen.

¿Qué es eso? —bufó el mitad demonio mirando aquel objeto

Es una cámara de fotos —explicó la chica—. Tocando éste botón guardas un recuerdo en una imagen. Mira —dijo, sacando una foto. Inuyasha estaba cerca del lente, dejando un borde de la foto libre, allí estaba Kagome sonriendo

¿Cómo diablos lo haces? —se extrañó él.

Kagome suspiró.

Dio vuelta la página, empezó a reír. Esa foto era graciosa (y vergonzosa para Kaede, pero muy graciosa al fin).

Oiga, Kaede, déjeme tomarle una foto para mostrarle a mi familia cómo es usted —dijo Kagome mirando la cámara de fotos.

¡Kagome! —regañó la anciana, mientras pasaba una navaja de afeitar por una de sus piernas—. Mejor que elimines esa cosa, nadie puede verme así —continuó Kaede, mirando enojada a Kagome que se desmayaba de la risa.

Había tantos recuerdos en aquél álbum, recordaba el día en que lo hizo...

¡Inuyasha! ¿Me ayudas con este álbum de fotos? Es para armar un recopilado de recuerdos —dijo Kagome, sonriendo abiertamente.

¡Feh! ¿Y eso para qué?

No seas amargado.

Pasaron una buena tarde riendo y recordando todos esos momentos que cada fotografía guardaba. Por aquí Kaede, por allá Miroku con la mejilla colorada, otra con Sango atando una cola de caballo con una coleta en la boca frente a un espejo.

Se escuchó un llanto.

— ¡Kagome! —llamó Inuyasha desde la otra habitación.

— Voy, ¿no puedes atender a nuestro hijo un minuto tú solo? —gritó ella, cerrando el álbum con el ceño fruncido, pero divertida.

Esa era una de las situaciones de todos los días, atender a los niños, ayudar a Kaede... Naraku fue un dolor de cabeza, pero fue uno de los dolores de cabeza más entretenidos para nuestra joven amiga que, a pesar de tener solo quince años, derrotó junto a sus amigos a uno de los más poderosos monstruos del siglo.

Fin.