-¡Es injusto!-Gritó el Dios del Trueno mientras veía con horror cómo su padre apuntaba a su hermano pequeño con el cetro dorado, haciendo que este se retorciera de dolor, dejando escapar el aire de sus pulmones sin poder impedirlo si quiera. Lo siguiente que el cuerpo de Loki sintió fue sus rodillas clavarse en el suelo mientras El padre de todos seguía drenando toda su energía.-¡Él no ha...!
-¡Haberlo pensado antes!-Vociferó Odín, clavando su único ojo en el rubio de ojos azules. Caminó tres solemnes pasos hasta su primogénito, arrancándole partes de su traje, escupiendo con malas palabras lo deshonrados que estaban todos sus ancestros por sus malas decisiones. Volviendo dos pasos atrás, pasando su ojo de un hijo a otro, alzó los brazos con porte solemne.-¡A partir de hoy, yo, Odín, Padre de Todos, os destierro!
Antes de que alguno de los dos pudiese decir nada, ambos fueron tragados por el Bifrost, uno despojado de su martillo y otro de sus poderes.
