Otra vez mi musa haciendo de las suyas, después de creer que no podría escribir sobre Angela (a pesar de que es un personaje que me encanta, la adoro ), la muy descarada me tira esto... Ayer estuve insomne, me puse a ver un capítulo de la cuarta temporada, y una frase que no recordaba se me quedó pegada, aquí les traigo el resultado.

Espero que lo disfruten!

Aclaración: Sólo soy una argentina con una musa caprichosa, que no se queda satisfecha hasta no ver publicados sus delirios... Absolutamente nada que ver con HH, Fox y demás.

Un regalo del destino

Al día siguiente Angela Montenegro volvería al trabajo. El pequeño Michael ya tenía dos meses, así que había decidido continuar trabajando. Después de todo, el ambiente en el laboratorio era seguro para un bebé, Jack también estaría allí y además haría menos horas.

Con un suspiro, decidió enfrentarse a lo último que tenía planeado hacer antes de volver a la rutina laboral. Debía limpiar la parte más alta del armario de la habitación que compartía con su esposo. Allí estaba todo tal cual había venido de la mansión Hodgins, entre todo aquello había cosas que llevaban allí varios años, puesto que no se las había llevado cuando rompieron la primera vez, y tampoco las había tocado cuando la mudanza.

Aprovechando que el pequeño Hodgins dormía, bajó la primera de las cajas guardadas en aquel espacio. Sentada en el piso de piernas cruzadas, comenzó a examinar su contenido. Aunque sabía que debía hacerlo rápido, no podía evitar mirar todo aquello con nostalgia. Bolsas con ropa de hacía un tiempo, una cartera que ya no usaba, y sobre todo papeles. Facturas, recibos, sobres de cartas recibidas, hojas sueltas en las que había plasmado pequeños dibujos y que no le gustaba tirar por cariño, para recordar el momento en que los había hecho.

De entre los papeles que estaba examinando, sonó entonces un ruido. Apartando lo que había encima, llegó a la fuente del sonido, para quedarse mirando extrañada lo que parecía un regalo sin abrir, envuelto en papel decorado con animales de colores imposibles.

"Que extraño, no recuerdo esto", pensó para sus adentros. Rompiendo el papel, extrajo su contenido.

Una pequeña risa se escapó de sus labios al entender de qué se trataba.

"Oh, Dios, parece que hiciera siglos", sonrió al tiempo que levantaba lo que parecía un pijama de dos piezas muy pequeño. Era de color verde agua, y en la pechera tenía un círculo crema con un oso amarillo y un arco iris por encima.

Recordó que en su momento, no había podido resistirse a comprarlo. En el fondo, estaba segura de que ya fuera a través de la manera cientifica o de la natural, aquel regalo tendría el uso que ella le estaba destinando.

Para el bebé de Brennan y Booth.

Cuando su amiga le había dicho que le había pedido a Booth su esperma para inseminarse, el primer pensamiento fue: ¿QUÉ? Por Dios, no era algo que se le pidiera normalmente a un compañero, ni siquiera al tipo de "compañeros" que eran ellos. Pero precisamente por ser ese tipo de compañeros, el agente no podía negarle nada a la antropologa, ni siquiera aquello tan importante para él.

Y porque tenía la seguridad de que todo pasa eventualmente, había comprado aquel regalo.

Ahora recordaba haberlo guardado en aquella caja con rabia, escondiendolo bien entre las demás cosas, cuando Booth no despertó luego de la operación. Durante cuatro días había ido a visitarlo al hospital, para encontrarse con una Brennan al borde del colapso. La abrazaba por un largo rato, luego entraba a verlo para terminar enojandose con él por estar abandonando a su amiga, y terminaba despidiendose con lágrimas en los ojos que trataba de ocultar a la antropologa.

Y ahora por fin, luego de dos largos años en los que ambos habían tratado de recorrer otros caminos, parecía que las cosas estaban encauzandose por la senda que estaba trazada desde el principio. Ella también era una firme creyente en el destino, y así como había sabido que su camino empezaba y terminaba en Hodgins, sabía que el de Temperance Brennan había comenzado con el sexy agente del FBI, su caballero de brillante armadura llamado Seeley Booth.

Con una sonrisa pícara en sus labios, se levantó dispuesta a envolver nuevamente el regalo.

Se lo daría al día siguiente en el trabajo. Hacía ya casi tres meses desde que su amiga le había confesado que se había acostado con Booth y sospechaba que eso no era todo, pero no había podido aún tener una conversación en profundidad, a causa de ese pequeño gran cambio en su vida llamado Michael. No se arrepentía, claro, adoraba a su hijo con el alma, pero intuía que su amiga tenía muchas cosas para contarle. Y, claro, el regalo era la excusa perfecta, ahora que aparentemente estaba con Booth, las probabilidades de que ese regalo fuera estrenado eran más altas, o al menos eso esperaba ella. Después de todo, Booth era el tipo de hombre que soñaba con la casa, la cerca blanca, los niños y el perro, y ella, como buena amiga, se encargaría de que Brennan se olvidara de las estadisticas para permitirse por fin ser feliz con él.

Sonrió para sus adentros mientras envolvía el pequeño pijama con todo cuidado, su amiga se llevaría una sorpresa y ella una gran charla.

Estaba segura de que no era casualidad el haberlo encontrado, era la llave para hablar con Temperance Brennan.

El destino lo había decretado, al día siguiente.

FIN (?)


Agradezco muchisimo los comentarios, son los responsables de alimentar a mi musa...

Besos

Ana