Disclaimer: Digimon no me pertenece. Este pequeño fic es para Carriette por su cumpleaños, ¡felicidades!
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~ Algo nuevo ~
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—Estoy nerviosa. Bueno, siempre suelo estarlo, ¿no? Nunca se me ha dado bien quedarme quieta. Puede que sea hereditario, a mi padre le pasa lo mismo…
Él le sella los labios con un dedo. Guiña un ojo, le coge las manos y hace que se siente sobre un cojín en el suelo, en la misma postura que antes. Miya tiene que sonreír.
Aguarda largos instantes mientras él prosigue. Le gusta la forma en que su brazo traza el mismo movimiento una y otra vez, con delicadeza, casi con cariño. Se tumba en su rincón y se dedica a escuchar.
Un chapoteo. Otro detrás. Cuatro, en un perfecto ritmo, como si siguieran un compás. Cuatro salpicaduras más, que continúan la melodía sin música. Diez, diez veces se repite. Las pequeñas gotas lo han manchado todo, pero a nadie le importa. Ella se endereza, se sienta en el suelo dejando olvidado el cojín. Mira la pared y sonríe sin querer.
Ken se aparta un poco. Quita algunas tiras de la pared, se repite el chapoteo. Miyako quiere unirse a él, pero sabe que solo estropearía el momento. Le gusta la tranquilidad que casi se respira. Siempre es así cuando está con él, su nerviosismo parece evaporarse, solo Ken puede conseguirlo.
Deciden tomar un descanso. Él va hasta la cocina y se sirve un vaso de agua. Ella no puede apartar los ojos de su espalda y al final se enrosca a su cuerpo.
—Gracias —susurra muy bajo, casi como en un suspiro.
Esa palabra hace que Ken se dé la vuelta. Deja la bebida en la encimera y se apoya en ella. Sus manos se entrelazan tras la cintura de Miya, la mira con la cabeza ladeada y destilando cariño con sus ojos.
—¿Por qué?
—Por ser como eres. Simplemente por eso.
Se besan despacio, sin prisa. Se acarician la nuca y las mejillas. Se separan y apoyan sus frentes para mirarse de cerca.
Retoman su tarea. Él insiste en obligarla a mirar, ella intenta ayudarle pero sabe que solo estorba. Al final, Miyako se contenta con volver a escuchar el goteo sobre el papel de periódico, con observar fijamente la melena de Ken y con disfrutar del momento mientras se sienta en su cojín.
Apenas un rato después, él vuelve a alejarse de la pared para mirar su trabajo. Sonríe y la mira, esperando su habitual entusiasmo. Pero no llega.
Se preocupa y se sienta a su lado, con las piernas cruzadas. Ella no separa los ojos de los dibujos.
—¿No te gusta? —pregunta, desilusionado.
Miya parece volver a la realidad al notar el tono en el que ha hablado. Consigue mirarle, con lágrimas contenidas.
—Es perfecto.
Ken sonríe. Una sonrisa sincera, de plena felicidad, un gesto que ella ha aprendido a adorar y anhelar cada día. Puede que aparezca poco pero tal vez por eso es un tesoro tan valioso.
Apoya la cabeza en el hombro de él y juntos admiran los símbolos de la pared. Nueve marcas de diferentes colores, nueve enlaces a ese pasado que hizo que se conocieran, nueve cualidades que todo el mundo debería tener.
Miyako busca los ojos de Ken, encontrando en ellos esa bondad que siempre lo acompaña. Él puede sentir el amor y la pureza de la chica en su mirada vidriosa. Juntos sienten como si formaran algo nuevo, más fuerte y más bello.
Se abrazan en silencio. Una de las manos de Ken acaricia la redondeada barriga de su mujer, se emociona al sentir que el bebé se mueve. Está claro que aquella habitación es perfecta para su hija. Está deseando conocerla.
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Bueno, Carrie, espero que te guste este pequeño detalle. Me puse a escribir y el fic salió así, solo tenía clara la pareja. Disfruta mucho de tu día, que te lo mereces, ¡y que cumplas muchos más! :)
