Séptimo Hokage: El amor ha llegado.
-¡El Kyuubi!
-¡Aaaaahhhh!
-¡Corran!
Fueron los gritos que se escucharon luego de ver cruzar a un zorro de nueve colas por el centro de la pacifica Konoha. Unos se escondieron rápidamente, otros corrían despavoridamente, y otros simplemente se quedaban de pie observando con terror pasar al zorro.
-¡Que alguien detenga a ese zorro maldito! –Grito Ichiraku detrás del él-
-¡Hokage-Sama! ¡Hokage-Sama!
Shizune entro en la oficina sin llamar a la puerta, provocando que el joven adormilado diera un brinco del susto.
-Lo siento Naruto-kun, pero Kurama-San ha vuelto a hacer de la suyas. –Dijo sin aliento-
-¿Ahora qué hizo? –Pregunto Naruto, mientras se despegaba una hoja de papel de su mejilla, se había quedado dormido en el escritorio, de nuevo.
-A robado unas manzanas de la señora Yon, le ha quitado a Ichiraku una orden de ramen que estaba por entregar, también ha manchado unos cuadros del señor Sung al darle vuelta a unas pinturas por no dejarse atrapar de los ninjas que le perseguían y…
-Toma dinero de esa gaveta y paga lo que ha tomado Kurama, por favor Shizune-Chan –Murmuro señalando la gaveta con cansancio el rubio-
-Hai.
La pelinegra salió de la oficina y se dispuso a cumplir la orden que le había dado el Hokage, mismo que se recostó en el respaldar de la silla en la que estaba sentado, cerró los ojos y suspiro de cansancio.
-Cinco años –Susurro-
Casi cinco arduos y largos años habían pasado desde que se había terminado la cuarta guerra ninja, habían ganado. Y desde hacia cinco años le habían nombrado como el séptimo Hokage de Konoha.
-Eres demasiado condescendiente con ese zorro maldito, dobe –Dijo Sasuke apareciendo de la nada en la oficina.
Naruto dio un brinco del susto, no esperaba que apareciera Sasuke en ese momento. Y aquí viene mi otro dolor de cabeza –pensó para sí mismo-
-¿Qué quieres? –Pregunto el rubio ácidamente-
Sasuke le miro gélidamente, con su característica seriedad tiro sobre el escritorio un folder.
-Esas son las misiones que he hecho.
Sin esperar, el portador del sharingan se dirigió a la ventana para salir por esta, sin embargo, antes de hacerlo se giró para mirar una vez más a Naruto.
-¿Estás bien, dobe? –Pregunto, observaba a Naruto un poco raro.
-Estaría mejor sino estuvieras aquí, teme.
-Idiota.
Y sin más el azabache salto por la ventana. Naruto se pasó ambas manos por su cabello rubio, despeinándoselo al momento, empezaba a desesperarse, sentía que estaba entrando en una etapa en la que se asfixiaba.
-Hola mocoso.
Naruto miro a su derecha, donde justamente entraba el legendario Kyuubi por la ventana en la que acababa de salir Sasuke. Y aquí aparece mi segundo dolor de cabeza.
-Kurama… ¿No tienes nada que decirme?
-No.
Kurama cruzo la oficina hasta un mueble aterciopelado, mismo que había reclamado como de su propiedad el mismísimo día en el que habían nombrado Hokage a Naruto.
-¡¿En serio zorro inútil?! –Estallo Naruto, poniéndose de pie- Es la quinta vez en esta semana que pago todos tus robos y desordenes que haces.
-¿Robos? Hmp –Chasqueo la lengua el Kyuubi- A eso se le llama tomar prestado.
-¿Tomar prestado? La comida que te comes no la puedes devolver, baka.
-Que escandaloso eres Naruto –Kurama dio vueltas a su alrededor y se hecho, enrollando sus nueve colas alrededor de su cuerpo- Quiero dormir –Dijo cerrando los ojos-
-¡Pero es que te mato zorro del dem…! –Exclamo mientras daba tres zancadas en dirección al zorro-
En ese momento tocaron a la puerta, Naruto soltó una palabrota mientras daba el pase.
-Naruto-kun –Dijo Shizune, volviendo a entrar al despacho- ¿Terminaste de firmar los documentos que te di?
-Eeehh… ¿Documentos?
-Los que necesito enviar a los Kages –Le recordó-
-Ah sí, aquí están.
Shizune los tomo y luego miro un momento al zorro que dormía plácidamente sobre el sillón y luego vio a Naruto.
-Ya es tarde Naruto-kun, intenta descansar un poco.
-No puedo.
Naruto tomo asiento de nuevo detrás de su escritorio y comenzó a leer otros documentos que necesitaba firmar o simplemente responder. Shizune salió del despacho, suspiro resignada, llevaba meses tratando de persuadir al rubio para que tomara un descanso pero este simplemente lo rechazaba rotundamente. ¿A quién podría recurrir para que lo persuadiera?
Después de un largo tiempo, Naruto vio el reloj que estaba justo arriba en la pared de enfrente; este marcaba las doce de la noche. Se dijo así mismo que solo trabajaría un poco más.
