ATENCIÓN: Esta es una traducción por Grupo Lorelei: no nos pertenece este fic. Título original: "The Best Defense", escrito por JoIsBishMyoga. Crossover: Harry Potter x Yu Yu Hakusho.

Se aprecian los reviews, ya que ayudan a los traductores a saber que hay interés en la historia, y el traducirla vale la pena. ¡Nos interesa tu entretenimiento!

Resúmen Completo:

"El Regreso de Voldemort a captado la atención de más personas que los miembros de la Orden del Fénix. Los mejores del Mundo Espiritual están en el caso, pero ¿pueden manejar Hogwarts (o a Harry) sin arruinar su cubierta? Hiei/Kurama, Ron/Hermione, otras parejas. Crossover entre Harry Potter y Yu Yu Hakusho."

Notas de Autora:

"No son míos, no van a ser míos, no tengo dinero, no me demanden. Malas palabras, violencia, homosexualidad, heterosexualidad, y otras cosas potencialmente ofensivas, así que si no les gusta eso no lean la historia.

Muchas gracias a las personas que me dejaron hablar en los puntos en que me atoraba, ustedes saben quienes son.

Todas las palabras Japonesas son nombres o palabras-que-no-lo-son. Los equivalentes (hey, cielos, arrgh, etc) simplemente no me sonaban bien. Así que no se molesten con un diccionario Japonés-Español. Voy a poner notas cuando sea necesario.

Harry estará en la historia, lo prometo, pero será en un par de capítulos. Tengo que arreglar bien las cosas. Así que aguanten por mí, por favor."

Capítulo 1 - Cartas

Tokio a finales de Junio usualmente sufría de lluvias pesadas, como era normal en el resto de Japón, pero hoy parecía que el inexorable clima típico de finales del verano hacía una aparición temprana. El sol resplandecía alto en un cielo azul-blanquecino, y ya había reemplazado los pequeños charcos del aguacero de la noche anterior por vidriosas ilusiones cálidas. El aire se apegaba a la piel como telaraña, cada aliento tan pesado como la más espesa miel.

Hiei yacía en la rama de un árbol, usando su típica pesada gabardina y bufanda blanca, casi insensible al calor. Bostezó, dejando a su mente divagar. Este era solo otro húmedo, aburrido día en el Ningenkai. Casi le provocaba el deseo de chamuscar algo. O matar de un susto a Kuwabara; no lo había echo recientemente. Sonrió socarronamente. Iría en unos cuantos minutos.

Un suave ulular lo distrajo, y frunció el seño. Abrió celosamente un ojo color rojo vino, observando mientras una lechuza aterrizaba en su rama con un casi-mudo batir de alas, y volteó su cabeza para mirar a Hiei. Él movió su pié rápida y violentamente, puesto que era la parte de su cuerpo más cercana al ave, pero esta simplemente ululó y dio un salto para estar algo más cerca.

Hiei abrió su otro ojo y se levantó ligeramente, unos pocos mechones de cabello negro cayendo sobre su frente cubierta. ¿Desde cuándo las aves salvajes no alzaban vuelo cuando una persona se encontraba demasiado cerca? Pensándolo mejor, ¿desde cuando las lechuzas volaban de día? Y quizá más importante... ¿Desde cuando las lechuzas cargaban correo humano?

Entrecerró sus ojos al saltar la lechuza incluso más cerca en una pata, extendiendo la otra con el paquete hacía el demonio. Visible en limpió hiragana estaba una dirección:

Sr. H. Jaganshi
3ra Rama Arriba, El Encino Más Alto
Parque Yukimi
Tokio, Japón.

Hiei tomó la carta con cierta sospecha creciente, ignorando a la lechuza que partía del sitio. ¿Qué estaría tramando el maldito zorro? Él tenía que ser el responsable de esto. Los únicos que sabían de su segundo nombre... que era más un título que un nombre de familia... eran Kurama y Koenma, y esto no encajaba del todo en el torcido sentido del humor del dios-demonio Koenma. Girando los ojos, abrió la envoltura, sacó la carta dentro, y (debajo de un encabezado mostrando cresta y escritura de estilo occidental) leyó:

Querido Sr. Jaganshi,
Nos complace informarle que usted ha sido aceptado en el recientemente-desarrollado programa internacional en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, Hogsmade, Inglaterra. Agregada está una lista cerrada de todos los libros y equipamiento necesarios. El curso comienza en Septiembre 1. Esperamos su lechuza antes de Julio 15.

Sinceramente,
Minerva McGonagall, Subdirectora.

La firma tenía un diseño fluido, escrito una segunda vez con letras romanas impresas, y le dedicó varios minutos a descifrar el nombre. Al descubrir que no solo no era un nombre que le pareciera familiar, sino que también era el nombre y apellido de un humano en lugar del nombre simple de un demonio, Hiei presionó el pergamino a una arrugada bola de papel. Elevó su poder para calcinarlo, molesto. Alguien -- no Kurama, a menos que de algún modo se hubiera confundido con sus plantas demoníacas y estuviera drogado -- le estaba jugando una broma, y NO era gracioso. Infernalmente extraño, si, pero definitivamente carente de gracia.

Se fue del lugar, decidido a hacer su día agradable de nuevo.


Algo más tarde, un adolescente alto, usando un uniforme escolar azul que definitivamente era demasiado cálido para la temperatura, caminaba por el mismo parque. Tenía el cabello de un tono anaranjado, corto y peinado hacía atrás desde la frente, y un rostro rudo con huesos prominentes, el cual estaba actualmente retorcido en una expresión adolorida.

Kuwabara Kazuma estaba teniendo la peor de las migrañas. Por las últimas dos horas, repentinamente sentía una explosión de fuerte, indefinible poder, a menos de 15 metros de distancia, pero cada vez que volteaba no había nada ahí que pudiera causarlo. Había gritado -- bueno, de acuerdo, chillado como una niñita -- cada vez que lo sintió por la primera hora y media o algo así, y obtenido bastantes miradas extrañas por parte de los peatones, pero ya había desarrollado un dolor de cabeza por la tensión. Gritar ahora causaba que su cerebro doliera tanto como cuando tenía un examen de kanji. Las aún presentes explosiones psíquicas tampoco ayudaban mucho.

¡Maldito fuese el enano! Hiei era el único a quien Kuwabara conocía que era lo suficientemente poderoso como para crear esas explosiones, lo suficientemente rápido para escaparse antes de que Kuwabara pudiera verle, y lo adecuadamente terco para seguir molestando así sin matar a Kazuma. Pero no era como si Hiei fuera capaz de matarlo, porque eso enfadaría a Yukina...

¡Yukina! ¡Ella podría ayudarle con su dolor de cabeza, y él iría a visitarla en el proceso! Repentinamente el día de Kuwabara empezaba a mejorar.


Kuwabara se bajó del autobús, pellizcando el puente de su nariz en un intento inútil de disminuir el pulsar en su cabeza, y se sentó en la banca de la parada, deprimido. Se le había olvidado traer un presente para Yukina. Ni siquiera se podía auto-sermonear apropiadamente puesto que los sonidos fuertes aumentaban el dolor de su cabeza. ¡Pero se lo merecía, al olvidar traerle a la dulce, hermosa demonio de hielo un presente! Hundió la cara en sus manos.

Un suave ulular interrumpió su pensar silencioso. Volteó la cabeza una fracción hacia la izquierda, a tiempo para ver una gran lechuza acomodada en el respaldo de la banca en la que se hallaba sentado. Sus talones mantenían una carta sujeta contra la madera pintada. Kuwabara alzó una ceja al ver la dirección visible al frente de la envoltura, y tomó el correo cautelosamente.

Sr. K. Kuwabara
La Parada del Autobús
Templo de Genkai
Tokio, Japón

Estaba confundido... ¿Cómo sabían que se encontraría ahí en ese momento? Abrió la carta y la leyó.

"¿!Escuela de QUÉ!"


En un callejón en algún lugar entre el templo y el parque, otro adolescente en un igualmente caluroso uniforme escolar, este verde, golpeaba la cabeza de un hombre contra un muro de ladrillo. Desdeñosamente liberó al hombre inconsciente, sin molestarse en mirar cómo caía al suelo, y miró alrededor del callejón. Muchos hombres yacían donde habían caído.

Urameshi Yuusuke se pasó una mano por el oscuro cabello, asegurándose que su peinado firmemente fijado estuviera intacto. Había sido amable con esta pandilla, aunque era algo insultante ser marcado como un objetivo fácil.

"¡Ah, mierda!" Murmuró. "¡Voy tarde!" Keiko se pondría a regañarlo, pensó mientras se apresuraba hacia la calle.

De repente lo cegó algo que revoloteaba frente a su rostro. Trastabilló hacia atrás con un pequeño grito de sorpresa, perdió su balance, y cayó sobre su coxis. "Itai..." Siseó, levantando la mirada para ver a su atacante.

Una lechuza nevada reposaba en el pavimento frente a él, un talón puesto sobre una carta en el piso. Mientras la miraba incrédulamente, la lechuza ululó y empujó la carta hacía él, en tal forma que solo podía ser un movimiento deliberado. El chico cogió la carta, observando el hiragana escrito en tinta verde con una mezcla de confusión y disgusto.

Sr. Y. Urameshi
El Lado Norte
El Callejón con la Pandilla Callejera Golpeada
Tokio, Japón.

"¿Mou, que es esto?" Gruñó al abrir el correo bruscamente. "Ahora son aves entregando cartas. El bebé pudo simplemente haber enviado a Botan...." Era obviamente un asunto de Koenma, Yuusuke pensó mientras desdoblaba la carta y comenzaba a leerla. "¿Nunca a oído hablar de los celu... lares...?" La carta no era de Koenma. "¿Qué demonios?"


Una chica, usando un uniforme escolar azul marino, felizmente trepaba las escaleras hacia la entrada al segundo piso de su casa. Colocó su castaño y algo largo cabello detrás de su oreja, y buscó en su mochila por la llave de su hogar. Amplios ojos de color café se achicaron en concentración mientras empujaba libretas fuera del camino, finalmente encontrando las llaves errantes en un rincón de la bolsa.

"¡Estoy en casa!" Yukimura Keiko llamó, sacándose los zapatos en la entrada. No hubo respuesta, pero no había esperado una de todos modos. Sus padres estarían trabajando en su tienda de ramen escaleras abajo a esta hora del día.

Se dirigió a su alcoba y dejó su portafolio en el escritorio. Mientras abría el closet para conseguir un cambio de ropas, escuchó agudos golpes en la ventana. Keiko volteó hacía allá curiosamente, sin ver nada. Seguramente era Yuusuke, ya que supuestamente llegaría en cualquier momento. Pero él no había ido a su ventana desde que eran niños, ¿y por qué rayos se quitaría después de tocar en la ventana? Deshizo el seguro, decidiendo que probablemente quería ser cortes (tan improbable como eso era) si ella se estaba cambiando, y abrió la ventana.

Algo grande voló por la ventana, centímetros debajo del marco superior de la ventana, causando que la chica se agachara y cubriera su cabeza instintivamente. Un ulular bajo, el suave 'thwap' de un papel rígido golpeando una superficie firme, y Keiko se atrevió a mirar entre sus dedos mientras el ave salía por donde había entrado. Mientras los segundos pasaban y ningún segundo ataque parecía venir, Keiko se enderezó de nuevo. Cerró la ventana firmemente, se mantuvo quieta un momento, y se volteó para acercarse lentamente a su escritorio. Estaba segura de que el ave había tirado algo ahí.

Una carta, hecha de pergamino color crema, reposaba sobre su mochila.


Unos golpes a la puerta agarraron la atención de Keiko lejos de la extraña carta. La había leído varias veces, sin ser capaz de creer lo que decía. Ausentemente cogió el pergamino al avanzar hacía la puerta para abrirla, leyéndola una vez más durante el tramo del cuarto a la entrada.

Yuusuke le sonrió impertinente pero amistosamente. "Hola."

Algo se aclaró en la mente de la chica, y agitó el pergamino frente a la cara de Yuusuke. "Si esta es tu idea de una broma..." Comenzó.

"¿Oi, tú también tienes una?" Sacó su propia carta de su bolsillo y la desdobló. Keiko la tomo, comparándolas mientras Yuusuke continuaba. "Un búho voló a mi cara de la nada y me entregó la cosa..."

"¿Es muy elaborado para ser un engaño, cierto?" Keiko remarcó.

Yuusuke se detuvo por un momento. "No sé. Yo he molestado a mucha gente rara..."

"Más razón para preguntarle a Genkai acerca de ello."

"¿Qué?" Yuusuke soltó, volteando cuando Keiko pasó por su lado para dirigirse a las escaleras. Gimió en resignación al percatarse de lo que Keiko estaba pensando, y la siguió, murmurando sobre mandonas chicas sábelo-todo y sacerdotisas.


En tanto que duró el viaje en autobús, Keiko no dio respuesta a los intentos de Yuusuke de hablar con ella, y eventualmente se silenció a murmullos. Keiko casi no lo notó, y Yuusuke eventualmente cayó en silencio total. Esto continuó hasta que llegaron casi al final de los peldaños sobre el monte que guiaban al templo.

"Ahora la parte divertida." Dijo Yuusuke sarcásticamente. "Tratar de encontrar a la anciana." Keiko giró, arrojando su puño para hacer a Yuusuke caer boca-abajo a las lisas rocas del patio. Se levantó con un empujón, escupiendo tierra. "Hey, ¡¿para qué hiciste ESO?"

"¡¿Tienes que llamarla así siempre!"

"¡Si!" le regresó automáticamente. Keiko dio un sonido de exasperación y se alejó ofendida, dejando a Yuusuke para alzarse rápidamente y perseguirla mientras ella avanzaba hacia los cuarteles tradicionalmente estilizados.

"¿Hola?" Llamó Keiko. "¿Maestra Genkai? ¿Yukina?"

"¡Oi!" Yuusuke gritó.

Un panel se deslizó a una corta distancia en el pasillo exterior techado, y una delicada chica de rostro dulce vestida en un kimono azul pálido dio un paso fuera. Su cabello era un suave tono azul hielo, atado a la altura del cuello, y sus ojos de un color rojo vino que quedaban muy bien con los ornamentos de cristal en su cabello. "¿Keiko? ¿Yuusuke?" Los saludó curiosamente.

Kuwabara salió del cuarto tras la chica, inclinado sobre ella con una sonrisa tonta y feliz en su rostro. "¡Oi! ¡Urameshi! ¡Keiko! ¿Qué hacen aquí, chicos?"


Poco después, los cuatro jóvenes se sentaban en cojines en el interior del templo, cuatro cartas idénticas yaciendo en la mesa alrededor de la que se amontonaban. Copas de té verde se enfriaban junto a las cartas, ignoradas mientras todos escuchaban la voz suave de Yukina.

"Y entonces Kazuma llegó con su carta, y la lechuza se fue volando." Yukina terminó su relato.

Yuusuke habló primero. "¿Qué pasa con las lechuzas?" demandó. "¿Por qué alguien enviaría una carta con una lechuza? Me parece muy estúpido."

"Bueno, Yuusuke, obviamente funciona, dado que todos recibimos estas cartas vía lechuza." Keiko le dijo. "Además, la forma de enviarlas no es lo que me preocupa."

Kuwabara asintió para demostrar que estaba de acuerdo, frunciendo el ceño seriamente. "Si. ¿Cómo dem...? " Se detuvo con una mirada a Yukina. "Er. ¿Cómo fue que lograron obtener las direcciones correctas?"

Keiko colocó una mano en su frente. "No, eso tampoco." Le dio un golpecito a las cartas con su dedo índice. "¿Quién las envió?"

"Esta persona, 'Minabba', por supuesto." Kuwabara respondió, entorpeciendo las silabas inglesas.

"En primer lugar, los nombres occidentales están invertidos." Keiko le informó. "Ponen el nombre de familia al último. Y en segundo lugar, no sabemos quién o qué McGonagall es, si ese es su nombre real..."

"Oi, creí que pensabas que esto no era un engaño." Yuusuke le recordó.

"¡No lo son!" Keiko balbuceó. "Pero.... pero.... podrían ser una trampa.... Aunque hay modos más efectivos y menos complicados para eso...."

"¡Ha!" Se burló Yuusuke. "¡Tanta escuela ha freído tu cerebro, Keiko! , ¡Peleas contra ti misma!"

Yukina recogió las cartas. "Um.... ¿Qué hacemos si son genuinas?" Preguntó suavemente, coincidentemente distrayendo a los que estaban a punto de pelearse. Los tres la miraron extrañamente.

La puerta corrediza de abrió, y una pequeña anciana con cabello rosa pálido entró al cuarto. Sus ojos fueron de una cara curiosa a otra, hasta caer en las cartas que Yukina sostenía.

"Veo que han recibido sus cartas," dijo llanamente. Los jóvenes parpadearon, sorprendidos. "Me dijeron que llegarían en Julio. No importa. Botan estará aquí a las seis."

CONTINUARÁ

Ningenkai: el mundo humano.

Hiragana: Una de las tres formas de escritura Japonesas, para palabras Japonesas. Los otros dos sistemas son katakana, para palabras extranjeras, y kanji, caracteres complicados derivados de la escritura China.