Este es mi segundo fic, pero es en el que menos tengo escrito de los tres que estoy publicando. A partir de ahora publicaré un capítulo a la semana de media en cada uno de los fics, así que espero llevar un ritmo bastante bueno.

ARGUMENTO: Pequeño proyecto con el que utilizo los distintos PoV, con un total de seis puntos de vista y muchos personajes nuevos. Al principio se acabarán juntando todos, pero luego se separan y exploraré distintos lugares del mundo mágico que no han sido vistos en profundidad por J.K. Rowling.

PETER

-¿Qué ocurre, mi lord? – preguntó Peter Pettigrew, haciendo una profunda y exagerada reverencia.

-Voy a necesitar tu colaboración, Colagusano – contestó la voz del Señor Tenebroso, tan fría como el hielo, y con palabras envenenadas como colmillos de serpiente.

-Estoy aquí para servirle a usted, mi señor – Peter extendió la mano de plata que le había regalado Lord Voldemort y le ofreció la varita a su señor.

Sin embargo, Tom Riddle la rechazó. Últimamente se está volviendo muy arrogante – pensó Peter -. No me extraña que Potter sea capaz de escapar de cada uno de sus encuentros.

Voldemort estaba planeando algo, según pudo deducir Colagusano de la expresión del Señor Tenebroso.

Ese verano Harry cumpliría diecisiete años. Peter se replanteó el ir y unirse a él para ayudarle a derrotar a Lord Voldemort, pero no tenía suficientes agallas. A pesar de todo lo que les debía a James y Lily.

Era débil y cobarde, siempre lo había sido y siempre lo sería, sin importar lo que hiciera para remediarlo.

Incluso cuando formaba parte de los merodeadores, era el más débil y cobarde de grupo.

Nunca debieron dejarle ser compañero de aventuras de Remus, Sirius y Remus. Dos de los tres habían muerto, y Lupin tenía que vivir oculto.

Se dio cuenta de pronto que el Señor Tenebroso controlaba la Oclumancia.

-Así es, Colagusano. He estado escuchando tus conspiraciones para matarme o ayudar a Potter desde que murió Black – las piernas de Peter temblaban, y hizo un disimulado gesto para coger la varita -. Pero no seré yo quien te mate. Bella… si hicieras el favor…

Era Bellatrix Lestrange la que iba a matarle, no Tom. Eso lo tranquilizó en cierto modo. Lestrange no le llegaba al Señor Tenebroso ni a la suela de los zapatos en cuanto a duelos mágicos.

-Será un placer, mi señor – ahora era Bellatrix la que realizaba la reverencia que Peter se había visto forzado a hacer poco antes.

Mirándolo por el lado bueno, Colagusano se libraría de la servidumbre, y podría intentar vengar a Sirius. Y si lo conseguía, incluso compensar a James y Lily ayudando a Harry.

-Vamos, Pettigrew – ladró Lestrange, desapareciendo del lugar. Peter no tuvo que hacer nada para ser transportado junto a ella.

-Las reglas son simples – la fría voz de Lord Voldemort sonó, desde todos los ángulos y ninguno a la vez -. Si Colagusano derrota a Bella, podrá escapar. Si es al contrario, Bellatrix torturará a Peter hasta la muerte, como le plazca a ella hacerlo.

-Preparate, ratita. No puedes equipararte a una mortifaga con sangre Black. Expelliarmus – el rayo rojo recorrió la corta distancia que lo separaba de Peter en un abrir y cerrar de ojos, y Pettigrew ya estaba tirado en el suelo, pero con la varita aún en la mano.

-Desmaius – contraatacó Peter. El rayo azul fue frenado por la palma extendida de Bellatrix. Colagusano se puso de pie mientras Lestrange alardeaba.

-¿Me has tomado por una novata, Peter? Cruccio – el hechizo dio de lleno en el merodeador, y este cayó de rodillas al suelo, apretando los dientes para no gritar. No le daría ese placer a Bellatrix.

O al menos eso deseaba, pero tras dos minutos con el hechizo afectándole, un desgarrados gritó de dolor rasgó el cielo.

Pero no por eso se rindió. Apuntó al pecho de la bruja y conjuró un Petrificus Totalus.

Aquello pilló por sorpresa a Bellatrix, que no supo como reaccionar. Instantes antes controlaba la batalla, y ahora esto.

El hechizo impacto en la bruja, convirtiéndola en piedra y haciéndola caer hacia atrás.

Peter se giró, esperando a que la barrera que los impedía salir de allí se retirara, pero no lo hizo.

-Uno de los dos tiene que morir – se arrastró la voz de Voldemort - Remátala, Peter, y yo no te intentaré detener.

Tú no me pararas, pero todos tus mortifagos si lo harán – pensó Peter con rabia.

-Avada Kedavra – conjuró Peter. El destello verde lo cegó, y de pronto, la piedra se había convertido en carne, y el cadáver de Bellatrix Lestrange yacía ante él.

De pronto, Pettigrew no se sintió del todo bien. Matar nunca le había agradado, y además haberlo hecho a alguien que no podía defenderse le hacía sentirse una basura.

-Bien, Peter, te puedes marchar – la barrera se abrió, y Colagusano pasó. Le pareció oír cierto desagrado en la voz de Voldemort. Al parecer el Señor Tenebroso no pensaba que Pettigrew fuera capaz de hacer lo que se vio obligado a hacer.

Pero cuando se encontraba a las afueras de la mansión de los Riddle, vio a Severus Snape de pie, frente a él, con la varita apuntando directamente a su pecho.

-Justo como pensaba – murmuró Peter con arrogancia. Caminaba erguido, algo raro en él, y apuntó al mortifago con la varita, pero no le dio tiempo a hacer nada.

-Sectusempra – conjuró Snape, y de pronto un profundo corte surcó el pecho de Colagusano.

Entonces se dio cuenta de lo insignificante que era. Débil, cobarde y siempre encorvado, temiendo cualquier nimiedad. Ese era Peter Pettigrew.

Por otro lado, Colagusano era el merodeador con remordimientos y conciencia, medianamente hábil con la varita y el hombre que acabó con Bellatrix Lestrange.

Hasta entonces no había hecho distinción alguna entre ninguno de los dos, pero ahora era Peter Pettigrew el que tenía miedo de Severus Snape, no Colagusano.

Y fue Peter Pettigrew el que cayó al suelo, con un corte profundo en el pecho que sangraba a borbotones.

Pero fue Colagusano el que cerró los ojos instantes antes de recibir el siguiente hechizo, y el que desapareció de allí, apareciéndose en un callejón de Londres.

Tardarían meses en encontrar su rastro, Colagusano se había asegurado de ello, pero ahora Peter estaba asustado. ¿Qué haría ahora?

Comenzó a caminar con un brazo entero cubriendo su pecho, evitando que la hemorragia acabara con su vida.

El cartel de El Caldero Chorreante fue para él una bendición. Abrió la puerta y se acercó al posadero, Tom.

Nunca se había fijado, pero se llamaba igual a su señor. No, él ya no es mi señor – se obligó a pensar Peter -. Ahora estoy a entera disposición de Harry Potter, para que haga conmigo lo que le entre en gana.

-Una habitación para esta noche, por favor – pidió Colagusano. Cuando dejó el pequeño galeón en la mesa, el tabernero le dio una llave.

-Es la número 385. Espero que su estancia aquí sea agradable. Mañana por la mañana recibirá el desayuno como regalo por su primera visita, señor…

-Mejor que no lo sepa, Tom, mejor que no lo sepa.

Sin más que decir, malherido y con nada de equipaje, Peter Pettigrew… no, Colagusano, subió a la habitación 385.

Metió las llaves en la cerradura y giró hacia la derecha. En cuanto escuchó el "crack" abrió la cerradura y se adentró en la habitación.

Dedicaría aquella noche a tratar su herida, y el día siguiente buscaría a Potter. Que el supiera, por el momento permanecía en Privet Drive, hasta cinco días después, que cumpliría diecisiete años.

Colagusano tenía que encontrarle antes de que eso ocurriera.