Basado en la serie Las reglas del juego, en inglés Leverage. Según Wikipedia, se llama en Hispanoamérica Los impostores.

En la serie, cuando se presentan a los protagonistas, hay una voz que dice el nombre de los personajes y su ocupación. Yo lo he incluido en este capítulo con una nota centrada.

En las primeras escenas se mezclan escena del pasado con el presente.

Los flashback están en cursiva.

Capítulo 1

Tres hombres y una mujer se hallaban mirando un edificio en la oscura noche de Tokyo.

—Adelante—el cerebro del golpe dio la orden. Los otros dos hombres y la mujer entraron en el edificio vestidos de negros y con maletas en sus manos. El que iba a dar las órdenes se dirigió al edificio contrario. Necesitaba un lugar cercano para controlarlo todo, sobre todo, a ellos, los jóvenes que serían los encargados de ejecutar el golpe.

Kakashi entró en el piso vacío alquilado. Abrió su maleta y con ayuda del ordenador y un proyector enfocó los planos del edificio robados por el hacker del grupo. Mientras realizaba el trabajo y esperaba a que los otros tres llegaran a la azotea, se puso a pensar en cómo demonios se había convertido en eso que tanto tiempo había perseguido: un ladrón.

Dos días atrás…

Kakashi volvió a pedir otra copa al camarero del bar. Ya había perdido la cuenta de cuántas llevaba, pero poco le importaba a esas alturas:

¿Kakashi Hatake?

Un hombre mayor, con una curiosa cicatriz en su barbilla, se acercó a su lado sujetando una maleta:

¿Es usted Kakashi Hatake?

KAKASHI HATAKE: 42 AÑOS. EX –

INVESTIGADOR DE SEGUROS.

DIVORCIADO

Disculpe, sé quién es usted—sacó de su maleta un fajo de hojas con nerviosismo—. He leído mucho sobre usted. Consiguió devolver esos Picasso robados al Prado; recuperó los diamantes de la reina de…

¿Esto va a alguna parte? Lo pregunto porque quiero seguir emborrachándome.

Usted ha conseguido ahorrar a la aseguradora para la que trabajaba millones. Sin embargo, cuando usted necesitó a su empresa… Lo que le ocurrió a su hijo es imperdonable.

Kakashi dejó su vaso en la mesa y se encendió:

Esto puede acabar con media docena de puñetazos.

Solamente vengo a ofrecerle un trabajo.

¿Qué trabajo?

Alguien me ha robado los planos de unos barcos.

¿Oh? Y quiere que los encuentre.

No, ya sé dónde están. Simplemente quiero que me los devuelvan. Al menos escúcheme.

Los dos se sentaron en una mesa apartada y Kakashi observó el papeleo:

Hiruzen Sarutobi es dueño de ANBU S.A., una de las mayores empresas de armamento militar del país. ¿Está seguro de que esos planos los tiene él?

Sí, hace un mes tenía esos planos y hace una semana, Sarutobi anuncia un modelo idéntico al mío y cuando miro la caja donde debería haber estado guardado, descubro que no están.

Me parece demasiado peligroso robarlos.

Hatake, he dedicado cuatro años de mi vida y más de 10 millones de yenes a ese proyecto. Si me presento la semana que viene a la junta de accionistas sin nada, me cortan el cuello y las pelotas. Estoy desesperado.

Kakashi suspiró.

Oiga, hablo en serio. Miré a la gente que he contratado.

Kakashi abrió la carpeta y arqueó las cejas:

¿Reconoce a estos nombres?

Aquellos que estaban a punto de dar el golpe estaban terminando de ataviarse en la azotea.

—Tomad—el rubio de ojos azules y mirada felina les dio a sus dos compañeros unos pinganillos por los que estarían todos comunicados.

El otro hombre de complexión robusta y de ojos negros cogió con curiosidad el artefacto y se lo metió en la oreja:

—¿Me das uno?—del andamio de arriba, se descolgó con agilidad de gimnasta la chica del grupo, una joven de cabellos negros y ojos blancos.

—Todos los que tú quieras—dijo Naruto.

NARUTO UZUMAKI. 25 AÑOS.

HACKER

—¿Qué pensará cuando sepa que vives con tu madre, friki?—le respondió Sasuke.

—Manda cojones que me llame friki un emo como tú—bufó Naruto—. Además, ni siquiera sé para qué estás tú aquí.

SASUKE UCHIHA. 26 AÑOS.

EX – MILITAR. ESPECIALISTA EN RECUPERACIÓN.

El moreno bufó ante el rubio. No aguantaba a los listillos que como él se pasaban la vida delante de una pantalla para dar los golpes.

—Estoy lista—Hinata saltó y realizó algunos estiramientos delante de sus compañeros.

HINATA HYUGA. 23 AÑOS.

PASADO MISTERIOSO. LADRONA.

Sí, a algunos los he perseguido. Un momento, ¿tiene a Hinata?

¿Hay alguien mejor que ella?

Va a su aire. Es difícil saber en qué piensa cuando piensa. En realidad, todos son unos niños que trabajan por libre. Así es la vida del ladrón.

Para eso estás tú. Necesito a alguien que los vigile. Hay algo más—de entre las hojas, sacó otra carpeta—. ANBU S.A. está asegurad con AKATSUKI INTERNATIONAL, la empresa para la que usted trabajó y que dejó morir a su hijo. ¿No quiere verlos perder millones por este robo?

—Bien—Kakashi miró con los prismáticos la azotea—. No quiero sorpresas. Eso va por ti, Hinata.

—No te preocupes—dijo Sasuke. Sin embargo, el verso más suelto del grupo se lanzó en picado desde la azotea con su arnés—. ¡Joder!

Los dos se asomaron y vieron como Hinata descendía con suma agilidad por la fachada. Kakashi también lo observó con sus prismáticos.

—Hinata, ¿qué he dicho?

—Tranquilo, sé lo que hago—Hinata hizo una obertura en el cristal del despacho por el que se deslizó. Con sumo cuidado, caminó por los muebles sin que los sensores saltaran. Entró en la sala de máquinas que controlaba todos los cables y sensores del edificio—. Estoy dentro.

—Bien. Comenzad.

Sasuke y Naruto entraron por la azotea y bajaron por unas escaleras anexas. Kakashi seguía cada movimiento con ayuda del localizador que tenían puestos y que aparecían en la pantalla.

—¿Tienes a los de seguridad localizados?—preguntó Kakashi.

—Sí—Hinata conectó su pequeño dispositivo a los cables con lo que tenía controlado la electricidad del edificio. Naruto y Sasuke entraron en el ascensor y llegaron a la planta donde estaban los planos.

Naruto sacó su máquina y la conectó al dispositivo que permitía el acceso a los planos de la empresa Sarutobi.

—¿Oís algo en las frecuencias de los guardias?—preguntó Kakashi.

—No—respondió Hinata—. ¿Hay algún problema?

—Puede. Hay 10 guardias en la lista de empleados, pero solamente están en sus puestos cinco. Me preocupan los otros cinco.

Hinata los encontró. Estaban a dos pasillos de Naruto y Sasuke.

—¿Por qué hacen la ronda?

—Esta noche hay partido. Por eso se mueven una hora antes—dijo Kakashi observando la programación televisiva—. Bien. Sasuke, usa a Naruto como cebo y acaba con ellos.

—¿¡Espera un momento!?—Naruto protestó, pero Sasuke ya no estaba ahí. Más bien, aparecieron los guardias con sus armas.

—Levanta las manos—cinco pistolas le apuntaban en la cabeza.

Antes de que pudiera reaccionar, apareció detrás de ellos Sasuke, que los miraba con una sonrisa. Y en menos de lo que tarda en caer una hoja de un árbol, Sasuke se deshizo de todos los guardias. Cuando acabó con el último, cogió su pistola y la vació:

—Eso hago yo.

Justo en ese momento, la máquina de Naruto descodificó la contraseña de la puerta y los dos entraron. En seguida, se vieron bañados por grandes torres que emitían luces verdes:

—Me toca—dijo Naruto.

—Chicos, ¿qué ocurre?—preguntó Kakashi—. No estoy ahí. No sé qué pasa.

Sasuke había metido a los guardias noqueados en la sala de las torres y Naruto estaba dando los últimos coletazos al hackeo de la máquina.

—Ya hemos terminado, Kakashi.

—¿Los has vaciado todos?—preguntó Sasuke.

—Hasta me he llevado las copias de las copias, chaval.

—Ya sabes qué hacer, Naruto.

El rubio metió un virus en las máquinas para dejarlas inservibles.

—¿Has metido un virus?

—Un batallón, colega.

—Chicos, hay un problema. Los guardias que se han quedado en la retaguardia me están cambiando las alarmas. No podemos salir por la azotea—dijo Hinata.

—Son las doces de la noche y el cuento llega a su fin. Sálvese quien pueda—dijo Sasuke.

—Yo llevo la mercancía—dijo Naruto.

—Yo controlo los ascensores—recordó Hinata.

—Y yo tengo el plan—interrumpió Kakashi asomándose a la ventana—. Necesito que trabajéis en grupo diez minutos más. Para salir, realizaréis el truco de la inválida.

Naruto y Sasuke entraron en el ascenso y se cambiaron de ropa. Dejaron sus trajes negros por las ropas de ejecutivos.

—No sabía que hubiera un plan B—dijo Naruto, mientras se cambiaba en el ascensor.

—En realidad, es el plan M—corrigió Kakashi mientras recogía el material y lo metía en la maleta.

A mitad camino, el ascensor se paró. Cuando se anudaban la corbata, entró Hinata quien se quitó la camiseta. Los chicos se giraron ante tal revelación.

El guardia de seguridad vio que un ascensor había abierto sus puertas. Según sus horarios, nadie debía aparecer en esas horas. Se acercó al ascensor, pero se paró a mitad de camino. De él emergieron, un chico moreno atractivo, vestido de ejecutivo. Detrás de él, había un chico rubio vestido igual que el moreno, sujetando a un mujer morena de ojos blanco a la que le costaba andar de una pierna:

—¡Eh!—el moreno se acercó al guardia de seguridad—¿Te gusta observar a las mujeres que no pueden andar?¿Qué diría tu madre si te viera?

—No-no-no. Lo siento—lo último que quería el pobre hombre era problemas. Permitió al grupo de tres salir del edificio. Kakashi los estaba esperando en un coche, al que se subieron.

Condujo hasta un parque donde Naruto envió con su portátil el material a Danzo Shimura.

—Hecho.

—Tendréis el dinero en vuestras cuentas mañana.

—¿Habéis visto lo bien que hemos trabajado todos?—preguntó Naruto.

—Sí, pero el trabajo ha terminado.

—He olvidado vuestros nombres—dijo Hinata—. Aunque no niego que me lo he pasado muy bien en este trabajo.

—A mí no me metáis en vuestras historias. No soy como vosotros. No soy un ladrón.

—¿No te los ha pasado bien, Kakashi?—dijo Naruto.

El peliblanco se fue sin responder.

Actualización 20/12/18: he retocado las edades del grupo.