¡Hola a todos!
Este es el primer fic que publico...y bueno, tengo varias entradas escritas, pero quiero hacerlo con todos y cada uno de los dorados. Por orden, el primero es Mu. ¡Así que aquí está! Si todo va bien, publicaré el resto a medida que vaya terminando las historietas. El siguiente es el señor Aldebarán.
Y bueno...todos sabemos de sobra que los personajes perteneces a Masami Kurumada y toda la gente que sacó adelante Saint Seiya :)

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Un día con Mü

Una pequeña sombra se acercaba sigilosa hacia el dormitorio de Mü. Sin hacer apenas ruido, Kiki caminó de puntillas hasta la puerta de su maestro, giró el pomo con delicadeza y abrió la puerta despacio.
Mü dormía boca abajo espatarrado sobre su cama. Las sábanas estaban revueltas.
Conteniendo la respiración, Kiki acercó su boquita a la oreja del santo. Cogió aire y…
-¡BUENOS DÍAS MAESTROOOOO!
Mu se despertó con un grito y haciendo aspavientos en el aire. Del impulso se cayó de la cama.
-¡OUCH!¡Kiki! ¿pero qué demonios…?
Mu se frotaba la cabeza del golpe recibido mientras Kiki se reía sin parar
-Maestro, es que hoy es El Día.
-¿Qué día?Ah…ya…sí…eso…pues…espérate a que me duche y desayune y nos vamos…¿has desayunado ya?
-Sí
-¿El qué?
-Un zumo caducado y galletas revenidas.
-¿Y el zumo estaba bueno?
-Por supuesto que lo tiré por el fregadero porque olía raro, y las galletas son de las tuyas, esas integrales…parece comida de hámster…¡quiero ir a Rodorio YA!
Mü, se desvistió y cogió una toalla, mientras Kiki continuaba la cantina de ir a Rodorio.
-Bueno, ahora cuando termine nos vamos y de paso compramos algo para llenar la despensa.
Cerró la puerta tras de sí, y se metió en la ducha
-Qué ansias es este crío…

Tras la ducha, Mü se vistió y recogió un par de bolsas y una billetera. Kiki revoloteaba alrededor de su Maestro emocionado mientras bajaban al pueblo
-…y quiero galletas de chocolate, de esas con pepitas…¡y zumo de frutos rojos! Estoy harto del zumo de naranja…ah y por supuesto que hay que comprar Colacao y quiero una caja de huevos kínder porque han salido las nuevas sorpresas que…
El santo miraba la lista de cosas para comprar. Y hacía caso omiso a lo que su pupilo piaba.
-Kiki…zumo de frutos rojos no hay, ya te compré uno una vez y no te gustó…
- Es que sabía a culo…no sabía a frutos rojos…
-…[suspirando] quién te habrá enseñado a ser tan malhablado…las galletas con pepitas de chocolate si no son muy caras te las compro, pero no te las zampes el primer día. El Colacao, de acuerdo que te lo compraré, pero los huevos kínder no porque…
De repente apareció a lo lejos Marin. Saludó a la pareja efusivamente
-¡Hola Kiki!¡Buenos días Mu!
-Hola Marin, buenos días. Dijo Mu sonriendo
-¡Hola Marin! Chilló Kiki
-Qué efusividad tan temprano, me alegro de veros tan contentos a los dos. ¿Váis a Rodorio?
-Sí, vamos a hacer la compra mensual. ¿Vas al santuario?
-Sí, voy a ver a Aioria…tengo una charla pendiente con él.
-Pueees…-Mü pensó la respuesta, pero no quiso meterse en berenjenales ajenos, ya que anoche vio al novio de la amazona junto a los gemelos dando trompicones de lado a lado.-…¡que te vaya bien!-
Marin sonrió y se despidió de ambos.

Kiki preguntó a Mü por qué no le dijo la verdad a la mujer.
-Pues verás…esto no es mentir es…ocultar la verdad.
-¿Y no es lo mismo que mentir?
-Mmmm…no exactamente- Mü se rascó la cabeza pensativo-…si la hubiera mentido, tendría que haber dicho algo como "¡Eh, anoche tu novio estaba en casa leyendo una novela de Marcel Proust!". Pero no he dicho nada…tampoco ella me ha preguntado si le vi.
-Entiendo…
El lemuriano se paró en seco, miró al niño y le dijo-Pero mentir está muy mal, no debe hacerse.
-Sí maestro

A lo lejos vieron a Camus cargado de bolsas. Le saludaron agitando la mano, cosa que el de acuario respondió igual y las bolsas que cargaba en esa mano se desparramaron por el suelo. Kiki soltó una risita y Mü le reprendió. Éste ayudó a recoger la comida de Camus mediante telequinesia.

Continuaron por las calles de Rodorio. Primero fueron a una farmacia, a comprar tapones para los oídos. Los ronquidos de Aldebarán retumbaban hasta Atenas.
Después fueron a un mercado, donde compraron fruta, verdura, algo de carne y huevos.
Continuaron su paseo y se metieron en un supermercado. Kiki se dirigió corriendo hacia la zona de los desayunos.
-¡Mira maestro!¡Galletas de chocolate!Mmmm…con pepitas…y éstas bañadas en chocolate blanco y con leche…¡y aquellas con cereales!
Mu, sonrió al ver a su alumno feliz por unas galletas. Mientras él estaba mirando las galletas insípidas, notó como la cesta que llevaba iba pesando más y más. Una fila flotante de cajas de galletas iban metiéndose una tras otra en ella. Kiki iba mirando lo que quería y con la telequinesia iba haciendo desfilar aquellas que le llamaban la atención.
-¡Kiki!- gritó por lo bajini Mu -¡no uses la telequinesia en público!
-Pero si nadie me ha visto…
-¡Pero pueden verte los de seguridad!- dijo señalando una bola oscura en mitad del pasillo – además, ni de broma vamos a llevarnos tantas cajas. Te dejo llevarte dos cajas, el resto colócalas donde estaban…¡sin telequinesia!- advirtió a su pupilo, al verle empezar a concentrarse. Kiki chasqueó la lengua, y fue colocando todas las cajas en los estantes.

Por último, cogieron un bote de colacao.
-¿Y los huevos sorpresa?- Kiki le puso ojitos a su maestro
-Está bien, pero sólo uno ¿de acuerdo?- el niño salió disparado a coger la golosina.
Pagaron y recogieron las bolsas. Cuando salieron, escucharon a dos de seguridad charlando aterrados
- Sí tío, lo he visto, en las cámaras de seguridad…¡cajas flotando! ¡Hay fantasmas en este supermercado!

Mu miró a Kiki y tiró del niño hacia fuera.
-Será mejor que regresemos cuanto antes, estoy cansado de cargar bolsas.

Durante el trayecto de vuelta al Santuario, Kiki abrió el huevo y observó el regalito. Era un coche.
-¡Moooola! ¡El que me faltaba de la colección!
Al llegar al Templo de Aries, Kiki se adelantó para abrir la puerta a su maestro, mientras éste subía agotado las escaleras. Rebuscó en sus bolsillos la llave de la puerta a la zona privada. Tan cargados los llevaba que empezó a sacar trastos. Que si papelitos, un lapicero pequeño y mordido, unas piedrecitas, el cochecito que le tocó en el huevo sorpresa…encontró la llave y abrió justo cuando su maestro terminaba de subir las escaleras jadeando
-Uf, es más agotador ir de compras que pelear contra espectros…-musitó el caballero.

Primero colocó un pie, y cuando fue a colocar el segundo pie, algo se coló debajo de la zapatilla. Mu no tuvo tiempo de reaccionar. Su pie derecho se escurrió hacia arriba. Kiki se giró rápidamente y abrió los ojos al ver a su maestro perder el equilibrio cayendo hacia atrás.
Primero un golpe
-¡Ay!
Otro golpe
-¡Au!
Más golpes seguidos
-¡Ay!¡Ah!¡Ouch!
Su maestro rodaba escaleras abajo. Al final quedó tendido en el suelo, al principio de las escaleras, totalmente magullado.

El cochecito cayó a su lado, abollado.
-¡Mi cochecito!...¡Maestro!...¡ay madre!
Mu se encontraba demasiado dolorido como para incorporarse.
Kiki empalideció al ver el el paisaje: su maestro tirado, el cochecito abollado y las bolsas de la compra desparramadas por las escaleras y el suelo. Huevos rotos, carne llena de tierra, verduras machacadas…
-Ki...Kiki...ayúdame a levantarme…
El niño cogió de las manos a su maestro, procurando no hacerle daño. Pero al levantar a su maestro, vio las cajas de galletas aplastadas. Soltó a su maestro, que cayó de nuevo al suelo y gritó con desesperación:
-¡MIS GALLETAS!